Parte 1: Capítulo 6
Abro los ojos asustado.
¿Dónde estoy?
Hay mucha agua aquí. Es agua negra con toques de morado.
Contengo la respiración y nado hacía arriba, donde veo la luz de la Luna iluminar el cielo a través del agua.
Mi cuerpo se siente pesado, no se por qué, pero tengo problemas para nadar.
Ya cuando mi cabeza está por sobre el agua, observo a mi alrededor.
Este lugar me es familiar. Distingo a la distancia una pradera.
Nuevamente nado, pero esta vez a tierra firme.
Mis brazos se sienten abatidos, es como si hubiera levantado una cantidad extraordinaria de sacos de maíz.
— ¿Dónde estoy? — Mi respiración es irregular — Ese hechicero me trajo hasta acá, pero esto no es el orfanato.
Miro mis pies y veo que éstos son sumamente pequeños, mis extremidades en general lo son. Deduzco que mi edad es la de diez años. Observo mi vestimenta como distracción: botas negras de cuero, pantalon y camisa es de tonalidad gris, de tela sumamente delgada y carente de diseño. Toda mi ropa está húmeda, será mejor que me la quite antes de que contraiga un resfriado.
Miro al cielo, el firmamento ilumina esta noche despejada. Dejo mi ropa en el suelo a la espera de que esté seca. Camino hacia algunos metros para conocer el perímetro y buscar un punto de referencia.
— Reconozco estas praderas. Si sigo las estrellas, tal vez pueda llegar al orfanato antes de que alguien lo note.
Con la ropa todavía mojada, me visto sin importar mi salud. La sensación de regresar a mi hogar es más que suficiente como para ignorar detalles insignificantes.
Mi cuerpo de niño no me deja moverme con facilidad, mis pies se sienten perezosos, no podría correr aunque mi vida dependiera de ello, tendré que caminar y recuperarne.
A lo lejos, veo acercarse a dos hombres montando a caballo.
Espero que sean campesinos, de ser soldados de las milicias de Agder, éstos me obligarán a enlistarme en su ejército.
Los hombres parecen notar mi presencia y apresuran el paso.
Cuando se acercan un poco más, reconozco de inmediato sus vestimentas. Es imposible, son soldados de Arendelle, ¿Pero cómo?. Agder está a dos días de Arendelle.
— ¿Qué te ocurre niño?, ¿Qué haces deambulando a éstas horas? — Pregunta uno de los hombres.
Tímidamente bajo la cabeza para no hacer contacto visual con ellos.
— Este chico parece estar perdido — Comenta el otro soldado con una voz más grave.
Esa voz me resulta familiar.
Elevo la vista y miro detenidamente a ese hombre, mis ojos se ensanchan al reconocerlo…Es el General…
—…Reidum — Digo sin notarlo.
— Creo que has escuchado hablar sobre mí niño — Dice inflando su pecho con orgullo — soy el Capitán Reidum.
Tengo malos recuerdos de él. El día que llegue a Arendelle lo conocí cuando era General, él me arrestó ante la sospecha de que asesinaría a la Reina Elsa. Además, todavía guardo algo de rencor por intentar emparejar forzosamente a Elsa con su hijo Dyre.
— Ven niño, te llevaremos a casa — Propone el soldado — ¿Dónde vives?
— En el orfanato de Agder señor.
— ¿Agder?, no conozco ese lugar — Comenta Reidun con intriga.
— Él que está hacía allá — Indico hacía el otro lado.
— Niño, no sé de lo que hablas, no existe un lugar llamado Agder — El acompañante de Reidun trata de hacerme entrar en razón — Aquí solo hay praderas y tierras infértiles, es imposible que alguien pueda vivir en esas condiciones, debes estar confundido, te llevaremos a Arendelle
— Es lo mejor — Ratifica Reidum — Son las órdenes de la Reina Iduna, todo niño sin hogar deberá ser llevado a Arendelle.
— ¡No!, puedo llegar a mi hogar — Esto esta mal. Mi plan de alejarme de Arendelle fracasará antes de que empiece.
— No te dejaremos aquí. Son las órdenes de la Reina. Todo niño que haya sido encontrado deberá ser llevado al castillo, es por tu bien — Reidun repite la orden de sus superiores.
No puedo hacer nada, mis piernas son muy pequeñas como para correr y ellos montan a caballo, me alcanzarán de inmediato. Recuerdo que soy un niño y por lo tanto lo mejor será acatar a sus órdenes.
— Está bien señor.
— Así me gusta, ven sube — Reidum me da su mano para que pueda subir a su caballo — Ten, bebe esto.
El Capitán me da un frasco con un líquido transparente.
Sin cuestionar lo bebí.
Mi mente da vueltas, trato de asimilar lo ocurrido. Ese estúpido hechicero no hizo su trabajo a medias, me trajo a mi infancia, pero no al orfanato. Llamarlo sería un desperdicio.
Pero no entiendo el por qué Agder ya no existe. Muchas veces imaginé la idea de que Agder no existiera, es como si mis pesadillas se hicieran realidad.
Como un bebé, mis ojos se cierran y me siento relajado ante el andar del caballo.
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— Hey niño, despierta — Oigo la voz de Reidum al ritmo del andar de los caballos — Ya estamos por entrar al castillo de Arendelle.
Somnoliento, abro los ojos y reconozco la entrada del frontis principal del castillo.
Está oscuro, es de noche y el clima parece estar agradable.
Los guardias reconocen a Reidum y abren la compuerta para dejarnos entrar.
Me sorprendo al darme cuenta que hemos llegado bastante rápido hacía acá. Recuerdo que el viaje de Agder a Arendelle era mucho más largo, de casi cuatro días aproximadamente.
De seguro ese frasco me hizo dormir por dos días. Como no lo pensé antes.
Cuando nos detenemos, el ayudante de Reidum, me baja del caballo de su superior.
— Ven, te llevaremos con los reyes — Reidun ordena a que lo acompañe.
Ingreso al castillo junto de Reidum.
Él toma de mi mano como si fuera un niño.
Las dependencias del castillo no lucen tan diferentes como lo recuerdo, a excepción de algunos detalles mínimos como muebles o adornos.
Estamos a las afueras de lo que parecen ser las oficinas del Rey Agnarr y la Reina Iduna.
Reidum golpea la puerta.
— Adelante — Oímos decir al Rey del otro lado.
Estoy algo nervioso, debo buscar la forma de escapar de este lugar.
Abrimos la puerta lentamente para ingresar.
Mi corazón se acelera al ver por primera vez a los padres de Elsa y Anna.
Ellos están sentados en un escritorio dentro de una habitación muy compacta, la mesa está lleno de papeles junto a una lámpara en la mitad que intenta iluminar la habitación.
Verlos en persona me producen cierto impacto, es muy diferente ver a alguien en un cuadro que de forma presencial.
El Rey Agnarr lleva un traje de carácter militar y con muchas medallas en su pecho. Su cabello rubio y su bigote llaman mi atención.
En cambio, la Reina Iduna luce similar a Elsa en su día de coronación. Pero su cara es más fina que la de sus hijas, ella luce un vestido con tonalidades moradas.
El aura que transmiten es de total respeto.
— ¿Qué te trae por aquí Reidum? — El Rey Agnarr pregunta a su subordinado.
— Su Majestad, he traído a ustedes a este chico, lo encontré vagando en tierras muy lejanas..
El Rey me observa con preocupación.
— Dime niño, ¿Cómo te llamas?.
— Mi nombre es (Y/N), señor.
— ¿De dónde provienes? — Oigo decir a la Reina con una voz angelical.
— De…Ag…der — Respondí con mucho miedo, sinceramente no sé cómo responder.
— ¡Que extraño!, no recuerdo haber oído de ese lugar — Comenta el Rey Agnarr.
— Eso mismo comenté su Majestad — Reidun intenta aportar.
— De seguro es un niño sin hogar, ¿Has deambulado por muchos lugares no es así? — Se acerca la Reina Iduna a abrazarme — Ya no sufrirás más, aquí estarás a salvo.
Me siento tranquilo al estar en sus brazos, no sé como explicarlo, pero siento un enorme afecto por ella.
Cierro los ojos como si fuera una cría protegida por su madre.
¡Espera!, ¿Dónde está Elsa?, si llegué a ésta época, significa que Elsa debe estar confinada en su habitación.
Abro los ojos asustado.
— Ya es tarde, debería pasar la noche aquí — Propone el Rey Agnarr.
— Me parece lo mejor, si me lo permites quiero llevarlo a su habitación — Pide la Reina — Este chico parece ser bastante especial, él es el indicado.
— ¿Crees que es conveniente hacerlo?, pienso que es muy pronto todavía — El Rey parece tener dudas con mi presencia. No tengo idea de lo que hablan, pero debo averiguarlo de algún modo.
— Sí, es el momento, tal vez sea el primer niño que hemos encontrado, pero nuestra hija no puede esperar — Los ojos de la Reina muestran una fuerte determinación.
Por los Dioses, cada paso parece llevarme hacía Elsa.
— De ser así, confiaré en tí amor — El Rey parece resignarse.
— Gracias por traerlo aquí Reidum — Agradece la bella Reina Iduna — Puedes retirarte.
— A sus órdenes — Reidum sale de la oficina.
Luego de algunos minutos, guiado por la Reina salimos también.
Estoy caminando de la mano de la Reina por los pasillos.
— ¿Sabes algo (Y/N)?, me alegra mucho que estés aquí. Tengo una hija que necesitará de un amigo para jugar y tú eres el indicado para eso, ¿Que dices?, ¿Te gustaría cumplir esa misión?.
Me siento intrigado, no por la propuesta de la Reina, si no, por lo que está ocurriendo. Mi memoria trae a mi cabeza un hecho bastante peculiar: Elsa mencionó alguna vez que entre los papeles de su madre, había un programa para adoptar a todos los niños sin hogar y crear un orfanato, pero finalmente esa idea no prosperó al no encontrar a ningún niño.
De ser así, estaría viviendo este momento y sería la justificación de ese programa.
— Claro, sería un honor su Majestad — Respondo casi por cortesía. No puedo rechazar la petición de una Reina.
— Eres un buen niño, ven aquí dormirás está noche — Señala la puerta de mi habitación.
Mis ojos se abren al reconocer esa puerta: Es la habitación donde me hospedé por primera vez el día que llegué a Arendelle.
Iduna abre la puerta y me permite ingresar.
— Hasta mañana (Y/N), puedes dormir todo lo que quieras, eres nuestro huésped. Buenas noches.
— Buenas noches — Me despido.
Se siente extraño estar aquí. Un escalofrío sacude todo mi cuerpo, no puedo estar tranquilo. La idea era regresar a Agder y evitar a toda costa a Elsa y a Arendelle, pero no fue así: ¿Acaso ese hechicero me tendió una trampa?.
De todos modos no importa, podré arreglármelas para salir de Arendelle y evitar mi vida en el Reino.
Tomo mi mentón al pensar en ello. Tengo mucho en que planear y honestamente no sé por donde empezar.
Respiro profundamente y arreglo todo para dormir. Aunque haya dormido todo el viaje, mi cuerpo se siente exhausto.
Unas horas de sueño no me vendrían nada mal.
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