C a p í t u l o 10: Cuando el estómago duele de tanto reír.
—¡Gia! —escucho que alguien me llama cuando estoy por subir al elevador.
Al voltear, veo a Greg, sacudiendo su mano, buscando mi atención. Retrocedo mis pasos del elevador, y me dirijo hacia su encuentro.
—Debo dejar de fumar —dice cuando estamos cerca, respirando de forma costosa. Así que le doy la razón a eso y espero a que se recupere—. Lo siento. Sólo quería agradecerte.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué?
—¡Por Logan! Ese muchacho no sólo es talentoso, sino que también es muy dedicado y trabajador.
Sonrío por sus halagos hacia Logan.
—Eso ya es mérito de Logan, Greg, no mío.
—Cierto, pero por ti estamos trabajando juntos. Por eso mi agradecimiento.
—Bien, en ese caso me alegra haber sido de ayuda. Y yo te agradezco por darle empleo. ¿Cómo está yendo todo?
—¡De maravilla! —sonrío por su felicidad. Me gusta ver que los logros ajenos se cumplen—. Pronto es la presentación, y espero verte allí.
—No me lo perderé, es una promesa.
Sonríe, y observa la hora en su reloj de mano.
—No te robo más tiempo, tienes que trabajar y yo igual.
Nos despedimos, y tal como lo dijo, subo hasta el piso de la editorial y me dispongo a continuar con mis correcciones.
Randall no tarda en llegar a mi oficina, así que detengo mi trabajo. Entra sonriendo, cargando con un buen ánimo, y creo saber la razón.
—¿Has recibido mi mail? —pregunto y asiente.
—Me pone muy contento saber que has avanzado mucho con tu historia, Gia —dice, sin dejar de sonreír. Su alegría es contagiosa en mí.
Al oler el aroma de Steven hace una semana, me hizo sentir más inspirada, con muchas ganas de dedicarme de lleno a mi escrito. Y tal como dijo Randall, he avanzado mucho. Lo suficiente como para saber que no me queda tanto para el final.
Steven una vez me hizo prometerle no esconder lo que escribo. Sin haber leído lo que hago, me dijo que merezco que alguien me lea.
Mi familia y amigos ya lo han hecho, gracias a los textos de Cuando lo efímero es eterno. Pero ahora, con el apoyo de Randall, es muy posible que llegue a más personas. Leyó muy poco de la historia, y aún así tiene una oferta de publicación para ofrecerme.
Son muchas las sensaciones que me acompañan si me detengo a pensar en ello. Que alguien ajeno a mi vida me lea, me llena de orgullo, y a la vez me hace sentir nerviosa. Pero, mientras esté orgullosa de mí, de mi trabajo, y de lo que hago, ¿puede salir algo mal? Bueno... realmente espero que no.
Randall me pregunta acerca de la historia, quiere saber el final de los personajes, o lo que pienso hacer con ellos. Pero no obtiene respuestas. Será el primero en leer el manuscrito entero, así que si todo sigue bien, no faltará mucho para que sepa todo lo que ahora me pregunta.
—¿Lo sabe alguien más? —niego con la cabeza.
—Piensan que no estoy escribiendo, que no lo hago desde el cuento para Cameron —me encojo de hombros—. Quizá quiero que sea sorpresa.
Sonríe.
—Vas a sorprender a muchos, Gia. Pero, sobre todas las cosas, espero que te sorprendas a ti.
Su confianza en mí es lo que me hace sonreír, y sentirme con más ganas de terminar con la historia.
Sorprender es algo que se verá con el tiempo. Al momento me siento tranquila, bien, y como dije antes, me siento orgullosa. Y por ser el principio, es algo importante y algo de lo cual aferrarme para sacar provecho y escribir con más ganas.
Es sábado, y por lo tanto, con Cameron estamos en el lago Fills. Familias, enamorados, y amigos están a nuestro alrededor. Hoy hay más gente que en otras oportunidades, y supongo que mucho tiene que ver por el hermoso día.
Cameron se hizo amigo de una niña de su misma edad, así que desde donde estoy, los veo jugar a que se corretean el uno al otro. Sonrío cuando Cameron viene a buscar a Orejas Ramirez y se lo presenta a su nueva amiga. Luego ella corre hacia sus padres y busca una muñeca, y hace lo mismo que él, se la presenta. Ahora se disponen a jugar con ellos, y lo que más me gusta, es ver como Cameron la presta a Ramirez sin problema alguno. Antes no pasaba eso, no compartía sus juguetes, y se enojaba si un niño los tomaba para jugar. Más cuando pasaba con el conejo amarillo. Por suerte esa etapa quedó atrás. Ahora sólo no comparte sus panecillos de arándanos.
La niña detiene su juego cuando la mamá la llama, así que Cameron vuelve hacia mí y se sienta sobre la manta, está agotado, pero aún así lo veo contento.
—¿Quieres agua o jugo? —le pregunto.
—Ugo.
—¿Manzana o naranja?
—Anja —sonrío y cargo su mamadera de jugo de naranja.
Mientras bebe, se apoya contra mi cuerpo, entre mis piernas, y vuelvo a sonreír. Lo rodeo con mis brazos, y así nos quedamos, él tomando jugo y yo deseando que no crezca más, que se quede así de pequeño.
Se sienta de golpe y busca algo en el bolso, saca de allí el cuento y me lo entrega.
—¡Nena! —le grita a su amiga y ella lo mira—. Eni.
La pequeña observa a su mamá, y viene hacia nosotros cuando obtiene el permiso. Se sienta al lado de Cameron, y pone sus ojos en mí, me sonríe y le devuelvo la sonrisa.
Mantienen una conversación, y pese a que entiendo las palabras de mi hijo, me es difícil entender qué están diciendo. Pero se ve que es algo gracioso, ya que se ríen fuerte.
Cameron me señala el cuento, así que lo abro y busco una de las aventuras de Steven. La niña se acomoda más aún, y Cameron la imita. Sonrío ante sus miradas ansiosas y empiezo a leer.
—Steven creía que sólo podía ser súper alegría —leo con entusiasmo, la manera correcta para leerle a un niño—. ¡Pero, un día despertó y supo que toda su vida fue un mago! ¡Como Harry Potter! —cojo una de las ramas que recolectó Cameron, y finjo que es una varita mágica, escucho risas y sonrío—. Steven tenía la magia de traer sonrisas, ¡y muchas risas! —dicho esto, dejó el cuento de lado, les hago cosquillas y se vuelven a reír—. La gente de la ciudad lo llamaba cuando estaban tristes, o cuando alguien a quien querían mucho lo estaba. Y entonces, el mago Steven Fry, vestido con una capa de princesas, llegaba para traer alegría en rostros tristes —les enseño el dibujo. Intenté hacer una caricatura de Steven, vistiendo la capa, volando hacia la persona triste. Los niños sonríen y continúo leyendo, generando más sonrisas y risas.
Y es que ese es el efecto que sigue teniendo Steven Fry. No está en la tierra, pero sigue contagiando alegría.
Vuelven a jugar, así que aquí me quedo, con la sensación de mi primer amor en el cuerpo. Cameron y Lucy, finalmente supe su nombre, juegan a súper alegría y no puedo disimular mi felicidad.
Al ver que los niños están bien, jugando cerca mío y de los padres de Lucy, cojo la novela que estoy leyendo, y continúo el siguiente capítulo.
Pero mi lectura se ve interrumpida con la llegada de un mensaje, así que desbloqueo la pantalla del móvil, y me encuentro con un mensaje de Logan. Uno que no abro de inmediato.
Al ver que me escribió, mi mente divaga y me lleva a la última vez que nos vimos, a la noche en donde me confesó que en la adolescencia gustaba de mí. Luego de su confesión, todo siguió normal, y desde ese entonces no hemos hablado en absoluto.
En fin, si esa noche nada pasó con sus palabras, no tiene por qué pasar ahora. Así que dejó atrás mis pensamientos y leo el mensaje que me envió.
Comprando en el super!
Dice, y no entiendo la razón por la cual me habló así, de la nada, sin un saludo previo. Y cuando comienzo a creer que tal vez se equivocó de contacto, me llega una foto, y largo una carcajada divertida.
Has ido a comprar en pijama y usando pantuflas?
Ya te lo dije, salir en pantuflas no tiene por qué ser vergonzoso
La gente te mira?
Sólo los aburridos
Me río y me llega otro mensaje.
Cuando paseamos en pantuflas?
Nunca!! Y no es por rechazar tu paseo, accedo sin problema, pero no en pantuflas
Entonces no tendrá nada de divertido
Continúo mensajeando con Logan, observando cada tanto a Cameron, me aseguro que está bien, y luego vuelvo a los mensajes, a las risas que estos me provocan. ¿Cómo fue que olvidé lo divertido que puede llegar a ser Logan?
Recuerdo que en el instituto era el que más me hacía reír. Creo que a todos. A simple vista, parecía ser alguien serio y aburrido, pero luego abría la boca, decía algo disparatado, y todos nos reíamos.
Me duele el estómago de tanto reír, y eso es algo que sólo me pasa con Cameron. O que sólo me pasaba con Steven, es decir, reírme a tal nivel.
Pero aquí está Logan, provocando muchas risas.
DATO: Sólo déjenme comentarles una cosa y pasamos al siguiente capítulo. Sabían que basé a Cameron Fry en mi sobrinito? :') Si si. Las cosas que ven de Cameron, son las que vi en él. Sólo muy pocas son inventadas.
Entonces, les comparto una foto donde estamos juntos. Una que me gusta mucho, porque hice una pavada que lo hizo reír y yo me reí de su risa. Y me encanta!
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