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C a p í t u l o 7: El interés de Christopher.




Reunirme con Christopher es algo que me hace sentir presionada, no por él, ni por mí, sino por el grupo de adolescentes que tengo frente a mí.

—¿Pueden dejar de verme así? —les digo—. No voy a ser mala con él.

—Es que queremos que te agrade —me responde Kevin.

—Y eso se nota —sonrío—. Pero tranquilos, sólo quiero asegurarme de que no es un mal tipo. Si percibo algo raro, se los diré en privado, ¿si?

Todos parecen estar de acuerdo con eso, incluso Trey, que se encuentra presente por videollamada. Está lejos de sus amigos, pero siempre cerca con sus mensajes, llamadas, y apoyo incondicional.

En la pizzería Olivers ingresa un hombre alto, de tez oscura, vistiendo jean azul y camisa a cuadros de color roja . Al ver a los chicos, sonríe y se acerca con confianza. No sé hace cuánto se conocen, pero por lo que veo, ya tienen un saludo.

Christopher pone sus ojos chocolates en mí, y me sonríe, amable.

—Tú debes ser Gia —dice extendiendo su mano—. He escuchado mucho, pero demasiado de ti. Tanto que me aterra no agradarte.

Sonrío y nos damos un fuerte estrechón de manos.

—Lo que sea que te hayan dicho, no es cierto —me defiendo, por si acaso.

—¿Entonces no eres la increíble Gia Beckman a la que ellos quieren mucho?

—Oh, sí, soy eso y más —Christopher se ríe y le pide a los chicos que nos dejen solos. Aceptan sin protestar, y salen de la pizzería. Los veo cruzar la calle para dirigirse al lago Trevi.

Cuando los pierdo de vista, pongo mi total atención en Christopher. Me transmite una buena energía, eso es bueno, y espero que eso perdure cuando empiece a hablar.

—En serio que he escuchado mucho de ti —dice—. Y también de Steven —susurra, como si tuviera miedo del impacto de su nombre. Pero, al ver que sonrío, se relaja.

—Él sí que era increíble —digo sin dejar de sonreír—. Yo sólo estaba bromeando antes.

—Ellos te ven de esa manera, así que deberías creerle —suspira profundo—. Veo que ya han almorzado —asiento—. Me pediré algo y hablamos mejor, ¿te parece?

Christopher se pone de pie y se acerca hasta el mostrador. Solicita su pedido, y vuelve a ocupar su lugar.

—Así que lo has escuchado en un acto escolar. ¿Puedo saber qué hacías ahí?

—Claro. Mi hermana acaba de ingresar al bachiller, y como todos los años...

—Hacen un acto de recibimiento.

—Exacto. Mi madre no ha podido asistir, así que fui en su lugar, y que suerte, porque allí los escuché. Tu hermano tiene una voz asombrosa.

Sonrío.

—No es hace mucho que lo descubrí, porque no es hace mucho que se animó a cantar frente a las personas.

—Me ha hablado de ello, y me sorprendió saberlo, es decir, estaba fantástico en el escenario y no le creí cuando me contó de su pánico. ¿Has estado presente ese día? —niego con la cabeza—. ¿Quieres ver el vídeo que grabé?

—¡Nada me gustaría más!

Christopher desbloquea la pantalla de su móvil, llega hasta su galería y me enseña el vídeo.

Y no ha mentido, aunque bueno, jamás pensé que lo hacía. Will ha estado increíble, su voz ha mejorado mucho luego de sus clases de canto.

¡Y los chicos! ¡Por favor! ¿en qué momento se han convertido en verdaderos profesionales? Porque eso es lo que parecen, y no es algo que diga por ser su amiga. O bueno, tal vez un poco si. Pero en verdad suenan muy bien, los veo entregarse a sus instrumentos, a la música, a la voz de Will.

Jamás los había escuchado así, por lo tanto estoy llena de sorpresa y puedo entender los gritos de Christopher, y de todos en el vídeo.

¿Cómo es que no supe de esto? Mataré a Will por no haberme contado, y luego lo llenaré de besos —aunque odie que lo haga— por ser tan bueno en lo que hace.

Espero que Steven haya visto esto.

El vídeo termina, y Christopher me enseña su brazo, me muestra como su piel se encuentra erizada. Me río y le muestro el mío, porque me ha pasado lo mismo.

—Fue una locura, Gia —dice. La pizza llega, pero Christopher parece no notarlo, sigue inmerso en la conversación.

Me cuenta el efecto que hubo en la escuela, antes y después de esa presentación. Y me dice que no parecen una banda de garage, que es tanta la pasión que le ponen que parecen profesionales de pies a cabeza.

—Steven ha hecho un gran trabajo con ellos —comenta—. Me han dicho que no quieren a otro profesor.

—Eso supe. Que se reúnen y perfeccionan sobre la base que él les enseñó.

Christopher asiente sonriendo. Coge una porción de pizza, le da dos mordiscos y luego continúa hablando.

—Puedes quedarte tranquila, Gia, no pretendo ser algo negativo para ellos.

Y la verdad es que le creo. En el poco tiempo que llevamos hablando, me ha transmitido confianza. Espero no estar equivocada, los chicos merecen todo, menos ser estafados.

—Eso espero, Christopher —asiente, me asegura, y a juzgar por lo que emana su mirada, le creo—. De todas maneras, un abogado de confianza se contactará contigo. Todos queremos lo mejor para los chicos.

—Y eso lo sé, sus padres me lo dejaron muy en claro. Y los entiendo por completo. Estoy esperando a conocer el abogado, también tengo a mi abogada. Vamos a llevar esto como corresponde.

Me sonríe, y es una mueca que me confirma sus buenas intenciones. Nuevamente ruego no estar equivocada.

Los chicos vuelven a entrar a la pizzería, y al notar que todo ha marchado a la perfección, se muestran muy felices y mucho más tranquilos.

Toman eso como un buen motivo para volver a almorzar. No entiendo cómo pueden pensar en comer una vez más, siendo que comimos demasiado.

Como sea, aunque tenga cero apetito, me quedo con ellos. Quiero ver como se relacionan con Christopher. Eso me serviría para aumentar mi confianza en él.






Con Cameron llegamos a la casa de Logan, y mientras esperamos a que nos abra la puerta, podemos escuchar los ladridos de Thor. Creo que ese aviso funciona mucho mejor que el timbre en sí.

Hasta que Logan nos recibe, y allí lo veo, con su cabello húmedo, vistiendo una camisa azul oscuro y jean negro. Pero, al llegar a sus pies, una carcajada se despierta en mí. Logan está usando pantuflas en forma de patas de animal, y son de color turquesa.

—Estás dentro de tu casa, eso no cuenta —le digo y sonríe.

—No te preocupes, ya saldremos a pasear en pantuflas.

Sus ojos brillan, y la sonrisa no se borra de su rostro. Quiero responder a eso, pero la risa de Cameron me saca de lugar. Se ríe porque Thor lo está llenando de besos.

El border collie está contento con su visita, y lo compruebo cuando se lanza hacia mí para hacerme lo mismo que le hizo a mi hijo.

—Ya, Thor, deja a Gia y Cameron —el can le hace caso y entra a la casa. Logan se hace a un lado para dejarnos pasar, y cuando estamos dentro, Cameron le entrega una bolsa de la cafetería Miller.

Logan se agacha para recibir el regalo, y le sonríe. Pero lo que más me gusta, es ver que lo saluda como Baymax.

—A ver que tenemos aquí —le dice y revisa la bolsa. Cuando encuentra los panecillos de arándanos actúa sorprendido, y esto hace reír a Cameron—. Veo que también has traído a Orejas Ramirez.

—Damidez —repite Cameron.

—¿Es tu amigo?

—Tu amigo —contesta él y Logan sonríe—. Odejas Damidez amigo.

Thor se acerca y olfatea a Orejas Ramirez.

—No, Thor, es el amigo de Cameron y no se debe tocar —Logan me mira—. Si lo hace, deberá pasar por el quirófano.

Dicho esto, me señala tres osos de peluche. Destrozados, con alguna pieza faltante, y cosidos de muy mala manera.

—Si el cirujano cose así, pobre Ramirez —bromeo.

—Cállate —dice él, nos reímos y se pone de pie.

Cameron va a jugar con Thor, quien le enseña que él también tiene sus juguetes. Logan me asegura que me quede tranquila, que Thor adora a los niños, y eso es algo que se nota mucho.

Le entrego la bolsa con el postre, y lo observo dirigirse hasta la cocina. Es entonces cuando aprovecho para ver los detalles de su hogar.

Las paredes del living son de color verde oliva, no hay cuadros, pero sí plantas de interior acorde. Hay un sofá blanco, con una mesa de café de madera, encima de ella hay fotografías, muchas revistas y su cámara. Le tengo que decir dos veces a Cameron que no toque nada de eso. Pero me ignora, está demasiado ocupado con Thor.

No hay televisión, y en su lugar, hay un escritorio, blanco también, con su notebook, más fotografías, y algún que otro post it en la pared.

Logan me llama desde la cocina, así que me dirijo hacia la siguiente habitación, un poco más grande que el living, con paredes beige, muebles blancos y una puerta giratoria que temo que Cameron descubra pronto. Le encantan, Nora y Ross tienen una, también en la cocina, y se ha llevado muchos golpes. Aún así, siempre vuelve a jugar con ella.

Por suerte la casa no cuenta con escaleras, porque también llamaría su atención para jugar. No todas las casas con escaleras tienen las puertas de seguridad que tenemos en la nuestra.

—Les he cocinado pechugas de pollo con crema, ¿les gusta? —me dice.

—Logan, no era necesario que cocinaras algo que no acostumbras a comprar.

—Pero como anfitrión, no puedo obligarlos a comer algo que no es de su costumbre —sonríe—. Y mejor ni te digo como tuve que hacer para no tocar la carne, ni sentir el olor —se ríe, pero yo me siento algo mal por eso—. Tal vez no tuve que haber dicho eso —comenta al ver mi reacción—. No quiero que pienses nada, ¿esta bien? Sólo quiero que me digas si es algo que les gusta. Aún no le puse la crema a las pechugas, por si acaso.

Sonrío.

—Gracias por eso, a Cameron no le gusta la crema —asiente y me pregunta cuánto creo que va a comer. Le respondo y separa las porciones que no llevarán crema—. Lamento que hayas tenido un mal proceso con nuestra cena.

—¿Puedes probar si está bien? —me pregunta, ignorando lo que le dije. Me acerco hasta donde está y pruebo. No sólo está bien, sino que está delicioso. Cuando se lo hago saber, sonríe lleno de confianza.

—Sólo quiero que sepas que no es necesario que hagas esto. De haber una próxima vez, aquí, déjame ayudarte con la cena.

Vuelve a sonreír, y pone sus ojos marrones sobre los míos. Los entorna, como si me estuviera estudiando con ellos.

—¿Habrá una próxima vez? —me encojo de hombros y se ríe—. ¿Vas a pasarte toda la noche pensando en mi proceso con las pechugas de pollo? —ladeo con la cabeza—. El patio trasero tiene una mesa, ¿quieres comer allí? Tú sola, con Cameron nos quedamos.

Me río.

—¿Acaso me estás regañando como mi padre en la niñez? —ahora nos reímos los dos.

Busco a Cameron y volvemos hasta la cocina para cenar. Me aseguro de que esté bien en su silla, y cuando le pregunto si quiere estar en mis piernas, me responde con mucha seguridad que no. Uf, echo de menos sus rotundos sí.

Y tal como lo sospeché, al ver la puerta de la cocina, se desespera por ir a jugar con ella. Le llamo la atención, y queda en silencio, se olvida de la puerta y vuelve a comer.

