Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. BREAK FREE


Narra Ana

Me observo por última vez en el espejo antes de dirigirme hacia la entrada.

Alexander me está esperando fuera.

Tal y como me propuso ayer: hoy tenemos que fingir ser pareja en público. Para que todo el mundo se lo crea, debemos de hacer esto de vez en cuando; planes donde nos puedan ver.

Y esta es una de las veces.

Identifico su coche cuando salgo del portal. Está a unos metros de donde me encuentro. Miro a ambos lados de la calle antes de dirigirme hacia él.

Agarro con fuerza la chaqueta vaquera que cuelga de mi brazo derecho. Llevo unos pantalones anchos azules y una camiseta negra simple que cae en el escote en forma de pico. Poco a poco se comienza a ver que el calor ya está llegando, pero nunca está de más llevar algo para abrigarte por si el tiempo se tuerce a media tarde.

Abro la puerta de copiloto y observo a Alexander para dedicarle una sonrisa cordial. No quiero empezar mal la "cita".

—Ana —dice a modo de saludo. Le hago un pequeño asentimiento.

Me percato de que sus ojos, sin que lo pueda evitar, me hacen un rápido escaneo, detallando mi ropa. Parece que le parece bien ya que no pone ninguna mueca.

—¿Cómo estás? Hace mucho que no te veo —bromeo.

Él pone los ojos en blanco y aprieta los labios, fingiendo que le parezco irritante.

—Mal, teniendo en cuenta que voy a tener que compartir mi espacio personal contigo durante toda la tarde.

Me giro para mirarle a la vez que me abrocho el cinturón.

—Muy gracioso. Haré tus bonitas horas de hoy un fastidio, entonces —le desafío.

Antes de que comience a conducir, Alexander me mira y me señala con el dedo.

—Te recuerdo que aún me debes algo.

—No sé de qué me hablas. —Me hago la loca.

—Ya. Seguro que no.

Niego levemente y le observo de reojo cuando dejo de ser su centro de atención. Al no tener sus ojos en mí, puedo analizarle mucho mejor.

Alzo ambas cejas con sorpresa al ver que vamos del mismo combinado por el color. También lleva unos vaqueros azules y una camiseta negra sin ningún tipo de decoración. Lo que si ha agregado a su atuendo es la gorra que lleva puesta. Por lo demás, vamos iguales.

Cuando desvío la mirada hacia sus brazos, veo como asoman los tatuajes que decoran sus músculos. Mentiría si dijera que no me llama la atención todos los que lleva tatuados.

Simplemente soy una chica curiosa.

Parece que Alexander se percata de mi detallado escrutinio ya que desvía por unos segundos su mirada para fijarlas en mis ojos.

Creo que se percata de algo en ellos que consigue romper el contacto visual y dirigirla al frente a la vez que aprieta la mandíbula levemente. Arrugo el entrecejo, curiosa.

Giro la cabeza para mirar por la ventanilla las calles de Nueva York. Hoy, como de costumbre, el tráfico está alborotado y hay demasiadas personas fuera, yendo de compras, volviendo a casa, o simplemente dando una vuelta con su familia, amigos o sus parejas.

—¿A dónde vamos? —cuestiono, después de un rato, cuando me percato que tiene una trayectoria fija y que tampoco me ha preguntado sobre algún destino en concreto.

Me mira brevemente de reojo.

—Al centro comercial. Te invito a tomar algo en alguna de las tiendas.

—¿Se te ha ocurrido ahora? —Él niega con la cabeza.

—Se me ha ocurrido en el momento en el que te he visto.

Me giro de golpe para observarlo. Alexander mantiene los ojos fijos al frente, sin mirarme, lo que hace confundirme más. No entiendo por qué he sentido que lo ha dicho de... otra manera. Deben de ser imaginaciones mías por malinterpretar su entonación.

Minutos después, Alexander se adentra en el gran aparcamiento del centro comercial. Tenemos la suerte de encontrar sitio casi a la entrada, por lo que no vamos a tener que recorrer todo el lugar para poder llegar a la entrada.

—¿Lista? —me pregunta cuando, tras salir del coche, se coloca a mi lado.

No hacemos contacto físico, pero nos mantenemos pegados el uno junto al otro. Conforme nos vamos acercando a la entrada, comenzamos a recibir miradas curiosidad, varios de ellos nos han reconocido, pero no se acercan a nosotros.

La verdad es que lo agradezco.

Me dejo guiar por el interior del lugar, ya que no se aún a donde quiere que vayamos.

—Por cierto, ya tengo redactada tu entrevista, solo me falta revisarla y darla algunos retoques. —Rompo el silencio que se había instaurado entre nosotros.

Alexander agacha levemente su cabeza para mirarme.

—¿En serio? Me gustaría ver qué hiciste.

Asiento.

—Puedo mandártelo luego, cuando esté en casa.

Él mueve brevemente la cabeza, conforme con lo que le he dicho.

—¿Utilizaste al final la información de las últimas preguntas que me hiciste? —cuestiona sin dejar de observarme.

Niego.

—No, no lo hice. ¿Quieres que agregue alguna en especial?

Alexander mueve la cabeza para mirar al frente, pensativo.

—Sí. La última que me hiciste donde me preguntabas sobre si siempre he tenido claro que me quería dedicar al voleibol. Quizás, a las personas que lean la entrevista, le puedan servir y motivar mis palabras.

—Claro. Lo añadiré esta noche y, cuando lo tenga todo al completo, te lo mando.

—Genial.

No pasan más que varios segundos cuando siento cómo rodea mi cintura con su brazo y, poco después, tira de mí para chocar con su duro pecho. Apoyo la mano en este para mantener el equilibrio.

Cuando alzo la mirada hacia sus ojos, Alexander se inclina hacia mí con una pequeña sonrisa, lo que me deja más confusa de lo que ya estoy. Su boca roza mi mejilla para dirigirla hacia mi oído, lo que provoca que un escalofrío recorra por todo mi cuerpo.

—Hay varias personas haciéndonos fotos y vídeos de manera no tan disimulada —pronuncia en voz baja y, cuando se aleja un poco, me da un beso cálido en la mejilla.

Me quedo quieta, sorprendida por este último gesto, pero no tardo en recuperarme y formar una amplia sonrisa y posar una de mis manos en su brazo musculado.

Hago un pequeño recorrido por este, mientras que reanudamos el paso, hasta rozar mis dedos con los suyos y enredarlos entre sí. Su tacto es rugoso y firme, pero también me agarra de manera suave y cálida. Toda una contraposición.

Aunque no quiera admitirla, durante todo el trayecto hacia la cafetería, no paro de observar nuestras manos unidas. Es una sensación... diferente. Extraña.

Alexander es el primero en pasar, pero por alguna razón, no rompe el contacto de nuestras manos. Creo que no se ha percatado aún que nuestros dedos siguen entrelazados. Aunque yo lo tengo demasiado presente. Más de lo que me gustaría.

Nos quedamos quietos en la fila que se ha formado, esperando nuestro turno para poder pedir. Trago saliva con un inesperado nerviosismo, cuando Alexander se gira para mirarme y quedar frente a mí y baja la mirada hacia donde estamos unidos.

De manera suave y cuidadosa, rompe el contacto entre los dos antes de que vuelva a fijar sus ojos en los míos. Aparto la mirada cuando me percato que la cola ha avanzado, por lo que paso por el lado de Alexander para poder acercarme más. No tardo en sentir cómo termina siguiéndome y se coloca a mi lado.

—¿Sueles venir mucho por aquí? —le pregunto cuando nos terminan de servir el pedido.

Sin que me dé tiempo a tomar la bandeja, Alexander se me adelanta con rapidez para llevarla él hacia una de las mesas que hay libres y la que está más alejada de la clientela. A pesar de que hoy hayamos quedado para ser vistos por todos, queremos comer de manera tranquila y sin interrupciones.

—De vez en cuando con Levi. Jane también suele unirse a muchas de nuestras quedadas —comenta.

Asiento antes de dirigir la mirada hacia la comida para tomar lo que yo he pedido.

—¿Cuánto es lo que te debo? —cuestiono, alzando los ojos hacia él.

Alexander arruga el entrecejo como si hubiera dicho la tontería más grande del mundo.

—No me debes nada.

—No quiero que te sientas obligado a pagarme la comida —cuestiono.

Veo como comienza a alzarse la comisura de sus labios.

—Si piensas que invitarte a comer me supone un gran gasto, no lo creas porque esto es como si estuviera pagando unos simples dulces. Cariño, creo que se te ha olvidado de que soy millonario. —Sonríe.

Él derrochando humildad.

Aunque sus palabras son ciertas, ni siquiera he asimilado y se me ha pasado por la cabeza que estoy saliendo con un famoso deportista que gana millones de dólares y, a mi desgracia, es tan atractivo como lo es de borde.

—Pues ya podrías darme un poco —me quejo.

Alexander alza la comisura de los labios de manera imperceptible, pero no lo oculta lo suficiente ya que me percato de ello.

Al parecer, al deportista gruñón que se hace pasar por mi novio le ha empezado a hacer gracia mis comentarios.

Le doy un bocado a la hamburguesa que he pedido y desvío la mirada hacia el ventanal que tenemos a nuestra izquierda para poder detallar el exterior. En nuestro caso, en la zona que estamos, se puede ver la calle, la cual se encuentra bastante llena por todas las personas que están caminando en ellas.

Tras unos minutos me percato de que Alexander está extrañamente callado. Cuando me giro para observarlo, me doy cuenta de que él ya me está mirando. Parece pensativo. ¿Cuánto tiempo lleva observándome?

—¿Qué pasa? —cuestiono.

Niega levemente con la cabeza a la vez que agarra su bebida para darle un sorbo.

Arrugo el entrecejo, confundida.

—Pensaba en cuándo tendríamos que romper la farsa para seguir cada uno con la vida que teníamos antes de todo este lío —responde con sequedad.

La forma en la que me habla ahora me confunde más. Su comportamiento conmigo ha vuelto a cambiar de manera radical.

—Bueno, yo no soy quién propuso esto, así que, ¿no será mejor que hables con tu padre para que te lo aclare él y no yo? —Alzo una de mis cejas.

—Debería hacerlo, sí.

Empujo la punta de la lengua contra el interior de mi mejilla y pongo los ojos en blanco. Decido ignorar su cambio de actitud conmigo y terminar la comida.

—Ahora eres tú a quién le pasa algo —dice.

Le miro como si estuviera hablando en serio.

—Tus cambios de actitud conmigo me estresan, simplemente. No sé qué es lo que puede pasarte por la cabeza, pero yo no tengo nada que ver con ello —respondo con cierto enfado.

—Si tú supieras —murmura, cortando el contacto visual conmigo para levantarse y llevar a la bandeja y los envoltorios a la basura.

Le sigo con la mirada, procesando sus palabras.

¿Qué culpa tengo yo porque se comporte de esa manera conmigo? Ahora entiendo mucho menos que antes.

Agarro el bolso, lo cuelgo en mi hombro y no tardo en acercarme a Alexander, quién se ha quedado quieto mientras que me observa cómo me coloco a su lado.

—Hacia el aparcamiento, ¿no? —cuestiono, seria.

Él no dice nada, pero asiente para poco después colocar su mano en la parte baja de mi espalda y presionar levemente para hacerme andar.

Me tenso levemente cuando siento un ligero cosquilleo justo en la zona en la que me está tocando. Decido ignorarlo y obligarme a andar para salir del bar bajo la atenta mirada de muchos de los clientes que se encuentran allí. O bien, cuando salimos, las personas que caminan por el exterior que se nos quedan mirando.

—Estás haciendo récord de que no se acerque nadie para hacerse una foto contigo —le digo en voz baja.

—Creo que acabas de invocarlos —cuestiona.

Cuando le miro, me percato que está mirando al frente. Al seguir el recorrido para ver lo que ha captado su atención, veo que un grupo de jóvenes nos observan a la vez que se atreven a caminar hacia donde nosotros nos encontramos.

Me muevo a un lado para que los chicos puedan hacerse varias fotos con Alexander. En alguna de ellas me piden que las haga yo y no dudo en aceptar. Me percato de que, en ese pequeño rato, aunque Alexander quiera fingir que es un tipo duro y gruñón, por la forma en que los mira, sus ojos brillan. Le encanta que se acerquen a pedirle una foto. Creo que así se da cuenta de todas las personas que le admiran.

—Ahora sí podemos irnos —me dice cuando, después de diez minutos, ya ha terminado de contentar a todos los que se han acercado.

Hago un breve asentimiento y me giro, dándole la espalda, para empezar a caminar hacia la salida. No tarda en colocarse a mi lado. El corto trayecto hacia el exterior lo hacemos en silencio.

Lo último que me ha dicho en el bar se me ha quedado grabado en la cabeza. ¿Qué es lo que se refería? Es un enigma, pero poco a poco voy descubriendo algo más de él, lo que se me hace más fácil leerle.

No puedo evitar hacerlo.

Agacho la mirada con rapidez cuando, al momento de salir, me percato que hay varios periodistas esperándonos fuera. No me había dado cuenta de que, los periodistas, somos demasiados insistentes con los famosos hasta que yo estoy implicada en ese lado.

Maravilloso.

Simplemente genial.

Veo de reojo como Alexander se coloca las gafas de sol y apoya su mano en mi cintura para atraerme hacia él ya que nos habíamos separado un poco el uno del otro.

Caminamos con rapidez hacia donde se encuentra aparcado su coche. A pesar de que nos siguen el paso para llamar nuestra atención, al menos ellos tienen la decencia de dejar un espacio considerable para darnos algo de privacidad. Increíble de ver.

Miro con sorpresa a Alexander cuando, en tan solo unos segundos, me deja atrapada entre su cuerpo y el coche. Alzo la mirada para preguntarle de manera silenciosa qué es lo que hace. Su gesto, aunque no quiera admitirlo, ha conseguido alterarme un poco.

Sus manos se apoyan con firmeza, pero con suavidad, sobre mi cintura. Siento un pequeño cosquilleo por la zona en la que sus dedos me están tocando.

Estoy a escasos centímetros de él.

Demasiado pegados.

Demasiado como que estoy a punto de rozar mi nariz con la suya.

No aparto la mirada de sus ojos. No quiero que se dé cuenta de que su gesto me ha tomado desprevenida y me ha alterado un poco el sistema.

—¿Qué te parece volver a ser tendencia por otra semana más? —pregunta muy cerca de mi boca.

Inevitablemente, mi mirada se desvía hacia sus labios cuando habla.

—Que eso es a lo que hicimos el trato, ¿no? —cuestiono con desafío.

Alexander se muerde el labio de manera imperceptible antes de decidirse en lo que sea estaba pensando y chocar sus labios contra los míos de un momento a otro. Al instante siento como, por primera vez, una pequeña carga eléctrica recorre mi cuerpo.

Como si esto fuera algo que tenía que pasar.

Mi mano se apoya en su pecho e inclino un poco más la cabeza cuando vuelve a presionar algo más fuerte nuestras bocas antes de separarnos.

Sus dedos aún siguen muy presentes y firmes en mi cintura, como mi mano en su pecho. Al igual que el constante murmullo y las cámaras que, por más que quieran disimular, no paran de enfocarnos para capturar el momento que acabamos de tener.

Sin embargo, solo observo a Alexander, quién me devuelve la mirada. Por su rostro indescifrable; es imposible que pueda saber qué es lo que se le está pasando por la cabeza ahora mismo.

Y, la verdad, me gustaría saberlo.

Nuestro pequeño momento se ve interrumpido cuando ambos decidimos que ya es hora de meternos en el coche para que me lleve a casa.

Suspiro de manera disimulada, evitando que Alexander no se dé cuenta.

Aún tengo el pulso algo acelerado.

No sé qué me pasa.



──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

Narra Alexander

Acelero en cuanto compruebo que Ana ha entrado en el portal del edificio de donde vive.

Ana. Ana. Ana.

Niego levemente con la cabeza, eliminando a la morena de la cabeza. Últimamente parece no dejarme tranquilo e irrumpir en mi mente de manera inesperada.

No sé qué pensar.

Recorro la ciudad hasta llegar a un barrio que reconozco al instante. Aquí es donde mi padre vive. Me adentro en el aparcamiento privado. Para cuando salgo del coche, me percato de que recibo más notificaciones de lo normal. Conforme me voy acercando al ascensor, mis ojos están fijos en la pantalla, comprobando qué es lo que ocurre.

No puedo evitar que la comisura de mis labios se alce al ver una imagen en concreto.

Ya han publicado en todas las redes sociales el beso que le he dado a Ana hace un rato. Vaya, las imágenes vuelan a una velocidad impresionante.

Ignoro los artículos más recientes de nosotros dos y centro mi completa atención en la foto. O, más bien, las fotos.

Hay dos.

En la primera me doy cuenta de que es de nuestro breve beso. No sé ve a la perfección debido a que yo estoy tapando a Ana y nuestro "momento íntimo".

La segunda que hay consigue que un pinchazo llegue a mi pecho. No sé por qué. En esta, ambos salimos de perfil. Cuando amplío la imagen veo como mi mano descansa en su cintura, mientras que la suya está apoyada en mi pecho. Los dos estamos serios, pero me percato en la intensidad en la que nos miramos.

Por más que lo queramos ocultar, se puede ver que ahí no estábamos en tan buenos términos como aparentábamos.

Apago el teléfono con la intención de borrar ambas imágenes de mi cabeza y salgo del ascensor, cuando las puertas se abren, para dirigirme hacia una de las puertas en concreto.

Tom no tarda en abrirme la puerta para dejarme pasar. Nos dedicamos un asentimiento de cabeza a modo de saludo antes de que nos dirijamos hacia el salón.

—¿Cómo va todo el proceso de papeleo? ¿Ya ha accedido a firmar de una vez? —cuestiono cuando nos colocamos en la mesa.

Cuando estaba comiendo con Ana he recibido un mensaje suyo en relación con este tema. E, inevitablemente, me he puesto de mal humor.

Todo este lío me da dolor de cabeza.

Ahora mismo, los problemas que tengo se deben a lo que está ocurriendo y que, por suerte, está fuera del alcance de los medios de comunicación.

No quiero imaginarme qué ocurriría si todo el mundo se enterara y más ahora que se supone que estoy manteniendo una relación sentimental con Ana.

Todo sería un caos.

Más de lo que ya es.

Tom niega con la cabeza levemente y baja la mirada hacia su ordenador.

Resoplo.

¿Cuándo se va a dignar a firmar un simple papel y acabar con esto? Me tiene exasperado.

—Al contrario, cuando el abogado le ha mandado de nuevo todas las hojas lo ha rechazado y devuelto. Su abogado ha escrito al tuyo para negarse a firmarlo.

Paso la mano por el pelo, enfadado.

—No sé qué pretende, pero su actitud me está exasperando y mosqueando a partes iguales. Llevamos meses con esto y no ha dado aún su brazo a torcer. No sé qué quiere hacer si no nos beneficia seguir así a ninguno de los dos. —No le aguanto. No aguanto esta situación.

Tom se masajea la mandíbula, pensativo.

—El abogado me ha mandado la opción de poner una denuncia e ir directamente a juzgados, pero ya sabes que todo esto va a ser un proceso largo y mantener la atención de los periodistas en otro lado para que no empiecen a investigar, va a estar más complicado.

—Me da igual, dile que lo haga. Quiero acabar con este martirio lo antes posible y dejar de atrasarlo. No va a salirse con la suya —digo, tajante.

Me tiene cansado.

No sé qué parte no entiende lo que mi abogado le dice o mis cordiales peticiones a que firme de una vez.

—Te mantendré actualizado —promete.

Asiento.

Gran parte de que yo ahora esté teniendo una relación falsa con Ana se debe a esto. Y espero que funcione tal y como lo está haciendo ahora.




..................................

Holaaa!!!!! ¿Qué tal el capítulo?

Os he dejado una pequeña dosis de intensidad y secretismo ;) 

¿Qué ocultas, Alexander?

Nos vemos la semana que viene con una nueva actualización <3

instagram: teenagerwriter_

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro