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5. THE BOY IS MINE

Narra Ana

Le dedico una sonrisa a la camarera cuando me sirve los dos cafés y las tostadas que he pedido hace unos minutos. Camino por la cafetería hasta encontrar un par de sitios libres.

Le prometí a Lilia que hoy íbamos a quedar a desayunar para que le pusiera al día. Ayer fue la noche en la que quedé con Alexander y Tom, pero aún siento como si todo esto le estuviera ocurriendo a otra persona y no a mí. Siento miradas cada vez que camino por las calles o, como ahora, dentro del local.

Alexander no respondió al mensaje que le mandé ayer, pero no esperaba menos de él.

Dejo el teléfono a un lado cuando veo que mi mejor amiga entra a la cafetería. Le dedico una amplia sonrisa. No tarda en devolverme el gesto. Se termina de acercar para darme un beso en la mejilla.

—¿Cómo está mi chica favorita?

—Ahora bien —afirmo.

Me lanza un beso.

—Gracias por pedirme el desayuno, ahora te pago mi parte —murmura, sacando el monedero de su bolso.

—No hace falta, hoy invito yo. —La obligo a que guarde el dinero.

—¿Qué se celebra hoy? —cuestiona, mirándome a los ojos.

—Mi muerte —dramatizo.

—¿Cómo fue ayer? —Con una sola mirada, parece entenderme—. ¿Qué ocurrió?

Suspiro.

Miro a mi alrededor antes de hablar, por si acaso alguien nos escucha. Me inclino un poco para que esta conversación sea mucho más íntima y, así, para que nadie más nos pueda escuchar.

—Me han propuesto seguir con la farsa de que somos pareja —respondo de forma directa.

Lilia da un pequeño golpe en la mesa y abre los ojos de la sorpresa, a la vez que su boca se abre al instante.

—¿¡Qué han dicho qué!?

—He aceptado.

—¿¡Qué has hecho qué!? —Intenta bajar el volumen cuando habla, pero hay un par de personas que se han girado para mirarnos.

—Baja la voz, que nos pueden escuchar —susurro.

Ella se queda en silencio, procesando lo que acabo de decir.

—¿Cómo es posible que hayas aceptado? ¿Él no te caía mal? —cuestiona, confusa.

Asiento.

—Sí, pero pienso en mi trabajo. Me preocupa que, si decimos que todo esto es falso, mi jefe vea que no cumplí lo que me pidió para la gala y, por lo tanto, no pueda conseguir el ascenso que tanto he trabajado para él.

—Entonces, entiendo por qué lo has hecho.

—No sé cómo va a salir esto —me lamento.

—O muy bien, o muy mal.

—Gracias por los ánimos. —Lilia sonríe ampliamente.

—Quizás hagáis las paces y os convirtáis en amigos. —Sube y baja las cejas.

Pongo los ojos en blanco.

—Es lo último que me apetece, la verdad. Pero voy a tener que pasar tiempo con él, así que intentaré dejar las aguas tranquilas.

Suspiro.

—No creo que eso dure mucho. Y más tú, que eres como yo en eso de tener la mecha corta.

Sonrío.

—Cierto.

Agarro mi teléfono cuando me llega una notificación. Frunzo el ceño al ver que es un correo de mi jefe. Recibo un pinchazo en el corazón.

Rezo porque no sea algo malo.

—¿Qué ocurre? —cuestiona Lilia al ver mi cara.

—Mi jefe me ha mandado un correo.

No tardo en abrirlo y leer el texto. Suspiro de alivio al ver que va enlazado a un pdf del nuevo contrato.

—Me van a ascender. —No puedo evitar soltar un pequeño chillido de emoción.

Lilia aplaude con efusividad, igual de emocionada que yo.

—¡Eso es genial! —sonríe ampliamente.

—Se lo entregaré luego para no perder mucho tiempo. Tengo ganas, la verdad. Me gusta hacer entrevistas —confieso.

—Lo sé. Me alegro que lo hayas conseguido. Te lo mereces.

Siento una pequeña calidez en el pecho al ver que, poco a poco, se van cumpliendo todas mis metas.


──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────


Espero pacientemente a que se termine de imprimir los papeles. Mientras, miro a mi alrededor. Queda relativamente poco para que termine mi turno por hoy. Cuando me he dado cuenta de que no quedaba mucho tiempo, no he tardado en ir hasta la imprenta.

Quiero quitarme el contrato lo antes posible para poder dárselo ya a mi jefe.

No puedo evitar sonreír, emocionada, al ver cómo una de mis metas se ha cumplido. Parece ser cierto que todo esfuerzo tiene su merecida recompensa.

Agarro los papeles y camino sin prisa hacia mi mesa para poder firmar, es lo último que me queda antes de poder entregárselo.

Dejo el bolígrafo a un lado, segundos después, y agarro los papeles para ordenarlos. Tengo pensado entregárselo ahora, porque sé que si lo dejo para otro día, tendré más trabajo y, aunque no me gustaría, se me terminaría olvidando. Y es lo último que quiero que me pase.

Camino hacia el despacho, sin detenerme. La puerta está cerrada, por lo que me indica que está ocupado. Decido que me voy a arriesgar y probar suerte. Llamo con suavidad a la puerta, no tardo en abrirla cuando su voz me indica que pase.

Intento, sin éxito, no abrir la boca cuando me doy cuenta con quienes está reunido mi jefe.

—Cierra la puerta, por favor —me indica.

No tardo en hacerle caso.

Alterno la mirada entre Alexander, mi jefe y Diana. Esta última es una de las mejores periodistas de nuestro periódico y a la cual sustituí en la gala.

Alexander mantiene sus ojos en mí, pero me doy cuenta que está muy tenso, haciéndome saber que no le hace gracia estar en el despacho ahora mismo. Sé que está ahí por lo que yo pedí aquella noche para aceptar la farsa.

—¿Interrumpo algo? —pregunto, aunque es obvio.

Entrecierro los ojos en dirección a mi supuesto novio, cuando veo que está a punto de soltar un comentario irónico. Me mira, pero opta por no decir nada. En cambio, aprieta los labios hasta formar una fina línea.

—No. ¿Qué es lo que necesitas? —cuestiona.

Doy varios pasos en su dirección, intento mostrar que me siento confianza, segura de mí misma, aunque me pone nerviosa que los tres me estén mirando.

—Para entregarte el contrato, ya lo he leído y firmado. —Me dedica una sonrisa cordial.

—Genial. Gracias, Ana, siempre tan aplicada. —Me mantengo en silencio, pero hago un breve asentimiento.

—Por cierto, Ana. —Llama mi atención antes de que me vaya del despacho—. Me viene bien que hayas venido, porque así aprovecho para comentarte que ya no hace falta que seas tú quién le haga la entrevista a Alexander.

Recibo un pequeño pinchazo en el pecho. Para mí, hacer la entrevista, significa que mi jefe está reconociendo mi trabajo y la capacidad que puedo tener para ampliarme en otros ámbitos, aparte de escribir artículos. Y ahora me lo quiere arrebatar.

—Pero, yo... —comienzo, pero mi jefe me interrumpe con un breve movimiento de su mano para restarle importancia.

—Tranquila, ya no hace falta que lo hagas. Diana ya está completamente recuperada y lo hará en tu lugar.

La aludida asiente con una sonrisa de satisfacción, confirmándolo, sin apartar los ojos de Alexander.

—No quiero que ella me haga la entrevista. Me gustaría que fuera Ana —pronuncia este con dureza, sin quitar su máscara de seriedad del rostro.

El despacho se queda en silencio.

Veo como Diana comienza a abrir la boca, casi con enfado, ante la respuesta de él. Mi jefe va cambiando su mirada entre Alexander, Diana y yo con cierto nerviosismo, como si le preocupara que esto no salga bien y que, al final, no se termine dando.

—Entiendo, pero al ser Ana tu pareja...

—¿Y qué pasa? ¿Crees que mi novia no está cualificada para que pueda hacerlo? —le interrumpe—. Además, creo que ambos seremos lo suficientemente profesionales y maduros como para separar nuestra vida privada de lo profesional —agrega cuando ve que se mantiene callado.

Mi jefe le observa, con nerviosismo. En cambio, Diana muestra todo lo contrario. Parece enfadada. Mucho, además.

—Ana está muy capacitada para poder hacerlo pero es que Diana... —intenta continuar pero, otra vez, Alexander le vuelve a cortar lo que iba a decir.

—A mí me consta que, desde que estoy informado de esto, es Ana la que me va a entrevistar, no otra persona. Accedí por ella, no por nadie más —responde, tajante.

Paso mis ojos de una persona a otra, como si estuviera en un partido de tenis. Mi jefe termina suspirando y asiente.

—Bien, será Ana quién te haga la entrevista —accede.

No puedo evitarlo, pero una pequeña sonrisa de satisfacción se forma en mi rostro. Cuando me giro para ver a Alexander, me doy cuenta que me está observando, por lo que muerdo el labio para ocultar mi reacción.

Él sigue el gesto que hago.

Aparto la mirada al instante para mirar a Diana. Esta no parece nada contenta.

—Bien. Aclarado todo, podemos dar esta pequeña reunión por finalizada.

Asiento, conforme, antes de ser la primera en salir del despacho. No tardo en sentir una presencia detrás de mí. No hace falta que me gire para saber quién es.

—¿Has terminado por hoy? —La voz grave de Alexander y su cercanía, me indica que está demasiado cerca.

—Sí. Solo tengo que recoger mis cosas. —Le miro de reojo y veo que asiente.

Su rostro se mantiene serio e indescifrable en todo momento.

Me doy cuenta que todos los que trabajan en el periódico van alzando la cabeza conforme vamos pasando. Y, por la forma en la que Alexander procura mantener contacto físico o mucha cercanía conmigo, me hace saber que pretende captar la atención de ellos para continuar con la farsa con éxito.

Cuando llegamos a la zona donde siempre trabajo, procuro darme prisa para recoger todas las cosas, no quiero hacer esto más largo. Alexander parece darse cuenta ya que acorta la distancia que he puesto hace unos segundos entre ambos, para acercarse a mí oído.

—¿Tan rápido quieres guardar todo? Deberías disimular más, ya sé que quieres quedarte a solas conmigo lo antes posible —susurro.

Me quedo quieta por unos segundos, inspiro hondo, intentando no caer en sus provocaciones.

—Idiota engreído. —No puedo evitar decirle.

Cuando le miro de reojo veo que intenta evitar que una pequeña sonrisa se forme en su rostro. Parece que le hace gracia el insulto que le he dedicado.

Pongo los ojos en blanco, exasperada.

—¿Lista? —asiento y me giro hasta quedar cara a cara con él.

Sin que me dé tiempo a replicar, Alexander agarra mi bolso de la mesa. Alzo los ojos para dirigirlos a los suyos. Él hace lo mismo.

Bajo la atenta mirada de mis compañeros de trabajo, decido que es un buen momento para dar un pequeño espectáculo. Y, también, para molestar a mi querido y falso novio.

Sé que no me soporta y no le gusta tener ningún contacto visual o físico conmigo, no hay más que ver cómo reacciona cuando estoy a su lado. Y no hay nada mejor que utilizar eso para exasperarle. No puede hacer nada, al menos, no cuando tenemos público.

Por lo que giro la cabeza levemente hacia un lado, sin dejar de mirarle, y le dedico la sonrisa más dulce que me puede salir. Poso la mano en su pecho, me doy cuenta al instante de que esa parte está dura y muy bien trabajada. Alexander se tensa, pero no tarda en relajarse para que nadie vea esa reacción.

—Ya estoy, cariño, podemos irnos. —Hago un pequeño recorrido con mi mano, bajando de forma imperceptible hacia su estómago. Procuro que no seamos los únicos que nos demos cuenta de mi gesto.

Si tengo que hacer esta mierda, al menos lo haré por todo lo alto.

Alexander cierra los ojos levemente, seguramente invocando a algún ser superior para que le brinde paciencia. No puedo evitar que eso me parezca muy divertido.

—Claro, vamos —pronuncia con la voz ronca.

Sin que pueda esperarlo, su mano me rodea por la cintura. Sus dedos consiguen tener contacto directo con la piel de mi estómago, lo que provoca que un escalofrío involuntario recorra mi cuerpo. Está jugando y fingiendo al igual que yo, devolviéndome lo que he hecho hace unos minutos.

Quizá sí me ponga nerviosa todo esto de fingir ser su pareja. Jamás, en mi sano juicio, había pensado que esto me pasaría a mí.

En cuanto las puertas del ascensor se cierran por completo, no tardo en romper el contacto con él, separándome para apoyarme en la pared.

Inspiro hondo cuando ya he puesto la suficiente distancia entre ambos. Alexander no ha dejado de mirarme.

—Vaya, ¿ahora rechazas mi cercanía? Interesante —pronuncia, alzando una ceja.

—No te hagas el gracioso, los dos sabemos que estábamos fingiendo.

Da un paso para acortar la distancia entre los dos. Está claro que quiere molestarme.

—Vaya, y yo pensaba que eras mi fan en secreto. Es por eso que has aprovechado la oportunidad de tocarme hace unos minutos con esa excusa.

—No soy ninguna de tus groupies, no te equivoques. No eres mi prototipo de hombre ni me interesas. —Aparto la mirada de él y espero con ansias a que se abra el ascensor, el cual parece que baja con más lentitud que normalmente.

Por suerte, Alexander no dice nada más, cosa que agradezco. No me apetece empezar una nueva discusión con él, quiero tener la fiesta en paz.

Ambos bajamos en la planta baja, puesto que yo no he traído el coche porque ha sido Lilia quién me ha traído ya que le pillaba de camino. Y, como Alexander no tiene acceso al aparcamiento privado de nuestro periódico, debe de haber estacionado en la calle.

—¿Te has traído hoy tu coche? —niego—. Bien. ¿A dónde tengo que llevarte? —pronuncia mientras comienza a caminar calle abajo.

Suspiro.

—Ya no hace falta que finjas, puedo utilizar el transporte público. —Aún así le sigo, odio estar hablando a una pared o que me esté dando la espalda.

Alexander se para frente a un coche, al que reconozco al instante como un Rolls-Royce, y se gira para mirarme a la vez que abre la puerta de copiloto.

—Sube.

Le observo, confusa.

—No creo que estés sorda, pero te lo repito de nuevo: Sube, princesa, te llevo.

Entrecierro los ojos en su dirección por el apodo que, al parecer, ha adjudicado para mí.

—No hace falta que...

—Ana.

Resoplo, pero termino haciéndole caso.

Escucho varios murmullos cuando se mantiene en la puerta de mi lado hasta que entro. Poco a poco la gente se va parando a nuestro lado, reconociendo a Alexander. Él no tarda en bajar la gorra para tapar lo máximo posible su rostro. No tarda en entrar en el asiento del conductor.

Está claro que esto forma parte del teatrillo que hemos formado.

—¿Dónde te dejo? —Vuelve a hablar.

Le doy las indicaciones para que me lleve a mi casa, ya que no tengo otra cosa que hacer por hoy.

Durante el trayecto nos mantenemos en silencio, ninguno de los dos hace ademán de iniciar una conversación, pero aún así no puedo evitar decir algo:

—Gracias. Ya sabes, por lo de antes en la oficina de mi jefe.

Alexander me mira brevemente antes de volver la mirada a la carretera.

—Se supone que, a ojos de los demás, somos pareja, por lo que tengo que defenderte. No tiene que ver contigo.

Vaya imbécil.

Pongo los ojos en blanco y evito soltar algún comentario despectivo, pero no lo puedo evitar, forma parte de mi persona el ser así.

—Ah, claro, lo supuse, ¿harías algo por alguien, Alexander? —No puedo evitar decirle.

Me cabreo demasiado rápido y Alexander consigue sacarme de mis casillas con una rapidez increíble. Aunque, me he dado cuenta que, en el poco que llevamos con esto, tenemos el mismo carácter, lo que empeora las cosas.

—¿Te importaría saberlo? —cuestiona, alzando una ceja, retándome, aunque no parece que le haya molestado mi comentario en absoluto.

O eso es lo que me hace ver.

—Tal y como pensaba que serías —murmuro.

Aparto la mirada de él para mirar a la ventana.

—Siento decepcionarte, princesa —remarca el apodo en español, lo que me deja sorprendida—. Soy como me ves. No hay más.

Pongo los ojos en blanco.

Este trato va a ser más tedioso de lo que pensaba.

Suspiro, aliviada, cuando entramos en la calle donde se encuentra mi edificio, diez minutos después de nuestra última conversación, y para frente a la puerta.

Si Alexander se da cuenta de mi repentina emoción, no da indicios de demostrarlo.

Pongo la mano en el manillar de la puerta. Antes de que abra, me giro para mirarle. Él no tarda en posar sus ojos en mí.

—Acuérdate que el sábado vendré a recogerte, princesa. Estate lista —dice a modo de despedida.

Asiento, sin dar ninguna otra respuesta.

No tardo en salir del coche para dirigirme hacia la entrada del edificio. Me doy cuenta que él no hace ningún indicio de irse. Solo cuando me adentro en el edificio, veo que termina por desaparecer por la calle.

Inspiro hondo y mi mente se dirige a este sábado.

Tengo la sensación que va a ser de todo menos aburrida.

Y eso me tiene con algo de intriga y expectación.



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Holaaa!!!! ¿Qué tal el capítulo de hoy?

Cada vez que escribo a estos dos consiguen que grite en mi cabeza, porque SUS INTERACCIONES

El sábado se viene capítulo intensito jeje

(instagram: teenagerwriter_)

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