Narra Ana

—¿Te has acostado con Alexander? —Lilia intenta no chillarlo, puesto que estamos en una cafetería.

Hoy hemos quedado los tres para poder desayunar juntos y ponernos al día, puesto que hasta que nos ponemos de acuerdo para que estemos los tres pasa cada mucho tiempo.

Es por eso por lo que he decido contarles todo lo ocurrido con Alexander. Desde lo que pasó en la gala hasta anoche, cuando me dejó en casa después de ir a cenar.

Jake me observa con diversión cuando ve que miro a nuestro alrededor para comprobar que nadie está atento a nuestra conversación.

—Baja la voz. Se supone que eso es lo más normal para los demás si estoy saliendo con él desde hace tiempo —cuestiono.

Lilia sonríe ampliamente.

—Sabía que esto pasaría muy pronto —dice con orgullo.

Pongo los ojos en blanco.

—Qué bien me lo estoy pasando —bromea Jake al ver mis reacciones.

Le doy un suave golpe en el brazo.

—Ahora es el momento en el que nos confiesas que te gusta —comenta Jake antes de darle un mordisco a su tostada.

—¿Por qué debería hacer tal cosa? —respondo evitando darle la respuesta que desean.

Jake alza una ceja sin dejar de mirarme.

—Siempre haces eso cuando no quieres darnos una respuesta. Así que me lo tomaré como un sí —afirma con seguridad.

Le doy un sorbo al café para tratar de disimular mi vergüenza y cómo mis mejillas se tiñen de un rojo claro.

—¡Lo sabía! —afirma con orgullo Lilia cuando lee mi rostro.

Pongo los ojos en blanco pero sonrío. Lilia siempre consigue descubrir todo lo que siento o lo que me pasa.

Jake se mantiene en silencio disfrutando de la comida hasta que me percato de cómo su mirada se desvía hacia la puerta y abre los ojos, sorprendido.

—¿Esos no son Alexander, Levi y Wyatt entrando a la cafetería? —cuestiona sin salir de la sorpresa.

Al instante, giro la cabeza hacia la zona en la que Jake señala con la cabeza para ver como los tres se adentran en la cafetería y muchos de los ojos de los clientes se centran en ellos. Como si Alexander notara que estoy aquí, mirándole, hace un pequeño barrido con sus ojos hasta encontrarme y dedicarme una sonrisa ladeada.

Alexander les dice algo a los chicos que consigue que ellos también me miren. Segundos después, caminan hacia donde nos encontramos.

—¿Hay sitio para nosotros? —pregunta Levi con tono alegre cuando se paran frente a nosotros.

—Por supuesto —afirma Lilia sin que me de tiempo para que yo diga nada.

Lilia y Jake se hacen a un lado para que Alexander pueda agarrar una silla y ponerse a mi lado. Wyatt y Levi se colocan enfrente de nosotros.

Alexander gira su cabeza para mirarme.

—Hola.

Le dedico una pequeña sonrisa.

—Hola.

—Podéis besaros, no os cortéis por nosotros —nos molesta Wyatt con una sonrisita pintada en el rostro.

Es Alexander el que se termina acercando a mí para darme un pequeño beso antes de volver a separarse. En el proceso me percato que su mano se deja de caer debajo de la mesa, encima de mi muslo. Le miro brevemente antes de fijar mis ojos en sus amigos.

—¿Qué tal?

—Pues no mejor que tú —bromea Levi.

Lilia suelta una pequeña carcajada ante su comentario. Levi se gira para mirarla, divertido.

—Voy a ir un momento a pedir, ¿queréis algo? —Alexander y Levi le terminan diciendo a Wyatt por unas tostadas.

Me incorporo con disimulo en el asiento cuando siento como Alexander mueve la mano en el muslo para darme suaves caricias. Le miro de reojo, pero él hace como si nada.

Wyatt no tarda en llegar con los pedidos de sus amigos y se lo tiende a cada uno de ellos.

—Creo que no nos han presentado oficialmente —comienza este mirando a Jake y Lilia—. Soy Wyatt. —Les dedica una amplia sonrisa a ambos.

—Lilia. Él es Jake —señala a su novio.

El aludido hace un pequeño asentimiento a modo de reconocimiento.

—Levi —aporta este.

—Yo creo que a mí no hace falta que me presente —comenta Alexander.

—No lo creo —bromea Lilia.

—¿Sus mejores amigos? —comenta con interés.

Jake y Lilia asienten al instante.

—¿Tú estabas con Ana la noche de la gala, cierto? —le pregunta Levi a Jake.

—Sí, era su cámara.

Asiente.

Wyatt les termina preguntando a ambos sobre sus profesiones. Parece interesado en el tema y ellos encantados de hablarles. Levi también se une a ellos al instante, dejándonos a Alexander y a mí con más "privacidad".

—¿Viniste en tu coche? —comenta Alexander cuando no nos prestan atención.

Niego.

—Vine con ellos dos en el coche de Jake.

Asiente, pensativo.

—Ven conmigo y así hacemos algo juntos.

Le miro con los ojos entrecerrados.

—Define "hacer algo juntos".

Alexander sonríe ante mi comentario.

—No pienses mal. Simplemente hacer un plan.

Me relamo los labios con nerviosismo.

—Vale. Se lo diré a ellos.

—Una tarde solo para mí, todo un honor. —Me guiña el ojo.

Pongo los ojos en blanco, pero sonrío.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

Después de haber salido todos de la cafetería y haberme despedido de cada uno de ellos (y prometiéndole a Lilia que la contaré todo) me adentro en el coche de Alexander, lista para el plan que quiere hacer.

Porque, al parecer, si tiene una idea en mente por la forma en la que comienza a conducir con tranquilidad hacia a saber dónde.

—¿A dónde me llevas? —cuestiono.

—¿Has ido alguna vez a Governors island? —niego, curiosa.

—Pues ahora lo conocerás. Tenemos que ir en ferry desde Manhattan hasta la isla.

Me avergüenza decir que en todo este tiempo que llevo viviendo aquí, nunca lo he visitado. Vagamente conozco el nombre y sé donde está, pero no sé ni su historia ni qué tipos de planes se puede hacer.

—Háblame de la isla —me animo a decir.

—¿No sabes nada de ella? —cuestiona con sorpresa.

—Muy poco.

Casi nada, mejor dicho.

—Vas a conocer mi lado por mi interés por la historia.

Sonrío.

—Adelante.

—Pues, mira, se remonta a la época donde la isla fue alguna vez hogar de campamentos de las tribus locales, fortaleza militar y base de la Guardia Costera. La Compañía Holandesa de las Indias Occidentales llegó a la zona y estableció un campamento en Governors Island antes de trasladarse a Manhattan para fundar Nueva Ámsterdam.

» Cuando Nueva York era una colonia inglesa, la asamblea colonial reservó la isla para el uso exclusivo de los gobernadores de Nueva York, de ahí su nombre actual. Y, luego, sobre 1776, se convirtió en una importante base militar para el Ejército de los Estados Unidos. Durante este tiempo, se construyeron varias fortificaciones en la isla, incluyendo Fort Jay y Castle Williams, que aún se pueden ver hoy en día, luego te lo enseño si quieres. La isla también jugó un papel en la Guerra Civil Americana y en las dos Guerras Mundiales.

» El Ejército de los Estados Unidos abandonó Governors Island y la isla fue entregada a la Guardia Costera. La Guardia Costera permaneció en la isla hasta 1996, cuando la isla fue finalmente cerrada al público.

Tras años de abandono, Governors Island reabrió al público en 2004 como un parque público.

Su relato consigue mantenerme enganchada e interesada en todo lo que dice. Mientras hablaba, mis ojos estaban fijos en él mientras seguía conduciendo. No podía dejar de mirarle.

