38. BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND, I'M BORED
CAPÍTULO SIN CORREGIR
Narra Ana
Ha pasado una semana desde que corté cualquier tipo de relación con Alexander. Por lo tanto, una semana en la que he evitado, en la medida de lo posible, salir de casa. Los medios no me han dejado tranquila en ningún momento. Muchas veces ha sido Lilia o Jake quienes me han llevado al trabajo puesto que yo apenas podía dar dos pasos fuera de la calle antes de que me interceptaran.
Tal y como estoy haciendo ahora. Jake me dedica una amplia sonrisa cuando me adentro en su coche y no tarda en ponerse en marcha en dirección a nuestro trabajo.
La verdad es que no me apetece nada ir. Desde que volví no paro de sentir que todo el mundo me observa y susurran cada vez que paso. Sí que es verdad que no he vuelto a ver a Diana por el periódico, así que mucho mejor. Es lo último que me apetece que pase: cruzarme con ella.
En cuanto a cómo me siento y me encuentro, no sabía decir con certeza. Por un momento es la tristeza la que controla e invade todo. Lo que perdí y no volveré a tener con Alexander y lo que hemos estado viviendo y experimentando juntos.
Pero por otro lado, la ira y el engaño también controlan mi cabeza. La manera en la que me mintió y quiso ocultármelo el máximo tiempo posible es lo que hace que mi enfado aumente. ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué seguía y fingía una relación conmigo si ya estaba casado con otra mujer? Aunque lo que más descolocada me tiene es cómo los medios de comunicación no sabían de la existencia de este matrimonio.
No quiero darle más vueltas al tema, por más difícil que se me haga. Solo quiero pasar página. Olvidar todo. Y, con ello, olvidarle a él.
Salimos del coche cuando hemos aparcado y nos dirigimos hacia el ascensor. Decido ignorar el creciente nerviosismo que siento por todo mi cuerpo. Odio ser el centro de atención, y más si es por un escándalo que me involucra pero del que yo no sabía nada.
Evito mirar a mis compañeros de trabajo cuando voy a mi zona. Como días atrás, ellos me observan como si fuera una novedad y no llevara aquí desde hace mucho tiempo. Me incomoda mucho, pero hago como si no me importara. Ordeno mi escritorio y dejo mis cosas a un lado para ponerme a trabajar.
Recibo un mensaje cuando justo estoy sacando el ordenador. Mi corazón late deprisa como respuesta cuando veo que es un mensaje de Alexander.
Inspiro hondo antes de abrirlo.
Capullo engreído: Ana, ¿podemos hablar?
Me muerdo el labio inferior cuando siento que un nudo se comienza a formar en mi pecho.
Ana: Ya no hay nada más que hablar.
Alexander no tarda en contestar.
Alexander: Por favor, Ana.
Ana: No, Alexander. Se acabó.
Ana: Solo quiero pasar página.
Apago el teléfono con el corazón latiendo a toda velocidad contra mi pecho. Cierro los ojos e inspiro hondo para evitar sentirme más mal de lo que ya estoy durante las horas de trabajo. Guardo el móvil, enciendo el ordenador y me limito a escaparme de todo haciendo artículos.
No quiero saber nada en estas horas. Solo... escapar de todo. No pensar en nada más que en cómo voy a redactar y construir cada artículo.
Me levanto del asiento, dispuesta a ir a por un café cuando mi cabeza necesita despejarse un poco de la pantalla.
—¿Te puedo acompañar? —Cuando me giro veo que Rike también está en la zona de la cafetería.
No me había dado cuenta.
—Claro.
Asiente.
—¿Cómo te encuentras?
Suspiro e intento formar una sonrisa.
—Lo mejor que puedo intentar sentirme.
Me dedica una sonrisa sin dedicar los dientes.
—Siento mucho lo que te ha ocurrido.
Hago un gesto con la mano para restarle importancia.
—No te preocupes, tranquilo.
—De cualquier manera, solo quiero decirte que aunque no tengamos mucha relación, también puedes contar conmigo. Eres la única persona con la que mantengo contacto del trabajo —dice esto último avergonzado.
No puedo evitar sentir pena. Si que es verdad que apenas habla con nadie o le dirigen la palabra. Es como si nadie se percatara de su presencia. También puede ser un factor importante su timidez.
Le sonrío.
—Claro que sí. Igual puedes contar conmigo también.
Sonríe y asiente.
—Gracias, Ana.
──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
Es entrada la tarde del día siguiente cuando me siento mucho más animada a querer volver a ser productiva. Llevo desde después de comer encerrada en la cocina porque me ha entrado unas repentinas ganas de querer cocinar bollos y galletas. Y la verdad es que está consiguiendo que me evada de todo y todos.
—¿Ana? —mi madre me llama desde el salón. No tardo en salir de la cocina para ir a su encuentro.
—¿Qué pasa?
Por la forma en la que me mira parece importante.
—Creo que deberías ver esto.
Me siento a su lado a la vez que dirijo los ojos hacia su teléfono. Al instante mi corazón da un vuelco cuando veo a Alexander en la pantalla. Uno de los periódicos está en directo y todos los periodistas y cámaras rodean a Alexander.
Ambas nos mantenemos en silencio para escuchar lo que está por decir. Alexander barre con la mirada con rapidez a todos los periodistas antes de hablar:
Buenos días a todos. Como bien sabrán, en las últimas semanas mi vida privada ha sido objeto de una atención mediática considerable. He convocado esta rueda de prensa para aclarar algunos puntos y, sobre todo, para pedir respeto a mi intimidad.
En estos momentos, lo más importante para mí es proteger mi bienestar emocional y el de las personas que quiero. Por eso, he decidido tomar la palabra y poner fin a las especulaciones y rumores que han circulado en los medios.
Todos hemos experimentado momentos en los que nos sentimos vulnerables, engañados o manipulados. Hoy, quiero hablarles sobre una situación que me ha tocado de cerca y que, estoy seguro, muchos de ustedes podrán entender.
De lo que quiero hablar, y sé que todos vosotros estáis al día de la noticia, es sobre mi matrimonio con Diana Deren, una de las periodistas del periódico The New York Confidential. Y es que el rumor es cierto. Nuestra acta de matrimonio seguía estando vigente hasta hace poco más de una semana donde por fin he conseguido mi libertad. Porque sí, no todo lo que se muestra por internet es completamente cierto o real. Y es lo que vengo a explicar hoy.
Me ha estado arrebatando el derecho a decidir sobre mi propio futuro. A través de amenazas, mentiras y manipulaciones, mi expareja intentó aferrarse a mí, impidiéndome poner fin a nuestro matrimonio. Falsas promesas de divorcio se interponían en mi camino, y la única opción que vi fue alejarme lo más posible, incluso cuando esto implicaba encuentros incómodos y necesarios para finalizar los trámites legales.
Llevamos un año separados, pero aún no había podido recuperar el control sobre mi propia vida. Se me ha negado el derecho a tomar decisiones sobre mi futuro, incluso en los aspectos más básicos como mi libertad.
Además, he sido víctima de una campaña de difamación. Se han difundido rumores falsos sobre mí y sobre un reencuentro secreto con mi exmujer, algo muy lejano a la realidad. La foto que circuló por los medios es una manipulación evidente, y tengo pruebas que lo demuestran. Por culpa de estas mentiras, he perdido a la persona que quiero.
Las explicaciones detalladas sobre todo lo ocurrido se las daré a la persona en cuestión. Sin embargo, considero importante denunciar públicamente estas acciones para que no se repitan.
Pido respeto por mi privacidad y por la verdad. Espero que, con este mensaje, pueda cerrar este capítulo y comenzar a reconstruir mi vida.
Y sin comunicar nada más, Alexander desaparece de las cámaras subiéndose a un coche.
Observo a mi madre, sorprendida y paralizada por todo lo que ha dicho. ¿Por qué no pudo contarme desde el principio todo esto? No me refiero a cuando nos conocimos, sino cuando nuestra relación cambió a algo mucho más sentimental para ambos.
—No entiendo nada —murmuro.
—Ya somos dos. Parece que no todo lo que se ve es cierto. Una vez más se ha podido comprobar.
—¿Por qué no me lo contó en su momento antes de que me enterara por otras personas? ¿No confiaba en mí? Hubiese entendido su situación.
—O quizás no. Quizás Alexander tuviera miedo de que hubiera una posibilidad de que no lo hubieras entendido y te hubieras alejado de igual manera de él —argumenta, pensativa.
Me muerdo el labio inferior.
—De igual manera ha terminado ocurriendo —susurro, mirando hacia la ventana, perdida en mis pensamientos.
Nos quedamos ambas en silencio.
—Quizás... deberías dejar que se explicase bien contigo. Al menos para responder a todas esas preguntas que se te han ido pasando por la cabeza y así... poder pasar página —agrega esto último con una entonación distinta.
No digo nada, sopesando su propuesta.
—Puede que sea una buena idea —termino aceptando.
Sonríe levemente cuando me levanto del sillón.
—Espero que te ayude a aclararte —agrega antes de que me encierre en la habitación para cambiarme de ropa.
Quizás debería de ir ahora. Quizás le encuentre en su casa o le espere allí si no está. De cualquier manera, quiero quitarme esto de encima para no seguir comiéndome la cabeza más.
—Te aviso cuando vaya a venir —le comento cuando, minutos después, me dirijo hacia la entrada.
—Claro, cariño.
Para evitar no pensar en el tema, me pongo los cascos con mi mejor lista de música. Como he dejado el coche fuera, tengo que salir a la calle. Solo espero que ya me hayan dejado tranquila.
Conforme me voy acercando, el corazón se me acelera más y más. Como si supiera a la perfección lo que está a punto de ocurrir. Aunque parece que ha acertado de lleno, porque cunado salgo a la calle hay un coche aparcado en frente que reconozco a la perfección. Al igual que la persona que se acerca en mi dirección.
Alexander.
Inspiro hondo. Al parecer no me he mentalizado bien para cuando estuviera cara a cara con él.
Pero no hay vuelta atrás.
Él me identifica al instante, y por un momento se queda quieto antes de continuar el camino hasta quedar frente a mí.
—¿Qué haces aquí? —pronuncio sin poder evitarlo.
Mi voz suena rasposa.
—Yendo a dar las explicaciones que me quedan a la mujer que quiero.
Mi corazón late a toda velocidad cuando escucho sus palabras, aunque evito que sus palabras me afecten. Así que opto por asentir.
—¿A dónde ibas? —termina diciendo.
Inspiro hondo.
—A buscarte.
Alexander me mira, sorprendido por mis palabras.
—Entonces nos acabamos de encontrar sin saberlo.
Nos miramos fijamente en silencio. Ninguno de los dos sabemos qué decir. Casi puedo comprobar que estamos algo incómodos debido a todo lo que ha ocurrido entre nosotros. Me abrazo a mí misma sin dejar de mirarle antes de hacer un movimiento de cabeza hacia mi portal.
—¿Hablamos en mi casa?
Alexander forma una línea con su boca antes de asentir. Parece nerviosa.
—Sí. Quiero aclarar las cosas contigo de una vez.
Parece que ambos volvemos aestar de nuevo de acuerdo con algo.
...............
Hola, mis chicass, ¿qué tal el capítulo? ;)
Ay Alexander y Ana... ¿Qué vais a hacer?
Quizás lo averiguaréis mañana ;)
instagram: teenagerwriter_
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro