32. SAVE YOUR TEARS
¡CAPÍTULO SIN CORREGIR!
Narra Ana
Abrazo con energía a Lilia cuando ella me dedica una pequeña sonrisa al abrir la puerta de mi apartamento.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunto cuando nos separamos del abrazo.
—No quiero mentirte. Sigo estando muy mal. Bastante mal, pero no quiero estar pensando en todo ello. Necesito distraer la mente y estar encerrada en mi casa y rememorando todo lo que he vivido con Jake no me hace nada bien.
—Mi oferta de que pases el tiempo conmigo y en mi apartamento sigue en pie —le recuerdo.
Asiente.
—Tampoco quiero abusar de ello.
—No lo haces —le aseguro—. Te lo digo porque quiero y porque eres mi mejor amiga. Y se lo que es estar así.
—Lo sé. Ahora hemos intercambiado los roles. —Me dedica una pequeña sonrisa.
—Sí —bromeo.
Lilia suspira y me mira.
—Espero no sentirme así mucho tiempo, pero veo algo muy lejano. Solo quiero estar encerrada en mi habitación y dormir. No quiero hacer nada, pero sé que eso no me va a favorecer en nada, así que aquí estoy.
—Así me gusta. Estoy orgullosa porque tengas esa fuerza de voluntad —la animo.
—Eso intento.
Lilia me sigue cuando me encamino hacia la habitación para cambiarme de ropa ya que la he abierto en pijama. Lilia ya me ha visto en peores condiciones, así que no me importa.
—¿Y tu madre? —cuestiona con curiosidad cuando se acomoda en mi cama y me mira.
—Se ha ido a dar un paseo por la ciudad. Parece que lo necesitaba así que he decidido intervenir en ello.
Camino hacia mi armario y rebusco algo que me pueda poner para el día. Hoy ha decidido el sol que iba a hacer bastante calor, así que me vestiré acorde de ello. Queda un mes para septiembre y, con ello, la vuelta a la rutina puesto que hace una semana empecé mis vacaciones. Y las estoy aprovechando bastante bien.
—¿Cuándo vas a ver a Alexander? —pregunta, interesada.
—Creo que esta noche, después de su entrenamiento.
Asiente a la vez que forma una pequeña sonrisa.
—Me gustáis los dos como pareja —dice como si nada.
Me giro al instante para mirarle.
—Sabes que en realidad no lo somos. —Alzo ambas cejas.
—No digo eso.
—¿Entonces? —Camino hasta colocarme a su lado y dejo la ropa encima de la cama para poder deshacerme de la que llevo puesta.
—Que me gustaría veros como una relación. Como pareja de verdad.
Me quedo quieta unos segundos, procesando sus palabras.
—¿Te ha comido la lengua el gato? —bromea.
—No sé si Alexander piensa lo mismo que tú —comento.
—¡Venga ya! No seas tonta. Pues claro que sí. Pero lo más importante: ¿Qué piensas tú de esa idea?
Silencio.
Aprovecho para vestirme y volver a mirarla. Lilia me recibe con una amplia sonrisa.
—Lo sabía —canturrea con orgullo.
Pongo los ojos en blanco.
—Vale, listilla. —Sonrío.
Lilia, tras haber estado convenciéndome para comer pizza, sale de la habitación alegra para pedirlo a domicilio. Sonrío divertida y niego con la cabeza. Es muy difícil decirle que no a algo.
No tardo en ir a su encuentro justo cuando ella apaga el teléfono.
—Estará en media hora, aproximadamente.
Asiento, conforme.
—Oye, se me ha ocurrido algo —digo cuando Lilia enciende el televisor con el mando. Tardo dos segundos en captar su atención antes de volver a hablar—: ¿Te apetece acompañarme a ir a recoger a Alexander de su entrenamiento?
—¿Contigo?
—Claro.
—No quiero molestar. Además, ya has quedado con él —se excusa.
—Tranquila. Vente, anda.
Lilia me mira por unos segundos, pensativa. Aunque sé que voy a conseguir que diga que sí.
—Vale, creo que me vendrá bien salir —acepta.
Sonrío.
—Genial. Así también conoces a los demás jugadores del equipo en persona.
Ella no tarda en que sus mejillas se tornen en un rojo claro.
—Uy, no. Qué vergüenza.
—¡Venga! Las dos sabemos que te encanta el equipo tanto como a mí.
—Sí, pero...
—Ni pero ni nada. Luego los conocerás —le aseguro.
—Pues se van a llevar una mala impresión de mí —se señala a sí misma y a su ropa.
—Te recuerdo que mi armario también es el tuyo.
Sonríe levemente.
—Es verdad.
—Pues no tienes excusa —le doy un suave golpe en el hombre.
—Ya veo, ya.
—Venga, vamos a ver que puedo prestarte para luego. Quizás vayamos a cenar fuera —digo como si nada.
Aprieto los labios para evitar que una sonrisa se asome por mi rostro cuando veo como Lilia abre la boca por la sorpresa.
—Cenar... ¿con ellos? —Parece confusa.
—Claro. —Termino sonriendo sin poder evitarlo.
—Vale. Tengo que prepararme mentalmente para esto.
Asiento, contenta por sus palabras. Al menos he encontrado algo con lo que su cabeza puede estar ocupada para que así no esté sobre pensando en lo ocurrido con Jake y su repentina relación rota.
Si sé cómo hacer que eso no ocurra, sin duda lo haré.
──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
—¿Lista? —le pregunto a Lilia cuando me acerco a la puerta del baño donde se ha encerrado para arreglarse un poco.
Tarda unos segundos antes de abrir y quedar cara a cara.
—Sí.
Le dedico una amplia sonrisa cuando detallo su atuendo. Falda vaquera y camiseta negra con unos botines también de color negro. Apenas va maquillada, pero igualmente está igual de preciosa. Sabía que había acertado con la ropa. Le queda todo de maravilla.
—Estás preciosa —le alabo.
Ella me dedica una pequeña sonrisa insegura antes de agachar la mirada para ver ella misma el atuendo.
—No sé si es buena idea que salga. Quizás me voy mejor a casa.
Entrecierro mis ojos en su dirección y me cruzo de brazos.
—Oh, no, cariño. Tú te vienes conmigo, ya no puedes cambiar de opinión. Y tampoco pienso dejarte sola en tu casa —le amenazo con el dedo.
Suspira. Sabe que esta batalla no la va a ganar. Y no quiero dejarla sola. Menos ahora.
—Bien, vale. No digo nada más.
Sonrío.
—Así me gusta. Venga, vámonos. No tardarán mucho en terminar el entrenamiento.
Ambas nos dirigimos hacia mi coche, puesto que soy la única de las dos que sabe cómo ir. Como siempre, el camino transcurre bastante rápido y para cuando me quiero dar cuenta ya me estoy adentrando en el conocido aparcamiento del equipo.
—Con que entrenan aquí —comenta Lilia tras colocarse a mi lado y caminar hacia la puerta que da al interior del pabellón.
—Sí.
—Se nota que no es la primera vez que vienes —sonríe.
—Ya he venido varias más —bromeo.
—Ya veo.
Justo cuando giramos a la izquierda para adentrarnos en el siguiente pasillo, ambas escuchamos varias voces masculinas que retumban por esa zona en concreto.
—Deben de haber terminado —comento.
—Me acabo de percatar, sí —afirma.
Y terminamos de comprobarlo cuando vemos que uno de ellos nos da la espalda. Lo reconozco al instante. Como no hacerlo. Es una de las zonas que ya me conozco a la perfección.
Bueno, entre otras.
Los chicos que están con él se percatan de nuestra presencia y parece que se lo comunican a Alexander puesto que no tarda en girarse hasta que sus ojos se encuentran con los míos.
Mi corazón reacciona ante él al instante, como si hubiera pasado mucho tiempo desde que lo vi. Como si no supiera lo mucho que mi corazón se vuelve loco por este jugador.
Lilia y yo no tardamos en acercarnos hasta quedar al lado de ellos. Alexander es el primero que nos saluda. Primero a mi mejor amiga con un apretón de manos y, poco después, se gira hacia mí para al instante llevar su mano a mi nuca y besarme sin ningún tipo de pudor.
Cuando nos separamos un poco, y con mi corazón aún alborotado, nos miramos de nuevo a los ojos, pero no decimos nada al instante. Necesito unos segundos para recomponerme de lo que me he dado cuenta.
Quizás sienta mucho más de lo que había dicho. Quizás sienta más desde que dije que él me gustaba. Y no sé si sentirme ilusionada o aterrada.
—Hola —termina siendo él el primero en hablar.
Formo una pequeña sonrisa, ignorando todo lo que está apareciendo por mi cabeza.
—Hola.
Alexander mira de reojo a mi derecha y alza ambas cejas antes de volver a mirarme y señalarme con disimulo hacia ese lado. Confundida, le hago caso.
Wyatt, quién acaba de aparecer, se acaba de acercar hasta donde Lilia se encuentra. Me fijo en como ambos hacen contacto visual sin ninguno apartar la vista del otro. Es Lilia quién, segundos después, rompe esa mirada y la desvía hacia nosotros, sin saber que hacer o decir. Como si no la conociera.
También me doy cuenta de cómo Wyatt repasa a mi mejor amiga con disimulo, antes de fingir como si eso no hubiera ocurrido.
—Hola, guapa. Tú eres la chica que estaba con su novio y Ana en la cafetería cuando coincidimos, ¿cierto? —Wyatt le dedica una sonrisa de reconocimiento, aunque su gesto no tarda en desaparecer cuando ve que Lilia agacha la mirada al suelo.
—Sí, soy yo. —Los tres nos damos cuenta de como ahora Lilia evita mirarle.
Quiere fingir, pero no se le da tan bien. Y menos si su mejor amiga (ósea, yo) le está analizando.
Alexander me pregunta con la mirada y yo solo niego con la cabeza. No me incumbe a mí contar las cosas que le ocurren a Lilia a otras personas. Es ella quién tiene que hacerlo, no yo.
Wyatt se pasa la mano por la nuca, confuso por la reacción que ha tenido Lilia con él.
—Bueno, dadnos unos minutos para cambiarnos y nos vamos —interrumpe Alexander, apaciguando la situación.
Asiento, agradecida.
—Buena forma de iniciar la conversación —murmura Lilia poco después de que ambos desaparezcan por la puerta de los vestuarios.
—Ya sabes que no lo ha hecho con mala intención. Él no sabe lo que ha ocurrido, claramente.
—Lo sé.
Tal y como Alexander ha dicho, solo tardan más que unos minutos hasta que se vuelven a encontrar con nosotras. Este se coloca a mi lado cuando comenzamos a andar y Wyatt no tarda en hacer lo mismo hasta colocarse junto a Lilia, pero ninguno de los dos habla.
Alexander y yo conectamos al instante nuestros ojos antes de encogernos de hombros.
—Llevaré primero a Alexander a casa y después te llevo a ti para que vayas a recoger el coche —le comento a Lilia cuando salimos los cuatro al aparcamiento.
—Oh no, no pasa nada. Puedo buscar un autobús, así pasáis vosotros tiempo a solas —me asegura.
—No hace falta que lo hagas. Tampoco quiero que te vayas sola —respondo.
—Puedo llevarla yo —se ofrece Wyatt al instante.
Lilia se gira al instante para mirarle. Parece sorprendida por su caballerosidad.
—¿Estás seguro? —cuestiono a la vez que le pregunto a Lilia con la mirada si está de acuerdo.
—Si no te importa y realmente quieres, vale. No quiero que se atrase más de lo que ya ha pasado vuestra quedada —responde ella.
—Y creo recordar que me pilla a mí de camino —agrega Wyatt.
—Vale, pues todo solucionado —comenta Lilia.
Alexander y Wyatt son los primeros en despedirse del otro antes de que este último se dirija hacia donde me encuentro para darme un abrazo con total confianza conmigo.
Miro a Lilia cuando me separo de él.
—Avísame cuando ya llegues a casa —le digo después de haberme separado del abrazo.
—Claro, lo mismo digo. —Me lanza un beso antes de seguir a Wyatt.
—Interesante —comenta Alexander, distraído.
Sigo la dirección de su mirada. Él también les estaba mirando.
Terminamos adentrándonos poco después en mi coche, rumbo a su casa. Ya tenía ganas de pasar un poco de tiempo con él. Aunque sea en este pequeño trayecto en coche.
—¿Cómo está tu madre? —me pregunta poco después de emprender la marcha. Noto su mirada al instante aunque no aparto la vista de la carretera.
—Creo que bien. La veo más activa y alegre, pero está estresada con eso de encontrar un apartamento. Dice que no me quiere estar molestando más de lo necesario.
—Si quieres, puedo acercarme mañana a tu casa y ayudarla —se ofrece.
—Oh, no quiero molestarte.
—Para nada. Al fin y al cabo es mi querida suegra y debo y quiero ayudarla en lo que pueda —comenta como si nada. Como si sus palabras no hubiesen conseguido hacer que mi corazón lata deprisa.
—¿En serio?
Asiente.
—Claro.
—Entonces, si quieres, sí.
—Genial. Me pasaré hasta que me tenga que ir al entrenamiento.
Miro a través de la ventana. El sol ya está casi escondido, dando paso a una creciente oscuridad. La radio de Alexander se escucha con suavidad, sin mucho ruido.
—Oye... —comienza Alexander.
No tardo en girarme para mirarle brevemente.
—¿Qué ocurre?
Alexander se queda en silencio. Un silencio muy... extraño.
—Me gustaría saber si el viernes estarías libre.
Arrugo el entrecejo, confundida.
—Sí. Aún seguiré de vacaciones. ¿Por qué?
—Me gustaría hacer algún plan contigo.
La forma en la que pronuncia estas palabras hace que todo mi cuerpo reaccione ante él, poniéndome nerviosa. No sé por qué, pero no parece algo casual.
—Claro. ¿Qué quieres hacer?
De reojo me percato de como forma una sonrisa ladeada.
—Ya lo sabrás. —Niego con la cabeza, mordiéndome el labio—. ¿Es un sí seguro?
—Es un sí —afirmo.
Sonríe.
—Genial.
—¿Y ahora querías hacer algo?
Su mano se posa al instante en mi muslo, distrayéndome un segundo.
—Prefiero aguantar y esperar al viernes.
Entrecierro mis ojos en su dirección.
—Ahora necesito saber el porqué de tanto secretismo.
—En unos días sabrás la causa de eso. —Y por primera vez noto como Alexander se ha puesto nervioso, lo que me hace levantar ambas cejas al instante, sorprendida.
—Pues hasta el viernes, entonces.
Parece que alguien se ha puesto algo nerviosa por ese plan y no voy a decir quién soy. Siento que va a cambiar algo, de alguna manera, entre nosotros.
..............................
Holaa!! ¿Qué tal el capítulo? :)
Uy uy uy, ¿qué tienes pensado, Alexander?
Para las chicas que no me sigais en instagram (teenagerwriter_) voy a estar haciendo maratón de capítulos esta semana ;)
Así que nos vemos mañana con nueva actualización <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro