C a p í t u l o 21: Al cine con Logan.
Soñé con Steven. Así como se lo pedí, se presentó esa misma noche, luego de que me despidiera de Logan y me recostara en mi cama.
No puedo creer que mi pedido se haya cumplido, que me haya escuchado y me haya dado una señal.
Lo vi feliz, sonriendo y riendo como lo hacía siempre. Estaba jugando con Penélope, y cuando sus ojos se centraron en mí, me dijo: estoy bien. Todo está bien.
A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de mucha paz en mi corazón. A mi cuerpo lo sentí muy relajado, tranquilo. No sentí el peso de la culpa, o de que hice mal al besarlo en el mismo sofá donde hace un tiempo besé al hombre de mi vida.
Me sentí bien. Y acto seguido, me llegó un mensaje de Logan deseándome un buen día.
Ya ha pasado una semana de mi sueño con Steven y del beso con Logan. Quisimos vernos, pero siempre algo se presentaba y por lo tanto, no nos quedaba otra que cancelar.
Pero hoy, después de tantas vueltas, vamos a vernos. Logan supo que se estrenó una película de Disney en el cine, y como sabe que Cameron es un gran fanático del mundo mágico, ha reservado tres entradas para asistir en la tarde.
Siempre voy a estar agradecida por lo atento y amable que es con mi hijo. Y lo que más me gusta, es que cuando están juntos, Logan deja de ser adulto y pasa a ser un niño más. Se presta a todos los juegos que Cameron le propone, incluso cuando no tiene la misma energía que un niño de dos años. Debe ser por eso que mi hijo lo adora tanto.
Acordamos encontrarnos en el centro comercial, así que aquí estamos, aguardando por su llegada. Creo que Cameron está más ansioso que yo. Se tambalea en su lugar, mira para todos lados y me pregunta por Logan. Pasan dos minutos y me vuelve a preguntar.
Hasta que lo vemos llegar entre toda la gente. Cameron quiere correr hacia su encuentro, pero debido a la muchedumbre, le pido que espere a que esté más cerca.
Y cuando Logan está a pocos pasos, Cameron suelta mi mano y corre hacia él. Se abrazan fuerte, comparten el saludo de Baymax, y con sus manos entrelazadas se acercan hacia donde estoy.
El rostro de Logan ha vuelto a estar cubierto con una barba de días. Comienzo a echar de menos sus lunares.
Me mira a los ojos, sonríe y besa mi mejilla.
—Estás preciosa, Gia —comenta a modo de saludo, luego se ríe y continúa—. Por cierto, hola. —Sonrío.
—Hola, Logan. Veo que te has dejado crecer la barba.
—Y eso no te gusta, tu rostro lo demuestra. —Se toca el vello que hay en su mentón y suspira.
—No es que no me guste.
—Pero...
Me encojo de hombros.
—Me gustan tus lunares. —Nos sonreímos, y cuando está a punto de decir algo, Cameron tira de su brazo para acercarlo hasta el cartel de la película que vamos a ver.
Llega nuestro momento de ingresar a la sala, así que nos formamos en la fila, le entregamos nuestras entradas al chico que nos guía hacia donde está la sala. Y una vez allí, buscamos nuestros lugares correspondientes y nos ubicamos.
—¿Palomitas? —me susurra Logan, como si me estuviera preguntando si Cameron puede comer. Pero, por más que me haya hablado por lo bajo, mi hijo lo escuchó y dijo que sí.
—Claro, palomitas dulces —Logan sonríe y luego baja hasta el carrito de ventas.
Cuando vuelve con las palomitas, las luces se apagan e inicia la tanda de comerciales.
No puedo evitar el no mirar a Logan, y a su vez, observo como mi hijo lo mira con admiración. Eso es algo nuevo, solo a mí me mira de esa manera.
Hay gente que dice "quedate con alguien que te mire como tal a tal..." bueno, tranquilamente podría usar este momento cómo ejemplo.
Logan hace un movimiento con sus manos y acto seguido, Cameron lo imita. Las luces se apagan por completo al momento en que suspiro profundo.
Un pensamiento se cruza por mi mente, uno que planeo olvidar durante la película.
Ojalá Steven estuviera vivo, amaría ver a Cameron imitando sus gestos y observándolo con mucho cariño.
Las risas que la película me provocó, y el sonido de las carcajadas de mi hijo, me han hecho dejar atrás ese pensamiento. Pero, lo que se no se fue, es la nostalgia presente en mi corazón.
Cuando la película termina, Cameron y Logan salen de la mano de la sala. Están hablando de sus escenas favoritas. Y cuando Logan imita a un personaje, Cameron se ríe fuerte. Hay otro niño cerca que también se ríe.
Logan detiene sus pasos, voltea, me mira e inclina su cabeza.
—¿Tan mala fue la película? —Pregunta—. O eres una buena mentirosa, porque te has reído.
Sonrío.
—Me gustó mucho la película —abre la boca para preguntar algo, seguramente quiere saber si estoy bien, pero hablo antes que él—. Estoy bien, ¿si? No te preocupes. Y por lo que veo... eres un buen imitador.
Se ríe y con eso el tema de mi estado emocional se olvida. Aunque no mentí, estoy bien, en verdad. Solo que la nostalgia deja un cierto sabor en la boca, y en estos momentos, no sé si es bueno o malo.
Como sea, Logan está poniendo lo mejor de sí para que esta salida sea ideal. Hace reír mucho a Cameron y eso es algo que disfruto con locura. Por lo tanto, más allá de la nostalgia, decido sumarme a la buena energía.
Con Cameron nos ubicamos en el patio de comidas, mientras que Logan continúa en el restaurante donde venden comida vegana.
—Esperemos a Logan, sino va a comer solo.
Cameron asiente y deja a un lado su patata frita.
—Bien, ya tengo lo mio —Logan se sienta junto a Cameron, y ambos comienzan a degustar su menú.
Mi hijo le ofrece un poco de su hamburguesa, y cuando Logan se niega, le pregunta por qué.
—Para que lo sepas, se ha adelantado a las preguntas del por qué —le informo a Logan—. Digas lo que digas va a querer saber el por qué de todo.
—Como un buen filósofo —comenta Logan, nos reímos y le contesta por qué no come carne, sin la necesidad de tocar la seriedad del tema, teniendo en cuenta que le está hablando a un niño.
—Este niño es lo máximo —dice Logan—. Habla bien y claro. Muy pocas cosas no se le entienden, y es muy inteligente —sonrío—. Estás haciendo un excelente trabajo, Gia. Eres lo máximo tú también.
—Gracias, Logan. Hago lo que puedo.
—Hagas lo que hagas, con lo que puedas, lo haces increíble. No hay nada más hermoso que crecer con una infancia sana y bonita —se detiene en sus pensamientos, con su mirada puesta en una de las luces del techo—. Cuando sea padre, planeo darle a mi hijo la infancia que no tuve.
Lo que dice es tan profundo que se siente como tal. Sus palabras ingresan por mis oídos y recorren todo mi cuerpo, erizando mi piel.
—En algunos casos, es lo mejor por hacer. Hay actitudes en los padres que no queremos repetir. Pero bueno, no es mi caso. Mentiría si dijera algo malo de mis padres.
—Eso es cierto, siempre fueron buenos conmigo —sonríe—. Me hacían sentir parte de la familia con tan solo una tarde de estudio. Y me encantaría poder decir lo mismo, pero ya sabes... —asiento—. No quiero ser igual a mi padre.
—No tienes hijos aún, pero te aseguro que ya no eres como tu padre.
—Es una lucha constante —se ríe sin ánimos.
—Me has hablado de tu relación con Eleonor, también de cómo te llevas con tu familia, y te he visto con Cameron —sus ojos se fijan en los míos—. Que no sea una lucha, ya no. Ganaste, Logan. Eres mejor que él.
Sus ojos no se despegan de los míos. No dice nada, pero con su mirada dice todo aquello que no pone en palabras. O al menos eso percibo.
Desde su mirada, a través de sus ojos, me siento una persona especial. Me trae recuerdos de nuestra adolescencia, de nuestra amistad de ese entonces, de las largas charlas de dos adolescentes con ganas de salvar al mundo, comiendo dulces, haciendo tareas, para llegar al hoy, siendo dos adultos, con mucha historia encima y con cero ganas de repetir lo que no vivimos cuando fuimos jóvenes.
—¿Qué? —le pregunto cuando no dice nada. Se ríe y sacude la cabeza.
—¿Cameron es bueno en las mañanas? —sospecho que eso no estaba en su mente al momento de mirarme a los ojos, frunzo el ceño y repite la pregunta.
—Tiene sus días, pero en su mayoría es bueno, no se despierta de mal humor. ¿Por qué?
—Porque me gusta caminar en las mañanas, cuando el sol está saliendo y la mayoría de las personas duermen. Y esta vez, me gustaría hacerlo acompañado —eleva ambas cejas, esperando por mi respuesta.
Observo a Logan, luego a Cameron, y así unas cuatro veces mínimo.
—Nos sumaremos a tu caminata en la mañana —sonríe—. Llevaremos panecillos de arándanos para después.
—No va a ser necesario, podemos desayunar en mi casa al volver. ¿Te parece bien? —asiento—. Bien. Solo hay una condición.
Su rostro se pone divertido, no me imagino con lo que me va a salir...
—¿Cuál?
—Nada de zapatillas.
—¿Y entonces?
—Los tres iremos de pantuflas.
Me río, se suma a mi carcajada y Cameron hace lo mismo, aunque no entienda los motivos por los cuales nos reímos.
—Trato hecho —digo, sonriendo.
PERO MIREN QUIEN VOLVIO A DARLE ATENCIÓN A SUS HIJOS (?)
Holi, tanto tiempo. Cómo están?
He vueltooooo. Ya terminé lo que estaba haciendo, y ya el último trabajo no depende tanto de mí, así que puedo dedicarme como antes a la historia.
Probablemente hoy por la noche, o mañana, suba otro capítulo. Trataré de volver al mismo ritmo de antes. Igual estoy contenta porque escribí este capítulo de un tirón, sin tantas trabas.
Les gustó?
Nos volvemos a leer prontito...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro