
12: De vuelta
Varias voces sonaban a su alrededor mientras que un aroma característico a alcohol inundaba su nariz.
Poco a poco sus párpados se fueron abriendo, se sentía un poco mareada y su visión se encontraba algo borrosa, así que parpadeo varias veces logrando acostumbrarse a la luz y entonces todas las sombras borrosas que habían a su alrededor adquirieron forma.
- ¡A despertado! - anunció Sinuhe
Llevó una de sus manos a su cabeza pero antes de alcanzar a tocarse fue interceptada por su madre.
- No, no te toques, te has abierto ahí y puedes infectar la herida. - explicó bajando su mano
- ¿Q-q-qué me pasó? - miró a su alrededor tratando de buscar una explicación, pero en su lugar se topó con dos pares de ojos que la miraban con preocupación - ¿Señores Jauregui, qué están haciendo aquí?
- No íbamos a irnos después de lo que pasó. - dijo Michael - Ese corcho prácticamente te destrozó la cabeza. - explicó haciendo una mueca
- ¿Un corcho?
- Tú padre destapó mal la botella de vino y el corcho salió volando en tu dirección, te golpeó la cabeza y te caiste al suelo. - contó - Michael y él te cargaron al sillón, te desmayaste. - entonces todo volvió a conectarse en la mente de Camila al oír lo que su madre le había contado
- No, no puede ser. - susurró asustada
Miró nuevamente a su alrededor percatandose de un pequeño detalle: había regresado al pasado.
- ¡No! - gritó levantándose rápidamente del sillón asustando a sus padres, hermanos y a los Jauregui - No, no, no, no puede ser. Joder, no, tiene que ser una broma. - empezó a dar vueltas - ¿Qué día es hoy? - preguntó esperanzada
- ¿Sábado? - respondió Taylor con obviedad mirando su teléfono
- Dame eso. - le quitó el teléfono de las manos y miró la fecha con temor
En en centro de la pantalla de bloqueo aparecía la fecha en grande: 23 de Diciembre del 2016. El corazón de Camila se contrajo ante la realidad.
- ¡Joder, no! - gritó
- ¿Camila, qué sucede? - preguntó su madre asustada por su comportamiento extraño
Había vuelto, había regresado a su vida en donde no tenía nada, ni a Lauren, ni un futuro hijo, ni nada. Llevó sus manos a su rostro para ocultar las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, pero entonces algo vino a su cabeza: Lauren.
Levantó la vista buscándola por la sala pero no la encontró.
- ¿Dónde está Lauren? - preguntó con nerviosismo, lo menos que quería era que la ojiverde desapareciera
- Está afuera, la señal no es muy buena aquí adentro y está tratando de conseguir una ambulancia para ti. - explicó la señora Jauregui
La castaña sonrió y salió corriendo en dirección a la puerta principal para salir en busca de la ojiverde. Afuera hacia demasiado frío, pero le importó muy poco ignorando como sus bellos se erizaban por el cambio de temperatura, al igual que ignoró el hecho de que su cabeza necesitaba atención médica por estar sangrando.
- ¡Lauren! - gritó al verla parada cerca de la calle con un teléfono pegado a su oreja - ¡Lauren! - volvió a llamarla
La pelinegra volteó al oír su nombre y abrió la boca con sorpresa al ver a Camila corriendo hacia ella.
- Por favor, apúrense. - dijo a la señorita que la estaba atendiendo al otro lado de la línea y después colgó - ¿Camila, qué diablos crees que estás haciendo? - escupió con molestia y preocupación al verla sangrando y sin suéter frente a ella
Camila negó con la cabeza quitándole el teléfono de la mano y tirándolo al suelo, la ojiverde iba a protestar por aquella actitud tan grosera pero se vió interrumpida cuando la más alta la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo para comenzar a besarla.
La vida estaba loca si creía que Camila iba a esperarse a que Lauren tomara la iniciativa nuevamente.
Ambos labios se movían entre sí a un ritmo suave. Sus bocas estaban frías, pero aún así el beso era delicioso y lleno de necesidad. A lo lejos, en la ventana que daba a la calle, se encontraban sus familias observándolas con sorpresa, nadie podía creer lo que estaba pasando, ni siquiera Lauren, quién tomo a Camila de los hombros e inició a alejarla poco a poco de ella y de su boca.
- ¿Q-qué estás haciendo? - preguntó atontada la pelinegra
- Adelantando mi felicidad. - respondió con una sonrisa en el rostro y después la volvió a acercar para besarla de nuevo
Esta vez haría las cosas bien y no dejaría pasar el tiempo, no después de haber visto lo perfecta que sería su vida en el futuro a lado de la mujer que toda su vida a amado, y todo eso se lo debía a aquel deseo. Al final ella había sido la persona de la que la ojiverde estaba enamorada y solo daría un empujoncito para darle inicio a su total felicidad.
¿Quién dice que los deseos no se hacen realidad?
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