Ver el rostro de los niños, jóvenes y adultos desde el podio en esta fría tarde, me hace sentir valorado.

Jamás había dado un discurso, Elsa siempre fue la encargada de transmitir todas las novedades al Reino.

Tal vez por ello, es que nunca me sentí valorado en Arendelle, a diferencia de Agder, aquí me siento muy a gusto.

-(...) de este modo, es importante que cada uno pueda protegerse a sí mismo y a sus vecinos. Si todos colaboramos podremos estar preparados para una probable, pero no lejana, invasión algún día. Y no lo olviden, la guerra jamás debe ser nuestra primera opción, sino que debe ser nuestro último recurso.

De inmediato, todas las personas reunidas en la entrada del castillo aplauden con entusiasmo al terminar mi discurso.

Siento escalofríos al escuchar sus muestras de apoyo. Jamás hubiera creído esto cuando hace tres semanas, el Rey Hrolf y su Consejo Real me ofrecieron el cargo de Asesor Estratégico en Asuntos Militares, en ese momento no estaba seguro de aceptar tal responsabilidad, pero resultó ser una oportunidad para asesorar al ejército con su misión en Sandnes y de motivar a los más jóvenes de Agder con mis discursos, siguiendo los consejos de esa mujer de avanzada edad.

Mientras sigo escuchando las innumerables muestras de apoyo, cedo mi lugar en el podio al Rey Hrolf, que se encuentra a mis espaldas junto a Astrid y su Consejo.

Hrolf finaliza de manera oficial esta breve ceremonia pública.

Todas las miradas están puestas en él, incluso las de Astrid, que mira a su Majestad con una fuerte admiración.

Luego de finalizar este magnífico acto, decidimos ingresar al castillo antes de que oscurezca.

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- ¡Estuviste genial (Y/N)! - Me felicita Hrolf sosteniendo su taza de té.

- Estoy de acuerdo con su Majestad, su discurso fue bastante emocionante - Aporta Astrid.

Los tres estamos en el salón de té. Beber en este lugar se ha convertido en una rutina desde que llegué a Agder.

- Se los agradezco - Mis mejillas se tornan rojas - Es la primera vez que hablo en público, no creí que las personas de Agder fueran tan abiertas a la idea de prepararse por su propia cuenta, una propuesta así en Arendelle jamás sería aceptada.

- Agder ha sido por muchos años un pueblo que se ha acostumbrado a las guerras y las invasiones - Comenta Astrid - Su propuesta ésta en sintonía con nuestra cultura. Nuestro pueblo jamás a sido neutral, y como tal debe estar preparado ante todo, pero sin dejar de lado tu visión de la guerra.

- Ni yo lo habría dicho mejor - Hrolf felicita a su mano derecha.

- ¿Lo dice en serio?...yo...este...muchas gracias - Astrid baja su cabeza avergonzada y lleva sus manos a sus rodillas. Evidentemente no sabe como actuar ante el halago del Rey.

- Amigo (Y/N) - Hrolf retoma la palabra - Admito que siento una pequeña envidia hacía tí.

- ¿Qué?, ¿Yo?, ¿Por qué?.

- Con tu experiencia como Monarca de Arendelle, pudiste servir a cualquier otro Reino, y aún así decidiste servir a tu natal Agder, eso demuestra tu humildad ante la vida.

- No merezco tantos cumplidos su Majestad -Río un poco ante la situación - Creo que es algo bastante exagerado.

- ¡Por favor no!, ¿Acaso no ves los aportes significativos que has hecho durante este último tiempo? - El Rey se muestra algo desconcertado - Astrid, ¿Podrías recordarle a mi gran amigo (Y/N) sus valiosos aportes en Agder?.

- ¡Por supuesto!, ¡Lo que usted diga! - La chica de cabello negro y ojos verdes se muestra dispuesta a ayudar - Desde su llegada a ayudado a las personas de avanzada edad con sus compras, ha dedicado parte de su tiempo a jugar con los niños en sus tiempos libres y les enseñó a los adolescentes a utilizar la ballesta.

- Esas son cosas normales, cualquiera las habría hecho - Respondo.

- ¿En serio?, ¿Crees que podrías haber hecho todas esas cosas en Arendelle? - La pregunta de Hrolf es como una puñalada en mi pecho. Sus palabras me hacen sentido a la vez que puedo ver todo en retrospectiva y valorar el impacto que significa para las personas de Agder.

- Creo que no, jamás tuve la oportunidad de realizar todas esas cosas en Arendelle, no era muy querido por la gente.

- No lo olvides (Y/N), Agder es tú hogar - El Rey luce compasivo - Aquí siempre serás bienvenido, eres querido por todos, ellos te seguirán donde tú les digas, eres su líder.

- Tienes razón - Respondo un poco reflexivo - Pero aunque no lo quiera, siento cosas por Arendelle, hay algo que me hace quererlos, no lo sé, pero el amor que siente Elsa por su pueblo es difícil de describir y en cierto modo me inspira.

- Es normal sentir esos sentimientos en tu interior. Desear algo que jamás podrás tener, debe ser un infierno para el alma.

Inesperadamente mi vista se enfoca en Astrid. Mira hacía la pared y evita relizar contacto visual con Hrolf.

- ¡Oh!, ¡Lo olvidaba! - Exclama el monarca de Agder - ¡Debo asistir a una reunión con el Consejo!. Si me disculpan, me ausentaré. Astrid, tienes la tarde libre, dísfrutalo.

Astrid no parece reaccionar, su mirada está fija a la pared, como si estuviera reflexionando acerca de algo importante.

Hrolf, ignorando esto, se marcha a toda prisa a la salida. Dejándonos solos a Astrid y a mí en éste salón.

- (Y/N)...¿Puedo preguntarte algo? - Astrid reacciona tímidamente luego de que el Rey Hrolf se marchase.

- Claro Astrid, ¿Qué quieres saber? - Me muestro interesado.

- Tú y Hrolf son buenos amigos, ¿No es así?...bueno...yo quería conocer un poco más acerca de él, como sus gustos y cosas de ese estilo - Puedo notar como su cara se sonroja.

- Espera un momento, ¿Estás enamorada de Hrolf? - Sonrío al comprender mejor la situación.

- ¡No!, ¡No!, no es lo que tú crees...yo...este...tan solo...

- Vamos. Sé que lo estás, siempre te sonrojas cuando él te halaga, no sabes que decir, es evidente que estás enamorada.

- Esta bien, lo admito - Libera un suspiro - Pero por favor, no se lo diga, se lo ruego.

Junta las palmas de sus manos y suplica ante mí.

- Tienes mi palabra, no se lo diré y estoy dispuesto a ayudarte, si me cuentas toda la historia.

- Bien... - Respira profundamente antes de continuar - Todo comenzó cuando comencé a trabajar para él. El Rey me contrató para que fuera su mano derecha, nunca entendí bajo que criterios lo hizo, no tengo sangre real, tan solo soy la hija de unos campesinos que se esforzaron por entregarle la mejor educación a su única descendiente. Por eso, fui educada en un monasterio en un Reino muy lejano, allí aprendí todo lo necesario para desenvolverme en la vida. Regresé a Agder luego de que el Rey Hrolf fuera nombrado como nuevo monarca, él de algún modo sabía de mi existencia y fue a buscarme a mi casa para que trabajara para él. Eso me hizo sentir valorada.

- ¿Eso te cautivó de él?.

- No, su Majestad siempre ha sido muy amable conmigo, tiene una hermosa sonrisa y siempre está dispuesto a ayudar a quienes más lo necesitan. Eso de algún modo me atrajo, pero tengo miedo de que esos sentimientos no sean correspondidos.- Baja su rostro ligeramente apenada y lleva sus manos en su pecho.

- Si me preguntas, creo que Hrolf te valora mucho, eres su mano derecha eres digna de su confianza y esa puede ser tu principal arma.

- ¿En serio crees que tengo una oportunidad?.

- Creo que sí, mañana empezaremos. Ya puedo imaginarme la boda, serás su futura esposa y Reina de Agder - Inexplicablemente me muestro emocionado ante la idea.

- ¿Qué yo?, ¿Reina? - Astrid trata de eliminar esos pensamientos de su cabeza - ¡Sería muy extraño!... y lindo al mismo tiempo.

- No te preocupes, debes estar preparada ante esa situación. Sé que es muy pronto para considerarlo, pero permíteme contarte mi experiencia como Monarca de Arendelle.

- ¿Esto es necesario? - Se muestra confundida.

- Sí, estoy seguro que Hrolf estará impresionado al saber que no estás asustada ante la idea de ser Reina.

- De ser así, te escucharé y tomaré notas de todo.

- Perfecto, empezemos desde el principio(...)