Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. R.E.M


Narra Ana

Le dedico una pequeña sonrisa a Rike cuando éste se percata que me estoy acercando a él.

Hoy es el día en el que tenemos que entrevistar a varios influyentes de las redes sociales. Y, como Rike también forma parte de la sección a la que me acaban de ascender, él seguirá siendo mi compañero de trabajo.

—¿Cómo estás? —le pregunto, después de saludarnos brevemente.

—Ansioso. Ya me apetecía hacer entrevistas de nuevo, ¿y tú?

—Nerviosa —sonrío—. Hoy es el primer día que hago esto.

Sonríe ampliamente.

—Es cierto, hace unos días te ascendieron, ¿cierto? —asiento—. ¿Habías hecho antes con el periódico?

—Va a ser la segunda vez que entrevisto a alguien de manera oficial —afirmo.

—La primera fue el día de la gala, ¿no?

—Sí. Me gustó la experiencia, aunque esa noche fue un poco... intensa —termino por decir.

Rike asiente antes de quedarnos en silencio.

Caminamos hacia su coche, el cual se encuentra en el aparcamiento subterráneo. Hemos quedado en que íbamos a ir de esta manera.

Busco el lugar donde tenemos que reunirnos con los entrevistados. Cuando lo encuentro, se lo comunico a Rike, mientras le voy indicando el camino. El representante de ellos nos ha reservado una cita donde, en la dirección que nos ha otorgado, en un gran edificio. Debe de ser donde están muchos de los estudios, oficinas o salas de reuniones para estos casos.

Los primeros minutos de trayecto se pasan en silencio. La música resuena de manera suave. Miro por la ventana, distrayéndome con el paisaje, aunque lo conozco a la perfección.

—¿Sabes? —La voz de Rike consigue sacarme del ensimismamiento para, al momento, mirarle—. El equipo en el que está tu novio es uno de mis favoritos —confiesa, intentando sacar tema de conversación para romper el silencio.

Le miro con sorpresa.

—¿En serio? Tiene gracia que también sea el mío —ríe.

—Es más gracioso que ahora estés saliendo con uno de ellos.

Hago un pequeño gesto para restarle importancia.

—¿Cuál es tu jugador favorito del equipo? —cuestiono,

Sus dedos tamborilean en el volante mientras que veo que su rojo empieza a enrojecer .

—De hecho, Alexander es uno de mis jugadores favoritos —afirma.

Abro los ojos, sin esperarme su respuesta. Es bastante irónico que su jugador favorito sea el hombre con el que yo tengo que fingir que me gusta y que, además, se supone que es mi pareja.

—Bueno, entonces quizás puedas hablar con él cuando terminemos el trabajo —le observo.

Rike me mira, confuso.

—Va a venir a recogerme —le aclaro.

Comienza a abrir la boca lentamente.

—¿En serio? —asiento—. Entonces, solo espero no delatarme mucho —bromea.

Sonrío.

—Tranquilo, a mí me paso algo parecido cuando conocí el domingo a Levi —le tranquilizo.

Rike alza ambas comisuras de sus labios, divertido.

—Que suerte.

Me encojo de hombros.

Si él supiera

Durante el resto del camino, Rike se anima a contarme sobre cómo conoció al equipo y por qué le gusta tanto el deporte. Le escucho, atenta a sus palabras. Parece ser que tenemos más cosas en común de lo que pensaba.

Quedan alrededor de tres minutos para llegar y Rike ha empezado a buscar un lugar para aparcar en una calle menos concurrida. Mis ojos recorren cada esquina de la zona. No había estado por aquí antes.

A ambos lados hay pequeñas casas de tres plantas, unas junto a las otras, de forma que hacen una gran línea de viviendas. Al igual que, cada pocos metros, hay un pequeño árbol a cada lado, lo que hace la calle mucho más bonita.

Ya hay bastantes coches que también han optado por estacionar aquí sus coches, por lo que vamos a tener que ver si nosotros también tenemos suerte.

Como si alguien hubiera escuchado nuestros deseos, a pocos metros delante nuestra, hay un sitio libre. Rike no tarda en aparcar.

Coloco el bolso en mi hombro y el micrófono junto con la libreta en mano y, poco después, abro la puerta para salir. Cuando mi compañero se pone a mi lado, me doy cuenta que lleva colgada una gran bolsa sobre el hombro. Ahí es donde debe guardar la cámara para que no haya ningún percance y se rompa.

—¿Vamos? —asiento brevemente—. Estamos a diez minutos del edificio. Hoy no nos libramos de andar —bromea y yo sonrío.

—Mi ejercicio del día —agrego.

—Ya somos dos —sonríe.

No tardamos en llegar a la dirección que nos indicaron por el mail. Al entrar, abro la boca lentamente. El interior, la entrada en específico, es mucho más grande de lo que había imaginado. El suelo es de mármol y las paredes blancas. Apenas hay decoración más que varias macetas con grandes plantas en algunas esquinas y algún que otro cuadro que no alcanzo a ver.

Rike es el primero en acercarse hacia una pequeña recepción que se encuentra enfrente nuestra. No tardo en seguirle. Él se encarga de mostrar a la mujer que lo atiende la cita que nos han asignado, así como quién ha sido y el motivo en el que nos han convocado a venir aquí. Ella le escucha atenta y yo me limito a quedarme en silencio.

Minutos después, la chica llama al representante, con el que estuvo en contacto con nosotros, para hacerle saber que ya estamos por aquí.

Nos giramos a la vez cuando alguien capta nuestra atención. Un hombre alto, algo mayor y vestido de traje, nos dedica una sonrisa amable. Debe de ser él.

—Buenas tardes, chicos, siento el retraso. Acompañadme —dice a la vez que acompaña un breve gesto con la mano para acompañar sus palabras.

Rike y yo nos miramos brevemente antes de ser la primera de los dos en empezar a caminar. Agarro la libreta y el micrófono en el proceso, como si de alguna forma se me pudiera resbalar, fruto de los nervios que han comenzado a crecer. Nunca había hecho esto. Al menos, no dentro del periódico.

Pero saber que este es un pequeño paso a lo que tanto había deseado desde pequeña, consiga que una pequeña energía recorra todo mi cuerpo.

Me merezco todo lo que me está ocurriendo.

Esto y mil cosas más que sé que están en proceso de que lleguen a mi vida.

Nos adentramos en un ascensor mientras que el hombre nos comienza a explicar un poco sobre la compañía de representantes en la que él trabaja. También nos comenta sobre cómo, las personas que vamos a entrevistar, están deseosos de que lo hagamos. Parece ser que son jóvenes y, poco a poco, se están abriendo en este mundillo.

Cuando salimos del ascensor, me percato de que hay un largo pasillo a ambos lados. El hombre les dirige por la derecha y me doy cuenta de lo familiarizado que está con este lugar por la forma en la que camina y se orienta como si fuera su casa.

No tarda en pararse frente a una puerta en específico. Se hace a un lado para que podamos pasar. Lo primero que me fijo al entrar es la forma en la que está tan bien iluminada. No hay tantos muebles, solo los suficientes como para realizar las entrevistas a la perfección, pero los sillones que están acomodados en el interior, los cuadros colgados o la distribución en general, consiguen crear un ambiente cálido y acogedor.

Tal y como pensé, los chicos, a los que vamos a entrevistar, son mucho más jóvenes que nosotros. Calculo que pueden tener alrededor de dieciocho y diecinueve años. Bastante jóvenes como para haberse adentrado tan temprano a este mundo.

Pero, como siempre, hay que destacar que el talento no entiende de edades y se puede encontrar a gente increíble que tiene una corta edad.

Cuando ellos posan sus ojos en nosotros, les dedico una amplia sonrisa, intentando tranquilizarlos y que se sientan, desde el primer momento, cómodos conmigo.

—Buenas tardes, soy Ana, una de las que os va a entrevistar ahora, junto con mi compañero Rike —le señalo mientras que les hago una breve presentación.

—A ti te conozco —sonríe ampliamente una de las chicas.

Ahora mismo, más bien, quién no me conoce.

—Suelo leer los artículos que publicas. Me gusta la forma en la que te expresas a través de las palabras —añade.

Le dedico una amplia sonrisa.

—Es todo un halago para mí —respondo con total sinceridad.

Creo que jamás se me había pasado por la cabeza recibir ese tipo de comentario, pero parece que siempre me terminan sorprendiendo.

—Ella se dedica a difundir información y dar su opinión de todos los temas a través de las redes sociales. Quiere concienciar a la población de las injusticias y lo que va ocurriendo en el día a día —agrega uno de los chicos.

La chica no dice nada cuando le mira, pero no tarda en posar sus ojos en mí.

—Eso está muy bien, siempre viene genial que haya más personas siendo capaces de pronunciar su opinión en voz alta sin miedo a lo que puedan opinar los demás —le sonrío.

Ella me devuelve el gesto al instante y asiente. Parece contenta por mis palabras.

—También has salido mucho por las redes y las noticias —comenta otra.

—Aún estoy valorando si eso es bueno o malo —consigo hacerles reír.

Dejo que nos pregunten sobre nuestro trabajo o alguna experiencia yendo a entrevistar. Me doy cuenta que, conforme van hablando con nosotros, más cómodos se sienten. Y eso es muy positivo ya que, cuando vayamos uno por uno haciéndoles la entrevista, saldrán más fluidas las preguntas y respuestas.

Conforme va pasando el tiempo, mucho más agusto me siento con ellos. Todos son muy amables y cada uno tiene su encanto, pero cada uno es completamente diferente al otro. Pero, de alguna forma, las interacciones que he visto durante la tarde entre ellos, se complementan muy bien. No estoy muy segura de que se conocieran de antes, pero, por la conexión del grupo, parece que sí.

Tres horas después, nos despedimos de los chicos con una sonrisa. No me esperaba que la tarde fuera tan entretenida. Pero, la verdad, es que me ha gustado.

Esto me hace reforzar la idea de que estoy haciendo lo que me gusta.

Con una sonrisa en el rostro, saco el teléfono del bolso al ver que me ha llegado una notificación.

Capullo engreído: Estoy en la entrada.

Abro los ojos al instante. ¿Cómo que está en la entrada? La idea de que pueden reconocerlo y que, además, me esté esperando, consigue que los nervios salgan a flote.

Que irónico que no quiera que los periodistas tengan el ojo puesto en mí cuando yo soy una de ellas.

—¿Ocurre algo? —cuestiona Rike a mi lado, mientras salimos del ascensor.

Le miro brevemente.

Creo que sí se ha percatado, teniendo en cuenta que me he quedado callada cuando he mirado al teléfono.

—No, tranquilo. Es Alexander, está en la entrada.

Por la forma en la que Rike me mira, ahora es a él a quién le ocurre algo. Parece que está nervioso. No puedo evitar sonreír, divertida.

Cuando salimos, hay varias personas que le han rodeado. Suspiro, exasperada.

Maldito Alexander.

En vez de quedarse en el interior de su coche, tiene que quedarse en la calle, frente a la puerta por la que yo tengo que salir.

Suspiro y dejo que sea Rike quien salga primero. No tardo en seguirle.

Alexander primero fija sus ojos en mi compañero. Este, inevitablemente, entrecierra sus ojos en su dirección. Creo que intenta saber quién es o si lo ha visto antes. Segundos después, posa su mirada en mí mientras que camino a su encuentro.

Le dedico una amplia sonrisa a Alexander cuando lo tengo enfrente de mí. Su brazo no tarda en rodear mis hombros y atraer mi cuerpo contra el suyo. Me pongo de cuclillas para darle un beso en la mejilla.

—¿Cómo ha ido? —pregunta lo suficientemente alto como para que los demás le escuchen.

Pongo mi mano en su pecho antes de separarle, sin apartar mis ojos de los suyos.

—Muy bien. Ha estado genial. Ahora te vas a entrenar, ¿cierto? —Asiente.

Alexander no tarda en desviar la mirada hacia la persona que está detrás de mí. Sé a quién mira al instante.

—No le asustes —le susurro solo para que él me escuche.

—¿Tu eres el compañero de mi chica? —pregunta este de manera brusca, ignorándome, sin dejar de mirarle.

Rike asiente, nervioso. Parece que a él le pasa lo mismo cuando conoce a alguien.

—Él es fan del equipo. —Intento evitar a toda costa que esto se vuelva incómodo o que se ponga en modo gruñón con él.

Alexander alza ambas cejas.

—¿En serio? —le pregunta. Rike termina asintiendo.

Le doy un pequeño codazo a Alexander de manera disimulada. Ya bastante mal lo está pasando Rike por estar junto a él, como para que ahora le intimide.

Cuando me mira, parece captar lo que le digo. Entrecierra los ojos en mi dirección antes de volver a mirarle.

—Eres su jugador favorito —comento, en voz baja, para evitar que esté demasiado gruñón con él.

Alexander no tarda en cambiar su expresión intimidante a una sonrisa ladeada.

—¿Fuiste al último partido? —le pregunta.

Rike no tarda en negar.

—No pude, pero luego lo vi por la televisión. Marcaste muy buenos puntos.

—Gracias. Esa tarde estaba inspirado. —Me mira de reojo antes de alzar sus cejas.

Formo una sonrisa actuada.

—Llevaba tu camiseta. Ahora soy tu amuleto —bromeo.

—Te llevaré a cada partido de lo que queda de temporada, entonces.

—Eso espero. —Apoyo de nuevo la mano en su pecho, con un intento de coqueteo.

Pero, a quien quiero engañar, yo no sé coquetear.

Rike y Alexander se quedan hablando unos minutos más y, después de hacerse fotos con las personas que se han acercado, ambos ponemos rumbo a su coche.

Él camina a mi lado, en silencio, pero parece tranquilo. Últimamente lo veo de esa manera. Aunque, bueno, siempre se termina poniendo en modo gruñon conmigo.

Aún no tengo claro por qué. Se supone que yo tendría que estar de esa manera con él por la forma que me trató cuando hablamos por primera vez.

Pero es mejor hacer lo que he estado haciendo ahora: limitarme a molestarle.

—¿Por qué has sido al principio tan borde con él? —rompo el silencio conforme nos vamos acercando a su coche.

—Yo no he sido borde. —Me mira brevemente mientras que caminamos hacia dónde ha aparcado el coche.

—¿Cómo que no?

—No me he comportado como tú dices —me mira brevemente para, poco después, alzar las cejas.

—Como digas.

Alexander no vuelve a decir nada más. Casi puedo decir que ignora lo último que le digo para no iniciar una posible discusión. A pesar de ello, se coloca frente a la puerta del copiloto para abrirla y hacerme un gesto para que entre. Le hago caso.

—¿A tu casa? —cuestiona, cuando se acomoda en el asiento.

Él alza una ceja ante mi silencio, esperando para saber a donde me tiene que llevar.

—He quedado en el centro comercial, pero no hace falta que me lleves. Puedes dejarme en casa e ir en mi coche.

Alexander no contesta a mi propuesta. En cambio, se mantiene en silencio y arranca el coche.

—¿Ahora vas directo a entrenar? —pregunto, curiosa. Hace unos minutos hemos dejado atrás la zona donde está el edificio al que yo había ido para hacer las entrevistas.

Asiente.

—¿Por qué tan tarde? —cuestiono mientras que guardo la libreta en el bolso y dejo el micrófono en mi regazo.

—Para tener el día libre para posibles entrevistas u otro evento. Aunque, en mi opinión, prefiero entrenar antes y así pasar el resto del tiempo tranquilo en mi casa.

—Tienes la vida un poco ajetreada, sinceramente —comento.

Me mira de reojo y se acomoda en el asiento.

Creo que está pensando lo mismo que yo: llevamos intercambiando más de tres frases seguidas y no nos hemos puesto a discutir.

Esto es un gran avance.

Aunque tenemos que hacernos a la idea de que vamos a pasar más tiempo de lo que esperábamos, juntos. Ya sea por eventos o "citas" planificadas a propósito y con antelación.

Alexander se adentra en la siguiente calle a la izquierda, por lo que estamos a punto de llegar a mi destino. Cuando ya me he desabrochado el cinturón, cuelgo el bolso de mi hombro derecho y coloco la mano en el manillar, dispuesta a abrir.

—Acuérdate de nuestra cita el sábado, princesa. Me tendrás puntual en tu casa —comenta y yo asiento.

No tardo en cerrar la puerta para caminar hacia el centro comercial donde Lilia me espera.

Creo que, lo que Alexander no sabe, es que tengo muy presente lo de este fin de semana.

Debo de quitarme la entrevista con él lo antes posible.


........................

Holaaaa!!!! ¿Qué tal el capítulo?

No me ha dado tiempo a revisarlo, por lo que puede que se me haya pasado alguna errara <3

¿Qué os está pareciendo la historia? :)

Nos vemos la semana que viene <3

instagram: teenagerwriter_

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro