O N E*S H O T
"A menudo el sepulcro
encierra sin saberlo, dos corazones
en un mismo ataúd."
Hace mucho tiempo se decía que las sirenas eran los seres más respetados de todos los océanos y mares. Eran seres tan gentiles y benevolentes con los humanos.
Ayudaban a los pescadores, se acercaban a las orillas a jugar con los niños. Eran buenas amigas para las mujeres.
En fin, eran apreciadas, pero donde hay belleza siempre habrá alguien que las desee, que quiera acabar con aquella luz, en un mundo tan cruel y despiadado, en dónde les importa más el dinero y la fama antes que pensar en algún otro ser.
Un grupo de cazadores se encargaron de desaparecer a las hermosas sirenas, las asesinaban, cortaban sus hermosas colas, las torturaban hasta ya no más, para luego venderlas al mejor postor.
Y las pocas sirenas que sobrevivieron decidieron huir a lo más profundo del mar, en donde llegaron al acuerdo que los humanos serían siempre seres despreciables. Sin embargo tenían que vivir de algo, así que cada cierto tiempo subían a la superficie y entonaban las más dulces notas, esas que atraían a los pescadores y los convertían en su alimento.
Cómo era de esperarse los humanos descifraron su forma de trabajar, sabían de su rutina, así que lograron capturar al menos una docena. Y de nuevo las demás volvieron a huir.
Entonces ¿Ahora qué harían? De qué vivirían.
Se les ocurrió que una forma de ganar ganar era concediendo un deseo a cada humano que llegara en busca de ayuda, acambio de su cuerpo como alimento.
Y de nuevo volvió a funcionar.
Bueno al menos eso decían, como todo, se convirtió en un mito. Ahora, ahora solo era un cuento para los niños.
O eso creyó Min Yoongi al menos hace algunos días. Y decidido iría en busca de su última oportunidad para reencontrarse con su amor.
Sokko.
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