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8. Un falso culpable

4 de enero 2018

Irritada, molesta, tal vez dolida.

No lo sabía, solo sabía que no soportaba nada justo ahora, no había llorado, no sentía la necesidad de hacerlo, pero el nudo en mi garganta me ahogaba, el dolor en mi estomago se hacía presente cada vez que pensaba en algo que había hecho con él y era horrible.

Ya entendía por qué hablaban de este tipo de cosas de una manera tan trágica en los libros, veinte años y mi primer corazón roto.

No podría negarlo, quiero a Cayden, él realmente me ha hecho pensar en los sentimientos de una manera diferente, aunque ni siquiera nos conocimos lo suficiente, pero se siente tan devastador escuchar sus palabras en mi mente nuevamente.

«Créeme que, si hubiera sido por mí, nada de eso hubiera pasado, Blownt»

Presentía que este sería el peor año para mí.

Mamá ingresó al cuarto con un plato y un vaso, probablemente mi desayuno. Había salido poco del cuarto, todos lo habían notado, Sean literalmente me había interrogado recibiendo pocas respuestas de mi parte, lo más probable es que las haya recibido de Silvia cuando regresó horas después y solo encendió el televisor viendo una película. No habló, solo estaba ahí, ofreciéndome su compañía.

―Cariño...―Miré a mamá ofreciéndole una sonrisa suave, ella se acercó subiendo a la cama―. ¿Todo bien? ―Asentí rápidamente cuando ella dejó reposar su mano en mi frente buscando indicios de síntomas por algún resfrío.

―Estoy bien, mamá―murmuro al tiempo que acepto el plato.

―No puedes mentirme, Sarah―murmura sentándose frente a mi en la cama, bajo la vista para no romperme a llorar. Tomo la cuchara en el tazón y tomo un poco de fruta ignorando la avena.

―Y no lo estoy haciendo, mamá―respondo rápidamente alzando la vista, la miro a los ojos solo para convencerla y ella suspira.

―Cuando estés listas para contarme estoy aquí, me conoces, Sarah―Sé a qué se refiere con eso, ella no suele juzgarnos, nos escucha y aconseja, en veces se enoja, pero no nos echa en cara lo que sea que le hayamos confesado.

Ella se va, el siguiente en entrar es Sean, trae un tazón con palomitas y varias bolsas de chucherías, se arroja en mi cama haciendo que yo misma me sacuda bruscamente y toma el control remoto en silencio, busca una película, ni siquiera me pregunta, solo busca una de su agrado y se acomoda aquí, lo miro alzando las cejas me devuelve la mirada haciendo lo mismo, pero retándome a contradecirlo. Lo ignoro suspirando y volviendo la vista a mi plato, después de un rato tomo de las palomitas que él ha traído y me permito ver la película, aunque sé que no voy a prestar atención por mucho tiempo porque vuelvo a distraerme con mis pensamientos.

―Sarah...―Hago un sonido, solo para que sepa que lo escuché tomando una de las bolsas de chucherías y abriéndola―. ¿Vas a estar bien? ―Me paralizo, trago saliva y parpadeo varias veces apretando los labios antes de afirmar con un simple sonido sin mirarlo.

» No me gusta verte así, ratoncita―Mi ceño se frunce, sé que suelen apodarme como se les da la gana él y Silvia, pero casi siempre suelen ser apodos burlones. Este no ha sonado de esa manera.

―Te lo prometo, Sean―Y no sé si trato de convencerlo a él o a mí.



10 de mayo 2018



Silvia observa con atención todas las fotografías en la pared, las he colocado alrededor de un espejo rectangular que he puesto en la pared al lado de la puerta de mi cuarto.

La mayoría son de nuestra familia, en algunas papá está sólo, en otras mamá lo está, en una sola logré una foto de ellos juntos y esto fue en el cumpleaños de Sean y Silvia, lo que me pareció extraño es que parecían muy cómodos hablando en el balcón, no es que sean enemigos, es solo que siempre buscan la manera de estar con alguien más cuando necesitan hablar sobre cualquier cosa. Hay otras fotos, la mayoría de mis hermanos conmigo, otras ellos solos o ambos, hay unas pocas de los abuelos o algunas primas.

Pero hay una en particular que decidí no encajar ahí, está guardada en una pequeña caja junto a mi regalo de navidad de su parte.

La imprimí en un arrebato de masoquismo hace dos meses cuando casi la eliminé de la memoria de mi cámara, había borrado la demás, pero esa foto en la que parece mirarme, donde sus ojos se ven brillantes y algo entrecerrados porque la luz del sol le golpea el rostro, esa foto ha sido todo un detonante cada vez que me siento mal.

Me hace sentir extraña sentirme tan mal por alguien que me mintió, por alguien que no es bueno, es un monstruo, mató a alguien y ni siquiera sé cómo.

Siento mis ojos llenarse de lágrimas y me giro en la cama hundiendo el rostro en la almohada para que Silvia no vea mi arranque de tristeza sin sentido.

Me siento patética porque se supone que debo odiarlo o al menos dejar de sentir cosas por él, pero eso parece tan lejano. Me parece tan extraña la manera en la que él, su actitud, las pocas conversaciones que tuvimos, todo lo que lo involucra de ha metido tan hondo bajo mi piel que duele sentirlo así.

—Sarah...—Escucho como cierra la puerta y se acerca, sus pasos se detienen cuando sube a la cama. Desliza sus dedos por mi cabello y no puedo evitar sollozar antes de alzar la cabeza para ver a mi hermana, ella aprieta sus labios—. Me preocupa cómo te ha afectado todo esto...

—Me duele, Sil, y no sé cómo hacer que desaparezca, no sé cómo hacer para olvidarme de él porque cada vez que lo recuerdo duele—respondo, ella suspira abrazándome y atrayendo mi cabeza a su regazo, sus dedos se hunden en mi cabello.

—Va a dejar de doler, Sarah, eventualmente lo hará.

—¿Cuánto tiempo sería eso? —Hipeo y ella suspira, se inclina presionando un beso en mi sien.

—No lo sé, Sary, pero lo hará—Resoplo, limpio mis lágrimas, pero estas vuelven a salir y solo las dejo porque estoy cansada de retenerlas, cansada de sentirme al explotar con todas estas emociones que solo hacen que mi pecho duela cada vez más.



20 de agosto 2018



Veo con diversión y sorpresa los globos con forma de número veintiuno y muchos más tradicionales desperdigados por toda la habitación, por encima de mi cama también están los que forman las palabra «Feliz cumpleaños» ladeo la cabeza antes de que mis hermanos comiencen a cantar la habitual canción de cumpleaños, suelto una risita y los veo aparecer desde el closet lo que hace que suelte una carcajada.

Aplaudo viendo las velas sobre un pequeño pastel de chocolate con forma circular que trae Silvia y Sean es el primero en acercarse rodeando mis hombros con su brazo, presiona un beso sonoro en mi mejilla cuando terminan de cantar.

—No creo que necesites más deseos, con tenernos de hermanos debería ser suficiente, pero tienes permitido algo menos genial que nosotros —Ruedo los ojos golpeando el brazo de Sean, Silvia acerca el pastel con las velas encendidas y tomo un enorme respiro antes de soplarlas. Ellos gritan escandalosamente antes de que mi hermana bese mi mejilla y se encargue de poner suspiro sobre mi nariz y mejillas.

—Feliz cumpleaños, Sary—dice rodeando mis hombros con uno de sus brazos.

—Gracias, que lindo—murmuro al tiempo que veo las dos cajas sobre mi cama. No es necesario que sea ninguna festividad para recibir regalos en esta familia, pero como siempre me emociona verlos ahí.

» ¿Y mamá? —cuestiono acercándome para tomar la primera caja, Silvia se encoge de hombros dejando el pastel sobre mi mesita de noche y saliendo de la habitación, miro a Sean.

—Creo que fue a ver a papá —Alzo las cejas abriendo la caja hasta encontrar una cajita de música, hay una muñequita vestida de ballet girando cuando la abro y una melodía suave empieza a sonar, miro a Sean haciendo sobre salir mi labio inferior porque este ha sido su regalo.

» Gracias, Sean. Los amo mucho—murmuro cuando mi hermana entra con tres platos, tenedores y un cuchillo.

—Obvio—Rio abriendo la otra caja. Empujo mis cabellos detrás de mis hombros antes de hacerlo. Suelto un suspiro cuando veo los múltiples juegos de calcetines de diferentes colores.

No solía usarlos, pero el clima este año ha sido desastrosamente frio y le he robado un par a Silvia, sonrío ampliamente, sacando unos de rayas rosas, son largos y se sienten suaves contra mis dedos, suelto una risita.

—Gracias, Sil—Mi hermana se acerca y rodea mis hombros con sus brazos, recargo mi sien contra su mejilla.

—No tienes permitido entristecerte nuevamente como lo has hecho este año, te extrañamos—Suelto un largo suspiro.

—No me he ido—digo como si fuera obvio, pero comprendo a lo que se refiere.

—No, pero te has apagado, tal vez no te has dado cuenta, pero todos sabemos que brillas, Sarah, eres nuestra luciérnaga —Este es Sean hago una mueca y extiendo mi mano hacia él, la toma en la suya y suspiro.

—Lo lamento, solo...no pude evitarlo.

—Y está bien, pero tampoco puedes dejarnos a oscuras de esta manera, yo le tengo miedo a la oscuridad —replica Silvia—. Ahora ¿queremos pastel?

—Queremos.



5 de diciembre 2018



―Sarah, por favor, vamos, sabes que la casa de los abuelos sin ti es aburrida―Rasco mi frente y me encojo de hombros suspirando.

―Sabes que no es así, Silvia

―Sarah, por Dios, tu amas ese lugar, entonces ¿por qué no quieres ir?

―Si lo amo, pero estoy ocupada y lo sabes―murmuro inclinándome sobre la mesa hasta alcanzar la taza con temática navideña que he implementado como portalápices, obtengo un resaltador rosa y subrayo las líneas de letras que realmente no estoy comprendiendo.

Mi hermana sabe lo que sucedió, pero para ella parece tan lejano como lo hubiera sentido yo si no hubiera sido tan importante como lo fue él. Nunca he sido alguien que viva en el pasado, mis hermanos lo saben y he tratado de vivir dentro de mi normalidad este año, pero a veces solo me sobrepasa todos los recuerdos, lo sucedido; todo.

Ella insiste, me exaspera ¿por qué no puede entender cuanto va a lastimarme regresar a Vantore si ahí viví tanto con Cayden las últimas dos navidades.

» ¡¿Podrías dejarme en paz, Silvia?! Estás viendo que estoy ocupada―Ella me observa por varios segundos, sorprendida a la vez que frustrada, antes de abandonar la habitación, noto entonces la figura de mamá en el marco de la puerta. Me mira por varios segundos, sus brazos cruzados y una mirada conocedora, como si supiera que algo me sucede.

―Ven aquí, Sarah―Ahogo un resoplido pasando una mano por mi cabello.

―Estoy bien―digo al tiempo que enciendo la tableta en busca del diseño por recrear en mi computadora.

―Sarah, ven aquí―repite, suelto un suspiro antes de finalmente hacerlo, me acerco, me dejo caer en el borde de la cama donde ella se encuentra―. ¿Qué sucedió en la casa de tus abuelos el año pasado? ―Aprieto los dientes, ahogo el deseo de gritar porque es mi madre y nunca le he faltado el respeto adrede.

―Nada, mamá, estoy bien―respondo sin mirarle.

―Tu no le gritas a tus hermanos, Sarah, no de esa manera y este año has estado especialmente irritada.

―Estoy bien, mamá―Repito. Ella, no conforme con mi comportamiento, desliza sus dedos bajo mi barbilla y me obliga a mirarla. Me preparo para llorar, sabe que no puedo mentirle mirándola a los ojos y honestamente solo quiero refugiarme en sus brazos.

Pensé que estaba bien, pero el mes, los adornos, todo lo que conlleva la navidad me ha puesto especialmente irritable estos días.

― ¿Te hicieron daño? ―Sacudo la cabeza negando, no fue un daño físico, él nunca me hizo daño de esa manera, pero no puedo decir lo mismo de mis sentimientos―. ¿Cómo sucedió? ―Mis ojos se llenan de lágrimas y me encojo de hombros, este año ha sido un infierno, si pensé que realmente el tiempo podía ayudar estaba equivocada, el tiempo solo hizo que lo recordara con más ahínco, que recordara la manera en la que prefirió darme la espalda que explicarme, como dijo que si hubiera sido por él nada de eso hubiera pasado.

No lo entiendo.

Durante muchos meses estuve preguntándome qué hice mal, me convencí de que debía buscar qué era lo que había hecho que él no confiara en mí, que no contara nada, pero luego terminé de comprender que no fue mi culpa, luego de atormentarme en las noches, luego de pensarlo mucho. No hay nada malo en mí, solo...no era el indicado.

Mamá me escucha, no dice nada, solo sopesa lo que le digo en silencio, le cuento sobre él. Sobre sus gustos, sobre sus extrañas maneras de escucharme y hacerme saber que los hacía, sobre su manera de ser tranquilo, pero a veces solo bromista. Le cuento las dos visitas al puente Blasse y sollozo.

―Cariño...―susurra con pesar acariciando mi cabello, no le digo la razón por la que simplemente todo terminó porque me asusta que piense que estoy loca por sentir esto por alguien como él. Alguien sin escrúpulos.

―Pensé que lo había superado, pero mi época favorita se ha convertido en mi propio castigo, mamá―susurro dejando que su abrazo me consuele, aunque siento que debería ayudarme a reconstruirme, eso tal vez seria lo mejor.

―No es así, cielo, todo pasa.

―Pero duele...

―Y dejará de hacerlo, pero debes poner de tu parte, debes cortar todo lo que te recuerde a él―Casi rio de manera amarga porque en ese caso tendría que cortar muchas cosas, incluyendo mi cámara―. Verás que será solo un recuerdo, uno amarga, pero cuando quieras darte cuenta solo será eso.

―Ya debería serlo.

―Todo lleva tiempo, cariño, pero sana―Me alejo clavando mis ojos en los suyos, la idea de que ella sufrió de esta manera por papá pasa por mi mente, pasó un tiempo antes de que mamá volviera a hablar con él. Nos dieron una vaga excusa sobre el amor acabándose y no sé qué más, una que mis hermanos y yo no creímos, no nos comimos el cuento, pero nunca pudimos descubrir cual fue la verdadera razón de su separación.

―No puedo cortar todo lo que me recuerda a él porque tendría de abandonar la casa de los abuelos, mamá―digo luego de unos segundos, ella suspira.

―Si es necesario para ti, está bien, Sarah, no me gusta la manera en la que te he visto vivir en automático todo este año―Suspiro y luego de unos segundos sacudo la cabeza.

―No, está bien...voy a ir, sé que los abuelos quieren vernos y no han planeado venir hasta acá esta vez.

―Sarah...

―Estaré bien, mamá, lo prometo.



12 de diciembre 2018



La abuela me observa con cautela desde el otro lado del árbol, no había tenido ánimos de armarlo, pero, la abuela ha insistido mucho sobre ello. Sobre todo, porque en tiempos pasados lo hubiera armado desde que llegaba a Vantore, incluso iba a casa de Vera para ayudarla con el suyo.

He pasado estos días en la habitación más que todo u horneando con Eira cualquier cosa que ella diga que va a enseñarme a preparar. Sin embargo, estar en la cocina hace que mis ojos, constantemente, se dirijan a aquella banca.

Resoplo sin razón alguna sintiendo la mirada de la abuela aun sobre mi cuando lanzo al aire un muñequito diminuto con forma de Santa Claus.

―A ese paso solo le vas a poner las luces al árbol―No le respondo porque en veces me he descubierto siendo grosera con mi familia sin pretenderlo por lo que prefiero quedarme en silencio la mayor parte del tiempo.

El resto del año no fue tan difícil como lo está siendo ahora, sobre todo porque me encargué de mantenerme ocupada todo el tiempo con mis estudios, la academia de idiomas, la facultad de diseño y cursos online de fotografía entre otras cosas que hice, no puedo quejarme, mucho de lo que me propuse a inicios de año pude lograrlo, aunque no tan bien emocionalmente como hubiera sido en años anteriores

» ¿Sarah? ―La miro, tuerce los labios cruzando los brazos, hay un tatuaje en su muñeca con el nombre de mamá que casi ha desaparecido en su piel por el tiempo―. ¿Tardarás mucho?

― ¿Con el árbol? ―cuestiono de vuelta porque tengo la impresión de que no se refiere a eso.

―En volver a ser la misma de antes―suspiro hundiendo los hombros, mis ojos se dirigen a la bola con mi nombre que acabo de colgar, me encojo de hombros.

―No lo sé, abuela...solo espero que no demasiado―susurro, sé que me sigue mirando.

―Eres hermosa, Sarah, puedes tener a quien quieras...―Rio amargamente.

―El problema es que quien yo quiero, no es quien quiere estar aquí―señalo encogiéndome de hombros, relamo mis labios y dejo un último adorno antes de moverme hacia los conectores para encender las luces del árbol.

Cuando finalmente lo hago, sonrío, pero no está mi habitual emoción y me frustra. Me frustra que muchas cosas han perdido sentido para mí con algo que no tiene nada que ver con ello y me frustra haberle dado tanto poder como para consumirme de esta manera.

Maldigo en mi interior y me encamino a mi habitación completamente enojada conmigo misma porque le he estado dando un lugar que no se merece en mis emociones.

―Niña Blownt―Sonrío ampliamente girando para ver a Maggie, ella se acerca, rodea mis hombros con sus brazos causando que me incline un poco y besa mi mejilla―. Estaba esperando a que viniera...―Mi ceño se frunce y la observa empujando mechones sueltos de mi cola alta detrás de mis orejas.

―Mi trabajo retrasó el viaje, pero ya estoy aquí―le sigo sonriendo, ella asiente rápidamente, su cabello ya es una mata ceniza, pero largo que cae en una trenza por su espalda.

―Quería hablar contigo

― ¿Sobre qué? ―cuestiono tragando saliva cuando comienza a caminar llevándome con ella, aprieto los labios sin querer ir a su casa, pero termino dejándome llevar por ella, sintiendo que mi estomago se aprieta y todo en mi interior vuelve a doler.

Maggie se sienta frente a mí en la mesa de su casa, tengo recuerdos de haberme escabullido a esta casa en las noches el año pasado, lo que hace que quiera llorar, la veo moverse por la cocina en silencio, no sé de qué quiere hablar, pero casi quiero apostar a que es sobre él. Ella deja una taza de chocolate delante de mí, tiene una galleta flotando encima y la taza es de cristal transparente con un pingüinito bonitamente ridículo.

― ¿Qué fue realmente lo que hizo que ustedes se lastimaran, cariño? ―Aprieto los dientes con fuerzas y me encojo de hombros removiendo el contenido de mi taza con una cucharilla.

― Él me lo dijo, me dijo la razón por la que estaba aquí...o realmente no lo hizo solo lo confirmó cuando mi hermana me lo contó delante de él. Pensé que podría haber sido un malentendido, pero en ningún momento dijo que era así―digo sintiendo mi labio inferior temblar, pero las lágrimas no salen.

―Oh, mi niña...―Se pone de pies y ocupa el asiento a mi lado, extiende su mano tomando una de las mías y suspira―. Cayden no lo hizo...―responde clavando sus ojos en los míos, la observo esperando, sorprendida y expectante, esperanzada también, ella suelta un suspiro y se tarda unos cuantos segundos para hablar: ―. Alguien entró a su casa una noche que él y su hermana estaban solos, Cayden tendría unos veinte años entonces, su hermana unos dieciséis―comienza, la escucho mientras miro mi chocolate sintiendo mi pecho hincharse porque tengo la esperanza de que haya una explicación para lo sucedido el año pasado.

» Su hermana estaba a su cargo, obviamente haría cualquier cosa para cuidarla, ella siempre ha sido lo más importante para él...Intentaron abusar de ella...―Jadeo, aprieto los parpados y mis dedos se cierran alrededor de mi taza como si quisiera romperla―. Creo que debes saber que Cayden no hubiera permitido aquello, golpeó al hombre con un bate hasta que creyó que estaba muerto, no era así, estuvo inconsciente dos semanas y luego despertó.

― ¿Por qué Cayden no me dijo esto? ―cuestiono sintiendo mi cuerpo tenso, mi corazón demasiado agitado justo ahora porque me siento tan culpable como lo es él por negarse a contarme la verdad.

―El hombre se suicidó cuando supo quién era el padre de Cayden, él iba a hacerlo caer en la cárcel, era lo obvio, pero ese hombre acababa de salir de la prisión, no quería regresar ahí, no sé cómo sucedió, pero sé que fue él mismo quien acabó con su vida.

» La razón por la que Cayden siempre se ha sentido culpable es esa, dice que es su culpa que ese hombre haya muerto, aunque él no lo haya hecho por su propia mano, le arrancó la libertad y ese hombre prefirió perder la vida, pero no es realmente su culpa, solo que el hombre lo hizo sentir culpable. Sé que si hubiera otra solución él no lo hubiese golpeado, pero eso o ver como abusaban de su hermana y le arruinaban la vida para siempre―No puedo respirar. Me pongo de pies dejando la taza sobre la mesa y salgo, siento la presión en el pecho, el temblor en mis manos y la respiración agitada.

Si, sé que también es culpa de Cayden porque en ningún momento lo desmintió, solo se encargó de dejar que lo lastimara con mis palabras porque se sentía culpable.

¿Y ahora?

Ahora ya no hay nada que yo pueda hacer, su tiempo en Vantore city terminó hace varios meses. Se fue en febrero por lo que me dijo la abuela cuando de masoquista pregunté hace días y ahora solo me siento peor porque no hay una forma de volver a verlo, no quiero hablarlo por teléfono, sin embargo, decido que tal vez le pediré a Maggie que me ayude a contactarlo, aunque me asusta volver a pasar todo un año como este.

Volver a sentirme tan hundida y rota no parece una buena opción.


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