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Un acuerdo doloroso

La supuesta amenazaba de aborto de Kamil, fue al parecer, un truco para sacarme de mi escondite. Emma tenía razón cuando me lo advirtió y una vez más dude de ella. Permanecí con ella media hora, tiempo en el cual me fue imposible hacerla entrar en razón y que se dejara revisar.

Rindiéndome ante lo evidente (había sido engañado una vez más), decidí ir con la persona que importaba. Me encontré con el Penhouse solo, se había ido con su madre. Fiorella Frederick con poca o nula fe en mí, había decidido quedarse en la clínica en espera de su hija. Estaba segura acabaría por desperdiciar esa oportunidad.

Tristemente, no la defraude.

Kamil les dio motivos a esos pensamientos y yo fui demasiado crédulo una vez más. Supe que era un simple truco cuando, se negó a ser revisada por Dasha o cualquier personal cercano a mis hermanos.

Los mellizos que hasta el momento se habían mantenido al margen de la situación, fueron sinceros en decir sus pensamientos. "—Ser revisada dará el tiempo real de embarazo y con ello todo el teatro que ha montado caerá". Habían sido las palabras de Vicent y sustentados por su melliza.

"—Hay que ver los motivos por los cuales dilata la verdad". Había asegurado Christine. Todos estuvimos de acuerdo en que ella estaba quemando tiempo. Sin saber los detalles por los cuales quería ocultar algo que sería descubierto de todas maneras.

Permanecí allí un par de días alejándome de todos y todo. Necesitaba poner en orden mis emociones y sentimientos. En ese tiempo revise los detalles del accidente de Emma, mi acusación y todo cuanto nos había pasado a ambos. Llegando a la conclusión que solo había un camino a tomar.

—¿Estas seguro? —pregunto papá y solo afirmo.

Llegué a la oficina de mi padre y me encontré que recibía la visita de mi padrino. Un buen momento para decirles a ambos lo que había decidido.

Abandonar mi vida militar y recuperar a mi esposa.

—¿Y ese niño?

Jason padre ha puesto el dedo en la herida aun abierta lastimándola. Detesto la idea de decir que dudo que sea mio, aunque tengas tantas cosas que sustenten mi duda. Lo cierto es que no me siento unido a ese niño, estoy seguro de que aun si es mío no podría estar con su madre solo por eso.

—Tengo responsabilidades que pretendo cumplir, pero más de eso no haré. —sentencio y ambos guardan silencio.

—Puedo hacer unas llamadas...

—No —le interrumpo al socio de mi padre, mi padrino y padre de mi mujer —no necesite de ayuda para entrar, permítame salir con la frente en alto.

—Es en parte mi culpa, yo quise dejarlos unidos y no los alerté.

Y le agradezco mucho por eso. Seguir casado es la única esperanza que me mantiene en pie, me permite pensar que es posible recuperarla.

—¿No hay manera de hacerte cambiar de opinión? —insiste.

—Se que no es buena publicidad que el esposo de su hija... —mueve el dedo índice de forma negativa levemente mientras sonríe.

Papá le ha cedido el puesto frente al escritorio y ocupa uno al lado suyo. Asi les había encontrado al entrar, mi padrino frente al PC y mi padre enseñándole algo.

—En ese caso tenemos algo que ofrecerte —explica papá tomando un maletín azul en cuero que deja encima del escritorio. —aquí esta toda la información que necesitas sobre esta empresa, códigos de cada casa, edificio, etc.

Miro a uno y a otro sin entender a lo que se refiere. Hasta que lo detallan con claridad, seré la persona a cargo de la empresa de mi padre. Asegura ha llegado el momento de retirarse y disfrutar de una vejez digna.

—Cuando Dasha estuvo en Brasil y sufrió ese asalto, dejé todo en manos de James —confiesa y afirmo viendo a mi padrino quien sonríe. —en adelante, he dejado en sus manos demasiada carga. Estoy viejo para ciertas cosas, es necesario vientos nuevos por estos lados.

—Estarás en la ciudad y cerca de mi hija —comenta serio —Emma ha pasado al cargo de antes asi que se mantendrá también aquí en un 60%.

