C a p í t u l o 22: A no pensar y disfrutar.
Cameron no entendió el motivo por el cual lo estaba despertando muy temprano, pero cuando finalmente cayó en la cuenta de que íbamos a dar un paseo con Logan, para luego desayunar juntos, su estado de ánimo hizo un cambio rotundo.
Así que ahora está sentado en el sofá, llevando puestas sus pantuflas, con los brazos cruzados y suspirando cada tanto por lo impaciente que se encuentra.
Cuando suena el timbre, y escuchamos el sonido de un ladrido, nos damos cuenta de que Logan ha llegado, y que Thor viene con él.
Con Cameron nos acercamos a la puerta, y como todas las veces que el perro ve a mi hijo, lo besa como si no hubiera un mañana.
Logan sonríe por esta acción y su mueca se extiende aún más cuando no solo nos ve usando pantuflas, sino que también nos ve vistiendo nuestros pijamas.
—Ahora siento que estoy fuera de onda —dice y señala su vestimenta, la cual nada tiene que ver con los pijamas coloridos que tenemos con Cameron.
—Estoy decepcionada de ti —comento.
—Bueno, eso puedo solucionarlo. —¿Es mi impresión o acaba de poner rostro de seductor?— Pero hay menores cerca, no puedo decirlo.
Me río. No me equivoqué, utilizó su faceta de seductor al pensar... lo que sea que haya pensado.
—Creo que no hace falta decir nada, tu rostro lo demuestra.
—Pero es mejor la acción, ¿no crees? —eleva ambas cejas.
—No me has dicho ni buenos días que ya me hablas de la palabra con S. —Me cruzo de brazos, y se ríe.
—Buenos días, Gia. ¿Puedo hablar ahora?
—No, vayamos a caminar, es muy temprano para eso.
Vuelve a reírse.
—Nunca es demasiado temprano para... —observa a Cameron—. Ya sabes.
—No, no lo sé. Hace tiempo que olvidé todo lo relacionado a eso.
Sonrío, y aunque lo dije a modo de broma, Logan suspira y desiste con el tema al saludar a Cameron.
Lo tomo como una señal de respeto y en silencio le agradezco. No me incomodó lo que pasó, pero no puedo pensar en nada relacionado a eso. Aunque no muchos estén de acuerdo con mi lema de "nada de sexo", es lo que hay para mí y estoy bien así.
Logan me sonríe y nos dice que ya podemos irnos, así que damos por iniciada nuestra caminata en la mañana.
Y mientras avanzamos por las manzanas de la vecindad, entiendo los motivos por los cuales le gusta caminar tan temprano.
Pocas son las personas que se encuentran dando vueltas, algunas de ellas también salen a caminar o a correr, mientras que otras vuelven del trabajo o van hacia allí. No hay sonido de autos, y en su lugar, se escucha el cántico de los pájaros que se alegran por los primeros rayos de sol.
Hay una leve brisa y trae consigo el aroma a flores, y cuando a eso se suma el aroma de un pastel siendo horneado, mi estómago se queja del hambre.
—¿Hace mucho caminas en las mañanas? —le pregunto a Logan. Cameron está delante de nosotros, caminando a la par de Thor.
—Desde los doce años —lo miro por unos segundos, para luego volver a prestarle atención a Cam.
—Qué pequeño... —asiente.
—Sí, pero me gustaba hacerlo. Cuando caminaba y me alejaba de mi hogar, dejaba atrás todos los problemas y llenaba mis pulmones de un aire más limpio. La mañana era el único tiempo donde no habían gritos ni nada parecido, era el único momento de paz, luego de la escuela, claro.
—Aún no puedo entender por qué no decías nada.
—En un principio pensé que era por vergüenza, luego entendí que no quería llevar mi drama al único lugar que me daba tranquilidad.
—Lo siento, has pasado de página y yo te vuelvo a traer todo.
—No te disculpes, ya no me duele como antes —me sonríe para tranquilizarme.
Al volver de la caminata, hacemos lo segundo pactado; desayunamos en la casa de Logan. Y cuando estamos aquí, Cameron no está encima suyo y todo debido a Thor, toda su atención está en el can, en sus juegos y en compartir sus galletas de vainillas con él.
—Lisa me ha invitado a su boda —me comenta Logan, luego de habernos sentado en el sofá, con nuestras tazas de café.
—Sí, me ha dicho. Y es increíble, no falta mucho. Hace poco decíamos que faltaban tres meses, y ahora solo quedan semanas. Increíble.
—Deben estar enloquecidos —me río.
—Y por eso no nos estamos viendo. Bueno, yo quiero hacerlo, pero ellos me dicen que por mi bien es mejor no hacerlo —ahora se ríe él.
—Son buenos juntos, me gusta esa pareja.
—Amo a mi amiga, y lo sabes, estamos juntas desde siempre. Y Carl es el mejor, lo quiero tanto como a ella.
—¿Has pensado en casarte? —suspiro profundo, y cuando pienso que me voy a apagar, termino sonriendo.
—Una vez. Todo era tan intenso que era capaz de casarme con él a las pocas semanas de estar juntos.
Se ríe, y no es una risa forzada ni mucho menos falsa.
—Me pasó lo mismo con Eleonor, pero ella no quería saber nada. Me le he propuesto y todo.
—Auch —se vuelve a reír.
—Nada de eso, sabía que me iba a decir que no, pero aún así le pregunté. Lo que pudo haber sido un drama, terminó siendo el momento más divertido.
Sonrío.
—Entonces, eran lindos juntos —se encoge de hombros y posa sus ojos sobre los míos, me mira muy fijo. Ni siquiera parpadea—. Anda, pregunta lo que tienes en mente.
—¿En verdad? —asiento, respira profundo y deja la taza sobre la mesa de café—. ¿Aún siguen cerradas tus puertas al amor?
Su pregunta golpea un poco a mi corazón, o más bien a todos los recuerdos que tengo junto a Steven. Una serie de imágenes se presentan en mi mente, todas relacionadas a mi relación con él. Todas son hermosas, coloridas, llenas de risas y buenos momentos.
Puede que jamás vuelva a sentir de una manera tan intensa y con tanta magia, pero me gustó estar enamorada, me gustó el amor a su lado. Si lo veo por ese lado, puede que las puertas al amor estén abiertas. Y si lo veo por el otro lado... bueno, no.
—Hay una parte que sí —digo.
—Y otra que no —culmina él y asiento.
—¿Eso está mal?
—Teniendo en cuenta todo lo que has vivido con él, no. Pero creo que es algo importante que te permitas sentir.
—Sí, también lo pienso —ahora soy yo la que lo mira fijo a los ojos y sonríe.
—Anda, pregunta lo que tienes en mente o di lo que quieras —repite mis palabras y agrega otras.
—Me siento bien cuando estoy contigo —suelto, así sin más.
—Pero...
Sacudo la cabeza.
—No hay pero.
—Hay uno —suspiro—. Dilo.
—Pero me asusta no responder de la manera en que lo mereces.
Agacho la mirada, pero la misma no permanece mucho tiempo sobre mis piernas. Y todo debido a Logan, que se acerca y pone una de sus manos sobre mi mentón. Cuando mis ojos encuentran a los suyos, me sonríe.
—No te presiones, Gia. Y para que lo sepas, yo jamás lo haré —acaricia mi rostro—. Entiendo que vienes de una historia fuerte, y que como si eso no fuera poco, te dejó un hermoso regalo que se está riendo junto a mi can hijo —sonrío—. Me basta con que te sientas bien al estar conmigo, el resto se irá viendo sobre la marcha. Pero quiero, o más bien necesito que sepas, que puedes hablarme de todo. Y con esto me refiero a tus emociones, y a tus tiempos. ¿Puedes hacer eso? —asiento—. Y en lo que a mí respecta, también me siento bien cuando estoy contigo. Me gusta pasar el tiempo con ustedes, o contigo a solas. Me gusta la persona que soy cuando eso pasa, y si estás bien, cómoda y tranquila, que nada te asuste. Tiempo, ¿si? Si las cosas no funcionan, no pasa nada, ya fuimos amigos una vez, podemos volver a eso. Pero ahora no pensemos, solo disfrutemos.
Muerdo mi labio inferior cuando termina de hablar. Sus ojos brillan, me gusta su sonrisa, sus caricias sobre mi rostro y su cercanía.
También me gustaron sus palabras, las cuales acariciaron mi corazón y me brindaron más seguridad de disfrutar.
Dejo la taza junto a la suya y sin decir nada, lo beso con lengua, con intensidad. Logan me gusta y mucho. Y me gusta demasiado que me respete, en todos los sentidos posibles, entendiendo que tengo otros tiempos a los suyos.
Cuando nos separamos, nuestras respiraciones se encuentran aceleradas. Nos reímos por eso y culminamos el momento con una sonrisa.
—Fue una buena respuesta a todo lo que dije, gracias —comenta y vuelvo a besarlo.
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