Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. EVERYTIME


Narra Ana

Doy un último vistazo a la casa antes de acercarme a la entrada.

Alexander está fuera esperando a que le abra.

Hoy es sábado, por lo que es el día en el que, por fin, tengo que hacerle la entrevista.

Y qué mejor que en mi casa.

De cualquier modo, la prensa sigue pendiente de nosotros por ser la novedad. Por lo que, si ven que sale de este edificio, seguiremos estando en boca de los demás, el trato seguiría funcionando y yo tendría mi entrevista para el trabajo.

Todos salimos beneficiados.

No tardo en agarrar el pomo para abrir. Al instante, me quedo frente a Alexander. Este lleva una camisa blanca abotonada, la cual los dos primeros botones se encuentran desabrochados, mostrando un poco de su trabajado pecho. Cuando desciendo la mirada, puedo ver que lleva unos vaqueros azules. Comienzo a subir los ojos hasta los suyos, los cuales me observan fijamente. Me percato de que lleva una gorra que tapa parte de su pelo.

—¿Te gusta lo que ves? —cuestiona mientras alza una de sus cejas.

Arrugo la nariz.

—No mucho. —Me giro para adentrarme de nuevo a mi apartamento, no sin antes ver cómo forma una sonrisa ladeada.

Segundos después, escucho como cierra la puerta y no tarda en colocarse a mi lado. Me doy media vuelta para observarle.

—No creo que seas mucho de house tour, así que este es el salón, donde haremos la entrevista.

Alexander asiente brevemente.

—¿Quieres algo para beber? —vuelvo a hablar a la vez que me acerco a la cocina.

—Está bien.

Escucho, segundos después, unos pasos siguiéndome.

Camino hacia donde tengo colocada la nevera para, poco después, posar la mano en el mango de esta para abrirla.

Sin mirarlo, sé que Alexander me ha perseguido hasta aquí, casi le puedo notar a unos metros de mí, listo para acercarse y mirar por encima de mi hombro, con curiosidad, para ver que puedo tener de bebida.

—No hace falta que me sigas, puedes quedarte en el salón —cuestiono, girándome para mirarle.

—No me fío mucho de que no vayas a echarme algo en la bebida. Tendré que ser precavido. —Pongo los ojos en blanco, pero su broma, inevitablemente, consigue hacerme sonreír.

—¿Cerveza?

—Sí. —Da un par de pasos hasta estar casi pegados, a tan solo unos centímetros del cuerpo del otro.

No puedo evitar que el corazón dé un pequeño vuelco. No esperaba esta cercanía por su parte. Parece que hoy viene con un pequeño tratado de paz.

Veo como Alexander alza el brazo, pasando por encima de mi hombro, para poder agarrar la botella de cerveza, la cual la tengo aferrada con mis dedos. Al parecer, me he quedado quieta cuando he visto su cercanía.

Cierro los ojos unos segundos y olvido su extraño acercamiento y ese suave cosquilleo en mis dedos. No tardo en darme media vuelta hasta quedar cara a cara con él. Estamos más cerca de lo que pensaba. Alzo la cabeza para mirarle a los ojos.

Como si Alexander se percatara de nuestra repentina cercanía, da un imperceptible paso hacia atrás, algo que agradezco. Intento controlar los pequeños nervios que, sin querer, se han formado en mi estómago.

—¿Vamos? —pregunto, obligándome a decir algo.

No tarda en asentir y comenzar a seguir cuando salgo de la cocina con un vaso de agua en mi mano.

—Dame un segundo y empezamos la entrevista —le digo.

Aprovecho para desviarme para ir a la habitación y tomar mi libreta de confianza. Ahí apuntaré algunas ideas que vaya diciendo, además de que tengo escritas las preguntas en ella.

Cuando vuelvo al salón, Alexander ya se ha acomodado en uno de los sillones mientras que detalla todo su alrededor. Al instante me percato que, la máscara que siempre suele mostrar delante del mundo ahora ha desaparecido. Parece relajado y extrañamente tranquilo, teniendo en cuenta que está en mi casa, es la primera vez que viene y, además, parece que no le caigo muy bien.

—Muy bien, ya estoy lista, ¿empezamos? —cuestiono.

Alexander alza ambas manos para hacer un breve gesto a modo de invitación.

—Cuando quieras.

Asiento.

Camino hasta llegar al sillón y colocarme a su lado, dejándole a mi derecha. Me muevo un poco para quedar cara a cara con él. No puedo hacer una entrevista a alguien cuando no le voy a mirar el rostro. Es ilógico. Alexander no tarda en imitarme, moviéndose también y posando sus ojos en mí.

—Como ya te comenté, debo de grabar la entrevista para luego poder redactar bien el artículo sin que se me pase ninguna información —le hago saber.

—Bien, no hay problema.

Al instante, agarro el teléfono para buscar la aplicación de la grabadora y activarla al instante. Lo dejo a un lado de ambos.

—Buenas tardes, Señor Jones, gracias por aceptar esta entrevista de manera amable y desinteresada —bromeo con lo último.

El aludido alza ambas cejas, pero parece que le ha hecho gracia.

—No ha sido ningún problema —termina respondiendo.

—Si le parece bien, podemos comenzar.

—Perfecto. —Alexander se acomoda en el sillón, haciendo que su camisa se abra levemente en la zona de su pecho, dejando a la vista un poco más de sus tatuajes.

No puedo evitar mirar a esa parte en concreto. Bajo los ojos hacia la libreta de manera disimulada para abrirla en la página donde tengo escrito todo.

—¿Cuándo y cómo empezaste a jugar a voleibol? —pronuncio mientras alzo la mirada hacia sus ojos. Esa es mi primera pregunta.

Alexander me observa en silencio.

—Eso puedes encontrarlo fácilmente en internet.

Pongo los ojos en blanco.

Empezamos bien.

—Pero quiero que me lo cuentes tú.

Entrecierro los ojos en su dirección. Creo que ha captado mi indirecta pasivo-agresiva.

—Sinceramente, no sabría decir con exactitud cuando empecé, en realidad. Desde que tengo uso de memoria, siempre he tenido una pelota de voleibol en mis manos. Lo que sí podría decir que fue con diez años cuando me apuntaron para aprender a jugar mucho mejor de lo que ya lo hacía —dice con arrogancia.

Le dedico una sonrisa burlona, pero evito decir algún comentario.

—¿Cómo equilibras tu vida personal con tu carrera deportiva? —me intereso.

—¿Sinceramente? —asiento—. Dándole más prioridad a mi carrera que a mi vida privada. Si que es verdad que, al menos, un par de horas o tres lo dedico familiares y amigos o para mi cada día. Pero mi prioridad es mi trabajo —admite.

Vuelvo a asentir mientras que apunto un par de cosas.

Sin que me lo espere, Alexander acorta la distancia que hay entre ambos para estar más cerca de mí, lo que consigue que, sin que yo quiera, comience a ponerme nerviosa. Se inclina hacia adelante para que sus brazos se apoyan en sus piernas y me mira.

Me aclaro la garganta mientras que le observo y leo la siguiente pregunta:

—¿Qué te motivó a seguir este deporte?

Alexander se mantiene en silencio mientras que tamborilea sus dedos muy cerca de mi pierna, distraído.

Yo, sin embargo, no puedo evitar fijarme en su mano a punto de estar en contacto con mi piel.

—Mi pasión por ello y todo el apoyo que recibí por parte de las personas a las que aprecio —se sincera. Su rostro se mantiene serio, aunque noto como desvía la mirada hacia un lado, sin mirarme.

—Y ahora, gracias a esa decisión, eres uno de los deportistas más reconocidos —comento mientras que doy golpecitos en mis labios con el lapicero.

Cuando Alexander me mira, me percato de que, disimuladamente, sigue mi gesto. Aparto la mirada y carraspeo.

—¿Cómo...? —No continúo la frase cuando veo que Alexander resopla—. ¿Qué pasa? —cuestiono, irritada, agarrando el teléfono para dejar de grabar.

Alexander parece divertido al ver que también tiene el poder de hacerme enfadar con rapidez.

—Venga, princesa, estoy seguro de que se te ocurren preguntas más interesantes para hacerme, aunque luego no lo añadas en la entrevista.

Me muerdo el labio y pienso unos segundos, indecisa de qué hacer. De si preguntarle mis verdaderas dudas. Tengo varias de haberle estado analizando.

Aunque, como siempre, la curiosidad siempre gana.

—¿Por qué odias a los periódicos? Me he dado cuenta de que eres muy esquivo y distante, ¿es con todos, en general, o con uno en específico? —Me inclino en su dirección, atenta a su lenguaje corporal y su respuesta.

Aunque, con mi movimiento, consigo que sin querer nos quedemos más cerca el uno del otro.

—Vaya, sabía que esa cabecita estaba llena de preguntas —dice con burla.

Alexander no tarda en reclinarse y entrelazar sus dedos entre sí. Estamos más cerca de lo que esperaba, pero espero en silencio su respuesta mientras que le miro a los ojos.

Él tampoco hace un amago de apartar su mirada de la mía.

—Tú me lo has pedido —cuestiono.

Poco a poco comienza a formar una sonrisa ladeada. Mis ojos se desvían hacia el gesto. No tardo en volver a alzarla.

—¿Ahora no vas a contestarme? —Alzo una de mis cejas con desafío.

Alexander empuja la punta de la lengua con el interior de su mejilla sin dejar de mirarme. No aparto los ojos de él, esperando su respuesta.

—Digamos que ocurrieron una serie de cosas muy... decisorias para que yo tuviera ese tipo de comportamiento. Y no, no es en general, sino con un periódico en específico —revela.

Sonrío, satisfecha, por haber conseguido algo de información. Sé que hay mucho más profundo dentro de esas palabras, pero ya lo descubriré. Hay tiempo para todo.

Tiempo al tiempo.

—¿Siempre has tenido claro que era el sueño por el que querías luchar? ¿Alguna vez has dudado si esto era lo que realmente querías? —pregunto ahora, desviando el tema.

Creo que es la última pregunta que se me ocurre por hacerle. Y esta, precisamente, es la que más interesa por saber su respuesta. Porque sí que es verdad que, en mi caso, esas preguntas se me han pasado mucho en mente, pero para mí misma.

Mucho más de lo que me gustaría.

No sé cuántas veces me he replanteado que todo lo que llevo haciendo hasta llegar aquí es lo que realmente quería.

Hasta que no entré al periódico, no supe al cien por ciento que este era realmente el sueño por el que quería y quiero luchar.

—En mi caso, sí. Siempre he tenido claro que entrar en un equipo profesional de voleibol era mi sueño y no he parado hasta conseguirlo. Puede que alguna vez me haya replanteado si estaba en el camino correcto, pero cuando voy a los partidos y a los entrenamientos, sé que estoy en el camino correcto —responde, tranquilo, sin dejar de mirarme a los ojos.

Me mantengo en silencio, procesando bien sus palabras. Al parecer, a él también le ha pasado lo mismo que a mí.

Y creo que es normal.

Cuando tenemos un sueño y comenzamos a perseguirlo, a veces pensamos si de verdad es ese nuestro camino o no. Y no pasa nada. Todo el mundo tiene derecho a dudar y plantearse las decisiones que toma. Lo importante es descubrir si lo que quieres perseguir es realmente lo que quieres para tu futuro y si estás dispuesto a hacer lo posible para conseguirlo.

—Interesante. —Es lo único que digo.

Bajo la mirada hacia la libreta para cerrarla y dejarla encima de la mesa. Cuando vuelvo a mirar a Alexander, él me sigue observando. No entiendo por qué.

—¿Por qué me has dejado hacerte estas preguntas? —cuestiono, aún confundida.

—Tenía cierta... curiosidad por todo aquello que se te suele pasar por la cabeza, simplemente. Siempre te veo muy pensativa y sobre todo ahora con el tema de fingir ser pareja.

Su amabilidad me confunde mucho. ¿Qué es lo que le ha picado? Quizás debe de haberle dicho algo su padre. O, también, ha visto que yo no le he hecho nada como para que esté de esa manera conmigo.

Quién sabe.

Su cabeza y su forma de actuar sigue siendo, por el momento, un enigma para mí.

—¿Alguna pregunta más? —cuestiona, sin dejar que le pregunte por ello.

Lo pienso por varios segundos y termino moviendo la cabeza de un lado a otro a modo de negación.

—No. Eso es todo. —Asiente.

Ambos nos levantamos del sillón a la vez, quedando casi pegados contra el otro. No tardo en dar un par de pasos hacia atrás con rapidez para evitar que haya más cercanía entre los dos.

—Voy a llevar esto a la cocina. —Le señalo nuestras bebidas.

—Te ayudo. —Agarra su botella y mi vaso y empieza a caminar hasta dejarme atrás. No tardo en seguirlo.

Cuando entro, veo que se gira para mirarme al percatarse de mi presencia.

—¿Dónde lo dejo?

—Ahí mismo está bien —le digo cuando hace un amago de dejarlo en la encimera.

No tarda en asentir.

Aprovecho para robarle la lata de la mano para tirarla a la basura.

Cuando me doy media vuelta, Alexander se ha girado hasta estar los dos cara a cara. Nos devolvemos la mirada al instante.

Nos mantenemos en silencio. Ninguno de los dos dice nada.

Me resulta extraño estar así con él. Sigo sin creerme que tenga un trato con el jugador de mi equipo favorito. Es tan surrealista como irónico. Quién diría que una periodista que ha pasado desapercibida siempre ahora esté en el punto de mira de otros periodistas, fans y medios de comunicación.

Fantástico.

Yo sí que sé hacer las cosas a lo grande.

Entrecruzo los brazos sobre el pecho y ladeo mi cabeza para analizarle. Me gusta fijarme en cómo los demás se comportan o cómo reaccionan ante las cosas. Me gusta ser observadora. Tanto para lo bueno como para lo malo.

—¿Quieres cenar algo? —cuestiona, rompiendo el silencio que se ha instaurado a nuestro alrededor.

—¿Para cenar? —pregunto, confusa.

Alexander asiente y camina hasta colocarse a mi lado, habiendo menos espacio entre nosotros.

—Es raro que me vaya tan temprano, teniendo en cuenta que tienes a varios periodistas esperando abajo a que alguno de los dos salga. Será más creíble que espere un poco antes de irme.

—¿Lo has comprobado? —cuestiono.

—No, pero me apuesto lo que sea a que es verdad.

Alzo una ceja, desafiándole.

—Sería una buena apuesta.

Alexander se pasa la lengua por los labios, pensando en lo que le acabo de decir.

—¿Quieres apostar? —Me dedica una sonrisa ladeada, lo que consigue que me replantee mis palabras.

—Tendría que saber qué me juego, ¿no crees? —Alzo el mentón para mirarlo directamente a los ojos.

—Sería más divertido descubrirlo después de comprobarlo —me desafía.

Le mantengo la mirada, sin achantarme.

—Bien. —Sonríe.

Alexander no tarda en desparecer de la cocina, por lo que no tardo en seguirle. Este se dirige hacia el gran ventanal que hay en mi salón. Sus dedos agarran la cortina para abrirla un poco y se gira para mirarme.

—¿Qué piensas de esto, cielo? —remarca el apodo.

Me coloco a su lado y miro hacia abajo. Cuando veo a lo que se refiere, suspiro. Hay un grupo de varios medios de comunicación en la entrada, esperando a que Alexander salga.

—¿Te parecen suficientes periodistas o necesitas un poco más? —dice sin dejar de observarme.

—Idiota —susurro.

Alexander sonríe, lo que me hace saber que me ha escuchado.

Se gira hasta que quedamos cara a cara a unos centímetros del cuerpo del otro.

—Bien, ¿qué quieres? —cuestiono, cruzándome de brazos y alzando la mirada hasta sus ojos.

Él se queda en silencio, pensativo.

—No lo sé aún, pero me lo guardaré para más delante.

Qué peligro.

—Entonces, ¿ahora te tengo que deber un favor? —Alzo una ceja.

—Sí.

—¿Y puedes pedirme lo que sea?

Asiente.

—No sé si quiero que sea así. —Entrecierro mis ojos sin dejar de mirarle.

Sonríe.

—Qué pena, entonces. Hace unos minutos que has aceptado esto, ahora no te puedes echar atrás.

—Genial.

Ahora me arrepiento de haberle desafiado.

—¿Y si decido que no quiero hacer lo que sea que me propongas? —cuestiono, volviendo a mirarlo a los ojos.

Él me observa, curioso.

—Me lo pensaré también en el que caso de que eso pase.

Resoplo.

—Qué bien.

Me doy la vuelta, dándole la espalda, para ir hacia donde se encuentra la mesa para recoger las cosas y llevarlas a la habitación. También, en parte, para alejarme un poco de Alexander y tomar distancia de él.

Dejo las cosas en el cuarto con rapidez antes de volver de nuevo junto a Alexander. Se encuentra en el mismo sitio que antes, solo que ahora comienza a caminar hacia donde me encuentro cuando se percata de mi presencia.

Le miro a los ojos conforme sigue andando hacia mí. Se separa a unos pasos de mí.

Carraspeo, un poco extraña porque estemos callados y sin decirnos nada más.

—Yo creo que ya es hora de que me vaya —termina por decir, interrumpiendo el silencio.

Asiento.

—Vale. Te acompaño hasta la puerta.

Me doy media vuelta para ser la primera en ir hacia la puerta, aunque siento que me sigue de cerca. Me hago a un lado cuando llego a la entrada, para que pueda pasar.

—Te informaré cuando haga tu entrevista para que le des el visto bueno —le digo.

—Bien. —Asiente—. Te avisaré si tenemos que ir juntos a algún evento o algo relacionado con mostrar nuestra relación en público.

—Genial —respondo mientras que lleva su mano hacia el pomo para abrirla.

Antes de que yo me acerque a la puerta para cerrarla, veo como se da la vuelta, como si hubiera acordado de algo.

—¿Mañana tienes algo que hacer? —cuestiona.

Niego con la cabeza.

—No, ¿por qué?

—He pensado que podríamos hacer algún plan juntos en público. Ya sabes, para que nos vean más y que esto siga yendo según lo planeado.

Pienso en su propuesta. Alexander tiene razón. La última vez que nos vieron juntos fue cuando vino a recogerme tras haber hecho las entrevistas a los chicos junto a Rike.

—Estaría bien. ¿Qué es lo que quieres hacer? —cuestiono.

Se encoge de hombros con una imperceptible sonrisa.

—No soy mucho de planificar, lo podemos ver mañana en el momento.

Asiento, conforme.

—Bien. Nos vemos mañana, entonces,

Me dedica un breve gesto antes de darse, de nuevo, media vuelta. Segundos después cierro la puerta y suspiro.

Sé que no he sido la única de los dos que esta tarde ha sido la más llevadera de todas las veces que nos hemos visto desde la gala. Es... extraño.

No sé por qué hoy se ha comportado de diferente manera a las otras veces, pero tampoco voy a quejarme.

Quizás mañana vuelva a ser el mismo hombre que conocí en la gala y en la cena donde hicimos el trato.

Sacudo la cabeza y me acerco a la cocina. Al final no hemos pedido nada para cenar por retarnos con lo de los periodistas.

La apuesta que hace minuto hemos hecho, vuelve a aparecer en mi mente. No sé qué puede pedirme a cambio. Aunque no puedo evitar sentir un poco de curiosidad.

Evito volver a pensar en él.


..................

Holaaa!!! ¿Qué tal el capítulo?

Me encanta ver como poco a poco se está formando esa burbuja intensa entre  Alexander y Ana jiji

No olviden seguirme en instagram (teenagerwriter_) para enteraros de todas las actualizaciones de estos señoritos <3

Nos vemos el sábado que viene con más <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro