39. BEST MISTAKE
EL CAPÍTULO NO ESTÁ CORREGIDO POR FALTA DE TIEMPO, AÚN ASÍ OS LO QUERÍA SUBIR PARA QUE LO LEYÉRAIS <3
Narra Ana
No pronunciamos palabra cuando nos adentramos en el ascensor para ir a mi apartamento. Le envío un rápido mensaje a mi madre para pedirla que nos deje a solas en casa y poder así hablar con más tranquilidad.
Cuando llegamos a mi planta, justo está saliendo ella del apartamento. Se queda quieta antes de cerrar la puerta cuando se percata de nuestra presencia.
—Vuelvo en un rato —me avisa a la vez que mira de reojo a Alexander.
Él le dedica un breve asentimiento de cortesía cuando mi madre pasa por su lado. Camino de nuevo hacia el interior de mi casa antes de mirarle encima del hombro.
—Puedes pasar. —Alzo una de mis cejas.
Asiente.
Me cruzo de brazos contra mi pecho a la vez que me acerco hacia el salón, aunque me paro antes de volver a mirarlo.
—¿Algo de beber? —cuestiono.
—No, tranquila.
—Vale.
Emprendo de nuevo el camino hacia el sillón. Le miro de reojo cuando me imita y se coloca a mi izquierda antes de girar su cuerpo para mirarme directamente.
—Bien, vamos a hablar —comienzo.
—Sí. Quiero darte explicaciones y contarte todo desde el principio.
Asiento y formo una línea fina con los labios.
—Tienes la palabra. —Le hago un gesto con la mano para que empiece a hablar.
—Hace varios años que conocí a Diana en uno de los eventos que nos suelen invitar. Ella era muy amiga de la anfitriona y pudo asistir. Es ahí cuando coincidimos y empezamos a percatarnos del otro.
Asiento y me mantengo en silencio.
>>Desde ese día no pudimos dejar de hablar y comenzamos a salir. Llevamos nuestra relación y compromiso en secreto, evitando a toda costa los medios. Queríamos que lo que teníamos se quedara en nosotros, sin que terceros opinaran. Entonces nos comprometimos. Pensé que ya había encontrado a la chica de mi vida. Al parecer me equivoqué.
>>Estuvimos casados un año. No tardamos en descubrir que vivir juntos todos los días no era lo nuestro. Empezamos a discutir casi todos los días. Así es como se rompió nuestra relación. Ella se volvió más posesiva y celosa conmigo. Apenas pasaba tiempo con otras personas que no fuera Diana. Me sentía atrapado en un lugar que yo había elegido, pero ahora no sabía que hacer para cambiar las cosas.
Relamo mis labios, atenta a su historia. Me percato de cómo Alexander tiene la mirada perdida detrás de mí. Como si estuviera rememorando todo.
—Entonces hablé con Levi y Jane para que me ayudaran y aconsejaran. Todo esto pasó antes de conociéramos. Ellos me dijeron que si ya no sentía nada por ella y si estaba seguro de que no veía más futuro al matrimonio, que la pidiera el divorcio. Pensé en esa idea pero dejé que pasara el tiempo para ver si realmente estaba completamente seguro. Todo explotó cuando me dijo que no le gustaba que me juntara con Levi y Jane. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que nuestra relación no iba a llegar a más.
>>Días después le pedí el divorcio. Ella no quiso. Intentó por todos los medios quitarme esa idea de la cabeza, pero yo ya estaba seguro de mi decisión así que me mantuve firme. Le dejé varios días para que interiorizara mi decisión. Así pasaron varios meses donde me fui de la casa y fui más directo y duro con mi decisión. Diana empezó a utilizar como excusa vuestro periódico para acceder a mí y poder tener entrevistas privadas.
Asiento. Ahora entiendo la reacción de ella cuando Alexander dijo que quería que fuera yo la que la realizaría y sus palabras cuando coincidimos en el baño tiempo después.
—Entonces te conocí y todo lo ocurrido con la prensa. Esa parte ya la conoces bien. No comprendo por qué, pero mi padre vio bien la idea de seguir con esa idea de fingir ser pareja. Esa era la razón del por qué no quería contarte parte de mi historia cuando me preguntaste el día que quedamos los tres para ofrecerte esa propuesta.
—Me acuerdo —afirmo.
—Bien. Pues desde ese día hasta el día en el que tuve el último partido de la temporada fue todo demasiado enrevesado. Siempre buscaba la forma de atrasar todo y conseguía amenazarme de tomar las represalias contigo. Está claro que no se lo iba a permitir —dice con obviedad—. Así que seguí cediendo y cediendo hasta que comprendí que esto no podía seguir así y que con la única persona con la que quería estar era contigo. Pero una parte de mí no podía si seguía casado con ella porque quería entregarme a ti por completo.
Desvío la mirada cuando siento un pinchazo en el corazón. Sus palabras me están afectando más de lo que imaginaba. Mantengo los ojos en el suelo. No puedo mirarlo.
—Por favor, no me evites con la mirada —me suplica.
Alzo los ojos hacia los suyos. Suspiro y me paso las manos por el pelo sin saber qué hacer.
—Te lo quería contar en la cita. Joder, quería contártelo cuando todo hubiese terminado, pero no pude hacerlo. Sé muy bien que no debía de haber esperado tanto tiempo y que ahora he perdido toda tu confianza por no haberme atrevido cuando vi que nuestra relación iba a más. Pero no pude.
Asiento, pensativa. Masajeo mis piernas con las manos con nerviosismo. ¿Cómo debo llevar esto?
—Entiendes que podías habérmelo contado desde un principio, cuando nuestra relación cambió, y lo hubiera entendido, ¿verdad? —hablo después de un rato.
—Sí, pero una parte de mí era tan cobarde que no sabía como hacerlo. Dejaba pasar los días para ver si llegaba el día indicado. Pero no llegaba. Solo tenía que forzarlo y decirlo en alguno de los momentos que hemos pasado juntos. Casi me atreví cuando te llevé al jardín japonés. No lo hice. Dejé que todo se hiciera una bola que iba creciendo cada vez más y más hasta que explotó todo el día que Diana filtró todo.
—¿Fue ella? —murmuro, sorprendida.
—Sí. No le ha importado que la gente supiera que fue su idea.
Arrugo el entrecejo.
—¿Por qué querría hacer eso?
—¿Para joderme como regalo de divorcio? —murmura con ironía.
—Pues que buen regalo —mi comentario consigue que forme una pequeña sonrisa.
Nos mantenemos en silencio, mirándonos a los ojos. Me muerdo el labio inferior y rompo el contacto visual.
—Por favor, Ana, quiero continuar lo que teníamos. Quiero seguir y estar contigo. Quiero recuperarte. ¿Qué posibilidad tengo de conseguirlo? ¿De recuperar tu confianza?
Suspiro.
—Tienes una única oportunidad de intentarlo, Alexander. Una única oportunidad donde yo voy a permitir que consigas recuperarte. Ni una más. Solo esta.
—¿Qué puedo hacer? —Sus ojos me transmiten un brillo especial, algo muy parecido a la esperanza.
Me muerdo el labio inferior antes de encontrar las palabras adecuadas.
—Si quieres ganar mi confianza de nuevo, vas a tener que trabajar mucho por ello, eso ya lo sabes de sobra. No te voy a decir lo que tienes o no que hacer. Eso está bajo tu propio criterio.
Alexander asiente.
—No esperaba menos.
—Yo no te impediré que lo hagas, pero no voy a ser yo quién vaya a tener la iniciativa en esto —le aclaro.
Por mucho que le quiera y esté enamorada de él quiero darme mi lugar y dejar que sea él es que lleve las riendas de esto. De él dependerá lo que ocurra entre ambos.
—Lo sé, lo entiendo. Fui yo quien la cagó. Es justo que sea yo quién se esfuerce y lo arregle. Te quiero, Ana. Y no pienso rendirme hasta conseguir de nuevo una oportunidad.
Me muerdo el labio y asiento. Escondo mis manos con disimulo cuando me percato que han comenzado a temblar.
—Está bien —acepto.
Cuando nos quedamos en silencio, ambos escuchamos el ruido de unas llaves hasta que la puerta se abre y aparece mi madre.
—¿Os he interrumpido? —cuestiona, avergonzada.
—No, tranquila, yo ya me iba —pronuncia Alexander a la vez que se levanta del sillón.
Hago lo mismo. Al momento, Alexander se gira para mirarme.
—Da igual el tiempo que me lleve, voy a conseguirlo, Ana. Voy a recuperarte.
Me susurra antes de emprender camino hacia la salida de mi apartamento y dejándome el corazón acelerado por sus palabras.
En ese momento me percato de que acabo de cerrar un capítulo de mi vida. Y ahora quiero comprobar lo dispuesta que estoy para empezar otro nuevo. Con o sin él.
──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
Un año después
Me retoco el pintalabios rojo en el espejo de la entrada antes de guardarlo en el bolso y salir del apartamento. No me gustaría llegar tarde a la cena.
Hoy, después de un año, he decidido aceptarle una cita a Alexander Jones.
Sí, increíble, ¿cierto?
Alexander se ha pasado un año entero intentando conquistarme y recuperarme de nuevo. Y durante esos intentos sé que he sido bastante dura y recta con él, pero es que quería asegurarme de que de verdad quería avanzar en nuestra historia y se lo estaba tomando en serio.
Y así ha sido.
A través de quedadas, planes y muy buenas ideas para conquistarme y recuperarme de nuevo durante todo este año, el otro día me propuso una cita.
Y acepté.
Es por eso por lo que estoy de camino al restaurante donde me ha indicado que vaya. En un principio quería venir a recogerme, pero he decidido que quería ir por mi propia cuenta.
A pesar de que ya ha conseguido casi por completo mi confianza de nuevo, hay una parte de mí que sigue teniendo un poco de temor debido a lo que pasó el año pasado.
El restaurante se encuentra a unos veinte minutos de mi casa. Justo en los edificios más altos de Nueva York. Creo recordar que se llamaba The view restaurant and lounge. Por lo que he visto, es increíble el lugar para observar el paisaje de la ciudad. Y más de noche.
Salgo del coche en cuanto llego a la zona de aparcamiento antes de dirigirme hacia el restaurante. Cuando llego a la planta indicada, hay un camarero esperándome para llevarme a donde Alexander se encuentra, pues hace rato que ha llegado.
Él se levanta de la silla en cuanto me ve y una sonrisa ilumina su rostro. Me muerdo el labio para que no se me contagie el gesto. Da un par de pasos para acortar la distancia entre ambos y apoya su mano en mi cintura para darme un suave beso en la mejilla.
—Estás preciosa —me observa con admiración de arriba abajo mientras habla.
Formo una pequeña sonrisa.
—Gracias.
—¿No me he ganado aún ningún piropo? —sus pucheros consiguen hacerme reír.
—Estás muy guapo también, Alexander. —Amplía su sonrisa a la vez que mueve la silla que hay frente a él para que me pueda sentar—. Gracias.
No tarda en colocarse de nuevo en su asiento y mirarme.
—Ahí tienes la carta. Elige lo que más te apetezca, ya lo sabes.
Alzo una ceja.
—¿Lo que quiera?
Asiente al instante.
—Lo que quieras.
Formo una sonrisa de medio lado.
—Genial.
Sonríe. Sabe muy bien lo mucho que me gusta la comida y lo fácil que es ganarme si hay ese factor de por medio. Barajeo mis posibilidades entre tantas opciones antes de decantarme por filete a la parrilla y solomillo Wellington.
Alexander asiente, convencido de mis elecciones.
—¿Qué? Tengo muy buen gusto para los platos.
Pasa la lengua por sus labios. Gesto que no se me pasa desapercibido.
—Ya lo he comprobado.
Sonrío.
Tamborileo los dedos sobre la mesa, claramente nerviosa. Desde hace varias semanas hay algo que me ha estado dando vueltas constantemente y necesito contártelo.
—Me gustaría hablar contigo, Alexander.
Alexander se queda paralizado, sin saber qué hacer y mirándome fijamente. Casi puedo sentir desde aquí su repentino nerviosismo.
—Eso no suena bien —comenta.
Paso la lengua por los labios y apoyo ambos brazos en la mesa.
—Es sobre nosotros.
—Reafirmo mis palabras.
Evito sonreír y desvío la mirada unos segundos antes de volver a fijarlos en sus ojos.
Suspiro unos segundos antes de hablar:
—He estado pensando en nosotros y todo lo que has hecho para recuperarme y he tomado la decisión de que me gustaría seguir con lo nuestro. Con nosotros. Retomar donde lo dejamos, pero despacio.
Suspira por el alivio y me sonríe ampliamente lleno de esperanza.
—¿De verdad? —Lleva una mano a su pecho.
Asiento y sonrío.
Por fin sonrío.
—Sí, Alexander. Estoy segura de tu respuesta, pero de igual manera tengo que preguntártelo: ¿Qué es lo que quieres tú?
—Joder, Ana, sí. Quiero estar contigo. Si no te ha quedado claro desde que nuestra relación cambio por completo hasta ahora he estado enamorado de ti en todo momento. Todo mi esfuerzo para recuperarte y tener de nuevo tu confianza es porque te quiero y quiero estar contigo.
Suspiro y cierro los ojos, aliviada.
Al momento siento las manos de Alexander sobre las mías. Le miro al instante.
—Vamos a intentarlo, princesa.
Sonrío, recordando nuestros apodos.
—Vamos a intentarlo, capullo engreído.
FIN
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UPSI, ¿CÓMO QUE FIN? :)
¿Ha acabado o quizás falta un epílogo? jeje
Lo averiguaréis prontito por mi instagram >3
Si has llegado aquí quiero daros las gracias por todo vuestro apoyo, cada mensaje y comentario tan bonitod que he estado recibiendo cada día. Y mil gracias por haberles dado una oportunidad a ellos. A Alexander y Ana.
No todo acaba aquí <3
Nos vemos pronto :)
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