Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19. POSITIONS


Narra Ana

Abro la puerta de mi apartamento cuando este suena. Al instante, un repartidor con una gran caja me recibe. Frunzo el ceño, confundida. No recuerdo haber pedido nada.

—¿Ana Gómez? —asiento—. Aquí tiene.

—Muchas gracias —pronuncio antes de cerrar la puerta.

Camino hacia la habitación para dejarlo encima de la cama y abrirlo. Comienzo a abrir los ojos con sorpresa al descubrir lo que hay en el interior.

Cuatro vestidos elegantes. Cada uno diferente al otro, pero cada uno de ellos son preciosos. Recojo la nota que hay al fondo del paquete para leerla.


Como prometí, aquí tienes varios vestidos para que puedas elegir el que más te guste para esta noche. No tienes que pagármelo. Considéralo un regalo.

Alexander Jones.


Sin poder evitarlo, sonrío.

La verdad es que esto sí que es un detallazo. Le escribo rápidamente un mensaje para agradecerle la ropa y no tardo en desnudarme para probarme cada uno de ellos. Quiero ver cuál va a ser el ganador para esta noche. Aún quedan varias horas, pero nunca está de más dejar todo preparado.

Sonrío ampliamente cuando me pruebo el último. Este, sin duda alguna, es el ganador. Se trata de un vestido rojo con un gran escote en pico que queda ajustado hasta la cintura. La falda toca el suelo y está algo ampliado por esa zona. Me encanta.

Recibo miles de mensajes de Lilia cuando quedan apenas unos minutos para que Alexander y su chófer vengan a recogerme para ver mi vestimenta y maquillaje. Me miro al espejo para darme la aprobación final y comprobar que mi pintalabios rojo está intacto.

Camino con rapidez por el pasillo cuando Alexander me avisa de que ya me están esperando. No sé por qué, pero estoy algo nerviosa.

Guardo el teléfono en el bolso y abro la puerta del coche en cuanto me coloco frente a este. Veo al instante a Alexander sentado a mi izquierda y escribiendo en el teléfono.

—Hola —le saludo.

Alexander me mira al instante y observa lentamente, y con detalle, mi vestido. Intento disimular girándome un poco y agarrar el cinturón para ponérmelo.

—Buena elección —comenta y yo le miro al instante.

Reprimo una sonrisa.

—¿Tú crees? Ha sido difícil escoger entre los cuatro vestidos que había.

—No sabía que estilo te gusta, así que te di a elegir —dice como si nada.

—No tenías por qué hacerlo. Gracias.

—No hay de qué.

Alexander apoya el brazo en la ventana y posa su cabeza en él a la vez que me mira. Agarro con fuerza mi bolso, el cual se encuentra encima de mi regazo.

—¿A cuánto está el lugar donde se celebra la gala? —cuestiono con curiosidad.

—Veinte minutos. Se encuentra a las afueras de la ciudad.

Asiento.

—Habrá alfombra antes de entrar y ya dentro hay variedad para hacer. Muchos de ellos lo utilizan para hacer contactos bajo la música y champán.

Sonrío.

—¿Sueles socializar mucho?

—No suelo ir a galas —responde con firmeza.

—¿Por qué? —cuestiono.

—No es mi estilo.

—Vaya, es lo último que me esperaba de ti —digo para molestarle.

Alexander alza una de sus cejas y se inclina hacia mí para romper la distancia entre ambos.

—Ah, ¿sí? Las apariencias engañan, princesa —me contradice.

Me quedo en silencio, observándolo.

—Me voy dando cuenta de ello —me sincero.

Él me devuelve la mirada y la mantenemos por unos segundos antes de que ambos nos giremos a la vez para fijarla en la ventana.

Veinte minutos después, la velocidad del coche comienza a reducirse hasta pararse por completo frente a una alfombra roja rodeada por periodistas.

Suspiro. Allá vamos de nuevo.

¿Cuándo te empiezas a acostumbrar a esto?

Alexander es el primero en salir antes de colocarse a un lado para dejarme pasar. Cuando me pongo a su lado, él entrelaza su mano con la mía antes de dirigirme hacia la alfombra para que las cámaras y los periodistas nos rodean.

Frenamos de vez en cuando el paso cuando gritan nuestros nombres para tomarnos fotos o hacernos preguntas hasta que llegamos a la entrada.

—Primera fase hecha —comenta a la vez que me mira.

Sonrío levemente.

—La parte más dura.

Alexander abre levemente los ojos al escuchar mis palabras y yo tardo unos segundos en comprender el por qué. Siento como mi cara arde al instante y él no tarda en sonreír.

—No digas nada —le advierto.

Él saca el teléfono cuando recibe una notificación y yo aprovecho para echar un rápido vistazo a nuestro alrededor. El lugar ya está casi lleno.

Cuando vuelvo a mirarle, me percato de como Alexander cambia por completo su actitud cuando termina de leer lo que sea que ha recibido y apaga el móvil. Le miro con el entrecejo arrugado, confundida.

—¿Todo bien? —cuestiono.

Alexander no me mira. En cambio, observa a todas las personas que nos rodean. A todas excepto a mí.

—Nada de lo que pueda ser de tú interés —dice con repentino enfado y me da la espalda, lo que me deja mucho más confundida.

¿Qué diablos le pasa ahora?

Su comentario me deja algo asqueada, así que decido dar una vuelta por la sala para observar todo, lejos de Alexander. No pienso aguantarle sí está enfadado.

Sonrío a los invitados que conozco y me voy cruzando cada vez que me saludan. Muchos de ellos he tenido el placer de coincidir con ellos por el trabajo. Ya sea para hacerles artículos o en el evento donde todos los medios que Alexander y yo somos "pareja".

Cuando estoy dando la siguiente vuelta, siento como una mano se posa en mi hombro detrás de mí, haciendo que pegue un pequeño rebote del susto.

—¿Dónde estabas? Te estaba buscando —dice con firmeza una voz que ya conozco a la perfección.

Me giro para mirar a Alexander.

—¿Dónde sino? Estaba observando todo. —Alzo las manos para señalar brevemente el lugar.

Alexander me mira, aún enfadado por lo que sea que haya leído antes. Y sin más, me ignora y comienza a caminar.

—¿Se puede saber qué te pasa? —inquiero.

No se digna ni a mirarme. En cambio, sigue saludando a muchos de los invitados. Termino frenándole colocando la mano en su brazo, quedando cara a cara.

—No sabía que nuestro trato —remarca la palabra— también incluya que te tenga que estar contando cosas que no son de tu maldita incumbencia —murmura para que nadie nos escuche.

Me muerdo el labio para evitar insultarle para que nadie nos escuche.

—Deja de pagar tu mal humor conmigo. No soy un muñeco con el que puedas desquitarte o hablarle mal solo cuando te venga en gana. —Me giro para darle la espalda y me voy con rapidez de su lado para alejarme lo máximo posible de su lado. Ahora mismo no quiero verle.

Que le jodan.

No es quién para hablarle así. Nadie tiene ese derecho, por muy enfadado que esté.

Sorteo a las personas que van irrumpiendo mi camino y me adentro en uno de los pasillos con rapidez. Por suerte, no hay nadie en él. Mejor, no me apetece hablar ni interactuar con nadie.

Sigo caminando con rapidez por el pasillo, pero cuando llego casi al final de este, una mano me rodea la muñeca y tira de mí hacia atrás. El corazón me late desbocado.

Cuando me doy media vuelta, lista para encarar a la persona, me doy cuenta de que es Alexander.

—¿Qué quieres? ¿Vas a seguir hablándome mal? —respondo con enfado.

Alexander lleva la mano a su cabello para despeinarlo. Parece muy alterado, pero me da igual.

—¿Vas a gritarme? ¿Vas a seguir diciéndome que no me importa lo que te pregunto? ¿Qué todo es una falsa? ¿Eh? ¿Vas a hacerlo? —conforme hablo, me altero más y más.

Alexander no aparta sus ojos en mí en ningún momento hasta que rompe la distancia que hace unos segundos nos separa de ambos. Casi puedo sentir su aliento chocar con mi cara.

—Ahora mismo no te soporto —murmura con certeza a unos centímetros de mí.

Mantengo la cabeza alzada, sin que me intimide.

—El sentimiento es mutuo.

Alexander termina de acercarse a mí y lleva su mano a mi cuello para estampar sus labios contra los míos de golpe. Su beso es fuerte y con fiereza, casi como si llevara tiempo queriendo hacerlo.

No tardo en correspondérselo con energía.

Mi mano se mantiene en su cuello y me pongo de puntillas para tener más acceso a él. Alexander me sujeta las caderas con las manos con fuerza y me estampa contra él. Mis dedos serpentean hasta llegar a su pelo y tirar un poco de él, haciendo que gima suavemente.

—Me debes algo, ¿recuerdas, princesa? —dice a la vez que coloca su mano justo debajo de mis pechos para terminar de estar pegados y se inclina de nuevo para besarme con fuerza.

—Una noche —pronuncio, con la voz entrecortada cuando corta el beso.

—Una noche —afirma.

Alexander me agarra con fuerza del brazo antes de comenzar a caminar con rapidez por el pasillo hasta llegar a una puerta y abrirla para, poco después, encerrarnos en ella.

Mis ojos recorren la pequeña sala con rapidez. Estamos en un pequeño baño. Cuando desvío la mirada hacia mi acompañante, veo que ha cerrado la puerta con pestillo al instante.

Le observo con cierta curiosidad y excitación.

Aquel enfado que había entre ambos hace unos minutos, ahora ha desaparecido por completo.

El corazón me late desbocado cuando se gira para mirarme. En dos zancadas llega hasta mí para agarrar con su mano mi cuello y volver a estampar sus labios contra los míos. Al instante noto como me acorrala contra la pared y su mano libre la lleva hacia la pierna y, con poco esfuerzo, levantarme.

Mis piernas no tardan en rodearle la cintura, dándole vía libre para tener, de nuevo, esa mano libre, rompiendo toda la distancia que hace unos minutos nos separaba.

Sus manos me recorren el cuerpo con ansias para conocerlo, como si llevara tiempo queriendo hacerlo.

Dejo libre un lado de mi cuello cuando veo que sus ojos se desvían justo ahí. No tarda en separar su boca de la mía para dirigirla a esa zona en concreto. Suelto un pequeño gemido y mis dedos se enredan en su pelo para tirar un poco de él.

—¿Qué es lo que quieres, Ana? —susurra con la voz ronca cuando vuelve a quedarse a unos centímetros de mi boca.

Sin responderle y manteniéndole la mirada con cierto desafío, agarro una de sus manos para colarla por debajo de mi vestido. Alexander, al instante, cierra los ojos y suelta un largo suspiro.

Sé que se está intentando aguantar lo que sea que quiere hacer.

—O dejas de controlarte, o salgo por esa puerta ahora mismo —le amenazo, deseando que haga lo que está pasando por su mente.

Me dedica una sonrisa ladeada.

—Qué mandona eres.

Sus dedos terminan por tomar el control cuando empieza a hacer círculos por mi piel desnuda, cerca del comienzo mis bragas. Me remuevo un poco sobre él para que baje un poco más, lo que le hace sonreír ampliamente.

—¿Ahora te quedas callada?

—Cállate —respondo entre dientes.

Se ríe.

De manera rápida y sin que me dé tiempo a decir nada más, se separa un poco de mí para subir mi vestido hasta la cintura. Jadeo por sorpresa ante su movimiento, no me lo esperaba.

—Bien, quiero verte al completo —susurra, acercándose hacia mi clavícula para, poco después, pasar su lengua por esta y empezar a bajar hasta llegar al comienzo de mi vestido.

Alza la mirada hasta mis ojos.

—Con tu permiso, voy a bajarte un poco el vestido para poder verte esos bonitos pechos.

Sin esperar a que le de mi respuesta, sus dedos se colocan en mis tirantes para bajarlos en tan solo segundos.

Alexander jadea por la sorpresa al ver que no llevo sujetador, por lo que mis tetas se quedan al descubierto al instante. Sus dedos no tardan en acercarse a ellos para acariciarlos en círculos. Cierro los ojos y suspiro mientras que apoyo la cabeza en la pared.

No tardo en notar su lengua en una de ellas, lo que consigue que un jadeo salga de mi boca de manera involuntaria. Con su otra mano aprieta con suavidad, pero con firmeza, el que está desatendido. Llevo una de mis manos hasta su cuello para acercarle más contra mí.

Una de sus manos serpentea por mi cuerpo hasta bajar de nuevo hasta mis muslos, colándose entre ellos hasta llegar a mi centro.

—Déjame ver qué tienes para mí, Ana —pronuncia para, al instante, adentrarse en el interior de mis bragas.

Dos de sus dedos me acarician los pliegues con maestría mientras que su boca vuelve a tomar uno de mis pechos. Coloco mis manos en su pelo y tiro un poco de él, disfrutando de lo que me está dando.

Jadeo con fuerza cuando siento como uno de sus dedos se adentra en mi interior sin preámbulos. Poco después se le une otro de ellos. Apoyo la cabeza en la pared y miro al techo, extasiada.

—Joder, estás muy preparada para mí, Ana —dice entre susurros entrecortados.

—Pues más te vale que te bajes ahora mismo los pantalones, cielo —remarco el apodo entre jadeos, lo que consigue hacerle sonreír.

—¿Por qué no lo haces tú misma, cariño? —Sus dedos salen de mi interior para darme vía libre.

Con desafío, mis manos alcanzan el comienzo de su pantalón cuando me vuelve a dejar en el suelo. Con lentitud, torturándole, voy bajando la cremallera poco a poco, lo que consigue que su mano se cuele en mi vestido para agarrarme con energía el culo y acercarme más a él.

Suelto una pequeña risita.

—Vaya, vaya con el que supuestamente le caigo mal —murmuro.

Alexander resopla ante mis palabras.

Sin dejar que se lo espere, cuelo mi mano en el interior de su pantalón para alcanzar su miembro. Mis dedos no tardan en reconocerlo y rodear su grosor, consiguiendo que suelte un gemido ronco.

A pesar de que no tengo demasiado espacio debajo de su pantalón, con uno de mis dedos le hago suaves círculos en el glande antes de comenzar a subir y bajar con lentitud, torturándole.

Alexander gime como respuesta ante mis movimientos. Sus dedos se enredan en el final del vestido para subirlo un poco más hasta debajo de mis pechos. A continuación, una de sus manos aprieta mi cintura, mientras que con la otra baja su pantalón.

Me río ante sus ansias, pero le termino ayudando hasta dejarlo por sus rodillas. Al instante, su miembro me da la bienvenida cuando choca contra mi estómago. Suelto un pequeño suspiro, deseosa de esto.

Alexander envuelve con sus dedos su grosor hasta pasarlo por encima de la tela de mis bragas, provocándome.

—¿Quieres esto, Ana? —pregunta, con su voz completamente ronca.

Cierro los ojos y un gemido involuntario se escapa de mi boca. No le respondo, no soy capaz. Cuando ve que no digo nada, comienza a pasarla por toda la tela de la braga, esperando a que le diga lo que quiero.

—Estoy esperando, nena, ¿quieres esto? —Su mano libre agarra mi mentón para mantener mis ojos sobre los suyos.

Asiento.

—Dímelo. —Su lengua lame brevemente mis labios antes de separarse un poco de mí, torturándome.

—Sí, quiero esto, Alexander. —Mi voz suena ronca, pero no arrepiento cuando vuelve a acercarse y estampa su boca contra la mía con fiereza.

—¿Traes preservativos? —cuestiono.

—Mierda, no —se lamenta con un gemido ronco.

—No pasa nada, estoy limpia y también tomo los anticonceptivos —digo en un susurro.

—Yo también lo estoy —responde contra mi boca.

Alexander se agacha un poco para colocar sus manos por detrás de mis piernas y levantarme con agilidad. Mis dedos se agarran a los músculos de sus hombros cuando siento que una de sus manos suelta el agarre en mi pierna y comienza a bajarla.

Siento al instante como la punta de su miembro se coloca en mi entrada, deseoso de entrar dentro de mí y, sin previo aviso, de una estocada la mete por completo. Al instante, los dos soltamos un gemido ronco. Alexander me deja unos segundos de margen para que me acostumbre a su tamaño. Cuando lo hago, no tardo en ser la primera en moverme con energía. No quiero algo lento y suave. Necesito todo lo contrario. Parece que él capta mis intenciones ya que me da todo lo que no he pronunciado en voz alta.

Sus manos se colocan a ambos lados de mi cintura para dar las estocadas con más fuerza y mayor precisión. Rodeo su cuello con una de las manos, mientras que con la otra acaricio mis pechos, los cuales ambos no paran de rebotar por nuestros movimientos. Se inclina un poco hasta que su boca rodea uno de ellos para lamerlo y morderlo con suavidad.

Suelto un gemido de protesta cuando sale de mi y me baja al suelo. Aunque no tardo en saber sus razones. Sus manos se mantienen en mi cintura para dirigirme hacia donde está el lavabo del baño.

—Inclínate un poco y apoya las manos, cariño —susurra contra mi oído, lo que consigue que un escalofrío recorra mi cuerpo.

Termino haciendo lo que me pide y, al instante, siendo como su miembro me acaricia la entrada, tentándome. No tardo en moverme hacia atrás para volver a meterla dentro de mí. Cierro los ojos y suelto un suspiro tembloroso. Con una de sus manos enrolla mi pelo y tira un poco de él, mientras que la otra agarra con fuerza una de mis nalgas. Estoy segura de que mañana voy a tener marcas ahí.

A través del espejo, nos miramos a los ojos. Sin dejar de observarnos, Alexander arremete con estacadas fuertes y duras, consiguiendo que mis gemidos retumben por todo el baño.

Alguien puede escucharnos, pero eso ha dejado de tener importancia para mí en el momento en que Alexander me ha metido aquí.

Su mano hace una pequeña coleta a mí pelo con rapidez para tirarme levemente de mí a la vez que su mano libre clava sus dedos en mi culo. Aprieto las manos en el lavabo con fuerza y cierro los ojos cuando siento que estoy a punto de llegar. Y sé que Alexander también por la forma en la que aumenta mucho más sus movimientos.

Abro los ojos y me encuentro con que Alexander me observa fijamente. Le devuelvo al instante la mirada antes de que un gemido arranque de mi boca y el nudo de mi estómago desaparezca por completo.

Alexander apoya su frente en mi espalda y arrastra las manos por mi cuerpo hasta posarse en la cintura.

Intento controlar la respiración ya que está agitada por todo lo ocurrido y hago una enumeración de lo que ha pasado sin que me lo esperaba.

De lo que Alexander y yo acabamos de hacer.

Joder, joder, joder. La acabo de liar.

Y lo sé cuándo, al terminar de colocarme la ropa, Alexander y yo nos miramos fijamente a los ojos y en silencio.

¿En qué me acabo de meter?



...................................

Holaaa!!! ¿Qué tal el capítulo?

AL FIN el esperado momento ;)

Recordaros que mañana intenatré subir un nuevo capítulo <3

Nos vemos pronto!


Para saber más de mis libros, actualizaciones... lo pongo todo en mi instagram (teenagerwriter_)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro