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10: Súper Camila

Ver a sus hermanos felices era de las principales prioridades que tenía Camila en su vida, así que observar como su hermano menor se veía perturbado porque la hermana de su prometida no le hablaba la hacía sentirse impotente.

- ¿Por qué Taylor no le habla a Teo? - preguntó Camila sentándose a lado de la ojiverde en el jardín trasero de la casa de sus padres

- ¿No te acuerdas?

- Hmmm, ¿no?

- Tú hermano le robó un beso a una de las amigas de Taylor y Sofi. - contó mientras la tomaba de la mano y se acurrucaba contra ella

- ¿Eso es todo? - la ojiverde alzó una ceja - Discúlpame, pero es algo tonto, ¿qué tiene de malo un beso?

- A Tay le gusta tu hermano, mi amor. - respondió con suavidad - Y bueno, todos estamos seguros que a él también le gusta Tay, pero ya sabes cómo son los adolescentes.

- ¿Se gustan y no dicen nada? - se enderezó haciendo que Lauren gruñera por la perdida de contacto

- Sí, ambos son muy testarudos, desde hace dos años su relación comenzó a cambiar, Taylor se limitaba a pasar tiempo con Sofi y eso lo resintió mucho Teo, después comenzaron sus discusiones en cada cena que teníamos con nuestras familias. - rodó los ojos - Ahora todo empeoró desde que Teo beso a esa tal Brittany enfrente de Tay. Mamá me contó que ella llegó llorando de la escuela.

- Oh no, Teo. - se golpeó en la frente, su hermano era un pequeño tonto de alta estatura - ¿Hace cuánto fue eso?

- Antes de que salieran de vacaciones de invierno, desde ese día Tay no ha venido a casa de tus padres para pasar el rato con Sofi.

- Vaya. - se dejó caer de espaldas en el pasto - ¿Crees que se arreglen las cosas entre los dos?

- Quizá. - se recostó encima de la morena - Apuesto que el enojo le dura unos tres meses más y después todo volverá a la normalidad entre ellos.

- ¿Eso crees? - preguntó sin alejar la mirada de las nubes

- Por su puesto, es su primer amor, aparte, ustedes los Cabello son toda una dulzura y ablandan el corazón de las Jauregui. - la castaña desvió la mirada del cielo a los ojos de Lauren y le sonrió - Me encantas.

- ¿A sí? - se acercó para juntar sus narices - ¿Qué tanto?

- Mucho, muchísimo. - empezó a darle pequeños besos en los labios - Me tienes encantada desde los seis.

- ¿Desde los seis años? - se levantó con todo y la ojiverde que tenía encima de ella - ¿E-en serio?

- Sí, lo sabes, te lo dije.

- Dímelo. - suplicó, necesitaba saberlo - Por favor, dímelo otra vez.

- Hmmm, eres muy quisquillosa, Camila Cabello. - rió empujando a la morena contra el pasto

- Pero así me amas, ¿no? - se mordió el labio esperando una respuesta positiva a su pregunta

- Con todo mi corazón. - besó su nariz - ¿Qué es lo que quieres saber? ¿La historia corta o la larga?

- La que quieras. - dijo hipnotizada al ver los ojos verdes más verdes de lo que habitualmente eran

- Quiero suponer que todo inició desde que nací. Mi madre me contó lo fácil que era para tí, una simple niña de cuatro años, tranquilizarme cuando me ponía a llorar. - acarició su rostro mientras hablaba - No recuerdo eso, obviamente. - rodó los ojos con diversión - Pero eras algo así como mi paz interior según mi madre.

- Vaya.

- Sí, vaya. - imitó la voz de la castaña haciéndola reír - Mis recuerdos inician a los cinco o seis años, yo estaba loca por ti y todo lo que hacías. - dijo sonrojando a la morena - Puedo recordarme corriendo todas las mañanas para verte desde mi ventana cuando salias a andar en bicicleta. Eras algo así como una super heroína para mis ojos. Todo lo que hacías era asombroso para mí.

- ¿En serio?

- En serio. - afirmó - Me encantaba cuando mamá invitaba a tus padres a cenar a la casa porque eso significaba que super Camila estaría ahí para enseñarme trucos de magia.

La morena sonrió al recordarse a si misma de diez años sacando peluches de un viejo sombrero de su papá solo para impresionar a la adorable niña de ojos verdes.

- A los ocho años le dije a mi madre que me casaría contigo. - contó escondiéndose en el cuello de la ojimarrón - Ella me aseguró que lo más probable sería que lo conseguiría y mírame ahora, estoy comprometida contigo después de todo. - rió levemente en su cuello

- Increíble. - dijo con una sonrisa

- Lo sé, lo sé, pero me arrepentí de haber dicho aquello tiempo después. - suspiró - Cuando cumplí los nueve te comenzaste a alejar de mi. Ya no te acercabas a ayudarme a subir a mi bicicleta, ya no reías conmigo, e incluso empezaste a evitarme. Todo empeoró con el paso de los años. Cada que ibas a mi casa ya ni siquiera me mirabas a los ojos, poco a poco dejaste de ser aquella súper Camila que hacía desaparecer monedas y te convertiste en la Camila que se escondía en su habitación para no saludarme. - con sus manos inicio a hacer patrones circulares sobre el pecho de la castaña - Mi admiración cambió a tristeza, y de la tristeza pasó a resentimiento, pero el resentimiento no me duró mucho, ya que cuando te llegó la adolescencia todo cambió a un tímido amor platónico. - confesó

- ¿Tenías un amor platónico conmigo? - trató de volver a levantarse pero la pelinegra se lo impidió

- Sí, fue horrible. Te volviste demasiado guapa, y después yo también crecí y las hormonas no me ayudaron mucho. Me tenías por completo pero a ti no te importaba mucho porque no me hablabas. Era como si yo hubiera tenido alguna enfermedad contagiosa, literalmente me repudiabas, Camila.

- Te juro que no fue intencional, y-yo... - la ojiverde se alejó de su cuello para levantar el rostro y colocar un dedo en sus labios para silenciarla

- Tranquila. - le sonrió - Ahora me queda claro que todas esas actitudes eran porque yo te gustaba, lo comprendo y te entiendo. Cuándo nos volvimos adultas traté de demostrar a todo el mundo que no eras de mi agrado, incluso me negué a ir a la cena de bienvenida a la que nos había invitado tu madre cuando regresaste de Alemania, pero mis padres me obligaron a ir y te volví a ver, lo cual ocasionó que se fuera al carajo todo mi plan absurdo de odiarte

- ¿No ibas a ir?

- Tenía pensado evitarte, lo sabes. Incluso pensé en cancelar mis clases de repostería con Sinuhe, pero cuando te vi simplemente no pude. - confesó - Te habías vuelto aún más guapa de lo que ya estabas y no quería dejar de verte así que comencé a alargar las clases con tu madre a propósito, y todo iba excelente

- ¿Te quedabas más tarde a propósito solo para verme? - preguntó

- Sí, y la mayoría de las veces logré verte a pesar de que eras demasiado escurridiza. - besó su mejilla - Después pasó eso de encontrarte en el pasillo tratando de ocultarte y te hablé.

- Lo recuerdo. - aseguró con emoción al revivir en su mente aquel día en el que la ojiverde le había guiñado el ojo - Dijiste que te gustaba mi voz.

- Exacto. Cuándo me fuí a mi departamento me dije a mi misma que intentaría hacerte hablar más conmigo hasta recuperar a la súper Camila de los conejos y monedas. - sonrió - Pero todo se salió de control en la cena cuando conociste a Gian, te alejaste de mi nuevamente como si nunca hubiéramos hablado luego de que lo corrieras de la casa.

- ¿Eso hice?

- Sí, y pasó el tiempo hasta que sucedió lo de la sala de juntas y bueno, ahora estamos aquí acostadas en el jardín de tus padres.

- Aquí estamos. - dijo saboreando las palabras en su boca - Me alegra estar aquí contigo, Lauren.

- A mí también, mi amor.

Camila dejó un beso en la frente de la ojiverde y después miró hacia el cielo agradeciéndole a Dios por permitirle tener a la mujer que tanto amaba a su lado entre sus brazos.

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