02: El primer ensayo
—¿Ya terminaron con su lamentable saludo? —La cabeza desproporcionada de Jimin se interpuso entre los dos, mostrándome su cara tan amable como un mosquito—. Sabes que no quiero herir más a tu pobre corazón, así que por favor se amable con mi intento de piedad y vuelve a tu posición.
Recogió la carpeta sin la necesidad de tocar el suelo gracias a sus filosas uñas que le sumaban puntos a su fantástica personalidad, siendo claramente sarcástica, esos papeles que salieron disparados los sacudió olvidando lo ilegibles que habían quedado, al caerse en los charcos de agua.
Mis inmensas ganas de querer llorar regresaron junto a los gimoteos contra los que perdí para que no se escucharan, mis ojos se empezaron a irritar desde que olvidé frotarlos con delicadeza, mientras mi tranquilidad evitaba estar cerca. Estaba harta de soportar las faltas de respeto de Jimin y sus alumnas. Tenía un mes sin venir aquí porque la armonía se iba extinguiendo en mi cabeza, no podía dejar que lo rosado se hiciera oscuro debido a estar en un lugar donde no me permiten ser yo. Para mi mala suerte, esta academia era de las únicas profesionales que se encontraba en Monterrey, con el fin de llevarme a la fama soportando los riesgos, y en mi caso: ambientes.
—Te vas a lastimar —Una de las suaves manos de Xam cayó arrastrando la mía, lejos de mi cara—, no te sientas mal por llorar.
—Lo siento, ahora tienes una mala impresión de mí, has de creer que soy una tonta sentimental.
—No estás hablando en serio, ¿verdad? Tu maestro habló por ti sin dejarme escuchar tu voz, no me puedo hacer una idea si no me deja conocerte por mi cuenta.
—No te pierdes de nada.
—Yo creo lo contrario, me encantaría descubrirlo —Con una sonrisa lánguida suspiró acercándose hasta poner su mirada a la altura de la mía, considerando que yo estaba por encima de su altura, la distancia era mínima al igual que el volumen su tono—. ¿Puedo contarte un secreto?
—Eso creo.
—Eres muy bonita, aunque de seguro eso te lo han de decir muchos, nunca está de más reconocerlo.
Me quedé quieta viendo sus ojos azules, diminutos para representar un mundo y grandes para fijarse en una sola persona, ¿cómo era que de todas las chicas prefirió hablarme a mí? Sí las cosas que hacía iban de mal en peor. Quizás él tenía razón de que los chicos me decían un montón de palabras lindas, según ellos, pero la verdad era que no lo hacían con intenciones agradables. Xam se apartó buscando mi mirada hasta hacerla entrar en razón tras la mueca divertida que hizo, arrugando su cara.
—¿Te encuentras bien?
—Me tomaste por sorpresa.
—Creo que no eres la preferida de la clase —Dos hoyuelos adornaron los lados de sus mejillas al cambiar el tema con facilidad—, ¿tus compañeras y el profesor te ven así todo el tiempo?
—Sophie, la chica del cabello castaño y rojizo, se convirtió en mi amiga el primer día que entré aquí. La que está al lado de la morena se llama Camila, a veces está de su lado y otras veces del mío. Y la rubio, bueno de ella no sé mucho.
—Es Valeria, ¿no?
—¿Cómo lo supiste?
—Llegamos a compartir la secundaria en una ciudad lejana.
—¿Son amigos?
—Algo así —Asintió apretando los labios—. Desde mis seis años me obligaron a no formar parte de nada, mis sueños no tenían por qué estar solo en este planeta, ¿entiendes? Tengo once casas, diez departamentos, una mansión y dos remolques escondidos en el mundo. A este punto, aún no me es fácil encajar en ninguna parte.
—¿No naciste en Monterrey?
—Los Ángeles, sí, soy un gringo.
—¿Por qué no te quedaste? ¡Tendrías más oportunidades!
—¿Cómo te llamas?
—Isabella Reyes.
—Isabella —repitió saboreando cada letra—. Ni por ser el país más rico te asegura un futuro, créeme que lo sé más que nadie.
—¿Entonces te irás de aquí?
—Por ahora no tengo planes de hacerlo.
—Eres impresionante hablando español. Si no fuera por tus ojos, la piel bronceada y el oro en tu cabello, diría que eres mexicano.
—No es la primera vez que me lo dicen —Soltó una risa ronca y elegante que olía a billetes en fajos—. Sé adaptarme, o eso tuve que aprender por mi padre.
—¿Es estricto contigo?
—¿Se nota?
—Un poquito —Entonamos nuestras risas, Xam continuó disminuyéndola y así poder hablar.
—Me dijo que la vida tenía cambios poco favorecedores, a menos de que la suerte estuviera a mi lado, porque era mejor no quedarme con lo primero o lo fácil.
—Yo estaría harta de viajar.
—Yo no —incluso las palabras cortas en él se oían largas—, lo mío es aprender. No hay mejor forma que conociendo otros lugares, ¿no?
—Pero no te ves como un nerd.
—¿Por qué lo dices?
—Son feos.
—¿Me llamaste atractivo?
—No, no, no —El sudor frío se escurrió por mi piel que deseaba que no fuera visible—. No, no quise decir eso. Los nerds usan lentes y ropa nada estética, solo que tú—
—Relájate, estoy de broma.
Apreté mi boca y mis cejas cuando se volteó tras su espalda, desvaneciendo la risa que me ofreció al mostrarle los dientes a sus compañeros, me agarró la mano poniendo mi cuerpo justo enfrente de su posición en la banda y pegó una palmada en hombro.
—Quédate cerca.
—Aquí te caíste.
—Será un ganar y ganar.
—¿Vendrás a patear los botes antes que yo haga?
—¿Y caerme otra vez? Nop, gracias —Se inclinó ajustando el micrófono a la guitarra, y sin despegar su atención de mi entumecido cuerpo, una sonrisa juguetona se apoderó de sus delgados labios—. Quiero sentirte cerca de mí.
A penas pude soltar un poco de mi aliento cuando el profesor apareció en el centro meneando sus caderas, como era costumbre, sacudiendo aquel tutú esponjoso del que sacó dos banderines rosas para agitarlos por arriba de la cabeza, después de jalonear el brazo de Kevin.
—¡Chicos de la guitarra! El piso está tapizado de botes, ¡por favor no se caigan!
Las raquetas tronaron entre sí dándole entrada a la guitarra de Santiago. Me giré en busca de Xam y era tanta su concentración en tocar las tres cuerdas que todavía funcionaban que no se percató de mi mirada, siguió intentando esquivar las astillas. Aún no lograba escucharse, pero de seguro nadie se iba a dar cuenta gracias al muchacho que entró con un estupendo vibrato desde su garganta. Casi al instante devolví mi atención a los espejos en los que alcanzaba a ver nada más mi hombro, le resté importancia y me puse en la posición que no nos había costado demasiado, contando que solo era el inicio.
Jimin aventó el listón atrapándolo de vuelta, en forma de señal y entonces, las bailarinas llevamos acabo la coreografía un par de veces, hasta que alguien se equivocaba en un paso y nos obligaba a empezar de nuevo. Di un brinco en el aire esperando caer en split cuando el teléfono de la pared interrumpió el ensayo. El tal Kevin metió sus ojos en el celular con las cejas fruncidas, sobre ese odio que inflaba sus mejillas a las que Jimin les ofreció una risita yéndose de puntillas a la oficina después de agarrar el aparato. Me alegraba que hayamos parado, ya que era el momento de hacer un paso que todas aprendimos ayer y que, por supuesto ya lo sabían al derecho y al revés, excepto yo.
Froté ambas manos en la tela dura y me di la oportunidad de sentir aquel clima húmedo que la lluvia nos había dejado desde días atrás. En las ventanas aún podía ver el ambiente sin quitar las marcas húmedas de vapor, el aire pegajoso entrando a las instalaciones nos alejaba el frio y el calor, dejando escuchar las chispitas que ahora solo goteaban del filo del techo hacia afuera. El silencio escapó de prisa de la cara indiferente de Victoria y las otras chicas que al menos disimulaban una sonrisa.
—No me queda claro a qué vienes si odias estar a un lado mío.
—Te iba a pedir perdón.
—¿En serio? —pregunté incrédula.
—No —y Victoria contestó usando la misma expresión—. Camila me contó el plan que tienen para descubrir al profesor. No me caes nada bien, pero no me molesta verlas actuando en apuros.
—¿Nos vas a ayudar?
—Los sábados salimos desde las cuatro de la madrugada hacia el bosque —Tomó aire y se giró a explicarle a las demás, ¿cuál era su necesidad de pretender que yo no estaba aquí? No la entendía—. Yo no me sé el camino completo porque me la paso dormida en el viaje, igual y pueden ir detrás de nosotros, no las voy a delatar.
—¿El profesor va con ustedes? —preguntó Sophie y la morena le respondió con un «si» aceptable—. ¿Cómo iremos? Es peligroso que andemos solas en un lugar boscoso.
—Estoy de acuerdo en eso —dije.
—Y no tengo la licencia de conducir.
—Yo no tengo carro —continuó Camila.
—¿Y Victoria? —Tenía que haber una forma menos arriesgada—, ¿no convives lo suficiente con Jimin para saber lo que oculta.
—¿Me ves con cara de quererte contar, Isabella?
—Bue—
—Las llevaría yo, pero tengo que estar en el viaje —Victoria me cortó el tema.
—¿Y si nos prestas tu carro?
—Eso no —y más tarde forzó la mirada en Camila.
—Te prometo que no lo volveré a chocar.
—Olvídalo.
—Vamos, la última vez te lo pagué todo.
—¡Tengo una idea! —Me separé del cristal buscando a la banda—. Ellos nos pueden ayudar.
—No creo que lo hagan sin condiciones.
—Les ofrecemos a Victoria y ya está —soltó Camila ignorando la intención con la que lo comentó—. Es la más linda de nosotras.
—Yo opino que Valeria —continuó Sophie, compitiendo.
—Me reúso —tartamudeó retrocediendo la rubia—. No quiero ir al bosque y no quiero ser parte de sus planes maquiavélicos.
—¿Maquia... qué?
—Maquiavélicos —repitió—. Es mejor que busquen a alguien más que los ayude.
—Fácil —le dijo Victoria haciéndole saber que sería una tarea sencilla—. Si no vienes con nosotras te irá peor de lo que imaginas.
—Supongo que le diré al profesor que están elaborando algo para espiarlo.
—Valeria, no —Acaricié sus delicados dedos y su mirada se centró deprisa en mi acción—. Sé que nunca estás del lado de la malo, y que todo de ti está lleno de purpurina, pero por favor... no le vayas a contar nada.
—Eso me convierte en su cómplice y yo no, no podría —Las delgadas cejas fruncidas le adornaron su rostro que, explotaría pronto si no la ayudaba a encontrar la calma por el color rojizo—. Tengo hermanas con mentes desquiciadas, y luego está la única buena, a parte de mí: tan diferente a ellas, ¿tienen idea de cuánto lidio a parte de la escuela?
—No te hará malvada, solo es tu compañía.
—¿Saben la presión que tengo de tener que ser cuatrillizas? No puedo meterme en más problemas si siempre pensaran que soy yo, porque las muy astutas me echan la culpa.
—Nadie sabrá nada —aseguré—. Y si pasa... yo me haré responsable.
—Por Dios, ¿y tú qué puedes hacer?
—Ya se me ocurrirá.
—Victoria tiene razón —Camila agachó sus ojos disminuyendo el tono del volumen—. Si haces eso, seguirá sin haber nada que les muestre que Valeria es inocente.
—Escuchen—
—¿De qué se trata ese plan tan sigiloso que están haciendo? —El aliento de su voz voló hasta desvanecerse detrás de mis orejas, analicé sin pestañear cuando sus carcajadas aparecieron, era el otro chico de la guitarra—. ¿Me van a contar?
—Te llamas Santiago, ¿verdad? —Fui en su dirección al ver la cara de espanto de las chicas, y asintió con una tierna expresión—. ¿Desde hace cuánto nos estabas oyendo?
—Déjame ver —Relamió sus labios relajando su cabeza sobre mi hombro—. Irán a un viaje a espiar a su maestro, ¿quién llevará el vestuario de Lucy y quién de los Minions?
—Me pido a Gru —Un muchacho se le echó encima de los hombros a Santiago con una sonrisa llamativa, que le hacía equipo a su tono juguetón.
—Te queda, en especial por lo calvo.
—¡No estoy calvo! Lo dices por envidioso.
—¿Envidiar tu calvicie? —Rodó los ojos con una sonrisa y nombró—Xam, ven acá.
Oh no, no le había contestado a su última oración y no me gustaría que la nombrara enfrente de las bailarinas y los músicos, quería evitar los problemas o las burlas. Me abracé rascando mis brazos y por el rabillo alcancé a ver a Xam, caminando mientras apagaba y guardaba su móvil en el pantalón.
—¿Hmm?
—Me alegra que le hayas puesto ese reto a Jared.
—Quiere ser militar, ¿no?
—No te quedas atrás —Jared golpeó en el aire y Xam detuvo los puños con facilidad—. A la próxima seré yo el que te quite tus rizos bebés.
—¡Todos queremos la revancha! —Santiago le despeinó el cabello a Xam, dirigiéndose a nosotras—. ¿Qué dicen? ¿Lo quieren pelón?
—¡Siii! —Sophie y Camila gritaron con las mejillas coloradas.
—Eso no las va a salvar, ¿qué planean? —retomó el tema anterior, haciendo que las entusiasmadas bajarán la cabeza y Victoria fingiera tener algo interesante en su celular, otra vez.
—El viernes a las cuatro de la madrugada vamos a vigilar a Jimin, en un viaje hacia el bosque —tomé la cabeza y me aferré al valor para responderle, ignorando las miradas de mis compañeras.
—¿Para qué?
—Queremos ver si el profesor oculta algo.
—¿Y vas a ir sola? —ese fue Xam, serio y directo.
—De hecho, estábamos buscando a alguien que nos pudiera llevar y tal vez acompañar —Las rodillas de Sophie se encontraron en lo que sus ojos arrugaban toda su expresión—. ¿No quisieran venir?
—No, no —Santiago saltó—. Tengo planes.
—Yo tengo que preparar mis maletas, voy a salir de la ciudad.
—¿Tú? —Victoria se cruzó de brazos con la mirada fija en Xam.
—No.
—Son un desperdicio —le regresó.
—¿Y si agregamos un poco de diversión?
—Te escucho...
—Camila —se presentó antes de seguir—. ¿Qué les parece si llevamos bocadillos y bebidas, hacemos un picnic y la pasamos genial?
—¿En el auto?
—¡Si! —chilló ella—. ¿Quién se apunta?
—Está bien, me convencieron —Santiago se acercó con una sonrisa—. Yo me apunto, si hay cerveza.
—Pero mi viaje...
—¡Hazlo volar lejos y diviértete! —Camila le mostró su mano y él no lo acepto rápido, pues Xam y la atención a Jared vinieron enfocándose a cada una de nosotras.
—No lo podemos descuidar. El primer día tendremos una prueba.
—Si, bueno. Podemos estudiar en el avión.
—Será corto el viaje.
—Nunca nombramos un avión.
—¡Yo voy! —al final Jared tomó la mano a Camila—. Vamos, Xam.
—No.
—Valeria y Xam son tal para cual —lo agrio era típico de Victoria.
—Nos caería muy bien que vengas, Xam —y de pronto ya me encontraba diciéndole, no sé si por el hecho de que los compararon a los dos o por cómo no me estaba mirando.
—Pero nece—
—Puedes estudiar un poco allá.
—¿Estás segura?
—Te puedo ayudar.
Soltó una carcajada acariciando mi hombro.
—¿Estás hablando en serio?
—Muy en serio —dije tan seria que su cara de diversión se le esfumó provocando una risita en mí.
—Entonces, quiero ir contigo.
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