—Vaya... sí que sabes de historia —comento.

—Me parece interesante —afirma.

—Sí, la verdad.

Cuando llegamos a Manhattan, Alexander me guía por el lugar hasta llegar al lugar donde tenemos que embarcarnos en el ferry. Parece que él ya ha ido antes.

Alexander se termina encargando de los billetes (e ignorándome también cuando le digo de pagar mi parte) y poco después nos indican hacia dónde tenemos que ir. Él me deja pasar primero en cuanto llegamos al ferry correspondiente.

—¿Qué tienes pensado hacer allí? —comento en cuanto nos sentamos.

—Pues primero dar una vuelta por la isla. No es muy grande y hay muchas cosas para ver. Luego comeremos y después lo que tú quieras.

Una sonrisa se comienza a formar en mi rostro al escucharle.

—Me parece bien.

Me dedica una sonrisa ladeada.

—Lo sé.

—Pareces muy puesto a hacer planes conmigo —comento.

Alexander me observa.

—Eso parece.

Durante el trayecto a la isla, me limito a observar el exterior con curiosidad. Nunca había montado en un ferry. De vez en cuando miro de reojo a Alexander ya que varias veces siento su mirada puesta en mí y eso consigue que mis nervios se disparen.

¿En qué momento hemos llegado de estar molestándonos y provocándonos a esto? Jamás hubiera pensado lo mucho que puede cambiar tu vida solo por yo haber aceptado ese puesto como periodista en la gala. Increíble.

—Llegamos —murmura Alexander cuando se acerca un poco más hacia mí.

Muevo la cabeza al instante para mirar a la isla. Al momento de hacerlo, puedo sentir cómo esta es muy acogedora. Alexander me agarra de la mano para hacerme caminar cuando nos indican que ya podemos salir.

—Bien. Te haré un buen tour de la isla, si estás lista.

—Por supuesto —afirmo con mi mejor sonrisa.

—Pues vamos.

Y eso termina haciendo. Seguimos el recorrido en el que vamos bordeando la isla. Haciendo nuestra primera parada en el castillo Williams. Me quedo impresionada por lo bien conservado que está para tener tantos años. Lo siguiente que me enseña es el Fort Jay, el fuerte histórico que, según me ha dicho Alexander, debe de ser de alrededor de 1974.

No hace falta decir lo mucho que me interesa la historia. Casi se puede ver este dato.

Y me parece increíble coincidir en esto también con Alexander. Este parece encantado mostrándome y explicándome todo. No le había visto tan relajado y contento por más de cinco minutos seguidos. Hasta ahora. Parece que está disfrutando de esto tanto como yo.

Tres horas después desde que salimos de la cafetería, ahora Alexander me lleva para comer cuando se percata que mi estómago se queja por hambre.

—¿Tienes pensado donde me quieres llevar a comer? —cuestiono cuando empezamos de nuevo a andar por el camino principal.

—Sí. Es a donde voy las pocas veces que he venido aquí. Se llama Gitano Island.

Asiento.

—Lo dejo en tus manos.

Me dedica una sonrisa ladeada antes de guiarme. Es verdad lo que Alexander me había dicho, tampoco se tarda demasiado en recorrer la isla. Desde que hemos llegado, ya me ha enseñado la mitad de la isla.

La zona donde Alexander a comer, resulta que está al lado de donde después tenemos que ir de nuevo al ferry para volver al otro lado. Alexander se mueve con agilidad y rodeando a las personas que no nos dejan pasar.

—Gitano Island —dice a modo de presentación al restaurante, que puedo comprobar que es mexicano y que está al aire libre.

Esperamos a que nos den una mesa. Mientras tanto, me percato de que el camarero, para mi sorpresa, habla español. Supongo que le han sido fiel a "restaurante mexicano".

—Buenas tardes —pronuncio en español cuando este se acerca a entendernos.

El camarero me sonríe ampliamente.

—Menos mal. Estaba pasándolo un poco mal al ver que me tocaba hablar de nuevo en inglés.

Río ante su comentario.

—Eres nuevo, ¿cierto? —asiente.

—Qué mejor forma de aprender inglés que trabajando donde solo se habla ese idioma.

Sonrío.

—Te entiendo.

—Bueno, ¿mesa para dos?

—Sí.

Cuando me giro para mirar a Alexander me percato que nos mira como si estuviera impresionado. Me doy cuenta que es la primera vez que me escucha hablar en mi lengua materna.

El camarero se despide poco después de habernos preguntarnos que íbamos a comer para llevarlo a cocina.

—Impresionante —murmura Alexander cuando ya nos quedamos a solas.

—¿El qué? —cuestiono confundida.

—Nunca te había escuchado hablar en español —comenta.

—Lo sé, no suelo hacerlo cuando no tengo a alguien con quién hablarlo.

—Deberías enseñarme —propone.

—¿Por qué? —Ladeo mi cabeza hacia un lado con curiosidad.

—Porque así ya tendrías a alguien con el que hablar en tu idioma materno.

Sonrío ampliamente.

—Cuando quieras.

Me devuelve el gesto al instante.

—¿Sabes que tu tono de voz cambia bastante cuando hablas inglés o español? —pregunta.

Niego.

—No me había dado cuenta, no.

La comida no tarda en llegar a nuestras mesas, para mi sorpresa. La verdad es que si son bastante rápidos en atender. Me gusta.

—Gracias. —El camarero mexicano me dedica una sonrisa amable antes de dirigirse hasta los siguientes clientes—. ¿Sabes? A veces es un alivio poder hablar con otras personas en español. Siento que, si dejo de hacerlo, en cualquier momento pueda olvidar de dónde vengo.

Alexander asiente antes de darle su primer bocado a la comida.

—Y eso está bien. A mí me parece genial que puedas conservar tu lengua natal. Al igual que tener la capacidad de hablar a la perfección varios idiomas. Tal y como tú lo haces.

Sonrío.

—Sí, lo es.

Después de haber comido, Alexander se propone enseñarme la otra mitad de la isla que nos queda por ver. Cuando me quiero dar cuenta, el día se está pasando a una velocidad increíble.

—¿A qué hora tenemos que subir al ferry? —cuestiono tras haberme hecho varias fotos.

Alexander mira su teléfono.

—Mierda. En diez minutos.

—¿Entonces...?

Me mira con una sonrisa divertida. Su mirada brilla cuando hace el gesto.

—Parece que vamos a tener que correr para llegar a tiempo.

No puedo evitar soltar una pequeña carcajada cuando Alexander me agarra de la mano y tira de mí para hacerme empezar a correr. Por suerte no estamos muy lejos del ferry y conseguimos llegar en cinco minutos.

—Jamás había ido tan rápido corriendo como hoy.

Alexander sonríe ampliamente.

—Bueno, ya puedes poner otra cosa más en el currículum.

Me río a la vez que le doy un pequeño golpe en el hombro.

Me dejo caer en el asiento que nos corresponder, dispuesta a descansar. Alexander no tarda en hacer lo mismo. Y en el proceso, nuestros cuerpos quedan pegados. Ninguno de los dos se aparta.

En cambio, y tomando iniciativa, mi mano rodea su brazo para dejarlo apoyado ahí. Cuando miro de reojo a Alexander, compruebo que está sorprendido, pero no tarda en relajarse y mirar hacia el exterior.

Me relamo los labios y hago lo mismo, consiguiendo no pensar en la certeza de que hace tiempo caí por Alexander. Y que, además, no tengo la menor idea de si estamos en el mismo punto en esta extraña relación que hemos ido forjando.

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Holaa!! ¿Qué tal el capítulo?

Hoy os he dejado uno tranquilito ;)

Nos vemos la semana que viene con varias actualizaciones <3

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