Parte 1: Capítulo 7
La luz ilumina mi rostro.
Odio que los rayos del sol entren con facilidad a mi habitación.
Creo que necesito de unas cortinas…
Abro los ojos lentamente, y lo primero que se me viene a la cabeza es un plan para escapar de Arendelle.
— ¡Eureka! — Diría un sabio inventor — Debo fugarme cuando nadie pueda verme, robaré un bote pesquero y navegaré por la costa, de seguro que me buscarán por tierra.
Es difícil acostumbrarse a la idea de no despertar junto a Elsa como lo hacía todas las mañanas.
Debo ser fuerte y vencer todas esas emociones. En fín, todo lo que estoy haciendo es por su bien.
Me levanto de mi cama para hacer algo productivo. Aunque la Reina Iduna me permitió dormir todo lo que yo quisiera, no me gusta abusar mucho de su hospitalidad.
Me visto con mis prendas de tonalidades apagadas y ordeno la habitación antes de salir.
Es temprano, daré unas vueltas por los alrededores del castillo y afinaré algunos detalles de mi plan.
Camino despreocupado por el pasillo, cuando sorpresivamente distingo a una mujer robusta vestida con el uniforme de sirvienta caminar hacía mí.
Luce bastante familiar.
— Veo que ya te has levantado (Y/N) — Muestra una sonrisa sumamente cálida.
¡Ahora la recuerdo!, ¡Es Gerda!. Me fue difícil no dejar de asombrarme al verla tan joven.
— Ven, te llevaré al comedor. De seguro debes tener hambre, los reyes están desayunando — Comenta en uno tono muy maternal.
— No quisiera molestar, prefiero ir más tarde.
— No seas tímido (Y/N), los reyes me han pedido que te traten como a uno más de la familia.
No pude encontrar las palabras para safarme de Gerda, antes de que pudiera reaccionar, ella ya tomó mi mano derecha y me hace bajar las escaleras en dirección al comedor principal.
Cuando ya estamos afuera del comedor, Gerda abre la puerta con total libertad.
Al abrir la puerta, vislumbro a los reyes de Arendelle desayunando en una gran mesa de madera, junto a una niña, menor que yo, de cabello rojizo y con un mechón blanco que resalta su cabellera .
— Anna — Susurro suavemente al verla de mejor manera mientras nos acercamos a la mesa.
— Su Majestad, el muchacho ya estaba de pie cuando iba a su habitación — Gerda se dirige a la Reina.
— Gracias Gerda — Agradece la Reina Iduna — Ven (Y/N), toma asiento.
Mi estómago gruñe al oler los deliciosos platos matutinos disponibles, como: Frutas, leche, cereales y emparedados.
Me siento al lado de la Reina.
Como es la tradición, el Rey es el cabecera de mesa, a su derecha está la Reina y a su izquierda, está la niña de ojos azules.
— Tenías razón querida — Los ojos del Rey se posan sobre mí como si fuera un bicho raro o algo por el estilo.
— Es el indicado cielo, (Y/N) posee la disciplina de un soldado, ningún niño podría estar de pie tan temprano — La Reina deja ver una bella sonrisa triunfante.
— Me convence — El Rey muestra una sonrisa al igual que su esposa — Puedes comer lo que quieras (Y/N).
Aunque mi estómago pide comida a gritos, sirvo mi alimento en pequeñas cantidades de cereal. Mi mente está trabajando para seguir con mi plan.
— Anna, no te hemos presentado formalmente a (Y/N), el Capitán Reidum lo trajo anoche a Arendelle. Hemos conversado con tu madre y tomamos la decisión de que (Y/N) será tu compañero de juegos — Comenta el Rey Agnarr.
— Está bien… — La voz de la princesa suena con bastante timidez.
Miro a la pequeña Anna, y veo que evita mirarme. De seguro está incómoda con mi presencia.
— ¿Cómo está todo (Y/N)? — La mano de la Reina está en mi espalda como si quisiera entregarme apoyo moral.
— Está delicioso — Termino de comer mi último cereal.
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El desayuno estuvo estupendo.
Luego de comer, los reyes me pidieron que fuera a la habitación de Anna para jugar con ella.
En estos momentos estamos recostados en el piso sin decirnos nada. Esto confirma la molestia que debo ser para Anna.
— ¿A que quieres jugar? — Pregunta la Princesa un tanto aburrida.
— ¿Qué quieres hacer tú? — Respondo desmotivado. En realidad detallo algunas ideas de mi plan de escape.
— Nada — Comenta con desinterés.
Me levanto para moverme un poco.
Observo detenidamente la habitación de Anna, luce más grande de lo que recordaba.
Mis ojos se abren al ver en una esquina lo que parece ser una ballesta de juguete tallada a mano.
— ¡Una ballesta! — Exclamo como un niño emocionado. No puedo resistirme ante mi arma favorita.
Alegremente, corro hasta alcanzarla.
Para mi sorpresa, noto que el juguete tiene una flecha con una punta de madera lista para disparar.
Posiciono la mira hacía la pared.
Apunto.
Doy un pequeño respiro.
Disparo.
La flecha vuela con mucha potencia hacía la pared y rebota hasta caer al suelo.
— ¡Woooow! — Oigo a Anna detrás de mí — No sabía que se podía hacer eso.
Sus ojos adoptan un brillo de asombro, ya no luce aburrida.
— ¿Puedo intentarlo? — Pregunta emocionada.
— Sería un honor — Cargo la ballesta con la flecha para que sea más fácil de usarla.
Por precaución, estoy detrás de ella, guiándola con mis manos encima de las suyas para que no ocurra ningún accidente.
— Ahora, dispara.
Con fuerza, Anna aprieta el gatillo.
— ¡Lo hice!, ¡Lo hice! — Exclama entusiasmada — ¡Gracias (Y/N)!, ¡Esto es divertido!
— ¿Quieres practicar afuera?.
— ¡Claro que sí! — Recoge la flecha y toma mi mano para salir a toda prisa de su habitación.
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Las horas pasaron y luego de una larga sesión de disparar con la ballesta, volvimos a a la habitación de Anna para jugar con todos los muñecos de Anna.
Fueron horas y horas de crear mundos imaginarios.
Hace bastante tiempo que no me divertía con algo tan simple.
Nuestra imaginación está agotada, estamos sentados en el piso conversando.
Anna me comenta que al lado de su habitación vive encerrada su hermana mayor Elsa. Antes eran muy unidas, pero de la noche a la mañana dejaron de hablar, de jugar y de compartir su vida como hermanas.
—(…) la extraño mucho — Comenta apenada. Cree que Elsa la ha estado evitando a propósito, pero sé que no es así.
Al ver su mechón blanco en su cabello. Recuerdo la historia sobre como empezó esto: Ambas jugaban a la mitad de la noche cuando por accidente Elsa utilizó sus poderes contra Anna, de inmediato los reyes fueron donde el abuelo Pabbie para curarla. Lamentablemente perdería una gran parte de sus recuerdos.
Siento un nudo en la garganta. Me encantaría tranquilizar a Anna y decirle que su hermana posee poderes, pero decirlo libremente desencadenaría una serie de problemas que sería mejor evitar. Claro, ¿Cómo podría explicar que sé tal información?.
— ¿Quieres ir al jardín? — Propone Anna está vez.
— Está bien.
Ambos salimos de su habitación para salir al jardín.
Mientras caminamos no puedo ignorar la habitación de Elsa.
De seguro debe estar sola, triste, mientras intenta controlar sus poderes.
Siempre he creído que los padres de Elsa y Anna cometieron un error al encerrar y separar a sus dos hijas.
— No vayas tan rápido (Y/N) — Pide Anna al tomar la delantera— No tengo piernas tan largas como las tuyas.
— Tienes razón — Río levemente — Ven, toma mi mano.
Sin cuestionar nada, toma de mi mano para no perder más tiempo.
Salimos sin problemas al jardín.
El atardecer ilumina todo el lugar.
Hay una variedad de flora en este jardín, es mucho más hermosa de como estaba en mi época.
Ambos nos sentamos en una banca disponible.
— Me gusta estar aquí, ¡Podríamos jugar más seguido! — Anna no parece estar cansada.
— No es una mala idea.
— (Y/N)…¿Puedo preguntar algo? — La oigo preguntar con curiosidad.
— Claro, lo que tú quieras Anna.
— ¿Dónde están tus padres?
Su inocente pregunta me desconcierta. Nadie antes me había preguntado por ellos. Siempre he respondido que viví por muchos en un orfanato en Agder, pero ahora el lugar donde crecí parece no existir y no sé como responder a su inquietud.
— No lo sé, he vivido deambulando por años — Doy una respuesta sin pensar bien en mis palabras.
— ¿Qué es deambular? — Su rostro llena de dudas me hace sentir ligeramente incómodo.
— Deambular… es cuando no tienes una casa donde vivir y buscas una para siempre — Me avergüenzo al responder de forma tan infantil.
Inesperadamente, Anna me abraza con bastante fuerza, impidiendo que pueda respirar con normalidad.
— Yo te cuidaré (Y/N), no te irás nunca de este lugar.
Cuando ya pude retomar el aire, abrazo a Anna con fuerza también.
—Gracias Anna — Le digo, suena patético, pero me conmueve oír sus palabras. Jamás nadie me dijo algo así antes.
El día está por finalizar. Siento como si estuviera viviendo en ésta época por muchos años. Hay tanto que debo descubrir.
Por suerte, mañana será un día con mucho más emoción que hoy y averiguaré todo lo que deba saber.
— ¿Alguna vez probaste el chocolate (Y/N)?.
— No, nunca — Miento.
— ¡Ven conmigo!, ¡Te llevaré a la cocina para que lo pruebes! — Toma de mi mano y corre con mucha energía hacía el castillo.
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