Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6. SUPERNATURAL

Narra Ana

Tal y como Alexander me dijo, me espera a que salga del edificio para poder ir a donde se va a celebrar el partido.

Inevitablemente, llevo pensando en esto toda la semana, desde que me mandó un mensaje para indicarme todo lo que tenía que saber sobre hoy.

Lo único bueno que puedo sacar de esto es que no le he visto en estos días, hasta hoy.

Y es un alivio, porque ahora no nos pueden ver discutiendo, por lo que espero que tengamos una pequeña tregua. Además, no me apetece discutir con él.

Otra razón por la que llevo tiempo pensando en hoy es que voy a ver a mi equipo favorito, independientemente que Alexander forme parte de él. Hace mucho tiempo que no voy a un partido de ellos ya que, por trabajo, siempre coinciden con esas fechas.

Este año he tenido la suerte de que no sea así.

Además, lo único que puedo sacar, como beneficio de salir con Alexander, es que, al ser su novia, tengo un asiento en un lugar distinto, justo en la zona de reservado para familiares o amigos de los jugadores, en el palco.

Algo bueno tenía que sacar de esto.

Camino con seguridad hacia donde se encuentra Alexander, quién me espera apoyado en su coche. Aprovecho, sin que se de cuenta, a analizar su atuendo. Lleva una gorra y una camiseta corta negra que se ajusta en sus brazos, marcando mucho más sus músculos. Cuando desvío la mirada hacia abajo veo que lleva un pantalón de chándal gris.

Alzo la mirada con rapidez cuando me percato que me está mirando. Actuo como si nada, como si no le hubiese analizado de cabeza a pies.

Empiezo a reducir mis pasos hasta que quedo cara a cara con él.

—Buenas tardes, querido novio —le digo a modo de saludo para molestarle.

—Princesa —me devuelve él. Pongo los ojos en blanco al escuchar el apodo—. Veo que te has levantado hoy con buen humor.

—Voy a ver a mi equipo favorito jugar, ¿tú qué crees? —Mientras que hablo, camino hacia el otro lado del coche para poder adentrarme en la parte de copiloto.

—Vas a verme a mí —responde con burla.

—Eres la última persona que voy a mirar. —Entrecierro mis ojos en su dirección.

Me dedica una sonrisa burlona antes de arrancar el coche y ponernos en marcha, rumbo a donde van a jugar.

—Ya, claro.

Resoplo al escuchar su respuesta y decido ignorarlo girando mi cabeza para mirar a la ventana. Apoyo la mejilla en mi mano e intento tranquilizarme. Los nervios no se han desvanecido aún. Sigo teniendo el presentimiento que hoy va a ser de todo menos tranquilo.

Me giro para mirar a Alexander cuando algo aparece en mi mente.

—No se supone que tienes que ir en el autobús del equipo? —cuestiono, rompiendo el silencio.

Odio que lo haya.

Me mira brevemente antes de volver los ojos al frente.

—Se supone. Pero es una buena idea que aparezcamos allí los dos juntos. Los demás partidos ya iré con los demás —asiento.

No aparto los ojos de él, atenta en la forma en la que su rostro se muestra relajado. Espero que también piense que hoy va a ser una tregua entre ambos. Sin discutir ni atacarnos el uno al otro.

—¿Cómo vamos a oficializar nuestra supuesta relación? —cuestiono.

No me he parado a pensar en ello en estos días, tenía la esperanza de que ellos ya supieran que es lo que íbamos a hacer.

Alexander se encoge de hombros.

—No lo sé. No me gusta planificar, soy más de dejarme llevar.

—Pues, si se te ocurre algo, házmelo saber un poco antes para prepararme mentalmente para lo que sea que vayas a hacer.

Él resopla ante mi comentario.

—¿Te gusta enfrentarme o algo? —cuestiona.

—Me gusta ser sincera y decir lo que pienso —entrecierro mis ojos en su dirección.

—Ya veo. Pero tenemos que comportarnos delante de los medios y los fans, así que ¿tregua? —cuestiona.

—Tregua —afirmo.

Me he dado cuenta que está mucho más tranquilo que las demás veces que hemos intercambiado alguna palabra.

—No me provoques cuando esté todo el mundo rodeándonos porque sabes que te la devolveré sin pensar. Y no queremos levantar sospechas. —Me hace saber.

—Lo intentaré —le molesto.

Niega con la cabeza, veo como muerde el interior de su mejilla, evitando decir lo que sea que se le haya pasado por su cabeza.

El resto del camino lo pasamos en silencio, sin dirigirnos la palabra, aunque no es algo que realmente me importe ya que me quedo observando las calles a través de la ventanilla o sumida en mis pensamientos.

Cuando miro el reloj del teléfono, me percato de que queda una hora para que ellos comiencen a jugar. Aún me sigo debatiendo si disfrutar al máximo del partido o, por el contrario, hacer apuntes para escribir algún artículo. Lo decidiré cuando esté a punto de comenzar. Por si acaso, llevo guardada una libreta y un bolígrafo en el bolso. Nunca se sabe cuando puede venir bien. Y, yo al menos, no soy muy fan de apuntar las cosas en el teléfono. Me gusta lo tradicional.

Tiempo después veo como, de reojo, Alexander echa hacia atrás el brazo hacia los asientos traseros. Después me tiende algo que ha agarrado. Es una gorra del equipo.

—Toma, póntela, la vas a necesitar —dice, sin dejar de mirar a la calle.

—¿Por qué...? —comienzo a decir, pero cierro la boca de golpe cuando gira a la derecha en la siguiente calle, dejándome ver que, enfrente tenemos el estadio donde van a jugar.

Hay una pequeña masa de periodistas, cuando gira hacia la izquierda, que se queda a ambos lados de una zona vallada donde, poco a poco, Alexander se va adentrando. Montones de cámaras y micrófonos se acercan a su coche, intentando sacar información o poder hacernos preguntas.

Ahora entiendo a lo que Alexander se refería. Bajo la gorra lo máximo posible hasta ocultar casi todo mi rostro, pero no puedo evitar fijarme en todas las personas que, cuando entramos a la zona, nos esperan al otro lado del recinto vallado, sin poder entrar a donde nosotros estamos. Parece ser que se han dado cuenta que faltaba Alexander por llegar y han decidido esperar.

Cuando ambos salimos del coche, no tarda en llegar una oleada de gritos. Escucho tanto mi nombre, como el de él, pero Alexander no parece tener intención de ir. Hago un recorrido rápido con los ojos para saber dónde estamos exactamente. Deduzco, al instante, que es la zona donde se queda el autobús u otros coches del equipo.

Desvío la mirada hacia Alexander, quién no tarda en colocarse a mi lado y, sin que yo me lo espere, une su mano con la mía, enredando mis dedos con los suyos. Alexander tira de mí con suavidad, pero con firmeza. Intento que no se me note en el rostro, pero su gesto me ha sorprendido. No esperaba que hiciera esto, aunque tiene sentido que lo haga cuando los periodistas nos observan. Debemos mostrar un mínimo de afecto entre nosotros cuando ellos están cerca nuestra, para que así sea creíble nuestra relación.

Alexander me lleva hacia una de las puertas de hierro que hay en frente nuestra, junto con dos guardias custodiándola. Ambos le hacen un breve asentimiento a mi acompañante antes de que abran.

Tira un segundo más de mi mano cuando entramos al interior antes de romper el contacto por completo. Poco a poco la sensación que tenía con nuestra unión, comienza a desaparecer.

—Ven. —Hace un breve movimiento con la cabeza antes de comenzar a andar por el pasillo, el cual es bastante largo y se encuentra completamente vacío.

—¿Soléis entrar por este lado cuando tenéis partidos en casa? —cuestiono.

No puedo evitar que mi yo periodista salga a la luz. Necesito información.

Alexander asiente.

—Sí. Es más cómodo, en cuanto al tema de los fans y los medios de comunicación.

—Entiendo.

—Supongo que haceis lo mismo cuando el partido termina —aprovecho a preguntar todo lo que se me venga a la cabeza, ahora que parece que no pretende demostrarme lo poco que me soporta.

Lo noto... pacífico.

—Más o menos. Solemos ir a la zona principal, con la vigilancia adecuada, para saludar a las máximas personas posibles. También terminamos respondiendo a las preguntas de los periodistas que consiguen llegar a nosotros.

No me da tiempo a preguntar nada más ya que, cuando giramos a la izquierda, ya comienza a estar más concurrida la zona. Hay personas moviéndose de un lugar a otro.

—Te llevo a la zona de vestuarios. Allí estará la novia de Levi, Jane. Se ha ofrecido a ir contigo para enseñarte dónde vais a estar durante el partido —asiento, procesando sus palabras.

—Bien.

Conforme vamos pasando por al lado de las personas, estas van saludando a Alexander. Me siento un poco fuera de lugar. No conozco a nadie.

Alexander vuelve a frenar el paso hasta que nos quedamos frente a una puerta blanca. Son los vestuarios, por lo que indica el cartel pegado a este. Él se gira un momento para mirarme después de teclear algo en su teléfono.

—Levi y Jane vendrán en un momento.

—Vale —murmuro.

Dejo de mirarle para observar mi alrededor y me cruzo de brazos.

—Quédate aquí, ahora vengo —me dice antes de adentrarse en los vestuarios.

Pongo los ojos en blanco ante su petición o, más bien, mandato. Me apoyo en la pared, quedando a un lado de la puerta, y espero pacientemente a que vuelva a salir.

No pasan más de dos minutos hasta que escucho unos pasos apresurados llegando a donde me encuentro. Cuando giro la cabeza hacia donde proviene el ruido, veo como una chica pelirroja se acerca con rapidez hacia mí.

Cuando quedamos cara a cara, me sonríe ampliamente.

—Tú debes de ser Ana.

—La misma —sonrío.

—Alexander me ha dicho que estarías aquí. Soy Jane, la novia de Levi.

—Él me ha contado que te has ofrecido a estar conmigo y enseñarme dónde vamos a estar —asiente.

Pero, antes de que conteste, como si le hubiéramos invocado, la puerta de los vestuarios se abre, dejando salir a Alexander y a Levi.

El primero me mira directamente antes de levantar su mano y tenderme lo que lleva.

—Toma, póntelo. —Ya vuelve a ser el Alexander de las otras veces.

Su rostro se mantiene serio e indescifrable.

—Hoy estás muy mandón —entrecierro los ojos en su dirección.

—Póntela. Es mi camiseta de repuesto. Sería conveniente que la llevaras puesta porque estoy seguro que tendrás una parte de la atención de los medios de comunicación.

—Bien. —No tardo en tomarla, tocando sin querer sus dedos.

—Toma esto también, es para que puedas entrar en la zona reservada —vuelve a hablar.

En cuanto la tengo en mi poder, me aparto al instante.

—Hola a tí también —dice Jane a mi lado.

—Hola, Jane, que gusto verte —termina diciendo, lo que consigue hacerla sonreír.

Levi, que no ha hablado en esta pequeña conversación, posa sus ojos en mí. Parece que me reconoce por la forma en la que empieza a sonreír.

—Yo sé quién eres. Tú me hiciste una pequeña entrevista el día de la gala, en la entrada —No puedo evitar que mis mejillas empiecen a arder.

¿Cómo se puede acordar? Que buena memoria.

Aunque, quizás, debe de estar al tanto de toda esta farsa y el drama que nos ha envuelto, tanto a Alexander como a mí, en estos días. Debe de haberme reconocido por eso.

—Te estás poniendo roja —dice, con obviedad.

—Es que le está hablando uno de los jugadores de su equipo favorito —responde Alexander con cierta burla.

Lo miro con los ojos entrecerrados.

—Callate —le amenazo.

Levi amplía su sonrisa.

—Dime, por favor, que yo soy tu jugador favorito —dice, con emoción.

Sin duda, Alexander y él son los verdaderos polos opuestos, aún siendo mejores amigos.

—Por supuesto —digo, con orgullo.

Sin que yo me lo espere, Levi se acerca a mí para rodearme con su brazo y darme un suave apretón en el hombro.

—Me gusta esta chica. —No puedo evitar reír.

Alexander nos observa, aún serio, mientras que Jane sonríe ampliamente.

—Por fin tendré alguien con quién hablar en los partidos —dice ella.

Mi "querido novio" pone los ojos en blanco mientras que se cruza de brazos y apoya su hombro en la pared. Parece irritado, pero me da igual. Decido ignorarlo y prestar atención a nuestros dos acompañantes.

—Yo, encantada, amo comentar los partidos —respondo de vuelta.

—Espero que me dediques un artículo solo para mí —dice Levi mientras me señala con el dedo.

Sonrío ampliamente.

—Me lo pensaré —bromeo.

Me doy cuenta de que aún tengo la camiseta que Alexander me ha entregado hace un rato en la mano. Por lo que, sin dejar de mirar al dueño de esta, me la coloco por encima de la que ya llevo puesta.

Cuando la dejo caer por mi cuerpo veo, al instante, que me queda enorme. Y es que Alexander me saca casi una cabeza y tiene una espalda ancha, por lo que ahora parezco más pequeña de lo que en realidad soy.

Levanto los ojos para observarles, esperando su aprobación. Levi amplía su sonrisa.

—Le queda bien tu camiseta, ¿verdad? —Le da un par de codazos a su mejor amigo.

Alexander resopla y pone los ojos en blanco ante la insistencia de Levi.

—Qué decir, siempre siendo un hombre de pocas palabras —suspira él, haciendo que se indigna con su amigo.

Alexander le ignora y centra brevemente su atención en mí. Sus ojos bajan hasta su camiseta, la que yo llevo puesta, a petición de él. Cuando veo que él no va a decir nada y el pasillo empieza a estar más concurrido, termino siendo yo la que habla:

—¿A que estoy encantadora, cariño? —le dedico una sonrisa inocente a la vez que sujeto, con ambas manos, el dobladillo de la camiseta y la estiro para que se vea bien el número.

—Mucho, aunque luego eso no creo que lo vayas a tener mucho tiempo puesto —dice, separándose de la pared y dando un paso en mi dirección después de dedicar varias miradas, de reojo, a las personas que van pasando y nos van mirando.

Cierro rápidamente la boca cuando ésta se ha comenzado a abrir por culpa de su comentario. Rezo porque mis mejillas no me delaten.

No me esperaba que dijera eso.

—Te veo muy atrevido últimamente —le sigo el juego, sin achantarse. Parece que hemos captado la atención de algunas personas aunque, rápidamente, apartan la mirada y siguen su camino.

Escucho cómo, al instante, Levi y Jane se ríen en bajo.

No aparto la mirada de Alexander mientras que alzo una de las cejas, desafiándole. Él entrecierra los ojos en mi dirección.

Antes de que pueda decir nada, la puerta de los vestuarios se abre, de donde sale un hombre que debe rondar los cuarenta años. Lo reconozco al instante, es el entrenador del equipo.

—¡Chicos! Tenéis que entrar ya, vamos a empezar con el calentamiento —dice este después de mirarnos a Jane y a mí para intentar identificarnos.

Parece que nos reconoce cuando nos dedica un breve asentimiento antes de volver a desaparecer por la puerta.

Levi se gira para mirar a su novia y, poco después, se acerca a ella para darle un cálido beso. Alexander da un par de pasos en mi dirección y, poco después, coloca una de sus manos en mi cintura y me da un rápido beso en la mejilla. Siento cómo la barba de tres días roza mi suave piel.

Su gesto consigue que varios pares de ojos nos observen con sorpresa. ¿Tan raro es que Alexander muestre afecto con otra persona en público? ¿No lo hacía con sus otras novias, si es que tuvo? Me doy cuenta, al momento, que no sé nada de él. Me apunto este dato en mi lista imaginaria, para investigarlo cuando tenga tiempo libre.

Si supuestamente es mi novio, debería saber algo de su vida. Aunque lo único que conozco es que su representante es su padre, es muy borde y no demuestra lo que piensa y siente. Y, bueno, que es uno de los jugadores de The NY Bulls, juega voleibol y como central en el equipo y que su número es el 13.

—Cuando acabe el partido, os esperamos aquí y luego vamos a saludar a todas las personas y periodistas que nos estén esperando —dice él. Alzo la cabeza para mirarle a los ojos, Alexander se vuelve a inclinar a mí para susurrarme—: Allí lo confirmaremos.

Asiento brevemente, sin ser capaz de decir nada más. Poco después, Levi y Alexander desaparecen por la puerta de los vestuarios. Me giro para mirar a Jane.

—Venga, vamos a la zona que tenemos habilitada para los invitados especiales de los jugadores. —Me hace un gesto con la mano para que me ponga a su lado y empecemos a caminar.

Jane me lleva por uno de los pasillos en el que, cuando abrimos la puerta que tenemos frente a nosotras, nos lleva hacia el exterior.

Abro la boca, impresionada, al ver la magnitud del estadio. Desde aquí parece mucho más grande e imponente. No quiero saber cómo deben de vivirlo los chicos cuando miles de pares de ojos les observan jugar.

—¿Cómo llevas todo eso de la farsa con Alexander? —susurra para que nadie nos pueda escuchar cuando me lleva hacia unas escaleras, las cuales están custodiadas por dos personas de seguridad.

Espero a contestarla cuando entregamos nuestras identificaciones, la que Alexander me ha dado antes, y, segundos después, se hacen a un lado para que podamos pasar.

—¿Lo sabes? —digo, sorprendida.

—Sí. Aunque no lo parezca, el grandullón con el que tienes que fingir que es tu novio, es muy amigo mío. Aparte de Levi, también me lo contó a mí. —responde con una pequeña sonrisa.

—¿Y es igual de insoportable y siempre parece estar enfadado con vosotros o solo lo hace conmigo? —cuestiono, alzando una ceja.

Jane suelta una pequeña carcajada.

—Alexander es así de naturaleza. Solo que, a veces, se suelta y deja ver aquella faceta que siempre se encarga de ocultar.

—Bueno, yo solo deseo que todo esto sea lo más llevadero posible.

Teniendo en cuenta que Alexander parece odiarme sin ningún motivo aparente.

Jane me da un par de palmadas en el hombro, como si me quisiera decir: suerte, porque la vas a necesitar.

—¿Quién más sabe sobre lo que realmente pasa entre los dos? —cuestiono.

—Somos los únicos que sabe la verdad —me asegura—. Contra menos personas lo sepan, mejor irá.

Asiento, de acuerdo con sus palabras.

Si hay más personas que lo saben, hay más posibilidades de que algo pueda ir mal.

Cuando terminamos de subir a las escaleras, Jane se hace a un lado para que vea donde estamos. Es un pequeño palco donde está abierta a un lado a modo de gran ventana para poder ver el partido. Al fondo, hay algunos asientos y, en uno de los lados, una gran mesa alargada con comida.

Vaya, parece que fingir tener una relación con un jugador conocido e importante, tiene sus cosas buenas. Como comida gratis en los partidos y buenas vistas para el partido.

Doy varios pasos hasta asomarme y ver la pista. Desde aquí se ve muy bien el partido, algo que agradezco.

Sigo sin creer que al fin, después de tanto tiempo, voy a ver a mi equipo favorito jugar.

Jane se acerca hasta colocarse a mí lado.

—Llevo casi un año viniendo a verles y aún no me acostumbro a esto —dice.

Mantengo los ojos en las gradas conforme habla. Poco a poco se van llenando de todos los fans que han ido a presenciar el partido de hoy.

—Yo tampoco lo haría —afirmo.

Apoyo uno de los brazos en el muro y me pongo de lado para observarla, en todo el rato que llevo con Jane, desde que nos hemos presentado, apenas he reparado en cómo es ella.

Su pelo ondulado y pelirrojo le llega hasta los hombros, lo que le queda muy bien para su rostro, al igual que su flequillo, que lo lleva a modo desfilado, por lo que no le llega a tapar el rostro.

Al igual que yo, Jane también lleva una camiseta del equipo, pero la de Levi, el otro central del equipo. En esta, está puesto en grande el número dos y, a su espalda, el apellido de él, tal y como en el mío.

—¿No te ha pasado que alguna vez todo esto de la fama, por Levi, te ha sobrepasado? —cuestiono.

Jane no tarda en girar la cabeza para mirarme.

—Sí, más de lo que me gustaría. Es difícil, pero desde que conocí a Levi, tenía claro que, si quería estar con él, la fama que lleva sobre sus hombros formaba parte de una parte importante de su vida.

Asiento.

—Pero eso no quita que a veces sea difícil que te conozcan o no poder hacer algunos planes juntos porque hay personas siguiéndonos para hacerle preguntas o algunas fotos. Es increíble, pero pierdes privacidad en el momento que te comprometes con esto —continúa.

—Ni siquiera estoy teniendo una relación real con Alexander e, incluso a mí, me aterra —susurro, mirando a ambos lados por si alguna de las personas que están con nosotras, nos puede llegar a escuchar.

Me dedica una sonrisa comprensiva.

—Te acostumbrarás.

—O puede que me sature y les diga que no puedo seguir con esto —cuestiono.

Suspiro.

No sé qué pensar de todo esto. Ha ocurrido todo de manera tan rápida que apenas he tenido un momento para procesar bien lo que ha pasado en tan poco tiempo.

Siento bastantes pares de ojos observándome, a pesar de que estoy algo más alejada de los demás asientos. Sé que hay periodistas que están atentos a donde nosotras estamos, porque necesitan saber a quiénes han invitado a venir, cada uno de los jugadores, personalmente.

Y Alexander y yo somos la noticia exclusiva del mes.

Trago saliva y hago como que no me doy cuenta. Tengo que acostumbrarme a esto si voy a seguir con la farsa.

Suelto un suspiro, aliviada, cuando poco a poco dejo de ser el centro de atención. O, al menos, de la mayoría.

El partido acaba de comenzar.


..............................

Holaaa!!!! ¿Qué tal el capítulo?

Las interacciones entre los protagonistas ME ESTÁN MATANDO, the tension, amigas, the tension

Por otro lado, ¿qué os han parecido Levi y Jane? Les amo

La semana que viene tenéis EL CAPÍTULO jiji

Para más actualizaciones sobre la novela, entre otras cosas, estará por mi cuenta de instagram y threads: teenagerwriter_

Nos  vemos la semana que viene <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro