4: El deseo
- ¿Nos permiten un segundo? - preguntó la pelinegra mientras se levantaba de la mesa - Gian, acompáñame, por favor.
El hombre de cabellos rubios sonrió levemente en dirección a los señores Jauregui y después se levantó para seguir a la ojiverde y desaparecer por la entrada que conectaba el comedor con la sala de la casa.
Por un momento todos se quedaron en silencio hasta que los gemelos se encargaron de traer los ánimos nuevamente a la mesa contándole a Taylor como habían logrado construir el rompecabezas del esqueleto humano sin ayuda de Camila.
Todos habían vuelto a hablar con normalidad después de aquella anécdota y finalmente se respiraba menos tensión de la que había cada que Giancarlo abría la boca, sin embargo la única que parecía ajena a todo era Camila, ya que parecía no poder despegar los ojos de el lugar por donde había desaparecido Lauren y aquel molesto hombre.
- ¿Cierto, Mila? - preguntó su hermano menor llamando su atención
- Perdón, ¿qué decías? - se disculpó tímidamente por no prestarle atención a lo que sea de lo que estuviera hablando Teo
- Decía que la otra noche nos llevaste a Sofi y a mi a comer pizza en Hangroo's y nos encontramos a nuestra profesora de ciencias. - explicó rápidamente
- Ah, sí. - devolvió su mirada a la entrada de la sala, lo cual hizo que su hermano se encogiera de hombros y decidiera cambiar de tema
Sinuhe al percatarse de donde estaba la atención de su hija mayor decidió hablar mediante susurros con Clara y ambas mujeres tomaron la decisión de darle un pequeño empujoncito a Camila para que dejase de estar tan inquieta por la ausencia de la ojiverde y del rubio barbón.
- Camila, cariño. - llamó Clara
- ¿Sí?
- ¿Podrías hacerme un favor?
- Por su puesto. - respondió sin dejar de mirar hacia la entrada
- Ve a buscar a Laur y a Gian, ya casi son las doce. - pidió - Te hemos comprado un pastel y ellos no pueden faltar para cantarte feliz cumpleaños, así que por favor ve por ellos.
- Ok. - sin pensarlo dos veces se levantó de la mesa y salió del comedor volteando a todos lados para después caminar hacia el pasillo que conectaba a las escaleras de la casa
Subió de dos en dos los escalones y a lo lejos observó que la puerta de la oficina de su padre estaba entreabierta, por lo que caminó sigilosamente hasta situarse ahí y se sorprendió demasiado al mirar por la pequeña abertura y descubrir a Lauren, su Lauren, besándose con el masculino y muy italiano, Giancarlo.
El dolor que se situó en el pecho de Camila era similar al que sintió cuando hace varios años en las vacaciones de primavera había escuchado a la ojiverde contarle a todos durante la cena que tenía novio. La castaña no podía creer lo que estaba viendo, la mujer de la cual siempre había estado enamorada ya tenía dueño, no lograba entenderlo, mucho menos por el hecho de que la señora Jauregui le había asegurado que entre ella y Gian no había nada más que amistad y trabajo.
¿Cómo podría ser eso verdad?
¿Por qué se estaban besando?
Camila quería apartar la mirada y bajar las escaleras para irse a su departamento y desahogarse en alcohol, sin embargo no podía despegar la mirada de ahí.
- No, Gian, no. - dijo la ojiverde apartándose delicadamente del italiano - Yo te quiero muchísimo, pero no puedo hacer esto. - el dolor en el pecho de la castaña incrementó al oírla decirle que lo quería
- ¿Por qué no? Me quieres, y yo te quiero, Lauren. Intentemoslo.
- Gian, no puedo, tú lo sabes.
- ¿Es por esa persona de la que tanto hablas? - preguntó enojado haciendo que el corazón de Camila latiera rápidamente por aquello
¿Lauren estaba enamorada de alguien más que no era Giancarlo? Le parecía algo totalmente increíble, por la forma en la que se habían besado y la manera en que la ojiverde le había dicho que lo quería, Camila podía jurar que ella estaba enamorada del italiano, pero ahora resultaba que no era así y que su corazón estaba con alguien más, y ahora gracias a esa información la mujer de ojos café no sabía que sentir, si alivio porque no quería sentimentalmente hablando a Giancarlo, o dolor porque estaba enamorada de alguien más.
- No, bueno, no lo sé. Ha pasado mucho tiempo, yo... - dejó la frase sin terminar y suspiró - No lo sé.
- ¡Ni siquiera te hace caso! - gritó - Te ignora, no te habla y siempre pasa de ti, ¿por qué sigues pensando en una persona como esa?
Camila frunció el ceño, ¿quién en su sano juicio ignoraría a la ojiverde? Aquella persona de la que hablaba Giancarlo debía ser de verdad completamente ciega para no darse cuenta que Lauren Jauregui era el sueño hecho realidad para cualquier ser humano con cerebro.
- No es de tu incumbencia. No quiero volver a tocar el tema, y tampoco quiero que me vuelvas a besar jamás en tu vida o hablaré con el consejo para sacarte de Gambore.
- ¿Estás loca?
- Demasiado. - respondió - Ahora vamos, ya son las doce. - dijo mirando el reloj de su muñeca - La madre de Camila le ha comprado un pastel y lo más probable es que nos este esperando para sacarlo.
- Camila se ve demasiado ñoña, no puedo creer que vaya a cumplir veintinueve y siga festejando su cumpleaños con un pastel y en familia, es algo patético, ¿no tiene amigos o novia? - preguntó el rubio haciendo que la castaña empuñara sus manos fuertemente
- ¡No vuelvas a expresarte así de Camila! - le gritó la ojiverde - Ella siempre ha sido muy hogareña, y es mil veces mejor celebrar con la familia que pasarte todos tus cumpleaños de bar en bar.
- ¿Qué estás tratando de decirme? - Giancarlo se acercó peligrosamente a la ojiverde con cara de furia - ¿Qué esa ñoña es mejor que yo?
- Cualquier persona que sabe apreciar a su familia es mejor que tú, Gian. Tú solo eres un pobre diablo que cree que lo único importante es el dinero, el estatus social y el sexo.
- Te estás pasando, Lauren.
- Te advertí, te dije que no quería que hablaras así de Camila, ella es una gran mujer y aún así te expresas como todo un patán. - dijo enojada
- Camila me importa una mierda, mejor aprende a respetarme. - se acercó aún más hacia la pelinegra, quién retrocedió para alejarse
Al percatarse de que posiblemente la situación se saldría de control, Camila entró de golpe a la oficina de su padre asustando a ambos adultos
- No te acerques a ella. - demandó con voz dura - Te juro que si le tocas una sola hebra de cabello te las vas a ver conmigo. - la ojiverde levantó una ceja al ver la actitud tan segura con la que había hablado la morena y luego sonrió cuando se percató de que Giancarlo la veía totalmente sorprendido - Te agradecería mucho que tomes tus cosas y te vayas de la casa de mis padres. - dijo la castaña sin perder aquel tono duro
La postura con la que Camila había entrado a la oficina la hacia ver más alta de lo que en realidad era, intimidando un poco al italiano.
- De formas no iba a quedarme. - miró de arriba a abajo a la ojimarrón y rodó los ojos - No vales mi tiempo, sin embargo, feliz cumpleaños.
Pasó por el lado derecho de la morena para salir de la habitación en la que estaban no sin antes darle un golpe con el hombro. Segundos después de que Giancarlo saliera, Camila se percató que ahora se encontraba a solar con la pelinegra, haciendo que la timidez volviera a su cuerpo
- Hmmm... - se aclaró la garganta - T-tú madre me ha mandado a buscarlos, yo... lamento haber interrumpido, pero escuché eso de que aprenderás a respetarlo y sonó muy agresivo así que decidí meterme... - explicó rápidamente mirando hacia el piso con demasiada timidez
- No te preocupes, al contrario, gracias por defenderme. - se acercó cautelosamente hacia la morena poniendo sus zapatillas en su campo de visión
- D-d-de nada. - levantó la mirada hacia la puerta - Será mejor que va-vayamos abajo, nos es-están esperando.
- Tú mandas cumpleañera. - la ojimarrón volteó ligeramente a verla y se encontró con una sonrisa - Ya son las doce. - explicó la pelinegra encogiéndose de hombros - Feliz cumpleaños, Camila.
- G-gracias. - sonrió - Vamos.
* * * * * *
- ... ¡Feliz cumpleaños a ti! - terminaron todos de cantar mientras la castaña sonreía de oreja a oreja por celebrar un año más de vida
- ¡Apaga la velita, Mila! - dijo entusiasmada la hija menor de los Jauregui al mismo tiempo que sus hermanos le gritaban que pidiera un deseo antes de apagarla
Camila meditó unos segundos eso de pedir un deseo. Toda su vida había tenido la idea de que pedir deseos en los cumpleaños era una perdida de tiempo ya que lo único que pasaba en realidad era que la vela se apagaba y nada de lo que deseabas sucedía, sin embargo antes de que le cantarán, Clara le había comentado que la vela que habían colocado en su pastel era un regalo especial traído desde india y que sólo podía ser utilizado una vez cada año por diferentes personas según lo que había dicho el vendedor, por lo que la patriarca de los Jauregui le aseguró que podía pedir lo que quisiera y realmente se cumpliría, y aunque al principio le pareció algo tonto, Camila decidió darle una oportunidad a aquella dichosa vela traída desde India y se permitió pensar en algo que realmente deseara con toda el alma y el corazón.
Remontó sus pensamientos a la plática que escuchó de Lauren con Giancarlo y muy a su pesar cerró los ojos y dijo en su mente: - "Deseo que Lauren pueda estar junto a la persona que verdaderamente ama y que sea muy feliz a su lado."
Al abrir nuevamente los ojos vió como todos aplaudían a su alrededor y su padre se acercaba con una botella de vino en sus manos, pero de la nada todo se volvió negro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro