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Parte 2: Capítulo 5

— ¡(Y/N)!, ¡Que agradable sorpresa! — Exclama Hrolf de alegría al verme, luciendo un traje rojo bastante sencillo y sentado en su trono de su gran salón del castillo.

— El gusto es mío Hrolf, no creí que volvería a verte — Camino desde la entrada, pasando por un gran trecho hasta alcanzar unos cuantos peldaños con una plataforma donde se ubica el trono del Rey Hrolf de Agder.

No me había dado cuenta, pero al lado izquierdo de Hrolf se encuentra una bella muchacha de piel blanca, de labios rojos y de ojos verdes. Su cabello es corto y de color negro. Ella no debe medir más de 1.70 y lleva unos anteojos circulares. Luce un tanto inquieta al lado de su Majestad.

— ¿A qué debo tu visita honorable amigo? — Hrolf decide levantarse de su asiento y bajar por los peldaños.

— No es algo muy digno de contar, pero ya que somos amigos, debo confesar que Elsa me desterró de Arendelle.

— ¿Qué?, ¿No estarás hablando en serio?, ¿Verdad? — Se muestra muy sorprendido.

— Es la verdad, luego de mi recuperación sucedieron algunas diferencias entre Elsa y yo. Por lo que he venido hasta aquí para pedirte alojamiento — Hago una reverencia al Rey.

— Siempre será un gusto en recibirte (Y/N). Esta es tu casa y lo sabes bien, fuiste el mejor soldado de Agder por muchos años. Las historias que decían sobre tí incluso se convirtieron en leyendas, nuestro ejército se sentirá honrado en contar con alguien como tú.

— Te lo agradezco Hrolf, no tenía mucho a donde ir. Decidí llegar hasta aquí, por que Agder ha sido mi hogar por muchos años, crecí en el orfanato y me enlisté a muy temprana edad.

— Me harás mucha compañía amigo, ven te invito a charlar en mi salón de té. ¿Nos acompañarás?, ¿Verdad? — Hrolf le pregunta a la chica que no se ha movido desde que yo llegué.

— ¿Yo?…eh…este…creo que sería una molestia para ustedes — La chica titubea bastante y luce sumamente tímida ante Hrolf.

— Claro que no Astrid, eres mi mano derecha. Vendrás con nosotros — Hrolf muestra una agradable y cálida sonrisa.

— Está bien… — La muchacha de nombre Astrid baja lentamente por los peldaños hasta reunirse con nosotros. Toma cierta distancia de Hrolf y baja levemente la mirada.

— Ven (Y/N), te mostraré el castillo, han habido muchos cambios desde la última vez que viniste. Por cierto, estoy ansioso por escuchar tus anécdotas.

Todos caminamos hasta salir del gran salón.

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— ¡Wow! — Exclama Hrolf sorprendido mientras sostiene su taza de té — ¿No me digas que todo eso ocurrió en tan solo 3 días?.

— Así es, todavía tengo dificultad para asimilarlo — Bebo un sorbo de mi té.

— El poder de ese tal Kol es realmente impresionante — Hrolf toma una de las pequeñas galletas disponibles en la mesa redonda.

Me detengo a observar con detención esta llamativa sala de reuniones.

Su principal atractivo es la gran ventana que deja ver el esplendor de las montañas, dignas de ser admiradas. Las paredes de este salón son rojas de terciopelo, además hay muchos muebles, y hay bastante espacio para caminar dentro de este lugar.

De hecho creo que es un desperdicio utilizar este espacio solamente para nosotros tres. Nos encontramos separados a una gran distancia uno del otro.

— Por cierto, ¿Sandnes sigue bajo esa densa neblina?.

— Sí, nuestros hombres se encuentran día y noche vigilando el reino. No descansaremos hasta saber de nuestro embajador.

— No lo sé, pero algo me dice que todos esos hombres  de algún modo siguen allí, en Sandness.

— ¿Qué te hace creer eso?  — Hrolf se muestra atento a mi respuesta.

— ¿Han oído hablar de que el agua tiene memoria?.

— No…jamás había oído hablar de eso — Responde Astrid por primera vez desde que entramos a este salón. Ha estado muy callada y atenta a la vez que toma notas de nuestra conversación con un papel y una pluma.

No deja de llamarme la atención que Astrid ha evitado mirar a Hrolf en todo este momento.

— Yo tampoco he oído hablar de eso. ¿Qué significa? — Pregunta Hrolf.

— Abuelo Pabbie nos lo comentó. Se cree que el agua ha pasado por al menos cuatro seres humanos o animales antes de ser parte de nosotros. Todos sus recuerdos, experiencias, sentimientos y por supuesto, sus temores, todo se encuentran alojados allí. Por ello, creo que de algún modo esa neblina que cubre a Sandnes representa a los aldeanos de ese Reino, ellos no se han ido.

— Tiene bastante sentido, es una neblina bastante anormal.

— No estoy totalmente seguro, pero es una corazonada.

— Por cierto (Y/N), dijiste en aquella noche que nos encontramos a las afueras de Agder que visitaste un bosque cubierto de neblina durante tu adolescencia. ¿Por qué jamás supe de ese viaje?.

Me incómoda que Hrolf tenga la misma habilidad que Elsa de recordar palabras y hechos que cualquiera no los tomaría en cuenta.

Revelar ese hecho en particular me traería bastantes problemas, aunque hayan ocurrido hace muchos años atrás.

— Está bien Hrolf, te comentaré aquella histor…

— ¡Rey Hrolf! — Abre de improviso la puerta un guardia real — Lamento mucho interrumpir, pero unos comerciantes han pedido hablar exclusivamente con usted.

Excelente, ya estoy a salvo.

— ¿De veras?. Si son comerciantes de seguro que pretenden venderme algo de gran valor — Los ojos de Hrolf se abren — Lo siento mucho (Y/N), pero tendrás que contarme esa historia en otra ocasión. Te invito a recorrer las calles de Agder, hemos hecho grandes remodelaciones, ya no se encuentra en las ruinas como se encontraba bajo el mandato del Rey Ragnar.

De inmediato, se pone de pie y decide abandonar el salón.

Por su parte, Astrid hace lo mismo, pero con algo de complicaciones al soltar de sus manos la pluma y el papel donde escribía sus apuntes.

— Lo…lo siento mucho — Astrid recoge rápidamente sus herramientas de trabajo y alcanza su Majestad.

— ¿Te encuentras bien Astrid? — El Rey Hrolf voltea con preocupación a su fiel sirviente.

— Sí…estoy bien — Astrid se sonroja al ver la preocupación de Hrolf hacía ella.

Ambos salen del salón.

— Me quedaré un poco aquí, admirando las bellas montañas.

Toda mi atención está puesta en observar aquel bello espectáculo que nos entrega la naturaleza.

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El sol sigue iluminando con la misma intensidad que cuando llegué.

Hrolf tenía razón, Agder ha cambiado mucho desde mi última visita, hace dos años atrás.

Ahora luce digna, con calles y casas realmente hermosas. Pero por sobre todo, me causa felicidad ver a las personas felices.

En mi recorrido por las calles construidos de piedra, veo a muchas personas deambulando por aquí.

Algunos me reconocen, pero no se atreven a saludarme, mientras que otros me persiguen con la mirada al no estar seguros de que si realmente soy yo o no.

Camino con despreocupación, observando como un niño al ver la modernidad que ha tenido Agder en éstos años. Incluso puedo ver como se han instalado faroles a base de gas para la iluminación nocturna al igual que en Arendelle.

Torpemente mientras caminaba, no noté que impacté contra una mujer de avanzada edad que realizaba sus compras. Todas las frutas y verduras cayeron estrepitosamente al suelo del saco que llevaba consigo la mujer.

— ¡Lo siento mucho!, ¡Permítame ayudarla! — Rápidamente me inclino a recoger los alimentos que están esparcidos en el suelo.

Luego de recogerlos y llevarlos al saco, miro a los ojos de aquella mujer.

Sus arrugas en su frente denotan que ha vivido muchos años. Su aspecto delgado y su cabello blanco me indican que debe estar en el ocaso de su vida.

— Muchas gracias por todo — Agradece la mujer con una cálida sonrisa.

— Lo siento mucho, fue mi culpa. Estaba muy distraído — Hago una súplica con mis manos.

— No debes disculparte, yo tampoco me fijé por donde iba — Ríe con bastante alegría.

Mis ojos están clavados en aquel saco. Luce bastante pesado para una mujer como ella: por su evidente estado físico y por su edad.

— Si no fuera mucha molestia, me gustaría ayudarla con eso.

— ¡Oh!, pero que amable es usted. No me molestaré en lo absoluto. Eso sí, le advierto que mi hogar se encuentra a las afueras de Agder, justo en las praderas.

— Insisto, me gustaría ayudarla — Tomo la iniciativa y sostengo el pesado saco con mis manos hasta llevarlo a mi hombro con suma facilidad.

— Pues bien, acompáñeme — La mujer se adelanta algunos pasos de mí.

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— Ya llegamos — La mujer finalmente abre la puerta de su humilde hogar e ingresa.

Por mi parte, bajo el pesado saco de mi hombro hasta el suelo.

El interior de su hogar parece estar en buenas condiciones, con bastantes muebles y muchas ventanas para ver el paisaje.

Mi cuerpo se siente cansado del largo viaje que tuvimos que recorrer hasta llegar hasta aquí.

No puedo imaginar como es que esta mujer habría llevado todas sus compras sin ayuda de nadie.

— Muchas gracias, joven (Y/N) por ayudarme.

— Espere…¿Cómo sabe usted mi nombre?

— Todo el mundo lo conoce. Usted es una leyenda aquí, desde los oscuros tiempos del Rey Ragnar, todo el mundo hablaba de "El Demonio".

— No me siento muy a gusto de recordar aquellos tiempos — Llevo mi mano a mi nuca.

— Jamás debes sentirte avergonzado de tu pasado. Aunque no lo creas, inspiraste a muchos niños, todos deseaban ser cómo tú, todos querían controlar el fuego e ir a la guerra.

— Gracias, pero esos tiempos quedaron en el pasado. Ya no creo en la guerra, perdí a muchos amigos en el campo de batalla.

— Pues si ese es tu pensamiento, deberías compartirlo con todos. De seguro que muchos estarán ansiosos de oírte hablar, eres un héroe para todos, nos salvaste de ese hombre de las Islas del Sur que quiso apoderarse de nuestra patria.

— No debe agradecerme. Hice lo que debía hacer en aquel entonces.

— Me alegra mucho haberte conocido (Y/N), ansiaba verte con mis propios ojos al último héroe de Agder — Veo que aquella mujer se muestra sumamente emocionada.

— Pues el placer es mío. Será un honor verla más seguido — Me despido y me marcho de su hogar.

Luego de caminar algunos pasos en dirección al pueblo. Algo viene a mi cabeza:

— Tal vez debería hacer algo por todos aquí. Podría idear la forma de ayudarlos…algo que jamás pude hacer por Arendelle.

Camino nuevamente en tanto pienso en alguna idea.

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