—Marck y tus hermanos no les interesa esta empresa —insiste mi padre al verme sin tomar el maletín —tienes carta abierta para hacer los cambios que desees, no seré un problema, tampoco tu madre.

—¿Cuándo seria?

—Cuando lo decidas...

—Desde ya —papá interrumpe a mi padrino y ambos sonríen —una mente ocupada no piensa tonterías—me advierte —quedas en tu casa.

Ambos se despiden de mi con una inclinación de cabeza y contemplo todo a mi alrededor. Este será en adelante mi vida, soportable solo si al final de cada jornada tengo la esperanza de ir con ella.

Mientras los abogados llegaban a un acuerdo y en los días siguientes estuve frente a la empresa. En el día décimo de no ver a Emma, en las horas de la noche y cuando era el ultimo mortal en la oficina recibí una extraña visita.

Era el encargado de la seguridad de la primera casa de mis padrinos, que llegaba con la bitácora en mano y un detalle de lo ocurrido durante la segunda semana de su turno. Normalmente no es tan formal, por lo que imaginé algo delicado había saltado la normalidad de una casa desocupada por años.

Lo curioso en todo el asunto es que buscaba a James Slora, el encargado de todo lo referente a los Frederick. Le invito a sentarse y lo hace con recelo, no suelo estar merodeando por la empresa, mi vida militar me lo impedía.

Sin embargo, era reconocido como un O'hurn Ivannov.

—El jefe ha dicho que se lo entregué a él —insiste con el documento en las manos.

—Aun no se hace oficial y creo serás el primero en saberlo dentro de los empleados. —comento cuando la negativa en hablar es evidente —Estaré a cargo en adelante.

Debería decirle que soy el nuevo jefe, pero siento que aquel cargo sigue siendo de papá. Aquellas palabras son suficientes para lograrlo soltar y entrega el reporte. James aseguró no era necesario dejarlo escrito.

—Prometió enviar refuerzos que no han llegado. No puedo ir con el padre de la señorita porque ello implica un despido...

—Entiendo —comento empezando a leer.

Puedo entender que quisiera ocultar algo de aquella naturaleza, sobre todo cuando es su hermana quien sale perjudicada. Aun asi, su deber fue dar ese reporte a mi padre una vez llegó a sus manos o en su defecto, cumplir con lo prometido.

Aunque ello implicaría explicar a mi padre porque duplicar personal e imagino fue el motivo por el que no pudo cumplir.

—¿Quién maneja los códigos de acceso a estas cámaras? —pregunto al ver las fotos anexas.

Emma en pie de espaldas a la casa, Kamil de frente con un arma en mano. Cinco hombres alrededor de Emma custodiándola y apuntando a Kamil. La imagen es tan grafica que no necesito leer el reporte, aun asi, decido hacerlo.

—Su padre y James.

—¿Cada cuanto los cambian?

—Llevo tres años allí señor con el mismo código.

—¿Lo maneja siempre James?

Cada sede, grupo de hombres o familia tiene un código de acceso a cámaras, James Slora posee cada uno de ellos.

—Ordenes de su padre —se excusa y afirmo entendiendo el punto.

Mi mente esta inversa en el detalle del reporte que ha hecho el hombre frente a mí. Kamil ha ingresado a una de las casas Frederick, el nuevo hogar de Emma, armada y con actitud peligrosa. El reporte explica que lo da por escrito al no recibir el apoyo que habían asegurado enviarían.

—Recibirás un código cada semana —explico firmando la copia del documento y extendiéndosela —será manejado entre el escolta de mi esposa, por ti y por mí, nadie más debe tener acceso a ella ¿Te quedó claro?

Afirma removiéndose en su puesto y prometo mañana a primera hora tendrá a los hombres a su servicio. Se calma al recibir esa orden, asegura es por tranquilidad pues de momento todo ha marchado según lo que se espera.

—En la copia tienes mi móvil privado, cualquier anomalía sin importar la hora...

—Lo llamaré señor —se apresura a decir —no sabia que era su esposa. Ella vive sola...

—Puedes marcharte —le interrumpo brusco.

No tengo interés en dar detalles de mi vida privada, menos a un particular. Esperé a estar solo para hacer los cambios de códigos de todos los sitios, me centré solo en los que correspondía a la familia. La zona industrial tenía un manejo más estricto y solo Jason Jr. Contralaba esa área.

Solo soy consciente de la hora cuando salgo al estacionamiento. Estiro mi cuerpo antes de ingresar al auto y sentarme frente al volante. James ha pedido días libres, ese será la excusa para no cumplir la promesa y la misma para haber olvidado entregar el reporte.

El móvil se ilumina y leo el nombre en la pantalla. El mismo tiempo que tengo de no ver a Emma, es que llevo de no acercarme a Kamil. Estar frente a la empresa de papá ha sido una buena excusa.

—Kamil —saludo encendiendo el auto y saliendo del estacionamiento.

—Estuve en casa de tus padres y no estabas ...

—No recuerdo haberte prometido estar.

—No me hables en ese tono Alexis...

—¿Qué deseas de mí? —pregunto exasperado —todo lo que he hecho hasta ahora es lo que esta en mis manos.

—No me has permitido darte explicaciones, te has negado... tenemos un hijo. No has querido ir a los controles, ni exámenes, no das respuestas sobre nuestro futuro—acelero el auto al escuchar sus reproches, detesto la idea que ese sería mi destino con una mujer que solo tenía para mí reproches y a quien no podía amar — estábamos a punto de casarnos...

—Estoy casado y no tengo planeado divorciarme. El compromiso fue planeado por ti, compraste un anillo... No te molestes en negarlo —le digo al notar empezara a hacerlo.

Detengo el auto en un costado de la vía al entender que de seguir conduciendo de aquella manera acabaré ocasionando un accidente. Ella solloza del otro lado pidiendo perdón, asegura que todo cuanto hizo fue por que me amaba.

—Ella no te puede amar mas que yo...

—¿Eso te da el derecho de irrumpir en su casa y amenazarla? ¿Qué sabes tú de sentimientos o de Emma? —le interrumpo. —tienes prohibido acercarte a Emma y esto te lo estoy advirtiendo no como el padre de tu hijo...sino como esposo de Emma. No voy a permitir que le sigas dañando. No me importa si ella me da el divorcio y me manda al diablo. Tú y yo jamás vamos a ser algo mas que los padres de un niño y solo en el remoto caso que sea mio. Algo que dudo sinceramente.

Cuelgo la llamada y golpeo con fuerza el volante, tantas veces como me es posible. Ella ha adquirido ese poder porque yo se lo di, desde el mismo día en que la presenté le di bases para acosar a Emma.

(...)

Jamás podría festejar mi cumpleaños en adelante. La fecha que solía ser llena de alegría y sorpresas, se convertiría en el recuerdo del momento en que me vi obligado en colgar mi uniforme. Atrás quedaban nuestros sueños de hacer historia o vencer récords.

—Lea antes de firmar —aconseja mi abogado —asegúrese que todo esté según lo acordado.

—Si le hace sentir mejor tu superior creyó en tus palabras y todos tus compañeros igual.

Comenta uno de los abogados tras verme firmar el documento y lo sostengo en mis manos. No hubo un solo dato negativo de parte de nadie dentro. Comportamiento por fuera de lo habitual o inapropiado. La gran mayoría que me conocía sabía que era responsable, pero las pruebas estaban claras.

—A veces el amor te hace hacer actos estúpidos —dice otro.

Permanezco en silencio viendo toda mi vida en la armada de mi país en un documento de tres páginas. Pensado en que ni siquiera tengo ese premio de consolación, de haberlo hecho por amor. Alargo las hojas hacia el hombre y me levanto sintiendo mi cuerpo más pesado de lo normal.

—Fue la mejor decisión —hablo al fin —gracias por todo.

Extiendo las manos hacia el abogado y hago lo mismo con el resto en la pequeña sala. En diez minutos y con una firma di por finalizado toda mi carrera. Me sentía igual que el día en que vi a Emma firmar el divorcio.

—Ojalá la teniente Slora fuera tan sensata como usted.

Kamil decidió ignorar consejos e insistió en ir a juicio, según decía para ella era más complicado toda esta situación. Su padre tenía una trayectoria, varias medallas de honor y muchos récord. Necesitaba limpiar el apellido Slora, bastante reconocido por novatos y antiguos.

—Le irá mejor si acepta cargos —insiste uno de los abogados de la fuerza. —es curioso que lo hiciera usted siendo inocente y no ella cuya culpabilidad es evidente.

—Tiene derecho a defenderse.

Yo solo quiero evitar el escándalo de ese juicio. Mi vida privada y la de Emma estaría en boca de todos. Dejaría de ser mi boleto a la inocencia para convertirse en un circo. Traería consigo momentos ocultos en nuestra vida que no sería bueno para nadie.

Menos para Emma.

—Disculpen.

Con una leve inclinación de cabeza y los ánimos por el suelo salgo del lugar aventurándome por los largos pasillos. Hace dieciséis años atrás, Emma y yo soñábamos con cargar el uniforme militar, servir a nuestro país y ser héroes...

Los recuerdos de aquella época me hacen sonreír, pero no aleja el sentimiento de querer descargar el arma en mi sien. Esa idea permanece en mí desde que supe había sido separado de mi cargo.

El primero en ingresar fui yo, lo hice sin recurrir a la ayuda de un Frederick. Había logrado dos de mis grandes metas de juventud, entrar a la armada y no usar padrinos. Cuando fue el turno de Emma dos años después, fue el problema. No pasó el examen psicológico y de alguna manera la prensa tenía datos privados de aquel examen.

En un acto de sensatez o de orgullo, ella quiso hacer fila, rellenar formularios como la haría cualquier persona normal. Necesitaba adquirir algo por mérito propio y en ese punto lo entendí.

Lo que no estuve de acuerdo, fue de hacerlo a espaldas de sus padres. En aquel entonces, la prensa acosaba al recién normado dueño de Ind. Frederick, ante el fallecimiento de Matthew, el único hijo varón de Epson Frederick.

Mi padrino y su familia estaban sumidos en un duelo estricto.

La prensa acosaba por todos los frentes, trayendo a la luz historias dolorosas. La muerte de la madre del nuevo dueño, el secuestro de su esposa al tener tres años y como cayó en manos de gitanos hasta los dieciocho.

La vida oscura del creador de la petrolera y como se rumoraba que había logrado tanto dinero. Por mafias, asesinando a dueños de predios u obligándolos a vender a precios irrisorios, entre otros. La vida de todos ellos fue expuesta al detalle. Como suele suceder con personas poderosas o famosas, estar en la palestra pública y ante el lente de una cámara parece es la dote que se debe pagar por tener un puesto privilegiado en la sociedad.

Solían pagar por cualquier dato sobre ellos, el triple si era de sus hijos y esa cifra aumentaba si se lograba acceder a cualquier cosa de las dos chicas.

Aún estaba en la memoria un supuesto video íntimo que decía existía de Isabella y del que sólo quedó un rumor pues supo ser interceptado por mí padre. Lastimosamente no se logró lo mismo con ese examen de Emma y acabó llenando titulares.

El acoso escolar, su baja autoestima, depresión e intento de suicidio fue ventilado. Eso, el fracaso de no obtener su más grande sueño y la persecución de los lentes la dañaron. Se complicó cierto día en que fue perseguida por un fotógrafo que la llevó a perder el control del auto. Una persona murió ese día, una anciana que Emma no pudo evadir y acabó llevándosela por delante.

Las cámaras de seguridad y algunos conductores detallaron que la culpa fue del fotógrafo que la cerró en un intento de hacer una buena toma. Aun así, Emma no pudo con la culpa e hizo aquello que nos había prometido no hacer.

Intentar quitarse la vida una segunda vez.

Cinco meses después, luego de su recuperación, Omat Bradford vino de visita con la firme intención de alejarla de ese ambiente insano. Días más tarde tomarían un vuelo privado a Londres de donde solo saldría en vacaciones o navidades.

Yo la visitaba cada semestre, nuestra amistad se reforzó y el amor hacia ella aumentó. Tuve claro en ese entonces en que solo con ella quería envejecer y no me veía con nadie más.

Ella logró mejorar su autoestima, la cercanía con los Bradford lograron lo impensable, sanar heridas; aunque, tenía cierta aversión a la prensa.

Jamás sintió molestia por qué yo seguí, todo lo contrario, para ella yo logré el sueño de los dos. Al comprometernos confesó que siempre vio mi ingreso en la armada, cada logro, ascenso o premio como si fuera suyo. Hoy día ese sueño se ha esfumado, porque alguien decidió destruirnos.

Regresó a casa cuando su padre enfermó, coincidió con el asalto a Desiré, la recién esposa de su hermano mayor en estado de embarazo.

Emma tenía a cargo no sólo su puesto, también en el Isabella que en ese momento tenía una vida bohemia.

Mi más grande amor había logrado superar sus miedos convirtiéndose en una chica hermosa, inteligente y responsable. Aun así, conservaba ciertos miedos internos que logró mantener ocultos.

Tras la recuperación de su padre y la calma de la tormenta, Isabella accedió a estar al frente de su cargo y viajó a Londres. Emma se quedó con sus padres y yo abrigué la esperanza de conquistarla por tenerla cerca.

Todo parecía marchar sin problemas, pero estaba lejos de ser así.

Al igual que Emma, Isabella se fue a Londres huyendo de su pasado. Su hermana lo hizo por la prensa, Isabella por un novio tóxico y peligroso. Un hombre que ante la imposibilidad de controlar su vida libre quiso hacerlo con violencia. La golpeó e intentó abusar de ella, siendo rescatada por su mejor amigo quien llegó en ese instante.

Como toda Frederick, era amante de no preocupar a nadie o de resolver sus problemas. Isabella ocultó a sus padred aquello quienes vieron en el acto de sentar cabeza y su ida a Londres el susto de ver a su padre casi al borde de la muerte.

Hoy entiendo que todo sería distinto, si tan solo hubiese contado algo al respecto, Emma quizás no habría caído en las garras de Ethan Jobs.

Su novio, el mismo que la golpeó y estuvo a punto de abusar de ella si ese amigo no llega a decirle que su padre estaba internado. El malnacido no encontró otra forma de acercarse a Isabella o de saber de ella que acercándose a su hermana y conquistándola.

—Ni siquiera esto pude cumplirte, lo único que había logrado mantener y hoy se nos va. —me reprocho en vos alta.

Ingreso al auto, apoyando mis brazos y rostro en el volante. Perdí mi esposa, un bebé, ella una pierna y ahora esto. Necesito entender el daño hicimos para que alguien de ensañe con nosotros de esa manera. El dulce olor a rosas y lavanda me hace alzar el rostro justo en el instante en que ella decide hablar.

—Es solo un traspié —su voz es un cántico para mis oídos y el mejor calmante a mi alma rota —papá me lo dijo esta mañana, averigüe la hora... Espero no te moleste mi presencia.

Vuelvo la mirada hacia el asiento del copiloto y la encuentro viéndome. No tengo palabras para describir lo que su presencia en este instante hace en mi vida. Yo no he podido estar en sus peores instantes, pero ella se las ha arreglado para apoyarme en los míos.

—Sólo...

Guardo silencio y ella asiente abrazándome. He estado en situaciones más peligrosas, con mayor miedo. Ninguna de ellas había logrado traer consigo las ganas de llorar, algo que solo he hecho en el sepelio de mis abuelos.

—Lo siento —me excuso sintiendo el apretón de sus brazos más fuerte —lamento mucho haberte decepcionado. Merecías que te creyera...

—Me gané esa desconfianza.

Ella me consuela y excusa, cuando pudo dar la espalda seguir su camino, escogió devolverse tomar mi mano y apoyarme. En ese instante abrazado a ella, sintiendo los latidos de su corazón lo entendí.

Ella era mi universo, Emma le daba sentido a mi vida, sin ella no era nadie.

—¿Quieres acompañarme a un lugar? —pregunto luego de mucho silencio.

—Al mismo infierno si lo deseas — responde y escucho su risa ante su comentario alejándose de mí.

Por un instante no decimos nada, permaneciendo en silencio observándonos. Paso mis dedos por todo el contorno de su rostro y cierra los ojos ante mis caricias.

Ella fue, es y siempre seria mi refugio, lo entiendo, comprendo y acepto.

—¿Crees en milagros? Porque yo desearía tener uno en este instante.

Abre sus ojos y sin responder, me encuentro anhelando una respuesta positiva a mi pregunta. Acaricio una de sus mejillas con el pulgar e inclina su cabeza volviendo a cerrar los ojos.

—Soy más de construir mis propios milagros —responde abriendo los ojos y enfrentándome. —puedo ayudarte a construirlo.

—¿Aun si eres mi milagro?

—Sobre todo si lo soy —comenta alejándose de mí, creando una barrera luego de hacerlo.

—Dile a tu chófer que puede irse —sonríe al ver que señalo al sitio en que debería estar.

Es el mejor área para pasar desapercibido y cuidar su objetivo. No hay rastros de su asquerosa humanidad, lo que indica su destreza. Sé que está oculto en algún lugar del sitio a nuestra derecha. Yo soy su objetivo, Emma es la persona para cuidar. En este instante debe tenerme en la mira y deseando que le dé un motivo para disparar.

—Tiene la orden de llevarme, papá quiere saber en donde estaré siempre. —responde y viendo el sitio que señalo —tampoco se irá si se lo pido.

Afirmo en silencio y enciendo el auto, supongo que debo acostumbrarme a tenerlo como sombra. Puedo soportarlo, él hace su trabajo mejor que cualquiera y es bastante profesional.

—¿Por qué no se caen bien? —pregunta y guardo silencio —¿Fue por el disparo a tu cuñado?

—Aún no lleva ese título —comento entre dientes y la escucho sonreír.

—No puede ser tan malo, papá dice ha cambiado.

Es cuestión de perspectivas, desde mi punto de vista su alma oscura sólo está de vacaciones. Ángelo Vryzas se ganó mi antagonismo desde el mismo instante en que despreció a mi hermana por largarse a defender a maleantes.

—Ama a Sasha y en teoría eso debe ser suficiente —comentó alzándome de hombros.

No lo es, por la simple razón que ella vivirá toda su vida en riesgo. Mis papás me prohíben intervenir en cualquier problema personal de nuestros hermanos. Es imposible hacerme de la vista gorda, sobre todo cuando ella estuvo a punto de ser secuestrada en Brasil y solo por su cercanía con Vryzas.

—Por eso acepto que tus hermanos no me consideren bueno para ti. Se lo que se siente ver a quien quieres sufrir por alguien que no se merece más que un desprecio.

Ella no responde, tampoco esperaba que lo hiciera. Ambos hemos cometido fallas al creer en terceros y no en nosotros. Soy consciente de las mías al dejarla sola y no ver más allá de mis celos el día que le di los documentos del divorcio.

Emma

Yo sabía lo importante que era para él su trabajo y orgulloso que se sentía de pertenecer a ello. A ambos nos motivaron ver fotografías de nuestros padres con el uniforme y que no continuaron por amor. En mi padre fue el amor a mi madre y el deseo de conquistarla, en el de Vincen el amor a Marck su hijo, que había sido abandonado por su madre tras saber tenía cáncer.

Abandonar su sueño y el motivo de orgullo de su padre justo el día se su cumpleaños era un golpe duro. Querría estar solo por considerar que había defraudado a sus padres. Así que, decidí colgar por un instante las armas y no dejarlo solitario en el peor día de su vida.

—Llegamos.

Mis ojos miran todo el lugar y por último a él, que sólo sonríe. Frente a nosotros estaba lo que parecía ser un hospital u orfanato. Apuesto más a lo segundo o una mezcla de ambos. Una edificación un tanto antigua, de jardines desolados, aunque limpia. Abro la puerta del auto y me quedo allí viendo el sitio ante mí.

—Cuando hablé de acompañarte al infierno, no era literal —sonríe ante mi queja saliendo del auto.

Stan se ha bajado y hace lo mismo que yo, en él es notorio el dolor. Su rostro lleno de odio y furia me confirma que es un orfanato. Baja el rostro al pasto seco de sus pies y patea una roca, acto seguido enfrenta a Alexis.

—¿Es lo que creo?

—Un hogar para madres jóvenes —explica —hay diez de ellas en todos el país, cinco están en la ciudad. Mi hermano es el que las ha abierto todas.

Hay orgullo en aquellas palabras y admiración en Stan. Sonrió internamente, algo me dice que en adelante ya no lo verá con burla.

—¿Huérfanos? —Pregunta.

Alexis lo piensa un poco, en realidad es bastante el tiempo en que lo hace. En mi hay diversión, por saber que es más por lo celoso que es Marck con su labor social que por interés de parte de Alexis.

—¿No conoces la labor de tu hermano? —se queja Stan y señala todo el lugar —hay mucho por hacer aquí ¿No das una mano un día en especial?

Decepcionada ante aquella voz de reproche bajo mis hombros. Que se llevarán bien sería un milagro, ambos eran tercos y orgullosos. Alexis no le responde toma mis manos empezando a ingresar al lugar.

—Puedes esperar aquí y limpiar el césped —comenta tras rebasarle —o comértelo, te caerá bien.

Stan gruñe algo en un idioma que no alcanzo a distinguir, pero le veo seguirnos. Al igual que a mí, tiene curiosidad por conocer el hobby oculto del Pequeño Marck. Que, de pequeño no tenía nada.

—La gran mayoría de mujeres que llegan, tienen algo en común. Están solas, dejadas por sus esposos, novios, familia, abusadas, etc.

Detalla deteniéndose a pocos pasos de la puerta principal. Me mira a mí al hablar; no obstante, todos sepamos que es la respuesta a Stan. Llegan con la idea de dejar allí a su hijo, por creer que no tienen otra opción.

—Otras casa hogar tienen ese fin, ayudarles con el embarazo, enseñarles alguna labor y dar al bebé en adopción —sigue y en ese punto ha empieza a mirar a Stan que le observa fijamente —no es el fin de estas. No era ese el objetivo por el que fueron creadas.

—Todas nacen con ese fin y acaban como trata de blancas y niños—habla Stan claramente afectado por todo lo que ve.

—Te invito a entrar y verlo por ti mismo. No hay otra forma de convencerte.

Entramos en silencio, no hay más preguntas en adelante. Un grupo de chicos corre directo a Alexis al verle entrar llamándole por su nombre. Puede notarse el vínculo entre el grupo de chicos y él, algunos de ellos le preguntan si le contarán historias de sus viajes.

—Traje un amigo que tiene mejores historias que yo —les comenta sacudiendo sus cabellos y señala a Stan. —el cazaba a verdaderos monstruos.

Los chiquillos lo ven con alegría y como si se tratase de un super héroe. Stan tiene a todas luces una lucha en su interior y de no ser rodeado por los chicos acabaría por salir huyendo.

—¿Cuál es tu nombre?

—¿Cuántos monstruos cazaste?

Su rostro es de pánico al ser arrastrado a una banca sentado en mitad de ella y rodeado. Es un hombre que intimida a adultos, pero que, al parecer, no tiene el mismo efecto en niños. Sonríen tomando sus manos, señalando sus tatuajes. Preguntan por cada uno de ellos y su significado. De poco sus hombros se relajan y el tono de sus ojos regresan a la normalidad. Ya no son oscuros y brillantes, no empuña las manos y su cuerpo se relaja. Incluso, sonríe a un chico que le pide mostrarle todos los que lleva.

—¿Temes por él? —pregunta Alexis detrás de mí y afirmo. —¿Por qué?

—Sería lo mismo que yo sentiría si volviera a esa cabaña, viera ese árbol treinta metros abajo.

—Lo hace bastante bien—comenta pasando sus brazos por mi cintura y atrayéndome hacia él —Él nos hubiera acercado, tendría cinco años y estaría por cumplir seis. —su voz se quiebra un poco y giro para verle.

—Esperaba que se pareciera a mí. Me pedirías una prueba de ADN que me negaría a hacer, haría drama porque no me crees y al final te restregaría en cara que si era tuyo al tenerla en manos.

Inicialmente hay sorpresa en su rostro al escuchar aquello, pero se repone rápido y acaba burlándose. Fue lo que pensé durante el viaje, después solo me imaginaba que tocaba la puerta y me pedía otra oportunidad.

—Debí hacerlo —explica —te llamé estaba apagado, debí llamar a tu hermano o padre...

Y yo entender que el brillo que veía en los ojos de Kamil al hablar de su superior no era por admiración. Del error se aprende, hoy somos más maduros, sanos y al parecer con el mismo sentimiento. Quizás más fuerte, tras todo lo ocurrido.

—¿Qué hacemos aquí? Aparte de asustar a Stan —me apresuro a decir.

—Marck me habló de alguien nuevo que quería que vieras. —se aleja de mí toma mis manos y busca a su alrededor —puede que me dé un crédito que es solo suyo, pero confieso que tuve curiosidad cuando me habló de él.

Se de quien habla al verle, se sostiene de las faldas de una mujer y contempla mi pierna. Es un pequeño de cinco años, con una prótesis transfemoral, por encima de la rodilla y a media pierna, contrario a la mia cuya amputación fue por debajo de la misma.

—Un accidente en auto bus —susurra Alexis.

Inicialmente el pequeño permanece estático sin decir o hacer nada. Me encuentro tensa viendo su rostro redondeado verme con temor, hasta que una sonrisa se empieza a asomar en sus labios. Se suelta de la mujer y camina en mi dirección.

Es la primera vez que me encuentro con alguien tan pequeño en esa condición. Mi corazón se detiene al verle abrir los brazos y en un acto casi instantáneo lo alzo en brazos. Pueda que el necesitara ese consuelo, pero era yo la que me sentía estar tocando el mismo cielo al sentir sus brazos en mi cuello.

—Lo que sea quería lograr Marck con esto... gracias —le digo a Alexis quien toma una de mis manos mientras limpia mis lagrimas con la otra.

—¿Un auto bus también? —me pregunta al alejarse y verme a los ojos detenidamente.

—Resbalé y caí por una montaña —explico y asiente algo confundido —nadie me vio por horas...

—A mi si —dice con sabiduría tomando uno de mis pendientes y jugando con él —pero ya mi pierna no estaba.

La mujer con la que estaba se acerca y a juzgar por sus lagrimas es su madre. Tiene una cicatriz en su cuello de una quemadura, y otra en su mano. Con un enorme vientre de unos seis meses de embarazo. Su accidente fue hace dos años, usaba muletas improvisadas antes de conocer a Marck.

—¿Cómo te llamas?

—Soy Hugo y ella es mi mamá Danna —señala a mujer quien solo asiente limpiando su llanto —en la panza esta Mauro, asi se llamaba papá, pero está en el cielo. ¿Y tú?

La desenvoltura y tranquilidad con la que dice todo aquello me hace parpadear varias veces. Ha pasado por cosas fuertes y solo le veo sonreír, tiene el cabello marrón y grandes ojos negros, mejillas rojas y labios curvados en una sonrisa angelical.

—Soy Emma, —me presento y señalo a Stan —aquel grandulón que vez allí es mi amigo Estanislav —Alexis se tensa al ver que presento a Stan y no a él sonrío al ver en él rastros de celos, algo que nunca había visto—el caballero a mi lado es mi esposo Alexis y hoy está de cumpleaños.

Sonríe estirando las manos hacia un Alexis quien de pronto parece haber recibido la mejor de las noticias. Yo no tenía claro lo que la vida nos tenia deparado, menos hacia donde íbamos. Solo estaba claro que no iba a dejarlo solo, porque conocía ese rostro en apariencia alegre.


Alexis estaba sufriendo más de lo que quería aceptar. Abandonar de esa manera el uniforme le estaba costando horrores.

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