Primer contacto
Sienna Lane
Continente El Americano
Los Estados Fusionados Central, Cuartel Principal de la CSA
Año 4015
Existe un libro sobre el "comportamiento actual de la Tierra" que nos permite conocer, a la nueva generación, como se nos ha nombrado desde que tengo memoria, a mis padres e incluso mis tatarabuelos. Desde que inicié mis estudios básicos para formarme como militante, y servir a la gracia de los líderes, no hay una sola vez que escuché a alguien anciano que tenga el poder de liderar, así como aquellos que han forjado su camino a la política, llamarnos de otra forma.
"La nueva generación debe obedecer sin queja alguna"
"A la nueva generación se le ha enseñado desde cierta edad para que aprendan a seguir las reglas y no pongan resistencia ni oposición a los derechos establecidos"
Para aquellos con poder, los niños, los adolescentes e incluso los que comenzamos a formarnos como adultos jóvenes, no somos más que peones en un tablero de ajedrez —a quienes han forzado de manera astuta y tirana a obedecerles e incluso a dar la vida por ellos—, que pueden sacrificar cuando crean conveniente.
En ese libro se leen resultados de la catástrofe que dejó la última guerra y los cambios que la tierra sufre cada cierto tiempo. Pero también existe un libro titulado "Lo que era la Tierra", publicado de manera ilegal y cuyas copias se reducen a una docena únicamente.
Debido a mis posibilidades actuales, me encontré con la fortuna de poder tener una en mis manos y tuve la suerte de leer su contenido. Hay algo entre todas las cosas que rodean a la tierra que me asombra, se menciona que, durante el último siglo lleno de avaricia, sucedía un efecto que era considerado maravilloso, y se trataba de la luna.
"Eclipse lunar" lo nombraron.
En el libro se mencionaba que ese fenómeno sucedía casi dos veces al año, y provocaba que la luna se tiñera de rojo. No menciona todos los motivos de porque se crea ese fenómeno, pero advierte que era algo común y que solo sucedía en ese periodo de tiempo.
Ahora, en mi presente actual, puedo ver una luna roja casi todo el tiempo. Elevado sobre los terrenos prohibidos, los lugares más contaminados después de la última guerra mundial.
Suspiro una vez más. Admirando en silencio, desde el último piso del edificio a la inmensa luna que se ha posicionado justo en el continente el americano. Lucía enorme y poderosa, muy bella para ser destructiva.
Enciendo un cigarrillo y continúo admirando el fenómeno, hasta que, pasado el tiempo, mi auricular suena.
—Ha llegado —me susurra alguien desde la otra línea.
Apagó el cigarrillo y busco mis binoculares modificados para lucir como unos lentes comunes. Desde mi posición, escondida entre las columnas de las grandes lámparas que iluminan el cielo, examinó cuidadosamente al hombre que he estado esperando todo este tiempo. Un capitán de cincuenta y tantos años, formidable y robusto. Capaz de romperte las piernas en un duelo cuerpo a cuerpo.
Aguardo hasta que mi compañero, desde el otro extremo del edificio ponga en marcha parte de su misión, espero pacientemente.
Su misión: obstaculizar la entrada del capitán al edificio principal.
El objetivo de la misión: dar por finalizada la eliminación de ese sujeto.
Al notar el obstáculo en posición, saqué de la bolsa que traía conmigo un arma, preparé las flechas y mi arco, apunté al pecho del capitán y tras definir que no fallaría, disparé.
Una.
Dos.
Tres flechas fueron suficientes para asesinarlo.
Era más sencillo usar flechas para erradicar a los agentes de la CSA, ya que su seguridad era capaz de identificar armas de fuego casi en todos los rincones de sus instalaciones. Y una flecha no tenía las mismas moléculas que un arma tradicional.
Aguardé, escondida en mi posición, con la suerte de no ser identificada y observé como el capitán moría. Sus vasallos corrían a auxiliarlo, pero era demasiado tarde. Mis flechas no eran comunes. Tenían un veneno letal, que contamina toda la genética al segundo de entrar en contacto. Prácticamente, la cadena de ADN se destruía a cada microsegundo. Y tres flechas te quitaban la vida en solo dos segundos. No existía ninguna agencia que supiera que tipo de veneno era, así que para que dedujeran que fue un veneno, jamás encontrarán una pista para hallar al enemigo. Ni siquiera yo estaba segura con que veneno trabajaba.
Quizá la CSA era capaz de identificar armas en cada rincón. Y la seguridad de la División Secreta era extraordinaria. Pero en mi agencia, Mask, era todavía más poderosa.
Capaz de infiltrar a sus agentes y espías en las otras agencias con tal de obtener sus misiones.
Observé a través de los binoculares a mi compañero partiendo sigilosamente del área, era mi señal para retirarse también.
—Lane. Finalizado —advertí desde el auricular a mis superiores y lo apagué inmediatamente.
Teníamos que ser cuidadosos con el más mínimo detalle una vez que hemos finalizado un trabajo, ya que las agencias privadas o gubernamentales, eran capaces de buscar hasta en los rincones más inesperados con tal de encontrar una pista. Y existía una sola cosa de la que Mask no era capaz de lidiar, un arma al que nosotros aún no teníamos acceso. Un arma que era capaz de detener el tiempo en una área cuadrada en tiempo predeterminado.
"Es como si se tratara de una función y tuvieran un control remoto, al presionarlo, todo alrededor de un área programada se vuelve lento. Tan lento que pareciera que no puedes moverte".
Debíamos correr lo más lejos posible, ya que nunca podríamos saber con exactitud cuánto perímetro sería afectado ante el impacto del arma. Sin embargo, antes de poder huir e incluso pensar en mi plan de escape, algo sucedió.
Tuve una fuerte sensación de ser observada, e inmediatamente me di la vuelta con mi arco y flecha en manos, lista para disparar.
Entonces, me sorprendí al encontrar a un apuesto hombre elegante, sentado en la cornisa de la cabina de las antenas, como si no fuera algo peligroso.
Él me observaba con una sonrisa ladina, tenía una mirada misteriosa y me escrutaba de una manera perversa. Bajó de un salto hasta mi posición y yo le apunté con mi arma, dispuesta a atacar. Y preocupada por el poco tiempo que debía tener.
— ¿Quién eres? —Pregunté.
La poca luz de la noche no me ayudaba a identificar el rostro del sujeto.
—No lo repetiré otra vez. ¿Quién eres?
El hombre suspiró y señaló detrás de mí con una sonrisa encantadora.
—Vine a apreciar la luna roja. Pero de alguna manera tú eres más encantadora.
Hizo énfasis en la última palabra, como si hubiese sido capaz de leerme la mente. La alarma de emergencia en todo el cuartel se activó, y vi desde mi posición como una sutil capa transparente se expandía desde una distancia considerada, sería demasiado tarde para escapar si seguía perdiendo el tiempo con ese hombre. Apunté en dirección de su pecho y disparé, pero él fue más rápido y lo esquivó. Me asombré por su agilidad. Era demasiado rápido.
—Creo que llegué en el momento incorrecto al lugar incorrecto, ¿no es así? Casi me matas.
—Si no me dices quién eres en este preciso momento, tendré que hacer algo que te dolerá hasta el alma.
Él volvió a sonreír, como si la idea fuera muy tentadora.
—Así como tú, no puedo revelar mi identidad, señorita —habló—. Soy excelente fingiendo que nada ha sucedido, así que podemos ignorar que nos vimos el día de hoy.
—Eso será imposible —declaró, con mi decisión final, tenía que acabar con su vida en este momento.
Una vez más disparé tres fechas seguidas, pero las tres fueron esquivadas con mucho éxito. Llegó el punto en que me harté de jugar de esa forma, solté mi arma y corrí hacía él para estamparle el primer golpe a su inútil sonrisa. Era como si la situación le resultara divertida. Sin embargo, estaba convencida de que atacaría.
Lo que no esperaba era su forma tan elegante de defenderse de mi ataque. Era capaz de esquivar cada uno de mis golpes y cuando me las devolvía, lo hacía con tanta gracia y sin lastimarme.
— ¿Acaso te estás burlando?
—No quiero herirte, ni siquiera hemos tenido una cita —acotó como si esto fuera algo común.
—Eres un maniático —le digo.
Me preguntaba si él sabía sobre el arma que detendría nuestro tiempo.
Al cabo de unos segundos, comenzó a copiar mis movimientos y los puso en mi contra hasta hacerme caer al piso. Incapaz de moverme debido a sus largas piernas sobre mi estómago y sus manos sujetando las mías, pude estudiar su rostro por la cercanía.
En definitiva, era un rostro muy bello, pero también desconocido.
Pelinegro con ojos de un tono avellana o miel. Y una piel bronceada que solo enfoca sus facciones marcadas en su rostro. Muy varonil.
Pero con una mirada completamente lunática.
—No te preocupes, no recordarás que me viste el día de hoy. Así que ahora...
— ¿Vas a asesinarme?
Volvió a sonreír.
Y cuando creí que acabaría conmigo, se inclinó lo suficiente para acariciarme el rostro con sus manos cubiertas de un guante de cuero negro y entonces sucedió.
Sentí sus delgados labios fríos sobre los míos y todo se puso negro.
° ° °
Hacer un reporte sobre la última misión fue tarea sencilla, explicar el motivo de mi retardo para salir del área fue complicado, ya que no lo recordaba.
Guardé silencio en mi posición, mientras la doctora me seguía haciendo estudios para averiguar qué había sucedido. Lo último que recuerdo era que me estaba retirando de mi posición cuando finalicé mi tarea, y luego, desperté tumbada cerca de la camioneta que me recogería muy lejos del perímetro enemigo.
Lo que resultó muy extraño para todos, fue el hecho de que no supieron de mí por los próximos sesenta minutos y, de repente, estaba frente a ellos. Inconsciente.
Al finalizar los estudios, esperé pacientemente en el cubículo para volver a narrar los hechos que ya conozco. Bebí del vaso con agua, porque tenía la garganta muy seca.
El silencio era molesto, y saber que me observaban por las cámaras y detrás del enorme espejo frente a mí, me resultaba todavía más irritable.
Soy buena siguiendo órdenes y ejecutando mis tareas, pero no era de paciencia muy tolerable.
Cuando creí que tendría que hacer algo al respecto, la puerta se abrió e ingresó un rostro familiar. Con una carpeta en manos, me miró sin expresión y tomó asiento frente a mí.
— ¿Cómo te sientes? —Me preguntó.
—Como un animal de laboratorio —acote irritable.
—Sé que entiendes que es el proceso por la falta de información en ese tiempo.
—Lo sé —respondí enseguida.
— ¿Ya comiste?
Estaba evitando mirarla, pero su inútil comentario me resultaba todavía más molesto. Así que la miré con reproche.
—No trates de ser una dulce hermana y sólo finaliza este caso, tengo mucho trabajo —le hice saber.
Saomi asintió con una sonrisa plana.
—Se determinó que tuviste un trance. Hace poco se identificó que la CSA además de su gran arma, soltó un gas alucinógeno en todo el perímetro apenas sonaron las alarmas, eso debió alcanzarte y tuviste complicaciones. No obstante, llegaste a salvo a la camioneta. Lo que aún no podemos determinar, es si alguien fue capaz de verte.
Un gas alucinógeno.
— ¿Qué dicen los infiltrados?
—Nadie está buscándote. Así que este caso se va a cerrar con la causa mencionada. Pero los demás estarán al pendiente por cualquier cosa. No debemos cometer ningún error, Sienna.
Asiento.
—Soy consciente de ello.
—En fin, hay algo más por lo que sigues aquí. Querían hacerte los estudios correctos para averiguar si ese gas alucinógeno no era contagioso o problemático.
— ¿Y lo es?
Saomi me observa y levanta una de sus perfectas cejas.
—Bueno, sigues igual de irritable, así que no debió tener secuelas.
—Que graciosa —acote.
—El general...
La puerta, abriéndose una vez más, interrumpió lo que fuera a decirme mi hermana mayor. Y al ver de quien se trataba, las dos nos pusimos de pie para presentar nuestro respeto.
Un hombre adulto, cuya afición era planear las misiones más complicadas y ganarlas era su deleite. El general Fredek Kozlov.
—Descansen, soldados.
— ¿Qué lo trae por acá, general? —preguntó Saomi. Y yo guardé silencio hasta recibir órdenes.
Saomi podía ser mi hermana, pero ella era una coronel y su posición era mucho más alta que la mía, por lo que tenía que mostrar mis respetos hacia ella frente a otros individuos.
El general, quien prácticamente nos crió, me escrutó por un momento para luego mirar hacia las cámaras y hacer una señal. Al momento, estás fueron apagadas.
—Agente, Lane —habló—. Tus misiones pendientes serán transferidas. Tengo una misión más importante para ti. Eres la única que será capaz de lidiar con ello, además, tienes la edad perfecta para infiltrarse sin levantar sospechas.
—Estoy a la orden, mi general —acoto.
Pero Saomi no lucía muy convencida al respecto.
—General, no creo que la agente Lane sea apta para esa misión. Sigo recomendando a...
—Coronel, ella es la mejor opción. Además, es capaz de identificar a su enemigo, eso será útil al estar en el campo.
—No tiene suficiente conocimiento sobre el tema importante. Además, todavía sigue siendo una novata.
—Debe darle más crédito, entre todos los novatos, ella ha sido capaz de completar cada misión sin fallas.
—No. Eso era hasta ahora. Se extravió por sesenta minutos, no supimos que sucedió en ese tiempo ni con quien pudo haberse encontrado. Esto será una mancha en su historial. No es apta.
Esto era considerado algo trivial. Pero la simple idea de que hablaran de ti, frente a ti misma, era una tontería muy engreída.
—No quisiera interrumpirlos, pero me temo que estoy en presencia suyo. General, ¿puedo obtener información sobre la misión?
—La División Secreta es nuestro objetivo. Un científico y su artefacto es lo que necesitamos, llegará a instalarse entre dos agencias para continuar con su investigación. Y los terrenos prohibidos estarán involucrados.
Recordé inmediatamente que en pocos meses se harán los exámenes para los nuevos jóvenes que deseen formar parte de la agencia. Sucede cada cinco años. Y en efecto, yo tengo la edad perfecta para calificar al examen.
Veintiún años recién cumplidos.
—Quiero hacerlo —acotó.
Saomi me da una mirada dura, suficiente para hacerme saber que no quiere que continúe hablando. Sin embargo, el general asiente, complacido por mi iniciativa.
—Entonces se hará así. Presentante ante la agente Alba, ella te dará las instrucciones de acuerdo con el plan. Eso sería todo, soldados. Nos veremos en la sala de operaciones en dos horas.
El general nos dejó a solas. Y yo me limité a dar una mirada tranquila a mi hermana.
— ¿Sería todo, coronel? Tengo que ir con la agente Alba para obtener el reporte de mi nueva misión.
—Eres una tonta —me refunfuñó—. Está misión no está, ni tiene los planes concluidos, ni siquiera tiene posibilidades de éxito considerables, es arriesgado, te pido que lo reconsideres, Sienna.
—Si es complicado, esas son las mejores —acotó sonriéndole.
—Sienna —me llama antes de que salga de ahí—. Todavía no tienes los conocimientos básicos de lo que te vas a enfrentar si decides ir.
—Bueno, entonces dímelas.
—Yo no puedo revelar ni un detalle, a menos que los superiores lo permitan.
—Entonces es información que no es importante para esta misión, ¿no es así?
—Es una prueba, lo sabes.
—Y por eso haré mi mejor esfuerzo para demostrar mi lealtad. Si encuentro riesgos en el proceso, me las arreglaré para continuar con el plan y saldré ilesa. Eso dalo por hecho.
—Sabes que no te dejaré en paz —acotó—. Si decides ir a esa misión, iré detrás de ti con la más mínima incomunicación que presente.
Sonrió abriendo la puerta.
—Lo sé. Por eso tengo confianza en que lo lograré. Te tengo como respaldo, ¿no es así? Nada malo podría suceder contigo cubriéndome las espaldas.
Les dejo la canción de abajo, si lo escuchan entenderán la razón por la que es perfecta para este personaje. Alerta de spoiler.
Madison Beer and Kim Petras: Villain
https://youtu.be/tzug3Dm37NQ
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