2: Horas antes
Al final, la cena con los Jauregui no se pudo realizar ya que Michael y Lauren tuvieron que ocuparse de un asunto importante en la torre de Gambore, así que Sinuhe decidió cancelar la cena y cambiarla para el día antes del cumpleaños de Camila, cosa que le pareció correcto a todo el mundo a excepción de la castaña, que había creído que se liberaría de una cena con la ojiverde.
Para mala suerte de Camila, los días de diciembre pasaban cada vez más rápido, y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en el día veintidós del mes, lo que significaba que después de haber tratado de evitar a Lauren a toda costa por fin tendría que hacerle frente de una manera más formal.
Resulta que la castaña tuvo que aprenderse los horarios de las clases de repostería que Lauren tomaba con su madre para así no toparse con ella en casa, sin embargo, muchas veces tanto su madre como la ojiverde no respetaban los horarios y después de las clases siempre se quedaban platicando un rato más y por ello no había podido evitar al cien por ciento eso de no encontrarse a Lauren.
El vínculo afectivo que había entre la madre de la castaña y la ojiverde había aumentado desde que ella se fue a Irlanda, y lo entendía muy bien, ya que tan pronto como ella se había ido su madre había quedado destrozada por estar tan lejos de una de sus bebés, sin embargo, gracias a la presencia constante de la ojiverde, los ánimos de Sinuhe se vieron recuperados rápidamente.
Entonces, al fortalecer su relación, Lauren se volvió como una hija más para Sinuhe a ojos de Camila, a pesar de que la matriarca de la familia Cabello la veía más como una futura nuera, pero eso era algo de lo que la castaña no tenía conocimiento.
A las tres de la tarde, la ojimarrón bajó de su auto con seguridad de que la pelinegra no llegaría hasta las cinco y media, sin embargo toda aquella seguridad se desvaneció cuando al entrar a la casa escuchó la risa de Lauren proveniente de la cocina.
- Mierda. - murmuró para sí misma huyendo rápidamente hacia las escaleras para encerrarse en su antigua habitación de la misma forma en que lo había hecho el primer día que visitó a sus padres luego de regresar de Alemania
Cuando estuvo resguardada en su habitación, se quitó las botas, el abrigo y la bufanda, para después acomodarse en su cama.
Los minutos pasaron volando y cuando recobró la conciencia, luego de una bien merecida siesta, se dió cuenta que eran las seis. Con sumo cuidado abrió la puerta de su habitación para cerciorarse de que no se oían voces en la planta baja y entonces salió en dirección al cuarto de su hermana menor para preguntarle si ya se había ido la ojiverde, pero algo la detuvo.
- ¿Huyendo de alguien? - preguntó aquella voz tan conocida a sus espaldas haciendo que la castaña cerrara los ojos de golpe
Poco a poco giró su cuerpo hasta tener de frente a la pelinegra, quien estaba recargada en la pared sosteniendo una manzana en su mano y mirándola con una ceja alzada, gesto que siempre había vuelto loca a Camila desde que eran niñas.
- Hola, Cabello. - saludó la ojiverde sin dejar de mirarla atentamente
- H-hola. - dijo en respuesta mirando el suelo rápidamente
- ¿Sabes? no tenía ni la menor idea que te habías ido a Alemania, y no he tenido la oportunidad de hablar de eso contigo porque eres muy escurridiza. - se acercó lentamente a la castaña - Me enteré que te fuiste gracias a mi madre, ya sabes, ella te adora. ¿Por qué regresaste? ¿Alemania no es hermoso?
- Extrañaba Rochester. - se limitó a responder sin dejar de mirar el suelo evitando a toda costa ver a la hermosa mujer que estaba parada a centímetros de ella
- ¿Qué tal las nuevas sucursales de WerkE? - preguntó interesada la ojiverde; llevaba varios días topandose con ella y no había podido sacarle ni una palabra de la boca, así que ahora que estaba logrando que la castaña hablará no tenía intenciones de detener la conversación
- S-son un éxito. - rascó su nuca - Hmmm, ¿qué tal va todo en Gambore? - levantó por un momento la mirada topandose con un par de jeans claros, una blusa gris de manga larga y una sonrisa preciosa
- Es un desastre, pero no es nada que no pueda solucionar. - le guiñó un ojo juguetonamente haciendo que la ojimarrón se derritiera internamente por aquel gesto - ¿Sabes? es genial poder oírte pronunciar más de tres palabras en mi presencia.
- Oh.
- Me agrada tu voz, Camila. - comentó para después morder su manzana y sonreírle - Deberías usarla más. Es agradable tener una conversación, a pesar de que estés temblando. - se rió un poco; no quería verse grosera, pero realmente le daba risa ver a la castaña volverse un Chihuahua, era adorable, pero eso era algo que no se atrevería a decir en voz alta por miedo a asustarla - Puedes continuar tu camino, yo venía a avisarle a tus hermanos que tu madre quiere que comiencen a vestirse para la cena de hoy, pero no tenía idea que estabas aquí, así que puedes avisarles tú. Yo me iré, tengo que ir a mi departamento a cambiarme de ropa, hacer tu postre favorito con tu mamá no es algo muy sencillo o limpio. - dijo rápidamente con una sonrisa en el rostro - Nos vemos en unas horas, Camila. - le guiñó el ojo por última vez y se dió la vuelta para descender por las escaleras
Tan pronto como la ojiverde desapareció de su vista, Camila soltó todo el aire que tenía retenido en su interior desde que Lauren le dijo que le agradaba su voz.
- Oh dios mío. - llevó sus manos a su rostro y suspiró - Eres una tonta. - se dijo a sí misma - Le agrada tu voz y tú jamás has podido tener una conversación real con ella.
Regresó a su habitación y se dejó caer en la cama analizando todo lo que acababa de suceder. Lauren le había hablado y ella había actuado más o menos normal frente de la ojiverde. Le había lanzado dos guiños y también había sonreído solo para ella. Camila se sentía en una burbuja de felicidad total, pero la burbuja explotó cuando recordó que hoy era la bendita cena con los Jauregui y tendría que alistarse para ello.
Se estiró un poco para tomar su teléfono que estaba en la mesita de noche con intensión de ver la hora pero la puerta de su habitación se abrió de golpe asustandola
- ¿Camila, a qué hora llegaste? - preguntó casualmente su madre ignorando el hecho de que casi le provocaba un infarto a su hija mayor quién sostenía una de sus manos contra su pecho
- Mamá. - se levantó rápidamente de su cama - Hola, hmmmm, llegué hace unas horas atrás, iba a saludar pero te ví trabajando con Lauren. - mintió - Entonces subí aquí a esperar, pero me quedé dormida un buen rato. - sonrió tratando de parecer convincente para que su madre no notara que estaba mintiendo
- Sí, eso me ha dicho Lauren. - se acercó a su hija y besó su mejilla - Tu padre está abajo, ve con él.
La castaña asintió y se colocó las botas antes de bajar a la sala para reunirse con su padre, quién la esperaba sentado en un sillón cerca de la chimenea leyendo el periódico.
- Hola, papá. - saludo
- Hija, ¿qué tal todo? Lauren nos ha dicho que estabas arriba y tu madre estaba flipando. - soltó una pequeña risita - ¿En qué momento llegaste?
- Hace unas horas.
- Uh, ¿y por qué no pasaste a saludar? - cuestionó - Sabes bien lo que pienso de esa actitud que tienes con la hija de Michael, Karla. Tienes veintinueve años, deja de lado lo que sea que te haga repudiar a Lauren.
- Tengo veintiocho, papá, y para tu información, tuve una conversación con ella hace unos minutos. - contestó sorprendiendo a su progenitor - Me preguntó por las sucursales que abrí y yo le pregunté por Gambore.
- Es sorprendente, ¿y no te desmayaste o algo así? - bromeó Teo apareciendo en la sala seguido de su gemela, ambos vestidos con pijama
La castaña rodó los ojos.
- ¿Hablaste con Lauren? - preguntó Sofía con sorpresa
- Sí, hablé con ella, pero eso no es de su incumbencia. - respondió
- Lo es, ella se volverá mi cuñada dentro de unos años, así que cualquier cosa que tenga que ver contigo avanzando con ella me interesa. - se cruzó de brazos haciendo reír a su papá
- A eso le llamo el carácter de determinación Cabello. - dijo alegre observando a su hija menor
- Créeme, vas a odiar esa determinación cuando quiera empezar a salir a citas.
- A no, ella no saldrá a citas hasta que tenga veintiséis. - Teo soltó una carcajada al oír a su padre y después comenzó a burlarse de su hermana
- Papá, que Mila no haya tenido citas a mi edad no significa que yo no las vaya a tener. - volvió a cruzarse de brazos - Ella incluso está guardando su aún latente virginidad para la hermana de Tay. - Sinuhe escupió un poco de té al oír aquello
- ¡Sofia Isabella! - la reprendió
- ¿Qué? vamos, pregúntenle, aún es virgen por Lauren. - las mejillas de la ojimarrón se tiñeron de rojo - ¿Lo ven? ella misma se delata
- ¿Jamás has usado tu arma letal, hermana? - preguntó Teo señalando la entrepierna de la castaña, volviendo aún más rojizo el color rojo que abarcaba sus mejillas
- ¡Mateo Alejandro! - gritó Sinuhe llamándole la atención de la misma forma en que lo había echo con su otra hija - ¿Es que ambos quieren pasar navidad sin regalos?
- ¡No! - gritaron ambos
- ¡Pues suban ahora mismo a cambiarse, los Jauregui vienen a cenar! - ordenó haciendo que ambos chicos salieran disparados del lugar para irse a sus habitaciones
- Tranquila hija, me parece perfecto que te guardes para la persona que amas. - le guiñó un ojo su padre ignorando lo demás - Solo asegúrate de no guardarte por mucho tiempo porque tu madre y yo queremos nietos y ya estás en la edad perfecta para ser madre.
- No me presiones. - se limitó a responder - Oigan, debo de irme a mi departamento. - dijo viendo a sus padres - Necesito cambiarme de ropa para la cena con los Jauregui.
- Pero te ves guapísima, hija. - respondió Sinuhe con adoración - ¿Por qué quieres cambiarte?
- Déjala, mujer, ¿no ves que quiere ponerse guapa para Lauren? - dijo su padre con picardía haciendo sonrojar a la castaña - Anda hija, ponte aún más guapa y consígueme una nuera de una vez por todas.
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