Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. I WISH I HATE YOU

Narra Alexander

Camino por el largo pasillo del edificio sin detenerme, ni aminorar el paso. Es viernes y el sol ilumina las calles con fuerza. Es gracioso que justo yo, ahora mismo, sea todo lo contrario.

Estoy cabreado. Mucho.

Necesito resolver el lío en el que los medios me han metido. ¿En qué momento han hecho esa foto y se han inventado toda esa historia?

Sabía desde el primer momento que me habló, que ella no era de fiar. Y no he tardado en tener razón. Ahora todo el mundo piensa que esa periodista y yo somos pareja.

Necesito desmentir todo, no me interesa ser el centro de la atención. O, bueno, serlo aún más.

Busco con la mirada el número de un apartamento en concreto. Llamo varias veces, chocando los nudillos contra la puerta. No han pasado más de dos minutos cuando escucho pasos acercándose hacia donde me encuentro.

—¿Se puede saber qué mierda está pasando? —pronuncio, a modo de saludo.

—¿Qué haces aquí? ¿Has venido sólo por la noticia? —cuestiona, lo que me hace confirmar que él también se ha enterado.

—¿Te parece poco? ¿Cómo es posible que hayan podido hacer esa foto y emparejarme con la periodista? —Mi representante se hace a un lado para dejarme pasar.

Camino hacia el interior. Conozco el lugar a la perfección. Puedo decir con certeza que podía recorrerla con los ojos cerrados. Me adentro en el salón. Puedo ver cómo en la mesa está el ordenador encendido y con papeles revueltos en ella.

—Bueno, tú sabrás, eras el que estaba con ella en ese momento —pronuncia, volviendo a su silla para continuar con lo que estaba haciendo antes de que irrumpiera en su casa.

—No he intercambiado más de dos frases con ella, ¿y ahora se supone que es mi interés amoroso? —cuestiono con enfado.

—¿Y qué quieres que haga? —Levanta la mirada para observarme.

—¿Arreglarlo? Tiene que haber alguna manera de que esto se solucione.

Se mantiene en silencio, pensativo.

—¿Sabes algo de ella? —niego con la cabeza.

—Nada más de lo que llegué a hablar en ese evento. Tiene que haber sido ella. Estoy seguro —afirmo.

—¿Qué te hace pensar en ello?

—Forma parte de New York Confidential.

Frunce el ceño.

—¿No van a parar hasta tener lo que quieren?

—Se ve que sí. Parece como si todo estuviera planificado. No puede ser una coincidencia que justo tomaran la foto cuando estaba muy cerca de mí.

Él asiente, considerando mis palabras.

—¿Qué hizo para que consiguiera estar tan cerca tuya? —pregunta con cierto interés.

—Ella... creo que se presentó como Ana, me preguntó si aceptaría que me hiciera una entrevista. La rechacé y, al parecer, no se lo tomó muy bien. —Me cruzo de brazos, apoyándome en la mesa, sin apartar la mirada de mi padre.

—Entiendo.

Resoplo.

—¿Hay alguna manera de resolver esta mierda? —vuelvo a preguntar.

—Quizás, sí. Aunque estoy seguro de que no te gustará la idea, pero es lo que mejor te conviene.

Hago un gesto con la mano para indicarle que continúe hablando.

—Descarta la idea de acusar a la chica, porque no sabes si realmente fue ella o no. Y, si lo haces y se termina sabiendo que no fue esa periodista, puedes quedar muy mal y no te beneficiaría.

—¿Y qué es lo que quieres hacer?

—Estoy redactando un email para contactar con la periodista.

Me incorporo de golpe y le miro como si estuviera loco.

—¿Qué estás haciendo qué? —pregunto, como si lo que acabo de escuchar ha sido producto de mi imaginación.

—Quedaremos y hablaremos con ella. Llegaremos a un acuerdo los tres.

—¿Y de qué va a servir eso?

—Seguir con la farsa de la relación.

—Ni de coña —suelto, tajante.

—Te conviene, Alexander. Y lo sabes —responde.

Lo único que me transmite su rostro es una total indiferencia. Como si le diera igual lo que pensaba su hijo, porque aún seguía teniendo cierto control sobre mí.

Intento pensar en cómo podría beneficiarme que fingiera que estaba manteniendo una relación con la entrometida periodista. Un pensamiento fugaz aparece por la cabeza. Creo que ahora entiendo la mirada que me dedica mi padre.

—Joder, ¿cuánto tiempo?

—El suficiente hasta que se solucione todo.

—Eso espero —le señalo.

—Haz lo que tengas que hacer si quieres que todo termine lo antes posible —asiento.

Le doy la espalda para salir de su casa, dando por finalizada la conversación.

Mi padre y yo nunca hemos sido de muchas palabras, solo las necesarias. Es evidente que, además, nuestra relación se basa en que él trabaja para mí y yo obedezco sus órdenes. Desde pequeño me ha estado preparando para esta vida, me ha dirigido hacia ella cuando vio que se me daba bien el voleibol. Y aquí estoy, como uno de los deportistas más conocido, y escurridizos de la prensa, del mundo.

Inspiro hondo y aprieto con suavidad los ojos con mis dedos, intentando reducir el enfado. Estoy seguro que esta chica me va a dar dolor de cabeza.


──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────


Tamborileo los dedos contra el volante, esperando a que mi mejor amigo haga acto de presencia. Nuestro entrenamiento empieza en diez minutos y yo sigo, aún, esperando a que salga de su casa.

No sé por qué me sigue sorprendiendo, si lleva toda la vida llegando tarde. Poco tiempo después veo como Levi sale y camina hacia donde me encuentro, con su característica sonrisa en el rostro.

—¿Qué tal? —pregunta a modo de saludo.

Le miro y alzo una de las cejas. Vuelvo la vista para empezar a conducir cuando él se abrocha el cinturón.

—Muy bien, ¿y tú? Oh muy bien, ya sabes, algo cansado por anoche, pero muy bien —empieza a hablar él solo cuando ve que no le contesto.

—Eres irritable —digo, a cambio.

—Tú eres el que lo está ahora mismo. O, bueno, siempre. Eres el gruñón de esta relación —nos señala a ambos.

Pongo los ojos en blanco y resoplo.

—¿Lo ves?

Consigue sacarme una pequeña sonrisa.

—¿Has hablado, al final, con tu padre? —pregunta poco después.

Levi fue quién me avisó de lo que había ocurrido, yo apenas me estaba levantando de la cama cuando él me empezó a petar el móvil con mensajes.

—Sí.

—¿Y qué? —cuestiona.

—Todo es una mierda —resumo.

—Me encanta la visión que tienes de todo.

—Soy realista.

—Y pesimista —agrega.

Me encojo de hombros.

—¿Qué te ha dicho?

—Quiere que siga con la farsa de que estoy saliendo con esa periodista. Estaba redactando un mail para ella cuando llegué.

—Mierda —dice.

—Te lo dije, no estoy exagerando.

—¿Y qué vas a hacer?

—Aceptaré, no me queda otra opción. Él dice que me conviene, tengo que hacerlo. Pero ella no me cae bien.

—¿Crees que ella está detrás de esto?

—No sé, quizás. Igualmente, no puedo hacer nada si no tengo pruebas.

—No parece mala chica —comenta Levi con desinterés.

—Pues cámbiame el lugar, no me interesa esto.

Levi sonríe.

—¿Cómo llegasteis a estar así en la foto?

Salimos del coche cuando llegamos al polideportivo privado donde entrenamos. Saco la mochila del asiento trasero. No tardo en colocarme a su lado cuando compruebo que está cerrado.

—Me enfrentó.

Me mira con sorpresa.

—¿Alguien fue capaz de hacerlo? Me cae bien. —Le doy un golpe suave con el puño en su hombro.

—La ignoré cuando mencionó por parte de qué periódico iba.

New York Confidential —decimos a la vez.

Asiento.

—No creo que ella sepa algo. Bueno, casi nadie —comenta.

—El caso es que la rechacé y no se lo tomó muy bien.

—Creo que me hago a la idea de cómo la respondiste.

Me encojo de hombros.

Caminamos por el largo pasillo hasta los vestuarios. Hemos llegado cinco minutos tarde, pero aún siguen los chicos cambiándose. Nos hacemos a un lado de los banquillos para poder sentarnos.

Lo único que hago es deshacerme de la camiseta, ya que el pantalón lo llevaba puesto desde casa. Saco la que utilizamos siempre para, poco después, colocármela. Al igual que las coderas y rodilleras.

Me dirijo hacia una de las taquillas para guardar la mochila. Hago un gesto a Levi para avisarle que le espero en la pista.

Por el camino me encuentro con Wyatt, el líbero del equipo, y a James, el receptor, charlando. No tardo en alcanzarlos.

—¿Cómo vas? —pregunta el primero tras darme un par de palmadas en el hombro a modo de saludo.

—Cansado —le respondo.

Me acerco hacia la zona donde guardan las pelotas para tomar una.

—Vaya revuelo has hecho, tío —bromea James.

—Cuando no. —Evito contarles lo que realmente está pasando.

Prefiero no decir nada y que sólo lo sepan las menos personas posibles, si es que, al final, se va a seguir adelante con lo que mi padre ha dictaminado.

No me hace gracia, pero si eso consigue ayudarme, bienvenido sea. Así puedo matar dos pájaros de un tiro.

—Te lo tenías bien guardado —Wyatt me rodea con un brazo.

—No me gusta hablar de mi vida privada, ya lo sabéis. —Es lo único que digo.

—Lo tenemos en cuenta —afirma él.

—Tu chica es preciosa. Aunque, en el vídeo, parecía muy intimidada —se une Matthew, el receptor, a la conversación.

Arrugo el entrecejo, sin entender.

—¿Qué video?

—Lo han puesto hace relativamente poco. Era ella junto con un chico y una chica, saliendo de un edificio. Había bastantes periodistas que no les dejaban salir.

—No estaba enterado de eso. —Es lo único que digo.

—Cuando termine el entrenamiento, te lo enseño.

Asiento, conforme.

Cuando ya está todo el equipo reunido, nos vamos dividiendo en parejas, o en grupos de tres, para empezar a entrenar. Nuestro entrenador hace acto de presencia para indicarnos qué es lo que tenemos que hacer.

De media, solemos entrenar alrededor de tres horas. Dedicamos muchas horas, pero eso ha conseguido que seamos unos de los mejores y más conocidos del mundo deportivo.

Cuando terminamos, me paso la toalla por la cara para limpiar el sudor. Me deshago de las rodilleras y las coderas y camino hacia los vestuarios.

Levi no tarda en alcanzarme.

—¿Al final vamos a pasarnos a comprar pizza? —cuestiona, a mi lado.

Lo miro.

—Ya lo daba por hecho —sonríe.

—Así me gusta.

Cuando llegamos, saco de la taquilla lo necesario para poder darme una ducha. Levi me imita y se pone en la contigua a la mía.

—¿Ya has visto el vídeo? —habla, alzando la voz para que le pueda escuchar.

—Aún no.

—Creo que ella no ha tenido nada que ver con que esa foto llegara a manos de los medios.

—¿Por qué no? Puede ser una buena mentirosa.

—No creo, tío.

Mi mente vuelve a anoche, justo cuando la vi por primera vez, entrevistando a mi mejor amigo. Poco después al momento en el que se atrevió a acercarse a mí, sin sentirse intimidada. O, al menos, lo que me transmitió, no lo estaba.

Aún sabiendo lo esquiva que soy con los periodistas.

O no lo sabía o era lo suficientemente cabezota para intentarlo.

Me da igual.

Lo que ahora me importa es que, si ella llegara aceptar, tendría que fingir ser su pareja.

Y no estoy en el momento en el que me apetezca estar metido en este lío. Pero, como siempre, todo aparece cuando menos quieres. Solo quería mantenerme alejado de los medios, tal y como había hecho siempre. Como no, la vida tenía otros planes conmigo, y era dejarme, de nuevo, en el interés de los periodistas y la prensa.

Maravilloso.

Envuelvo mi cintura con la toalla y salgo. Soy el único que se encuentra ahí. Los demás deben de haberse ido. Agarro mi teléfono cuando veo que Matthew me ha mandado un link.

No tardo en abrirlo.

Al entrar, veo que me lleva hacia una noticia. Ignoro el titular y el artículo, y voy directamente hacia el vídeo.

En él aparece de frente una puerta, la cual supongo que será donde ella vive, que, poco después, se abre hasta quedar frente a una chica curvilínea de pelo castaño. Y parece enfadada. Poco después se deja ver un chico y una chica. El chico es más alto que las dos, de pelo castaño y complexión atlética.

Reconozco a la última persona que sale.

Creo recordar que me dijo que se llamaba Ana. Reparo en ella.

Lleva una falda vaquera y una camiseta negra que se ajusta a su cuerpo. Agarra con una mano la gorra que lleva puesta, y con la otra el bolso. Camina con rapidez, mirando al suelo. Parece agobiada, deseando salir de ese barullo de personas. Pero, los periodistas no la dejan tranquila. Escucho varias de las preguntas que le hacen, en referencia a mí.

Pongo los ojos en blanco.

En ningún momento escucho que ella respondiera a ninguna pregunta.

—Qué ganas tienen los medios de conseguir una noticia, la que sea, sobre mi vida. No sé por qué tienen tanto interés.

—Ese es su trabajo, supongo —dice Levi, encogiéndose de hombros.

Vuelvo la vista al teléfono para ver a la chica castaña que, a partir de ahora, si ella acepta lo que dice mi padre, va a tener que formar parte de mi vida.


.........................

¿Qué tal el capítulo?

Actualización 1/2 jiji

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro