Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

♠ Capítulo 24: La verdad de la milanesa

El cielo aclara con pereza digna de las cinco cuarenta y cinco de la mañana, la niebla se dispersa con lentitud pero sin descanso, el vaho de mi quinto café se pierde en el aire junto con el humo del octavo cigarro de Gab. Alguien debería comentarle que el tabaco produce cáncer entre otras desagradables enfermedades.

Subo mis piernas a la silla y me arropo con la frazada que fui a buscar en el momento en que descubrí que esto realmente iba para largo. Dejo solo mis manos y cara fuera, para sostener y beber mi café. No soy muy buena para el café pero la situación lo amerita, frío, trasnoche y explicaciones engorrosas sobre problemas inexplicables, son material suficiente para beberme toda Colombia.

Gabriel le da la última calada al cigarro, suelta el humo por la nariz y apaga la colilla en el líquido restante de su tasa con café.

—A ver si entendí—pronuncio mareada de tanta información—nadie es gay.

—No, Miky sí es gay.

—Ok, Miky es gay, pero Alex no es gay y tú no eres Gay.

—No que yo sepa por lo menos.

—Pero para el mundo Alex es gay—Gab asiente con solemnidad y calma absorto en la vista a la cordillera matinal—porque hace un año uno de los hermanos de Alex…

—Alejandro.

—…Alejandro vio a Miky besando a un chico y se lo contó al otro hermano de Alex…

—Miguel.

—…Miguel, y ambos se lo contaron al padre de Alex…

—Don Miguel Alejandro   

—¡Esto sería más fácil de entender si no se llamaran todos de la misma forma!—suspiro harta de tanto enredo—Prosigo. Entonces luego de enterarse Don Miguel Alejandro puso el grito en el cielo y encaró a Miky, pero Alex defendió a Miky y se echo la culpa argumentando que él era quien besaba a aquel chico y no su hermano. Ahí fue cuando Don Miguel Alejandro echo a Alex de su casa ¿Correcto?

—En resumidas cuentas sí…

—Aun no entiendo ¿Por qué Alex hizo eso?

—Miky es el eslabón débil, estudia una carrera pesada, no tiene tiempo para trabajar, no tiene tiempo para mantenerse, además es muy sensible en algunos aspectos, en resumen Alex pensó que entre Miky y él, él tenía muchas más posibilidades de sobrevivir.

—Bien. Luego Alex se vino a vivir contigo y todo fue de maravilla hasta que hace una semana la mamá de Alex…

—Doña Najah

—…Doña Najah fue a visitar a tu madre…

—Marcel…

—¡No es necesario que diga todos los nombres!

—Buen punto.

—En fin, ambas se encontraron y la mamá de Alex le contó todo a tu madre… luego de eso dejaste de escuchar a tu padre así que no sabes que sucedió realmente, pero lo que si sabes es que tu hermano se peleo con uno de los hermanos de Alex y ahora todos saben que Alex es gay ¡Pero Alex no es gay, Miky es gay!

—Exacto, vas entendiendo.

—Lo que supones es que tu madre se sorprendió ante la noticia, le dijo a la madre de Alex que él vivía contigo y esta se lo contó a su marido el cual sumo dos más dos y dedujo que tú y Alex eran… pareja. Luego por alguna razón se pelearon tus hermanos y sus hermanos, ardió Troya y tu padre te mandó a llamar para que le explicaras. Pero tú no le explicaste nada porque…

—Porque en mi familia son incapaces de guardar un secreto.

—Así que te largaste sin decir nada y encaraste al padre de Alex, le gritaste que amabas a Alex para fortalecer la mentira, él te molió a golpes y…

—Y todo volvió a la normalidad. El secreto de Miky sigue siendo secreto, mi familia se desligó del tema y Alex no tiene idea de nada. Soy un maldito genio de la estrategia, debí unirme a la milicia.

—¡Alex tiene que saber esto! ¡Es su familia la que está en problemas!—digo enérgica derramando un poco de café. Gab me mira por primera vez en toda la noche con la ceja alzada y la boca medio abierta, se le ve incrédulo y sorprendido.

—¿Es que no entendiste nada de lo que dije? ¡Alex no puede saber!

—Claro que sí, su madre quiere verlo y él quiere verla. Él los extraña.

—Camila, ella ya sabe donde está y no ha venido a verlo—dice rodando los ojos como si yo fuera la persona más estúpida de la tierra.

—Tú supones que sabe—agrego suspicaz aguantándome las ganas de patearlo.

—Se que sabe ¿Dónde más puede ir Alex? No tiene a nadie más, es más que obvio que estaría viviendo conmigo, si no ha venido por acá en el último año es por una sola razón, la sumisión a su marido es mayor al interés por su hijo—sentencia prendiendo otro cigarro y dándole la primera calada.

—No sabes de lo que hablas…

—No, te equivocas—me interrumpe—se perfectamente de lo que hablo, eres tú la que tiene una versión distorsionada de la milanesa—y ahí va de nuevo con el tema de la carne.

—De cualquier manera debe saber lo que te sucedió, es decir, su padre te golpeo ¿No deberías presentar cargos o algo?

—No puedo, mi papá es abogado y sobre protector, si se entera de lo que pasó va a matarme y a destruir al padre de Alex. Sin mencionar que el pequeño secreto de Miky saldría a la luz…

—En ese caso por lo menos debes decírselo a Alex, él es tu amigo.

—Por esa misma razón no se lo diré—hace una pausa me observa junta las cejas y gruñe—y tú tampoco se lo dirás.

—No puedo prometerte eso—respondo a su orden. Me levanto cubierta por la frazada, estoy cansada, la información ha sido mucha y las horas de sueño que me quedan son pocas. Me deslizo dentro de la sala con los pies entumidos y la sensación de pesadez sobre los hombros. Gabriel entra detrás de mí cojeando ofuscado.

—¡No puedes hacer eso! ¿Sabes lo que significaría para él enterarse que después de un año su padre sigue tan intransigente? ¡Lo matarías! Alex guarda la secreta esperanza que algún día las cosas cambiaran, que su padre cambiará ¡Pero eso no va a pasar! La gente no cambia.

—No importa, la mentira es mala y tarde o temprano la verdad saldrá a la luz y será peor.

—No, no lo será, lo conozco, es preferible alargar la agonía.

—¡Es tu amigo! Debes decírselo...

—¿Eres tonta o eres sorda? ¡No se lo diremos!—hago un silencio y sus ojos oscuros se clavan en los míos penetrantes y turbulentos. Le devuelvo la más fría de las miradas. No se que me molesta más, que me ordene mentirle a Alex o que me llame tonta. Relaja los músculos y abre la boca tratando de soltar alguna palabra—no quise decir eso.

—¿Vas a disculparte?

—Yo… no me disculpo Camila—me volteo de inmediato mordiéndome el labio para no gritarle, patearlo y acuchillarlo hasta morir.

Cruzo el pasillo pisando fuerte y sonoro seguida de los pasos arrítmicos de Gabriel. Entro a mi cuarto queriendo cerrarle la puerta en la cara, pero aun no tengo puerta ¡Maldita sea!

—Cami, por favor, sabes a lo que me refería—dice entrando a mi cuarto después de mí.

—Te referías a que soy una mujer bruta que valoriza algo tan trivial como la honestidad, eso o que tengo serios problemas de hipoacucia. Y creo que eso no porque escuche perfectamente lo que me dijiste.

—Camila no te pongas en ese plano…

—¿En que plano, en la realidad?

—Piénsalo de esta manera, que tal si yo supiera algo que tú no quisieras que Alex supiera porque sabes que le hará daño ¿Querrías que se lo contara?—medito un segundo pero luego me doy cuenta de lo que esta sucediendo aquí.

—¿Te estás refiriendo a lo que pasó entre nosotros?—medita o finge hacerlo por un par de segundos.

—Es un buen símil.

—¿Me estás chantajeando con decirle a Alex lo que pasó entre nosotros si no hago lo que quieres?

—¡No! Solo hago un paralelo para que entiendas lo que siento. Los griegos lo llamaban empatía—finaliza con una sonrisa inocente. Comienza a tiritarme el ojo y unas ganas de ahorcarlo mueven mis manos, pero no hacia su cuello, sino más bien hacia las almohadas de mi cama.

Le lanzo la primera con suma precisión, le da de lleno en la cara y se encorva de dolor.

—Nadie viene a chantajearme—lanzo el siguiente y le hago retroceder—¡Cuéntale lo que quieras, no me importa!—uno más y sale de mi cuarto—¡Eres un cerdo, un animal!

—Tranquila no trataba de…

—No me importa mal nacido ¡No vuelvas a hablarme!

Lo dejo en el pasillo y regreso a mi cuarto con el último cojín que me queda en las manos. Esperando a que vuelva a insistir para lanzárselo y si me es posible dejarle las pelotas de amígdalas de una sola patada ¡Cabrón! ¡Hijo de puta! ¡Mierda de persona! ¡Maldito!

A las cuatro de la tarde despierto por mis propios medios, el departamento esta silencioso, tranquilo, preocupante.

Me levanto en busca de algo que mis tripas piden a gritos, comida. Me coloco un chaleco ligero, extrañamente hace algo de frío, y deambulo como alma en pena por el pasillo. En la cocina me espera puré picante y estofado de cerdo con ciruelas asadas, pero soy fuerte, saco la única verdura del refrigerador—un escuálido y poco nutritivo pepino—la rebano, le agrego limón y lloro por dentro. Las voces de Alex y Gabriel me llegan desde la sala recordándome la clase de mal nacido con el cual vivo, recojo mi pepino, orgullosa, y me armo de valor para encararlos.

Me los encuentro tirados de manera poco digna en los sillones, muy bajito puedo escuchar Black de Pear Jam saliendo del computador de Alejandro mientras ellos realizan algún tipo de tarea manual que no logro comprender.

Gab con un par de alicates dobla las anillas y las corta en un extremo mientras que Alex las une una a una con otro alicate formando una especie de cota de malla.

—¿Qué hacen?

—¿Despertaste?—pregunta Gabriel con una sonrisa relajada como si nada hubiera pasado.

—No, sigo durmiendo y esto es una proyección astral de mí.

Alex detiene su trabajo y me mira asombrado, luego mira a Gabriel y frunce el ceño de inmediato.

—¿Qué le hiciste ahora?—dice con voz ronca y molesta.

—La llamé tonta y sorda—Alex ahoga un rugido—pero luego dije que no quise decirlo…

—¡Claro que quisiste hijo de…

—¡Suficiente los dos! ¿Por qué dijiste eso Gabriel?—él mira a Alejandro y luego me mira a mí, medita un segundo y la mentira se le escapa tan fácil que me da asco.

—No puedo decírtelo, es una sorpresa ¡Y tú tampoco se lo dirás!—grita señalándome con su índice. Trato de replicar pero se levanta raudo y me tapa la boca. Le muerdo con fuerza la palma sin lograr que siquiera gesticule de dolor. Me arrastra a mi baño en contra de mi voluntad entramos y cierra la puerta.

Enciende la luz y con ella el extractor de aire, me suelta y yo saboreo el desagradable gusto a metal y sudor de sus manos.

—¡No lo hagas!—susurra

—Claro que lo haré, él debe saber. Además no soy una mentirosa como tú—susurro.

—¿Estás segura? Piénsalo dos veces—caigo en cuentas de que es cierto yo también le oculto cosas a Alex.

—Ocultar no es mentir—respondo aferrándome a la escusa más infame que se ha inventado.

—No te pido que mientas solo que no se lo digas, no ahora, dame un mes, que la universidad termine y ya, yo mismo se lo digo—sus ojos son sinceros y por primera vez siento como si Gabriel me rogara por algo.

—¿Qué está pasando ahí?—Alex golpea la puerta ambos miramos.

—De acuerdo no diré nada, pero prométeme que se lo dirás en cuando termine la universidad.

—Te lo juro.

Salimos al mismo tiempo por la puerta. No miro a Alex directamente a los ojos, sino que lo esquivo. Llego a la sala y rescato mi plato de pepino que misteriosamente ha salido intacto. Ellos entran detrás de mí, Gabriel como si nada y Alex suspicaz.

—¡Pepino!—grita el odioso y saca una rebanada con su mano mugrienta.

—¡No!—quito el plato de su radar pero Alex me ataca por la espalda robando otra de las rebanadas con sus manos no menos sucias que las de Gabriel.

—Me encanta el pepino.

Bufo hambrienta y les miro con cara de pitbull con rabia. Regresan a sus puestos de trabajo ignorándome olímpicamente y retoman sus tareas manuales.

—¿No quieres ayudarnos?—pregunta Alex con una sonrisa gigante en su rostro.

—¿Qué hacen?´

—Un vestido de anillas—solo una cosa se me viene a la cabeza, GAY.

—¿Para la universidad supongo?

—No, como crees, nos gusta hacer vestidos, tenemos un complejo de ratones de cenicienta—agrega con sarcasmo Gabriel.

—Que yo sepa tú no estudias diseño…—farfullo.

—No, pero soy el único aquí que sabe manejar un alicate ¿Vas a ayudar o no?

Me siento junto a Alejandro para que me enseñe a enlazar las anillas. Lo intento por un par de minutos pero no logro unirlas perfectamente, Alex toma mis manos y susurra en mi oído las indicaciones con dulzura y dedicación, lo que me recuerda que tenemos una cita pendiente.

Me sonrojo y lo miro, el también cambia de tono levemente a uno mas rojizo. Se ajusta los anteojos con el dedo medio algo nervioso y yo observo detenidamente sus labios delgados y sensuales.

—¿Y cuando es la cita?—interrumpe el indeseado recordándome que no estamos solos ¿Cómo saber el de nuestra cita? Nos separamos con torpeza esparciendo todas las anillas dobladas por el suelo. Nos agachamos a recogerlas al mismo tiempo, golpeando nuestras frentes entre si. Gab ríe—son más divertidos que Chaplin chicos ¿Y la cita cuando entonces?

Le perforo un aguajero entre las cejas con la mirada pero así mismo le dedico mi mejor cara de duda a Alex quien se vuelve repentinamente tartamudo.

—Ah… yo… ah… creo… ah… que… ah… que… que… ¿Qué tal mañana? Después de eso vienen los exámenes y creo que no tendré tiempo para ver siquiera la luz del sol.

—Mañana está bien—respondo sin sopesar del todo mi propia respuesta.

—Bien

Continuamos trabajando el resto de la tarde y al cabo de seis horas de trabajo incesante, dolores de espalda, dedos lastimados e incomodas posiciones, logramos “tejer” tela suficiente para hacer una manga ¡Como puede ser tan tediosamente lento esto! Gabriel bosteza al ritmo de Even Flow, Alejandro mete uno de sus sangrantes dedos a la boca y lo saca de inmediato con cara de asco.

Mis tripas imitan a la perfección al león de Metro Goldwyn Mayer y recuerdo que no hay más alimentos bajos en grasas en este departamento.

—¿Escucharon eso? Creo que va a temblar—bromea Gab

—¿Temblar? Sonó más como un terremoto.

—Cállense, estoy a dieta

—¿A dieta, por qué? Te ves de maravilla—comenta Alejandro sonriéndome con cariño—¿Cierto Gab?

—Claaaaaroooooooo, seeeee veeee deeeee maaaaraviiiilla.

—¿Qué haces?

—Le hablo en cetáceo para que me entienda—justo antes de que me orgullo si hiera aun más el teléfono de Alex suena. Contesta con rapidez y responde con monosílabos. Corta y se levanta en busca de algo, al regresar tiene puesta una chaqueta y juega con las llaves del auto.

—Vamos Gab, debo ir a buscar mas anillas a la casa de Daniel.

—Vamos me suena a mucha gente.

—Levanta tu morado trasero del sillón a menos que quieras que me duerma mientras conduzco.

Salen del hogar arrastrando los pies medios muertos maldiciendo por lo bajo.

Suspiro en la soledad y continúo mi tarea como si no tuviera que estudiar para mis exámenes o corregir mi trabajo. De una u otra forma la monotonía de la tarea me relaja abstrayéndome de mis problemas, mi padre, los exámenes, Alex, Gab, todo. Agatha se acuesta junto a mí ronroneando para luego jugar con la tira de anillas que con mucho trabajo he logrado armar. El computador aúlla con Vedder chillando un It's evolution baby que interrumpe mi meditación y decido—en contra de las leyes de este lugar—hurgar en el computador de Alex en busca de música más acorde con mi estado de animo.

Me siento con propiedad en frente de la pantalla, quito el protector, abro la lista de reproducción actual del GOM Player e investigo que más hay entre toda la música pesada. Me detengo en Los Bunkers e inmediatamente suena “No me hables de sufrir” por los parlantes. Mis oídos descansan y vuelvo a escuchar mis pensamientos.

Ahora que lo pienso debo mandarle un correo a Carmen para dividirnos el trabajo de taller.

Pincho sobre el zorrito e inmediatamente una ventana se expande frente a mí, entro a gmail, pero Alex tiene el suyo con inicio automático, estoy apunto de cerrarlo cuando la ventana del chat se abre.

Lo primero que salta en mi cabeza es ¿Quién en el universo usa el chat de gmail para hablar? Pero luego la insana curiosidad me hace mirar el pequeño recuadro.

El mensaje es breve y el nombre me es desconocido.

Lorena dice:

Es más difícil olvidarte de lo que creí. 

El corazón me da un vuelco y de inmediato cierro la ventana sin leer nada más. Salgo del computador y me siento en el sillón regresando a la tarea monótona de unir anillas como si nada hubiera pasado. Pero por algún motivo ya no me siento tranquila, ya no puedo meditar o distraerme, solo puedo mirar la pantalla como si de un muerto se tratase.

¿Quién es Lorena? ¿Qué relación tiene con Alex? Y lo más importante ¿Él ya la habrá olvidado?

Mi mente se pierde en cientos de preguntas sin respuesta mientras Los Bunkers canturrean el tan conocido coro: El tiempo es implacable si se trata de ti.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro