Parte 1: Capítulo 2
La jornada de conversaciones con los comerciantes se ha extendido mucho más de lo que esperábamos.
Elsa, custodiada por los soldados del Reino, decide hablar con los comerciantes acerca de sus problemas. Mientras tanto, a unos cuantos pasos detrás, vigilo a Iduna que se encuentra jugando con los niños del lugar, a pesar de la enorme diferencia de edad entre ellos.
La bella mujer de cabellos rubios trata de explicar a los comerciantes más alterados de que Arendelle sigue siendo un Reino pacífico a pesar de abandonar su neutralidad y que sus impuestos no serán utilizados para financiar en armamento o similares.
Pero no solamente eso les preocupa a la gente, en los últimos meses, además de realizar muchos tratos con nuestros aliados sobre aspectos militares, hemos fortalecido nuestras relaciones en el ámbito comercial al abrirnos al mundo, eso significa que han llegado muchos forasteros y comerciantes a establecerse y vender sus productos a Arendelle, los que por supuesto, no es del agrado de los comerciantes locales.
— Su Majestad, ¿Se encuentra bien? — Una voz femenina interrumpe mi reflexión.
— ¡Sigrid!, ¡Oh!, lo siento mucho, estaba un poco distraído.
— Siempre lo estás (Y/N) — Ríe de forma genuina.
Sigrid, catalogada por los habitantes de Arendelle como una de las mujeres más hermosas del Reino por sus bellas cualidades: tes blanca, cabello negro y llamativos ojos color avellana. Sigrid ha sido fundamental para mantener coordinar las distintas misiones de paz que requieran nuestros aliados, siempre velando por la seguridad de nuestros soldados y el prestigio de Arendelle.
No me equivoqué en nombrarla como General de Arendelle.
— (Y/N), ¿Todo bien?, su estadía en el mercado ha sido más extensa de lo normal.
— Lo siento Sigrid, sabes como es todo esto, la gente está muy alterada y necesita oír respuestas de su Reina.
— ¡NO PERMITIREMOS QUE LOS FORASTEROS NOS INVADAN REINA ELSA! — Oímos gritar a un anciano entre la multitud que se encuentra junto a Elsa.
De inmediato, mis ojos se abren al ver que ese mismo hombre, saca desde su cintura lo que parece ser a primera vista una daga.
Sin perder tiempo, corro con rapidez hacía Elsa para alejarla de allí, los soldados no podrán reaccionar a tiempo.
De milagro, tomo a Elsa de la cintura y la llevo hacía mi cuerpo, mientras veo que los ojos del hombre que trató de matar a mi amada no puede creer que se haya salvado.
Los soldados advierten esta acción y retienen al hombre para llevarlo al calabozo por intento de asesinato.
— ¿Te encuentras bien? — Pregunto con mi corazón latiendo. No puedo creer lo cerca que estuve de perderla.
— Estoy bien, gracias — Voltea para mirarme.
— ¿Se encuentra bien su Majestad? — Aparece Sigrid.
— Estoy bien, gracias por preocuparte.
Levanto la vista y me doy cuenta que los rostros de los comerciantes se dividen con lo ocurrido: algunos muestran preocupación, mientras algunos no pueden disimular su frustración con el fallido atentado.
Debo adoptar medidas más extremas.
— Sigrid.
— Dime (Y/N).
— Por favor, aumenta la vigilancia en las calles.
— Lo que tú digas, deberían marcharse, me encargaré de todo — Nos sugiere la chica de ojos avellana.
— ¡Lo haremos! — Comento todavía con la adrenalina corriendo por mis venas — ¡Llamaré a Iduna!.
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— ¡No puedo creerlo Elsa! — Anna se sorprende al oír la historia de su hermana.
— Arendelle ha dejado de ser un lugar seguro — Aporta Kristoff.
— No me lo recuerdes, sé que esto es mi culpa — Digo mientras miro por la ventana de la sala de descanso.
— Por favor, debes dejar de culparte a tí mismo, abandonaste la neutralidad para salvarme ¿Recuerdas?, Arendelle solamente ha enviado misiones de paz luego de ese hecho, además muchos están descontentos con la llegada de comerciantes extranjeros a nuestras tierras — Elsa intenta calmarme.
— Elsa tiene razón (Y/N), no obtenemos nada con culparnos — Kristoff trata de poner paños fríos al asunto — Ya encontraremos una solución.
— ¡Exacto! — Anna reafirma con convicción las palabras de su esposo.
— ¿Ves (Y/N)?, todos aquí estamos dispuestos a solucionar el problema que aqueja a nuestro pueblo — Elsa se acerca hacía mí para abrazarme y acariciar levemente mi espalda.
— Gracias por su apoyo chicos, pero sé que no soy popular entre las personas de Arendelle. Puedo tolerar que me ataquen y que me insulten, pero jamás que toquen a Elsa, eso no lo toleraré jamás.
Mis palabras denotan una clara angustia al tratar el tema.
— ¿Por qué crees que atacaron a Elsa y no a tí? — Anna se acerca preocupada.
— Saben que Elsa es el pilar más fuerte del Reino, están seguros que su Reina no les devolvería el golpe, piénsalo, las consecuencias que habrían si Elsa decidiera congelar a su propia gente serían imperdonables.
— Pero de ser así, si yo muriera, tu continuarías en el poder, ¿Por qué ellos querrían eso para Arendelle? — Elsa pregunta con curiosidad.
— Sería el momento perfecto para que el caos reine sobre el Reino, créeme, si no tomamos medidas de largo plazo, posiblemente se forme una revolución y sí o sí, terminará en un baño de sangre — Puedo sonar bastante alarmista, pero es lo que creo al respecto.
— Por favor, dejen de ser tan pesimistas — Kristoff pone los paños fríos al asunto — No debemos imaginar tales escenarios, hallaremos la manera de solucionar todo esto.
— Creo que es lo mejor, estamos todos alterados y eso nos impide pensar con claridad. — Elsa relaja su cuerpo.
— Toc toc — Oímos la voz de Olaf desde la puerta.
— ¿Lograste que Iduna se durmiera? — Pregunto ya más relajado.
— Fue bastante difícil, esa niña tiene mucha energía. Primero jugamos, luego hablamos, volvimos a jugar y finalmente le leí un cuento y se durmió.
— Gracias Olaf, no sabes que haríamos sin tu ayuda — Elsa se acerca al muñeco de nieve.
— No deben agradecerme, ¡Me encantan los niños!. Ya espero con ansias el día en que Anna y Kristoff tengan uno.
— ¡Wow…wow…wow! — Kristoff responde alterado — No quiero desilusionarte pero todavía no hemos planeado tener hijos.
— ¡Pero si ya están comprometidos!, creo que es un buen momento de tener uno — Les digo a ambos.
— Todo a su debido tiempo — Noto como la voz de Anna suena temblorosa — Además, queremos tomar todas las precauciones, no seremos como ustedes dos que fue bastante repentino a decir verdad.
Puedo ver como el rostro de Elsa, al igual que la mía se vuelven rojas. Es cierto, concebimos a Iduna cuando ni siquiera estábamos casados.
— Pero eso fue distinto — Elsa trata de recomponer su compostura.
— No entraremos en una discusión innecesaria hermana — Anna ríe. Sabe que ha ganado la discusión.
— Bien, creo que iré a dormir. Hoy fue un día sumamente agitado — Bostezo y camino hacía la salida.
— Iré contigo — Elsa camina junto a mi lado.
— Uuuh, asuntos maritales — Comenta Olaf en un tono sumamente pervertido.
— ¡Claro que no Olaf! — Elsa y yo exclamamos al unísono bastante sonrojados.
— No discutiremos detalles — Replica Olaf — ¡Buenas noches chicos!.
— Buenas noches Olaf — Nuevamente respondemos de manera unísona.
Cierro la puerta.
Junto a mi esposa caminamos por los pasillos sin hacer ningún comentario. Hasta que Elsa decide romper el silencio:
— Todavía piensas en lo de hoy, ¿No es así?.
— Sí, verte en esa situación de peligro, me hace sentir mas culpable de lo que ya me siento. No sé que haría sin ti, mi mundo se derrumbaría.
— Olvidalo, tomaremos más medidas de seguridad — Besa mi mejilla derecha.
Nos detenemos en la puerta de nuestra habitación.
— Esta es la mejor parte del día — Elsa bosteza suavemente.
— ¿Cuál es?.
— Dormir a tu lado — Toma de mi mano.
Doy un beso profundo en sus labios.
Espero que mañana sea un mejor día.
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