—Mmm, dico —dice y Logan se ríe.

Mientras con Cameron comemos las pechugas con puré, Logan está cenando hamburguesas de lentejas.

Y en el tiempo que estamos en la cocina, Logan le saca conversación a Cameron. A diferencia de Lisa, no me pide traducción, y finge que lo entiende. Hay veces que Cameron le grita las palabras, y me mira, recién entonces es cuando le digo lo que le está tratando de decir.

—No harás eso —me dice cuando junto los trastos y tengo las intenciones de lavarlos—. Nadie hará eso. Bueno, lo haré yo, pero mañana —sonríe.

Quiero insistir, pero Cameron se pone a jugar con la puerta, así que voy hacia donde está, lo alejo, lo salvo de un fuerte golpe y le digo que mamá no quiere que juegue así. Por fortuna me hace caso y vuelve a jugar con Thor.

—¿Es que nunca te ha hecho ningún berrinche? —me pregunta Logan.

—Por supuesto que sí, pero hemos aprendido de ellos —me siento en el sofá—. Algunos días aún lo hace, pero no tanto como antes. Ya te lo dije, Cameron hace que todo sea menos difícil —le sonrío a mi hijo.

Logan junta las fotografías que hay en la mesa de café, y las lleva hacia el escritorio, hace lo mismo con las revistas. Luego de eso, se quita las pantuflas, se sienta a mi lado y sube sus pies al sofá.

—Te admiro, Gia —dice y me sorprende—. Te admiro por haber seguido luego de todo lo que pasó. Te admiro por ser una excelente madre —sonrío—. Eres de las mejores.

—Oh, gracias, Logan.

Asiente, pone su atención en Cameron, y suspira.

—Y te admiro por hablarle de él con toda tu entereza.

—Es lo menos difícil de todo —ahora pone su atención en mis ojos—. Hablarle de Steven es algo que me nace desde el amor que le tuve, y aún le tengo —sonrío.

—Por lo poco que he oído de él, estoy seguro de que hubiera sido un buen padre.

—¡El mejor! —sonríe—. Sé que hubiera sido el favorito de Cameron.

Logan vuelve a poner sus ojos en él, sonríe ante su carcajada, y me dice que se nota que es un niño feliz, rodeado de amor.

—Esto es lo mejor de todo, ¿sabes? —continúa—. Crecer así de feliz. Sabiendo incluso que, pese a las circunstancias de la vida, su papá fue el mejor.

Se pierde en sus pensamientos. En verdad se sumerge en ellos, y su rostro cambia por completo por lo que sea que esté pensando, sintiendo, atravesando.

Suspira profundo, inflando sus cachetes, frota su rostro y al verme me sonríe, vuelve a ser el Logan de antes.

—¿Qué ha pasado? —me animo a preguntarle.

—Muchas cosas —dice, con honestidad. Creí que me iba a decir que no pasaba nada, sin embargo, no me respondió así. Puede que no esté tan difícil que se abra para mí—. Pero eso no importa esta noche.

—De acuerdo. Pero quiero que sepas que puedes hablar conmigo cuando quieras.

Me sonríe.

—Gracias, Gia. De corazón. Pero esta noche, quiero brindar contigo por salvarme de muchos líos.

Se pone de pie, busca dos copas, una botella de vino y nos sirve un poco. Y tal como dijo, brindamos por su primer semana laboral.

El Logan que tengo frente a mí, el cual está sonriendo y riendo con naturalidad, poco tiene que ver con la persona que se perdió en su mente.

¿Qué ha pasado contigo? Pienso mientras lo observo.

Y he aquí los capítulos semanales. Los prefieren así, ambos en el mismo día? O prefieren que los suba en días distintos? Díganme lo que prefieren y les hago caso.

Gracias por estar leyendo, por cada comentario y voto. Logan está siendo bien recibido, y eso es hermoso. Aún queda mucho por ver de él.

Nos leemos en los comentarios :)

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