7. Señal de rendición
24 de diciembre 2017
Cayden se sienta frente a mí en el césped, su rostro se ilumina por los rayos del sol, su cabello parece tener dos colores en este momento, castaño y color miel como sus ojos. Alzo la cámara cuando se distrae y ajusto el lente tomando una fotografía, tomo varias hasta que se da cuenta de ello, la última cuando me mira con sus ojos entrecerrados por el sol, le sonrío levemente sintiendo mis mejillas teñirse, él no dice nada y yo cruzo las piernas al estilo indio.
—Tengo que irme este año—Alzo las cejas y sonrío.
—Finalmente vas a ser todo un economista —digo, su ceño se frunce—. Dijiste que entregarías tu tesis cuando regresaras—Ríe
—Me preocupa todo lo que tu memoria ha almacenado sobre mí—Suelto una risita entre dientes, suelo olvidar muy pocas cosas, la mayoría relacionadas a matemáticas y química. Pero no me gusta perder detalles sobre las personas a mi alrededor.
—Lo suficiente —respondo mirando las fotografías en la cámara, frunzo los labios, noto como se remueve con incomodidad. No lo entiendo, simplemente comienza a molestarme saber solo cosa básicas sobre él.
—¿No vas a ir a la universidad? —Niego con la cabeza haciendo zoom en una de las fotografías del paisaje, hay una mariposa en una de las flores.
—No quiero volver a sentir el estrés tan traumático que sentí en mi último año de escuela, sé que la universidad es mucho más forzada y no encuentro realmente una carrera que me guste lo suficiente para sacrificar mi salud mental—Asiente pensativo—. ¿Nunca sentiste la universidad así? —Niega con la cabeza.
—Todo lo contrario, me gustó y no voy a negarte que en veces sentí algo parecido al estrés que mencionas, pero no tan traumático como te sucedió a ti, entiendo que cada cosa lleva un sacrificio —Asiento rápidamente, no me molesta no estudiar una carrera universitaria, no me interesa llegar cansada al final para no poder disfrutar de los frutos de mi esfuerzo.
Y si, en los cursos de fotografía y diseño de interiores que he hecho siento la presión de hacer las entregas de asignaciones, pero sé que no es lo mismo, he visto a Silvia acostarse llorando algunas veces y Sean ha pasado noches sin dormir estudiando; no es lo que quiero.
Cayden me observa por mucho tiempo antes de inclinarse y presionar un beso en mi boca. Le sonrío ampliamente desviando la vista hacia la casita de las flores, un recuerdo de nosotros en ese lugar se vislumbra en mi mente y siento el sonrojo arrastrarse por mis mejillas.
Si, no hemos sido muy inocentes estos días.
No era virgen cuando me acosté con Cayden, pero definitivamente quien estuvo antes ahora es solo un eco vacío. Estuvo ahí, pero no es muy emocionante comparado con lo que sentí al estar con Cayden. Él presiona un beso en mi frente y mi pecho se hincha porque me parece un gesto completamente íntimo y dulce.
—¿Vas a regresar? —cuestiono luego de unos minutos.
—Probablemente—Asiento rápidamente y relamo mis labios—. No quiero que limites tu vida por mí, Sarah—Alzo las cejas confundida.
» Probablemente vuelva, pero no es seguro, no sé qué me espera cuando regrese a casa, a lo que me refiero es que no quiero que sientas que tienes un compromiso conmigo.
—Sobre todo porque tú no lo tienes conmigo.
—No dije eso—Le ofrezco una sonrisa triste.
—No, pero sé lo que significa y está bien—digo volviendo a bajar la vista a mi cámara. Sus se deslizan bajo mi barbilla y me obliga a mirarlo
—No, no está bien para ti y lo sé, pero es la verdad, Sarah, no quiero que limites tu vida por esperar todo un año para vernos—Suspiro y me encojo de hombros.
—No te preocupes, no soy una niña, Cayden, puedo entender lo que dices.
—El problema es que lo estás entendiendo como quieres tú y no como quiero que lo entiendas.
—Y está bien, ya déjalo estar.
25 de diciembre 2017
Sostengo la caja dejándola sobre la banca, pesa un poco porque el regalo es grande, por lo que siento alivio cuando finalmente puedo soltarla. Es más de media noche, siempre abrimos los regalos el veinticinco en la mañana así que no he tenido que permanecer dentro, Cayden no tarda en aparecer como casi cada noche, me observa arqueando una de sus cejas y se inclina besando mi mejilla con suavidad.
—Feliz navidad, bebé —Ruedo mis ojos a pesar de que ya casi me acostumbro a su forma de llamarme ahora. No es un apodo que haya adoptado por lo que sea que tenemos, es más el hecho de que soy la menor en la familia y los ha escuchado de alguna forma llamarme, también lo mencionó cuando nos conocimos la primera vez.
—Feliz navidad, Cay—Murmuro y le hago una señal hacia la caja, suspira. Aprieto mis dedos entre ellos nerviosamente preguntándome si realmente le gustará, a mí me encantó en cuanto lo vi y es algo relacionado a lo que me dijo que amaba. El globo terráqueo es color beige, los rellenos de los continentes y todas las piezas de tierra que componen nuestro planeta son de un color un poco más oscuro.
—Sarah...
—¿Te gusta? —cuestiono juntando mis manos a la altura de mi barbilla, él parece ligeramente hipnotizado con el regalo. Voltea a verme y deja un beso en mis labios rodeando mi cintura con su brazo, rio contra su boca antes de que se aleje y desperdigue besos por todo mi rostro.
—Gracias, bebé
—¿Eso es un «si me gustó»?
—Eso es un «me fascinó, bebé»—Rio y rodeo su cuello con mis brazos.
—Espera a encenderlo.
― ¿Encenderlo? ―Asiento rápidamente y presiono un beso sobre sus labios—. Ahora déjame ir por tu regalo.
― ¿Sí? ―Asiente sonriendo y yo alzo las cejas alejándome, se lleva la caja. Ocupo la banca clavando mis ojos en el cielo, hay muchas estrellas esta noche, la mayoría no tan notorias como siempre, pero están ahí.
―Bebé...―bajo la vista para enfocarlo, trae una caja entre sus manos, no tan grande envuelta en papel beige y un lazo rojo, se sienta a mi lado y la tomo dejándola sobre mis muslos para abrirla. Cuando logro hacerlo jadeo.
Es un cubo de cristal, similar a una de esas bolas con paisajes navideños dentro, pero está es cuadrada y no hay una base, todo es cristal, dentro es un paisaje nevado, una pequeña casa, arboles e incluso cachorros, sin embargo, no es eso lo que me impresiona, sino que en la nieve dentro de esta está escrito mi nombre en cursiva.
―Cayden esto es...―No encuentro una palabra, rio sin poder dejar de contemplar mi regalo antes de inclinarme hacia él ahuecando una de sus mejillas en mi palma, presiono mis labios sobre los suyos y suspiro.
― ¿Te gustó?
―Es precioso...por supuesto que sí, gracias―murmuro volviendo a ver hipnotizada el cristal, tengo ganas de adherir m nariz a él para tenerlo más cerca de mis ojos. vuelvo a besarlo, esta vez no me alejo tan rápido, sino que permito que su lengua se deslice en mi boca con suavidad como suele hacerlo.
» Te quiero, Cayden.
―Y te quiero, bebé.
27 de diciembre 2017
Mi espalda se arquea, mis labios se abren dejando escapar gemidos agudos y mis uñas intentan clavarse en el respaldo de la cama mientras lo siento detrás de mí, su pecho contra mi espalda, sus labios en mi cuello, su mano por debajo de mi tocando el punto que reúne miles de terminaciones nerviosas entre mis piernas y cuando se aleja y vuelve a entrar de una sola estocada en mi interior mi cuerpo se estremece, aprieto los parpados tensando mis paredes a su alrededor cuando gime en mi oído.
Escucharlo solo hace que me caliente más.
Esta sería la tercera vez que lo hacemos desde nuestra primera vez juntos y nuevamente no hay con lo que pueda compararlo, tampoco es que me empeñe en hacerlo. Sus dientes se clavan en mi hombro con suavidad y gimoteo cuando da una embestida especialmente profunda y traza círculos certeros sobre mi clítoris. Grito, mi cuerpo se tensa y mis piernas tiemblan, pero no me deja desplomarme en la cama, empuja más rápido en busca de su propia liberación y yo podría tener otro orgasmo porque Cayden sabe perfectamente como moverse.
Suelto un jadeo inclinando el rostro a un lado para verlo en el momento en que siento su cuerpo tensarse, sus labios entreabiertos, los parpados cerrados y el ceño ligeramente fruncido, su rostro iluminado por el placer debería ser ilegal.
Presiono mi frente en la almohada y suelto un jadeo silenciosos cuando sale de mí, presiona un beso entre mis omoplatos y lo escucho moverse, regresa segundos después metiendo en la cama, abro los ojos encontrando sus ojos clavados en mí, le sonrío.
No sé a dónde fueron Maggie y Hanks, por lo que sé fueron a visitar una hermana de Maggie desde ayer por lo que Cayden se ha quedado solo aquí, sin embargo, se siente raro profanar de esta manera la casa, aunque la primera vez que lo hicimos ellos incluso estaban aquí y estoy casi segura de que Maggie me vio entrar, la idea de que sepa lo que sucedió hace que el sonrojo se arrastre por mis mejillas, Cayden pase sus dedos sobre mis pecas, luego por mi nariz y finalmente su pulgar se desliza por mi labio inferior.
― ¿Qué se supone que hice en mi vida pasada para ser tan afortunado contigo? ―Mi ceño se frunce, pero suelto una risita.
―Tal vez eras monje, quien sabe―susurro arrastrando las sabanas por sobre mi cuerpo―. O pediste un buen deseo de navidad― él suspira y se inclina presionando un beso en mi frente.
―Es probable ¿y tú qué fuiste? ¿un ángel?
―Un querubín―digo batiendo mis pestañas y haciendo que mis ojos se cristalicen, él rueda los suyos sonriendo y relamo mis labios deslizando mis dedos por su cuello. Los deslizo por sus hombros, su pecho marcado por una pequeña cicatriz y varios lunares, luego por su abdomen y me detengo a la altura de su ombligo antes de cuestionar distraída: ―¿Algún día dejarás de esconderte de mí?
―No lo hago, Sarah, eres probablemente la persona que más me conoce―Mis ojos se distraen con el globo terráqueo que le regalé, está encendido, en su interior hay una luz amarilla que hace resaltar los relieves de la tierra.
―No se siente así―respondo en un susurro. Él suspira y sus dedos se deslizan por mi cabello.
―Probablemente cuando así sea, las cosas serán diferentes.
29 de diciembre 2017
Acomodo mi chaqueta cerrando la puerta detrás de mí, sé que Maggie me observa y es que ella suele ser muy preventiva, siempre se despierta cuando me escucha moverme por la casa, es por eso por lo que empecé a salir al principio, luego la razón era Sarah esa primera navidad en que la vi aquí y ahora es un hábito.
Me siento en la banca esperando por ella como lo ha hecho todas las noches —o casi todas—, sin embargo, es su hermana quien aparece, la mayor de las Blownt no parece feliz cuando se acerca y la observo impasible. No he interactuado mucho con ella más que simples saludos cuando me ve con su hermana o en veces solo me mira curiosa.
No obstante, esta vez ella no parece feliz, está furiosa y se acerca lo suficiente para golpearme, pero no lo hace, aprieta su mano en el aire y noto la manera en la que aprieta los dientes.
—Te quiero lejos de Sarah—Ahogo las ganas de reír y la observo con mis brazos cruzados, me acomodo en la banca dejando una sonrisa sínica deslizarse en mis labios.
—¿Y desde cuando tienes tú autoridad sobre mí?
—No te lo voy a repetir.
—No veo a tu hermana incomoda con mi presencia —reviro al tiempo que extiendo mis piernas, ella aprieta los puños a los lados de su cuerpo.
—Porque no sabe que eres un monstruo —Alzo las cejas mirándola con desinterés, notando que ya lo sabe. ¿Cómo pasó eso?
» ¿Qué mierda quieres? ¿Matarla como hiciste con ese hombre? —Admito que escuece, había estado ignorando eso en este lugar, era esa la razón por la que papá me había enviado aquí, solo que no era de la manera en la que ella lo hacía sonar. Un jadeo me obliga a abandonar mis cavilaciones, Sarah nos observa desde unos pasos más atrás, su cuerpo está tenso y no me muevo.
Había estado pidiendo una razón para continuar con esto, esta era la señal para rendirme.
Sarah parece horrorizada y su hermana asustada acercándose a ella, pero la menor la esquiva y se acerca donde mi encuentro. Ácido se extiende por mi estomago cuando me ve de aquella manera y lo comprendo, comprendo que todo el mundo va a verme de esa manera conociendo lo que hice. Incluso si no conocen la verdad completa.
Sarah jadea y toma varias respiraciones antes de que sus ojos se claven en los míos, busca algo, pero no la dejo verlo.
― ¿Es cierto? ―La miro sopesando mi propia respuesta, ella ya me ve de esa manera, no quiero que cada vez que lo recuerde me mire así, no quiero saber que piensa en mí como alguien peligroso cuando no lo soy o peor aún, que me tenga miedo. Entreabro los labios sin dejar de verla y su hermana se interpone entre nosotros dándome la espalda, ahueca las mejillas de la menor obligándola a mirarla.
―Lo hizo, Sarah, deja de buscar bondad en gente que no la tiene, ni siquiera tuvo el valor de contártelo ¿por qué será? ―Sé que ella busca lo mejor para su hermana y casi le agradezco por eso porque no soy lo mejor que Sarah podría encontrar en su vida, pero en este momento siento que la detesto porque no era su deber contarle. Sin embargo, sé que yo habría hecho lo mismo por Scarlett.
Sarah me mira esperando una respuesta porque este es mi castigo por ser culpable.
― ¿Por qué no fuiste honesto conmigo? ―cuestiona, me encojo de hombros.
―En ningún momento me preguntaste―hago una mueca con mis labios con desinterés, pero siento el estómago arder.
― ¡Claro que lo hice!
―Y te dije que no éramos amigos y que no me interesaba que lo supieras, no volviste a preguntar, ocultar información no es mentir―digo cínico, ella respira por la boca, se estremece y sus ojos se cristalizan.
― ¿Entonces eso eres? ¿un asesino? ¿Por qué no estás en la cárcel?
― ¿Por qué piensas que estoy aquí? ―reviro poniéndome de pies, ella da una paso atrás―. Te lo dije desde el primer día, Sarah, no soy una buena compañía, pero te empeñaste en ver algo que no existía en mí.
―Eres un egoísta, monstruo sin escrúpulos ¿fue divertido jugar con una mojigata infantil? ¿fingir que me querías? ―No le respondo, no digo nada, solo me alejo porque no quiero volver a esto.
No quiero a Sarah mirándome de esa manera, no quiero a Sarah temiendo de mí y no quiero a Sarah volviéndose una sombra de su dulzura propia a mi lado, ni cerca de mí. Ella lo ha dicho, me convertí en un monstruo desde el momento en que ese pulso detuvo su golpeteo.
― ¿Por qué dejaste que te quisiera?
―Créeme, si hubiera sido por mí, eso no hubiera pasado, Blownt.
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