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C a p í t u l o 19: No repetir la historia.


Estamos afuera, esperando el vehículo de Uber. Adentro, en el evento, todos están bailando y lanzando alaridos de felicidad. Y aquí, en mi interior, está pasando exactamente lo mismo. Estoy bailando, y una parte de mí, se encuentra gritando. No comprendo los motivos.

Aunque bueno, tampoco comprendo por qué le dije que sí a Logan, tan segura, tan tranquila. En otro momento, o con otra persona, ya me estaría arrepintiendo.

Ya pasó antes, cuando intenté tener citas. Decía que sí a muchas cosas, y luego me arrepentía, inventaba una excusa tonta, y me iba. Al llegar a casa, bloqueaba el número de la persona, y volvía a mi realidad.

Bueno, ahora no quiero poner excusas, ni quiero bloquear el número de Logan, y eso me hace bailar más, estoy dando vueltas, me estoy mareando, pero no quiero frenar.

Si no fuera de madrugada, estaría llamando a mi terapeuta. Sí, lo juro. Y por el tiempo que llevamos juntos, sé lo que me diría: disfruta, Gia. Permítete hacerlo. Eres humana, disfruta, no estás haciendo nada malo.

—¿Estás bien? —me pregunta Logan, logrando que vuelva a la realidad. Lo veo apartar la mirada de su móvil para mirarme—. Gia, si quieres ir a casa, sólo dime.

Y el Uber llega, Logan se asegura de que sea el conductor, y me mira elevando sus cejas.

—Estoy bien, sólo que he bebido demasiado —se ríe.

—Lo sospeché al verte bailar —frunzo el ceño y nos subimos al auto.

—Espera, ¿qué? —le pregunto una vez que emprendemos viaje.

—Estabas bailando recién —sonríe.

No, yo estaba bailando en mi interior.

—Eso no es cierto —se ríe.

—Sí, has bebido demasiado.

Hace otra broma respecto a mi estado, se ríe y lo empujo junto al pedido de que me dejara en paz.

—Si fuera una mala persona —continúa—. Te filmaría o te sacaría fotos, de la misma manera en que lo hacía en la adolescencia, con nuestros compañeros y amigos.

—Pero no eres una mala persona.

—Sería divertido hacerlo —nos reímos y llegamos a su casa. Una vez más no me deja pagar el viaje, ni tampoco acepta la mitad. Lo odio.

Bajamos del auto, y cuando estamos frente a su puerta, saca las llaves para abrirla y del otro lado Thor se enloquece.

Cuando entramos, el can nos recibe con mucho amor. Es más, es tanto su amor que está a nada de arrojarme al suelo.

—Suficiente, hijo —le dice Logan y Thor le hace caso—. Te has portado bien, ¿cierto? —pone sus brazos como jarras, observa la sala, ve que todo está en orden y sonríe.

Thor ladra y Logan finge entender lo que dice. Le responde y lo pierdo de vista cuando se dirige a la cocina. Escucho que carga un plato con comida canina, y luego, escucho a Thor devorar con ganas.

Aún no vuelve a la sala, y con toda la confianza del mundo, decido ponerme cómoda. Me quito los zapatos, sintiendo la relajación en mis pies, y me siento en el sofá.

Logan vuelve a la sala, me ve sentada muy cómoda y sonríe. Trae consigo una botella de agua, y cuando me la entrega, bebo del líquido como si fuera la última en su existencia.

—¡Oh, por favor! —exclamo—. ¡Que deliciosa sabe el agua! —se ríe.

—Sí, cuando bebes mucho alcohol, el agua es la mejor opción para apagar el fuego que hay en el estómago —sonrío y lo miro. Sus ojos están puestos en mi boca, me hace una seña con una de sus manos, sin apartar su mirada de la zona. Al ver que no lo comprendo, extiende su mano, y con su dedo pulgar borra el rastro de una gota de agua que salpique al beber de manera acelerada.

Mi mejilla sigue quemando cuando se aleja, y mi estómago se revoluciona ante la sensación que dejó sobre mí.

Nos quedamos en silencio, observándonos a los ojos. Y no sé Logan, pero yo percibo mucha tensión entre nosotros, y no de la mala, sino de una que pensé que no volvería a sentir, mucho menos con tanta intensidad.

—Esto... —dice, sacudiendo su cabeza—. La grabación.

Se pone de pie, y antes de buscar lo necesario, me pregunta si quiero comer algo, y cuando rechazo su oferta, coje su portatil y la trae hacia nosotros.

Lo veo encender el aparato, poner su contraseña, y luego buscar el archivo de la grabación. No está haciendo nada extraño, sin embargo, todos sus movimientos me provocan.

—No vale reírse, ¿de acuerdo? —me advierte y le sonrío para darle la certeza de que eso no va a suceder.

Le da play a la grabación, y la misma empieza con alguien filmando sus pies. Logan me aclara que su madre no era buena para la tecnología. Se escuchan voces sobre el escenario, así como también los insultos de su madre por no poder enfocar.

Hasta que alguien más habla, Logan me comenta que es su hermano, y es él quien ayuda a su madre. Ahora sí, puedo ver el escenario. Algunos de mis compañeros están ahí, y también está Logan, personificando al personaje que hizo suspirar al público femenino.

Ginger Hills, quien hizo de Julieta, también se llevó muchos suspiros por parte de los muchachos. Y a diferencia de Logan, a ella sí le encantaba la atención que recibía. Logan se moría de vergüenza, y Ginger logró conseguir muchas citas.

Cuando la imagen del Logan de quince años se hace presente en la pantalla, mi corazón se acelera.

La Gia adolescente aparece en mí, y trae consigo todos los recuerdos de cuando me gustaba. Recuerdo haber escrito su nombre, dentro de un corazón, en muchas partes de mis apuntes escolares. También recuerdo lo mucho que disfrutaba ser su compañera de proyectos, porque eso significaba pasar más tiempo con él, su sonrisa, y sus lunares que tanto me enloquecían.

Y por supuesto, recuerdo la primera vez que me senté a escribir una escena erótica con él. Mi rostro arde, y mi corazón se acelera aún más.

Y ahora que vuelvo a ser una adulta, dejando atrás a la niña enamorada, y con muy poca experiencia, veo al hombre que tengo a mi lado. De inmediato me muerdo el labio inferior, porque si antes de niña me gustaba, ahora de adulta me está provocando algo más.

La grabación termina, y debo disimular mi estado de éxtasis. Logan hace un comentario por lo que acabamos de ver, y yo le respondo, fingiendo entender que sé de lo que habla. No podría decirle que no vi su actuación por el simple hecho de estar divagando por mi mente, y por mis deseos. Sí, mis deseos. Mierda. Sí, mierda, mierda, mierda.

—Las citas que te perdiste por no saber lidiar con la atención femenina —le comento, con la música que puso de fondo.

Se ríe.

—Quizá. Pero sólo me interesaba tener una cita con alguien que, hasta hace poco, no sabía que gustaba de mí en ese entonces.

Sus ojos se clavan en los míos, y sonrío.

—¿En serio hubieras aceptado tener una cita conmigo?

—Claro que sí. Eras la chica más genial de la escuela.

—Oh, vamos —subo mis pies al sofá y ruedo los ojos.

—Es la verdad.

—No puedes decirme eso, no sabiendo que Ginger Hills caminaba por los pasillos. O... no sé, Lola Rivera, también era muy hermosa. O...

—Gia, no hablo de belleza —me interrumpe—. Aunque, si tuviera que hacerlo, diría que eras más hermosa que Ginger y Lola. Hablo de personalidad.

—Era aburrida en la adolescencia.

—No para mí, yo sí entendía tus chistes. Me arrepiento de no haber tenido el valor de invitarte a salir —sonríe, negando con la cabeza—. Ginger sabía que me gustabas. La recuerdo dándome consejos. Una vez, casi que te habla por mí —se ríe—. Era patético —niego con la cabeza.

—No, no para mí —volvemos a mirarnos a los ojos, y tengo la sensación de que no necesitamos decir nada más. Ni siquiera tenemos que hablar por nuestros chicos de quince años, ya sabemos lo que sentían, y los tontos que fueron al no tener el valor de decir que se gustaban.

—Gia... —se acerca a mí y trago saliva—. Quiero decirte algo que he estado pensando. Pero me aterra tu reacción.

—Dilo —coloco mi mano sobre la suya y Logan ahoga un suspiro.

—¿Y si me ignoras luego?

—No lo haré —ladea con la cabeza—. Por favor, Logan. En verdad, no lo haré —me acomodo cosa de quedar más cerca de él, quiero que note que no me incomoda, y que me siento bien respecto a lo que sea que vaya a pasar o decir.

Asiente, suspira y acaricia mi mejilla.

—No quiero perderme de nada —dice—. No quiero ser ese chico tímido, con pocas agallas de invitarte a una cita. No quiero repetir la historia.

—No lo hagas entonces —apoyo mi frente sobre la suya, nuestras respiraciones se encuentran aceleradas—. No repitamos la historia.

—Gia... —repite mi nombre, pero con voz costosa a causa de la cercanía de nuestras bocas.

Y sin decirle nada, le doy un beso corto. Me alejo para ver su reacción, y para procesar a la mía. Sus ojos vuelven a mirarme con deseo, y en cuanto a mí, sé que quiero más.

Nos acercamos al mismo tiempo, y nos volvemos a besar. La única diferencia, es que esta vez, abrimos nuestras bocas y hacemos contacto de lengua.

Cuando sucede, sus manos caen en mis caderas, mientras que las mías yacen detrás de su nuca.

El beso es lento, pero intenso. Y cuanto más nos besamos, más aumentamos la velocidad, poniendo más intensidad, más deseo. Más de todo eso que sentimos, sea lo que sea.

De un movimiento, me sube sobre su regazo, quedando mis piernas extendidas por el sofá. Una de sus manos acaricia mi pierna, y se detiene cuando llega a mi muslo.

El beso vuelve a ser lento, y vuelven también sus caricias sobre mi pierna, deteniéndose siempre en el mismo punto de antes.

Siento su erección, y también percibo mi humedad. Cualquiera en nuestro lugar, llevaría esto hasta el final, pero nosotros nos separamos, al mismo tiempo. Una parte de mí agradece lo sucedido. El beso intenso fue un paso enorme para mí. Para pasar a algo más, debo estar lista.

Nos miramos a los ojos, compartiendo la misma mirada. No sé que pasa, pero Logan se ríe, y no sé que le causa gracia, pero me río también.

—Sí, no podría haber hecho esto con quince años —comenta riendo.

—En las escenas que escribí, no pasaba nada de esto —digo yo y me mira con ojos entornados. Me encojo de hombros y suspiro—. ¿Recuerdas lo que dijo Lisa en el bar? ¿Lo de las escenas eróticas? —asiente—. Bueno, había escrito una historia contigo, con muchas escenas así —sonríe—. Pero era una inexperta, y no pasaba esto que pasó ahora.

Acaricia mi rostro, sin dejar de sonreír. Y creo que yo tampoco puedo dejar de hacerlo.

—¿Recuerdas alguna escena? —pregunta.

—No, y de hacerlo no te lo diría —miento, claro que recuerdo algunas de ellas. Se ríe y deja un beso corto en mi boca.

—Así que la Gia de quince imaginaba escenas eróticas con el chico vergonzoso —dice, riendo.

—Ay, cállate —nos reímos.

—Te veo bien —comenta y percibo tranquilidad en su voz.

—Estoy bien, Logan. En verdad.

Asiente y le sonrío, porque es cierto que le respondí con honestidad. Estoy bien, no estoy pensando demás, y por lo tanto, me permito disfrutar.

—¿Pedimos helado? —propone y frunzo el ceño.

—Logan, los delivery ya no andan a esta hora.

—El que conozco sí.

—¿Y solo vende helados? —se ríe por mi pregunta.

—Si pides un sabor en especial, en lugar de helado, te trae marihuana —sonríe—. Sí, lo juro. Vende sólo helados. Sólo que, si quieres pedir, debo ponerme de pie —asiento y vuelvo a mi lugar de antes.

Logan busca su móvil, bailando de tanto en tanto. Lo veo contento, tranquilo y con buena energía, y eso me hace sonreír.

Besé a un hombre y estoy sonriendo.

Besé a un hombre y puede que quiera más.

Besé a un hombre y necesito hablar con mi mejor amiga.

Hooooli. Y arde fuego, arde arde fuego. O no sé, que vengan los bomberos que me estoy quemando. Y cosas asi, no? Jajaja.

Quién no necesitaría  a su mejor amiga luego de lo que pasó, siendo Gia? Todas pensaríamos así. No? Jajaja.

Y??????? QUÉ TAL?????

YA QUIERO VER SUS REACCIONES. AAAAAAAHHHHHH!!!


(Perdón por la ausencia de capítulos semanales. Recién ahora estoy saliendo de un fuerte bloqueo.)

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