Ciento veintinueve. Rasalas
Querido Diario:
Hoy volvimos a casa. Nathan se quedó dormido en mi hombro durante el viaje, mientras yo me aguantaba las ganas para no acariciar su cabello, o acariciar su rostro dormido. Me siento cohibida cuando estoy frente a sus padres, o frente a Lucy. Ella nos mira con ojos brillantes cada vez que Nathan y yo hacemos algo cariñoso. Y sus padres me estaban echando miraditas por el espejo retrovisor. Todos están felices de que Nathan y yo estemos juntos. Para mí sigue pareciendo un sueño.
Pero a veces no puedo evitar sentir que es un hermoso sueño que en algun momento va a acabar. Tal vez, en algun momento voy a despertar y a darme cuenta que nada de esto era real.
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