Parte 2: Capítulo 3
Todos me miran decepcionados en la sala de reuniones.
Sus miradas no hacen más que juzgarme.
Sé que cometí un error imperdonable. Puse en juego a todos en el Reino, soy de lo peor.
En este improvisado Consejo, nos reunimos: Elsa, Sigrid, Lasse y el Doctor Anton. Todos saben lo que ocurrió en el mercado, pero no parecen estar convencidos de que sea así.
Elsa, con su mirada puesta sobre mí, está sentada en el asiento principal de esta mesa rectangular de madera tallada. A su derecha está Sigrid, a su izquierda Lasse y al lado de éste el Doctor Anton; en cambio yo, estoy al otro extremo de Elsa, solo y excluido.
— Por favor (Y/N), ¿Podrías repetirnos una vez más que fue lo que ocurrió allá afuera? — Elsa me observa con frialdad. Luce diferente a ayer, esta vez su actitud hacía mí a sido distante.
— Bueno…yo…este. Salí a recorrer las calles de Arendell…
— ¿Sin seguridad?, ¿Sin avisar a nadie? — Elsa me interrumpe.
— Sí… — Respondo avergonzado.
Mis manos están inquietas. Esto es lo más cercano a un juicio que he tenido, y no se siente nada bien.
— Prosiga — Me ordena la Reina de Arendelle, vestida con su ya característico vestido de hielo.
— Fui armado a recorrer Arendelle…
— ¿Con una daga? — Elsa levanta una de sus cejas.
— Así es. Fui al mercado y me quedé por un momento charlando con uno de los comerciantes, sentí una extraña presencia detrás de mí. Cuando pude voltear, noté que en mi estómago yacía un cuchillo dentro de él empuñando por un adolescente…
— ¿Y qué hizo usted? — El tono de voz de Elsa es sumamente irritante. No puede ocultar su evidente enfado por lo que ocurrió ayer. Intenta cubrir su rostro de enojo por uno más frío y hostil contra mí.
— Decidí atacarlo de igual manera — Junto mis manos y posiciono mis codos arriba de la mesa y con las manos juntas. Desde el punto de vista de todos deben creer que me encuentro meditando u orando.
— ¿Sabes las graves consecuencias que traerá su accionar? — Elsa se pone de pie.
— No lo sé — Le digo.
— La familia real deberá tener cuidado en salir al exterior de ahora en adelante. Existe la posibilidad de que ya no seamos bienvenidos por los aldeanos dentro de un largo tiempo — El vocabulario de Elsa parece estar mejorando. Jamás la había oído hablar de esa forma, seguidamente debe actuar así cuando se enfada.
— Esto es grave — Sigrid toma la palabra — Debemos reorganizar a nuestros soldados para que hagan rondas de vigilancia por todo el perímetro del castillo.
— ¿Cómo se encuentra el joven, Doctor Anton? — Miro al Doctor con sentimientos de culpa.
— Se está recuperando. Sus padres están muy molestos, han amenazado con tomar represalias — Responde el Doctor Anton.
— ¿De que manera lo harán? — Sigrid se pregunta al igual que todos.
Esto no es casualidad, este ataque se asemeja mucho al que pudo recibir Elsa.
¡Claro!, todo es más claro ahora que lo veo. Ya es hora, los aldeanos finalmente han decidido formar grupos rebeldes. El intento de ataque de hace días atrás fue premeditado y de seguro encontraron la oportunidad de atacarme a mí que estaba solo:
— ¡Debemos actuar de inmediato!. Oí a ese joven decir que era por la liberación de Arendelle, esto ya se está saliendo de control. Hay que hacer algo antes de que suceda lo peor.
Ya he pasado por momentos similares a éstos en Agder, creo que hay una solución antes de que este movimiento crezca y el baño de sangre sea inevitable.
— ¿Piensas hacer algo al respecto (Y/N)? — Elsa camina alrededor de la mesa y se dirige hacía mí.
Al igual que ella, me pongo de pie para hablarle a la misma altura.
— Hay una sola solución que podría descomprimir todo esto. No será de tu agrado Elsa, pero estoy convencido de que es la única alternativa que tenemos.
— ¿Qué pretende hacer Rey (Y/N)? — Por primera vez oigo la voz temblorosa a Lasse.
— No puedo decirles todavía, lo siento, pero por mi honor esto es algo que debe ser tratado entre Elsa y yo.
— Lo entendemos (Y/N) — Sigrid luce calmada — Nos iremos.
— Estoy de acuerdo, tengo mucho que hacer. Les agradezco que me hayan considerado — El Doctor Anton es el primero en retirarse seguido de Lasse y Sigrid.
Después de que la puerta se haya cerrado, me doy cuenta que Elsa me mira con desconfianza.
— ¿En qué estás pensando? — Camina de un lugar a otro de la sala.
— Elsa, tu sabes que fui un soldado de Agder hace dos años atrás. Vi con mis ojos como el Rey Ragnar trataba de mala manera a su pueblo…
— A la vida que querías regresar — Interrumpe mis palabras con enojo.
— Sí, y me arrepiento de no haber hecho nada cuando tuve la oportunidad de hacerlo durante mi adolescencia…
— Ve directo al grano, ¿Qué vas a hacer? — Su rostro denota ira.
— Voy a abdicar. No soy el Rey que Arendelle merece ni tú tampoco. Debo asumirlo y no luchar contra mi ego.
— ¿Así de sencillo?, ¿Piensas renunciar?, ¿Así nada más? — Parece indiferente a mi solución. Es como si no me tomara en serio.
— Sí Elsa. Debes entender que Arendelle me odia, no soy de su agrado. Tal vez no sea la solución definitiva, pero habrá un respiro para todos. Ya les he causado bastantes problemas, es hora de que de un paso al costado.
Respiro más aliviado ahora. Camino unos cuantos pasos detrás de mí.
— No eres más que un cobarde — La oigo decir entre dientes — Ese no eres tú, no serías capaz de tomar tal decisión, pero ya nada me sorprende. Eres capaz de hacer de todo con tal de salvarte. ¿No es así?.
— Elsa, estoy no lo hago por mí, lo hago por ustedes — Intento acercarme a ella.
— ¡No me mientas!. Ya no eres el hombre con quien me casé. Habrías tomado mejores decisiones, sabrías como solucionar esto, pero ahora ya no te reconozco. Te has vuelto muy imprudente e irresponsable, no piensas más que en tí mismo.
— A veces debes realizar sacrificios por un bien mayor. Espero que puedas entenderlo algún día.
— No sé de lo que me estás hablando. ¿Qué harás ahora?, ¿Qué será de tú vida en Arendelle?.
— Quiero vivir para ver crecer a Iduna. Es lo que más deseo.
— Pues olvídate de ello — Elsa extiende su mano como si fuera a atacarme.
Sorprendido, no puedo entenderlo. ¿Realmente sigue molesta por lo de ayer, o todavía lo está ahora por mi renuncia?.
— ¿Me congelarás?, ¿Pretendes acabar con mi vida? — Estoy firmemente frente a ella. Si quiere terminar con mi vida no ofreceré resistencia alguna.
— No — Baja su brazo con mayor serenidad — No permitiré que tomes una decisión tan a la ligera.
Eleva su pecho y su mentón, en una actitud real.
— A partir de ahora, serás exiliado de Arendelle. No podrás volver al menos que decidas retomar tu puesto como mi Príncipe Consorte.
— ¡¿Qué?!, ¡Eso es imposible!. No puedo irme de aquí. ¿Qué pasará con Iduna? — Me muestro notablemente alterado.
— Debiste pensar en eso antes de querer abandonarnos y rehacer tu vida.
— No puedes hacerme esto. ¡Tengo el derecho de ver a mi hija!.
— Ahora Iduna será mi responsabilidad, tú podrás seguir con tu vida como siempre debió ser.
Voltea y camina hasta la salida.
Pero antes, se detiene para mirarme una vez más.
— Les informaré a todos de tu renuncia. Tienes hasta el anochecer para marcharte. Tú decides, puedes volver a Arendelle como monarca.
Ahora esta vez abre la puerta y se retira molesta del salón.
Me quedo impávido al pensar un poco en la situación.
— Elsa, ¿Acaba de dejarme?.
Tomo mi cabeza para pensar en alguna idea.
Tendré que hacer algo. No puedo seguir siendo Rey de Arendelle, pero con ese título es la única manera de que pueda estar junto a Elsa e Iduna.
Una fuerte contracción siento en mi pecho.
Ahora tendré que prepararme para marcharme de aquí al anochecer.
Ya puedo contar mis últimas horas en Arendelle.
Un ligero dolor surge desde mi estómago. Todavía sigo levemente adolorido por el ataque de ese adolecente.
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