6. Un deseo de navidad
29 de noviembre 2017
Rio dejándome caer en el césped y el cachorro olisquea mi cuello, escucho a Silvia reír porque Sean no para de hacerles cosquillas y la abuela grita algo desde la casa.
No puedo negarlo. Todo el año estuve completamente ansiosa por este momento, pues a pesar de que no puedo quejarme de haber disfrutado este año, este lugar siempre va a hacerme inmensamente feliz y por supuesto el trasfondo de las razones lleva un nombre ahora: Cayden Timbsly.
Si, pensé mucho en él este año sin razón aparente.
Me siento en el césped y atraigo el cachorro hasta mi regazo, su pelo es suave y algo ondulado color café, lleva un pañuelo en el cuello que lo hace ver adorable, la abuela nos lo regaló antes de irnos a inicios de año, no ha crecido, pues su naturaleza es este tamaño, pequeñísimo.
Sean me ve, se acerca y entonces está haciéndome cosquillas antes de que pueda evitarlo, mi hermana aún se recupera de la risa y el cachorro escapa, chillo retorciéndome, pero Sean es sumamente persistente y molesto, infantil también. Ese último tal vez sea un rasgo que, sin pensarlo mucho, heredamos los hermanos Blownt.
Cuando finalmente me deja en paz me siento nuevamente en el césped jadeando, Silvia corre hacia la casa cargando el cachorro, el abuelo nos observa sin borrar su sonrisa y Sean se pone de pies extendiendo su mano hacia mí. Lo manoteo.
―Infeliz―Siseo poniéndome de pies.
―Ñoña―Mi ceño se frunce y él ríe porque sabe que no reconozco la palabra. La aprendió en algún viaje con papá.
Giro el rostro hacia la izquierda y alzo la mano en un saludo efusivo con una enorme sonrisa hacia el señor Hanks, Maggie viene detrás de él por lo que esquivo a mi hermano acercándome a la pareja para saludar.
―Señorita Blownt―Suelto una risita dejando que Maggie bese mi mejilla, el señor Hanks es mucho más discreto estrechando mi mano―. ¿Cómo estás, pequeña? ― Sonrío ampliamente y les hablo apenas un poco de todo este año que fue ligeramente caótico, pero definitivamente uno de los mejores. Me cuentan que visitaron a sus hijos, que ha sido un año bueno y que esta navidad uno de ellos vendrá a pasarla con ellos, me alegro por eso. Luego de unos minutos pregunto nerviosamente:
― ¿Y Cayden?
― ¿Por qué tenía la impresión de que preguntarías por él? ―Rio sintiendo el sonrojo arrastrarse por mis mejillas y me encojo de hombros―. Está ocupado ahora, pero su quieres le digo que pase a saludarte―Alza las cejas Maggie mientras dice esto, niego con la cabeza rápidamente.
―No es necesario, lo saludo cuando lo vea por ahí, seguramente esta tarde―Le resto importancia con un gesto y ella asiente sin borrar una sonrisa que me parece traviesa, estoy segura de que va a decirle que ya estoy aquí―. Fue un gusto hablar con ustedes, pero debo entrar, nos vemos luego―digo rápidamente cuando escucho a Silvia llamarme.
En la noche voy a la banca habitual, creo que mamá no vendrá con nosotros este año por lo que lo más probable es que nos traslademos con los abuelos hacia Toronto. Una sonrisa se desliza en mis labios veo las múltiples hojas secas adornando alrededor de la banca, incluso sobre ella hay algunas, el otoño aún no termina su paso por aquí.
Muerdo mi labio inferior sosteniendo la cámara entre mis dedos antes de tomar una fotografía simple de ese lugar, puedo ponerla en el álbum que he estado llenando este año, el que me regaló el abuelo el año pasado.
Me siento en la banca, dejo cámara reposar colgando delante de mí y juego con un hilillo suelto de mi jeans entre mis dedos, probablemente comenzará a hacer frio verdaderamente en unos días, por ahora solo es la ventisca suave que mueve las hojas de los árboles.
―Hola―Doy un respingo cuando lo escucho, llevo una mano a mi pecho como si eso fuera a calmar el ritmo acelerado de mi corazón por el susto y me pongo de pies acercándome para darle un abrazo efusivo a Cayden que lo hace tensarse al principio.
―Hola, este año no te salvaste de mi
―Nadie dijo que quería salvarme―Suelto una risita acercándome a la banca y dejándome caer en ella, palmeo el lugar a mi lado y él suspira acercándose.
―Eso suena a que si querías verme ¿es así? ―Ladea la cabeza―. Eso es un si―digo girándome hacia él con una risita―. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en año nuevo con tu familia? ¿todo bien este año? ―Pregunto tan rápido que él parpadea muchas veces antes de responder, pasa una mano por su cabello, los rizos casi cubren sus ojos, pero estoy segura de que los ha recortado.
―A todo bien―Ruedo los ojos golpeando su pierna sin fuerza
― ¿Volvemos a lo mismo? ― resoplo hundiendo los hombros―. Ya era bastante difícil sacarte las palabras el año pasado.
― ¿Y eso? ―cuestiona señalando la cámara que cuelga de mi cuello.
―Me la regaló mi hermano el año pasado y le tomé el gusto―digo alzando las cejas con una sonrisa, hago de mi cabello una cola floja al final de mi cabeza con la goma en mi muñeca. Silvia aparece en la puerta de la cocina, saluda a Cayden con su mano y luego me dice que me necesita para ayudarle en algo―. Bueno, nos vemos, no te me vas a salvar―inclinándome para besar su mejilla suavemente, la comisura de su labio se alza y me encamino a la cocina dando saltitos.
10 de diciembre 2017
Dulce, chocolate, suave, fresa.
Como distraída de mi postre frio mientras mantengo la vista en mi malteada por alguna razón, la visión de esta me hace sentir satisfacción porque el vaso es lindo.
Escucho la respiración de Cayden a mi lado, está en silencio, tranquilo como siempre.
Esto fue otro de los tantos secuestros que he hecho en su contra. Por supuesto que no cuenta como secuestro si la victima pone de su parte y solo he tenido que invitarlo para que esté detrás de mi. Pidió crepes y un jugo, yo me decanté por un tres leches de chocolate con fresas, combinación que no había visto, pero que llamó mi atención; es muy buena. También una malteada de chocolate.
—¿Vas a decirme como te fue este año? —cuestiono echando mis cabellos hacia atrás, miro por la ventana y no puedo evitar distraerme con la cucharilla en mi boca mientras veo la brisa remover algunas hojas secas que aún permanecen.
—Bien ¿y a ti? —Lo miro, trago y tomo de mi malteada antes de hablar:
—No puedo quejarme, hice dos cursos, comencé a trabajar, he conseguido una beca en una academia de idiomas para este próximo año, compré muchas cosas que quería y me regalaron muchas que no sabía que quería, pero así era—Él suelta una risita y lo miro ofreciéndole de mi postre, niega y me encojo de hombros.
—Parece que fue un buen año, no hubo momentos malos—Le ofrezco una sonrisa leve.
—Si te cuento las cosas malas, como que perdí un examen importante por estar enferma, estuve en cama una semana, operaron a mi hermana de emergencias y mi hermano casi va a la cárcel entonces pensarás que fue un año malo porque le estaré dando relevancia a ello—digo él alza las cejas y yo miro mi plato—. Pero la vida es eso, por supuesto habrá momentos malos y buenos, pero consta de tu perspectiva deducir como la consideras, es como la comparación del vaso medio, unos lo ven medio vacío y otros medio lleno.
» Yo prefiero verlo medio lleno—digo atrapando la pajilla de mi malteada entre mis labios y bebiendo de ella, la inclino un poco para que haga ruido mientras bebo y las comisuras de sus labios se alzan un poco.
—Creo que eso lo noté desde que te conocí —Rio alzando las cejas con sorpresa.
—Pero, a ver, dime algo bueno de tu año, lo que sea—digo girándome un poco hacia él en la cabina, no sé por qué me deslicé a su lado al sentarme, pero él no se movió muy lejos que digamos.
—Mi madre volvió —Alzo las cejas sorprendida y le sonrío ampliamente a pesar de que no soy consciente de lo que me habla.
—¿Y dónde estaba? —Tomo una fresa hundiéndola en el tres leches.
—Se había ido del país porque necesitaba recuperarse de su depresión, estuvo fuera más de dos años sin comunicarse con nosotros de ninguna forma—Lo miro, parece ligeramente dolido por ello, sin embargo, su regreso parece hacerle feliz porque fue lo que le pregunté. Recuerdo algo que hablé con él por lo que pregunto:
—¿Viste las estrellas con ella? —Parece sorprendido cuando me mira y le sonrío sin mostrar los dientes antes de robar una mora de su plato.
—Tal vez lo haga cuando regrese.
—Tengo buena memoria, Cay, deja de mirarme de esa manera —digo, por alguna razón me giro más hacia él subiendo una de mis piernas sobre las suyas. No se inmuta, es como si no se diera cuenta de ello.
—Si, pero yo ni siquiera recordaba haberte contado—Me encojo de hombros soltando una risita.
—Ya ves—Empujo mi plato cuando ya casi he terminado, pero creo que no soportaré más dulzuras por hoy, luego de mi malteada por supuesto. Recargo la espalda en mi asiento y giro la cabeza hacia él, me observa atentamente. No alcanzo a decir nada más porque inclina su rostro presionando un beso en mis labios, no es suave ni inocente como el último que le di el año pasado.
Su lengua se desliza por mi labio inferior y cuando abro los labios se encuentra con la mía dentro de mi boca, su mano ahueca mi mejilla, siento el dulce de su comida en su boca. Jadeo. Su cabello rizo roza mi frente, su otra mano está sobre mi pierna y la que permanece en mi cara reparte caricias con el pulgar por mi mejilla.
—¿Por qué tienes que ser tu? —Mi ceño se frunce sin abrir los ojos que no sé en cual momento los cerré y respondo con la respiración agitada.
—¿Se supone que debo ser alguien más? —Arqueo mis cejas y él suspira. Niega con la cabeza y se aleja, tanto que mi pierna ya no está sobre las suyas, resoplo—. No voy a permitirte esto, Cayden—digo al tiempo que tomo mi malteada bebiendo de mala gana, me mira de manera breve antes de enfocarse nuevamente en su plato.
» No voy a permitirte que me beses y luego finjas que no lo has hecho tú, me he cansado de que quieras solo pensar en ti ¿y yo? Para que haces que piense de esa manera en ti si solo es un momento vacío para ti.
—No lo es
—¿Entonces cuál es tu maldito problema? —Se queda en silencio solo mirándome, resoplo poniéndome de pies, ya pagamos cuando llegamos así que abandono el lugar con cierta molestia en el estómago.
—¡Sarah! —gruño quitando la alarma del auto y lo espero solo porque fui yo quien lo trajo y aunque no está tan lejos de la casa no me agrada la idea de dejarlo aquí sin saber cómo puede regresar. Se desliza en el asiento de copiloto y suspira―. No sé lo que esperas.
― ¿Quién te dijo que esperaba algo? No lo hacía, pero no puedes simplemente besarme y esperar que yo me quede tranquila como si no has hecho nada porque por si no lo sabes la gente besa a las demás por cierta razones―respondo encendiendo el auto, aprieto mis dedos alrededor del volante y él suspira.
Sus dedos atrapan mi barbilla antes de que pueda comenzar a conducir y me obliga a mirarlo, presiona un beso sobre mi boca.
―Me gustas, si, pasé todo el año pensando en ti, pero esto se ve tan complicado...comenzando con el hecho de que este año tengo que irme, tú no eres de aquí ¿Qué se supone que hacemos con lo que sea sucede aquí? ―Resoplo alejándome de él y comenzando a conducir. Me mantengo en silencio todo el camino a pesar de que soy un montón de fuegos artificiales por dentro y él no habla tampoco.
Cuando estaciono delante de la casa de los abuelos suspiro volteando a verlo.
―No es tan complicado como quieres hacerlo parecer, deja de pensar en lo que está atormentándote, pensar demasiado en el futuro causa ansiedad, Cay
― ¿Y que se supone que es esto si no pienso en un futuro contigo? ―Suelto una risita inclinándome hacia él, presiono un beso en sus labios y sacudo la cabeza.
―No te estoy pidiendo que te imagines mucho conmigo, te estoy pidiendo que vivas el presente conmigo, imagina que soy un deseo de navidad cumplido, tu pareces ser el mío.
Lo beso, su mano vuela a mi cara porque parece gustarle hacer eso, sus labios se mueven sobre los míos y me muevo hasta sentarme a horcajadas sobre sus muslos, jadea contra mis labios, muerdo su labio inferior sintiendo sus dedos entrelazarse en mi espalda y hundo mis dedos en su cabello.
Su mano se escabulle por debajo de mi suéter rojo, sus dedos acarician la piel expuesta, rastrea mi espina dorsal con suavidad y me estremezco cuando se clavan en mi cintura, suspiro contra sus labios alejándome, presiono mi frente en su cuello y respiro con dificultad.
― ¿Un deseo de navidad? ―Me encojo de hombros y presiono un beso sonoro en la comisura de sus labios.
―No cualquier deseo, yo soy el mejor deseo que se te podría haber cumplido, Cay.
17 de diciembre de 2017
¿Había tenido alguna navidad mejor?
Justo ahora el recuerdo ha sido opacado por todos los que se han almacenado en mi cabeza con Sarah.
Los besos, salidas―o secuestros como suele llamarlos―las caricias y todas las conversaciones con ella han sido mucho más de lo que puedo concebir en mi cabeza.
Sarah es dulce, es linda e inocente, se ha encargado de labrar tanto en la coraza que había construido a mi alrededor que ya no estoy seguro de que exista un solo ladrillo de ella cuando estoy a su alrededor y a pesar de que solo nos hemos visto en estos dos años mientras ella ha estado aquí ella no parece preocupada por ello, tampoco por lo que pasará cuando estas festividades acaben.
Sarah vive el momento, no le importan demasiado las consecuencias que vaya a traer, al contrario, parece muy feliz ahora.
Sus ojos no se alejan del cielo desde el puente Blasse, sostiene un vaso con chocolate caliente porque ha estado haciendo mucho frio estos últimos días, sin embargo, para ella no parece molesto. Nada es más hermoso que el rostro de Sarah siendo iluminado por las tenues luces de las lámparas flotantes que se han dejado ir hace pocos segundos, ella parece muy ilusionada viéndola y yo no puedo dejar de verla a ella mientras paso uno de mis brazos por su cuello atrayendo su espalda a mi pecho.
Pasa algunos minutos mirando las lámparas hasta que casi todas desaparecen de su campo de visión, voltea en mi abrazo para verme, presiona un beso en mis labios, uno que pretende ser inocente, pero estos días nada ha sido inocente entre nosotros, al menos no en cuestión de besos.
Atrapo su labio inferior entre mis dientes, suelta un suspiro con un ruidito suave que suele hacer y su mano libre se presiona en mi pecho. Besar a Sarah se ha convertido en toda una hazaña ahora, sobre todo porque cuando lo he hecho estos últimos días mis pensamientos se han ido a imágenes nada inocentes.
Sarah suspira alejándose de mi aún con sus ojos cerrados, sus dedos alrededor de su vaso se aprietan y luego golpetean contra el material con suavidad.
―Te quiero, Cayden―Mi corazón se salta un latido, entreabro los labios sin poder evitarlo y parpadeo muchas veces sin poder dejar de verla. Esta chica dulce, inocente, brillante diciéndome esto y el eco de sus palabras se reproduce en mi cabeza, ella abre los ojos y sonríe sin mostrar sus dientes.
― ¿Cómo?
―No lo sé―responde haciendo sobresalir su labio inferior y sin poder evitarlo me inclino dejando un beso sobre este.
―Yo tampoco lo sé―susurro atrapando sus labios entre los míos, se distrae en ello, presiona su mano libre en mi pecho sin ejercer presión realmente, sus dedos se cierran alrededor de la tela de mi polo y suelta una risita alejándose―. Yo tampoco lo sé― susurro en su oído―. Pero te quiero, Sarah...
Ella suelta una risita, rodea con su mano libre mi cuello y vuelve a presionar sus labios en los míos, entrelazo mis dedos en su espalda baja rodeándola con mis brazos y suspiro contra sus labios.
― ¿Ves que nadie puede resistirse a mí? Por eso soy especial―Rio y asiento.
―Claro, solo por eso, bebé.
22 de diciembre 2017
Ella lo deseaba y yo también, pero parecía tan complicado para mí, parecía tan malo mancharla con mi propia piel cerca de la suya, pero no podía evitar sentir que me arrepentiría si no lo hacía. Maggie me ayudó a entender algunas cosas este año, pero la manera en la que sabía que Sarah era casi una línea prohibida para mí lo hacía todo más complicado.
Arrastré el suéter por su abdomen dejando mis dedos arrastrarse por su piel, su cintura pequeña, sus costillas ligeramente sobresalientes, los costados de sus pechos, ella se tensó, detuve mis manos observándola en silencio tomó varias respiraciones antes de asentir permitiéndome despojarla de la prenda.
Maldita sea.
Sarah era dulce e inocente, pero justamente eso hacía que me pusiera duro. Estos últimos días habían sido difíciles con ella porque siempre terminaba pensando en algo como esto.
Definitivamente hoy si parecía un deseo cumplido en mi cama.
El sonrojo arrastrándose bajo sus pecas y cuello, sus ojos ampliamente abiertos, sus labios entreabiertos y rojizos por nuestros besos recientes eran solo un jodido incentivo para la erección que dolía en mi pantalones. Me hacía imaginar cosas que seguramente jamás han pasado por su mente.
O tal vez sí.
Deslizo mi vista desde sus ojos que no dejan de observar los míos, paso por su cuello, la piel apenas bronceada, sus clavículas, el asomo de sus pechos, el inocente sostén blanco, la piel de su abdomen un poco más clara, sus caderas no tan anchas, pero aun así me mantenían en vilo por deslizar mi lengua en ellas y clavar mis dedos en su piel.
—¿Sabes que he soñado con esto? —Ella suspira cuando me inclino desperdigando besos húmedos por la piel de su abdomen, relamo; dulce.
—Sé que sueñas conmigo, no pensé que fueran cosas como estas, tienes la mente muy sucia, Cay—Rio, su voz ha sonado temblorosa; afectada. Hundo mis dedos en la piel de sus caderas y los arrastro por debajo del borde del pantalón de pijama porque si, Sarah ha estado escapándose en la noches para meterse en mi habitación.
Por supuesto, la primera noche fue difícil, Maggie se despierta con cualquier ruido y de inmediato notó cuando entré por lo que literalmente empujé a Sarah al interior del cuarto, pero Maggie lo notó fingió que no fue así hasta que antes de entrar a la habitación dijo:
―Sin hacer ruido con niña Blownt, Cayden.
Sarah se tensa y subo hasta alcanzar su cuello con mis labios ignorando el pantalón por ahora, espero sin dejar de besarla, saboreando la dulzura en su piel. No tengo intenciones de presionarla, solo sé que si ella retrocede justo ahora tendré un duro problema.
Pasan algunos segundos y cuando alzo el rostro para verla ella lleva sus manos a mi abdomen arrastrando la tela de mi camiseta hacia arriba, entiendo que quiere quitármela. Me alzo y la saco por sobre mi cabeza, ella me observa, sus ojos se arrastran por mi torso deteniéndose en mi caderas, traga saliva y por supuesto que nota el bulto en mis pantalones.
—¿Continuamos?
—Por supuesto —dice sonando incluso entusiasmada.
—Nunca nadie había estado tan emocionado por verme desnudo—Rio, un sonrojo se arrastra por sus mejillas y ríe, veo sus dedos jugar con el tirante de su pantalón, se encoge de hombros.
—Ah, eso es porque yo soy especial—Arqueo las cejas.
—Por supuesto lo eres, cariño —Me inclino nuevamente por sobre ella, mi presencia de esta forma parece abrumarla y tomarla por sorpresa las dos veces que hemos estado así, pero se las ingenia para hacerlo a un lado como ahora.
Sarah se arquea cuando presiono un beso en su cuello, luego en su clavícula, por su pecho y bajo su sujetador para atrapar uno de sus pezones entre mis labios, se estremece cuando paseo la lengua sobre él causando que se endurezca un poco y ella gime.
Sus uñas se arrastran sobre mi cuero cabelludo y tira ligeramente de mi cabello en veces sacudiendo sus caderas en busca de alivio, uno que yo también necesito. Mi mano serpentea hasta escabullirse bajo su pantalón, se estremece cuando meto la mano dentro y me detengo sin llegar al destino final esperando si va a arrepentirse de que lo haga.
Sacude sus caderas nuevamente y su mano vuela a mi muñeca empujándola aún más lejos dentro de su pantalón, jadeo contra su pecho cuando mis dedos encuentran la humedad y calidez de su centro, veo sus labios abrirse y dejar escapar sonoros gemidos cuando alzo la vista.
—Cayden...—Suspira cuando deslizo mis dedos de arriba abro por su hendidura, abre aún más sus piernas y ella gime cuando presiono mi pulgar sobre su clítoris. Lleva su mano a su boca y desearía que no tuviera que hacerlo, pero prefiero que Hanks y Maggie no escuchen lo que sucede aquí.
Vuelvo a ir por el pantalón, finalmente me deshago de él y empujo sus piernas hasta que las flexiona, veo la humedad a través de sus bragas color negro, su cuerpo tiembla cuando me recuesto entre ellas y presiono un beso por sobre las bragas ella suelta una risita que ahoga en su mano empujo la tela a un lado y Sarah parece descontrolarse cuando mi boca encuentra el lugar donde se encuentra tanta sensibilidad.
Gime, se retuerce e incluso chilla contra su mano y si fuera por mí no la dejaría cubrir todos esos sonidos, cuando su orgasmo la atrapa y su cuerpo deja de temblar segundos después me alzo por sobre ella, sus ojos cristalizados y la sonrisa perezosa en sus labios hacen que sonrisa ampliamente dejando un beso en su nariz.
En cuanto obtengo un preservativo y me cierno sobre ella su cuerpo se amolda al mío, su pierna se engancha en mi cadera y su mano vuela a mi cuello atrayéndome hasta poder besarme. Sus labios tiemblan contra los míos antes de que finalmente sea más que una presión suave, su otra mano va a mi trasero y alza las caderas causando que deslice la punta en su interior, jadea, se arquea y vuelve a sacudir sus caderas buscando que me deslice más profundo, pero lo evito apretando los dientes.
—Cariño vas a hacer que termine antes de empezar—siseo, abre sus ojos oscurecidos y muerde su labio inferior retorciéndose, la necesidad reflejada en su cara.
―Por favor, Cayden―Suspiro contra su cuello y finalmente me dejo ir todo el camino en su interior, su espalda se arquea y clava sus uñas en la mía. Cada empuje en su interior parece ser alucinante acompañado por los sonidos que Sarah ahoga mordiendo mi hombro, cruza sus tobillos en mi espalda y sus caderas se mueven a ritmo con mis embestidas.
La alzo hasta que se sienta a horcajadas sobre mis muslos, sus rodillas se clavan en la cama y gimotea cuando vuelvo a deslizarme todo el camino en su interior.
—Cay...—Muerde su labio inferior antes de buscar los míos, sus manos buscan las mías entrelaza nuestros dedos y jadeo contra sus labios cuando se alza y vuelve a dejarse caer. Esta no ha sido una buena idea porque Sarah no se detiene, sus movimientos son desesperados en busca de su orgasmo y me cuesta mantener mi cordura a raya mientras ella se mueve sobre mí. No pasa mucho antes de que se estremezca y muerda mi cuello con algo de fuerza temblando contra mí, sus paredes se aprietan alrededor de mí y bastan unos cuantos movimientos de mi parte para alcanzarla en aquella espiral de placer.
―Te quiero, Cayden...
―Y te quiero, Sarah―murmuro cuando alza su cabeza, presiona un beso en mis labios y su frente reposa sobre la mía apretando los párpados.
―Este es el momento en el que si te permito pensar en qué vas a hacer conmigo en el futuro―Rio echando los cabellos lejos de su cara.
― ¿Se supone que debía esperar que me lo permitieras? ―Ella alza las cejas con una sonrisita y rodea mi cuello con sus brazos.
―Tal vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro