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Parte 1: Capítulo 17

Regresamos al salón para saber que estaba sucediendo allí.

Hay una increíble conmoción entre todos los invitados.

Todos los ojos están sobre Elsa que luce asustada en la entrada, sus manos están cubriendo su pecho. En frente de ella hay una gran cantidad de hielo cubriendo a lo que parece ser a primera vista una persona.

— ¡Todos atrás! — Corro rápidamente hacía Elsa e impido que los demás se acerquen.

Al llegar hasta ella, la miro con detención. Se ve muy asustada, tiene miedo y puedo verlo en sus ojos.

— Elsa, ¿Qué pasó? — Llevo mis manos a sus hombros para calmarla.

— No pude hacerlo, no pude controlarlo. Él…él trató de aprovecharse de mí — Señala a la figura de hielo que está a mis espaldas.

Volteo para ver lo que había ocurrido y lo que vi, hizo que mi cuerpo quedara congelado.

— Es imposible, es imposible — Mis palabras se quedan sin aliento.

No puedo creerlo, Elsa congeló al Principe Hans de las Islas del Sur, ¿Pero cómo?, no lo vi en ningún momento en la fiesta, eso significa que ¿Siempre estuvo aquí?

— No te preocupes Elsa — Intento recomponer la compostura — Arreglaremos esto, pero debes decirme qué pasó.

— Después…después de charlar con Kristoff…ese hombre se acercó hacía mí e intento forzarme a bailar con él. Yo lo rechacé, pero el insistió en bailar…y yo intenté apartarlo con mis manos cuando ocurrió esto. Te lo juro, no fue mi intención.

Elsa está temblando, su inseguridad la están devorando por dentro. Para el colmo todos nos están mirando, desde Anna hasta los músicos que dejaron de tocar en esta fiesta.

— ¡¿Qué significa esto Reina Elsa?, ¡Weselton no será cómplice de un intento de homicidio! — Oigo al Duque de dicho Reino perder la cordura.

Miro como ese hombre se separa bastante de sus guardaespaldas.

— ¡Cierra la boca viejo!, ¡Esto no fue ningún intento de homicidio! — Le grito al fastidioso hombre de avanzada edad y de estatura baja con atuendo de dignatario.

— ¡No toleraré que un soldado de Arendelle me falte el respeto! — Se acerca hacía mí, por lo que trato de alejarlo de Elsa.

— ¡Por favor!, ¡Basta! — Oigo exclamar a Elsa mientras realiza un gesto de tranquilidad con la palma de sus manos.

Rápidamente sale expulsado una ráfaga de hielo que impacta directamente a Weselton, congelando al hombre de inmediato.

Todos se alejan algunos pasos de nosotros, incluida Anna que luce consternada.

— Lo siento (Y/N), no puedo hacerlo… — Elsa corre hasta la salida del castillo en dirección hacía el pueblo.

— ¡No Elsa!, ¡Espera! — Intento retenerla.

— ¡Todos!, ¡Tras ella! — Se escucha decir a uno de los guardias del Duque de Weselton.

Algunos valientes invitados tratan de correr hacía la salida. Pero en un acto irracional de mi parte, muestro mi daga y me posiciono en frente de todos.

— ¡Nadie saldrá de aquí!, ¡¿Entendieron?! — Les ordeno con una mirada de furia a todos ellos — Tendrán que pasar por mi cadáver.

— ¡Es suficiente!  — Se acerca Anna hacía mí — ¡Todos atrás!.

Anna adopta una actitud temerosa al mirarme y vuelve a hablar:

— (Y/N), ¿Que fue todo esto? — Observa las figuras de hielo que mantienen atrapados a Hans y al Duque de Weselton.

— Eso, es el secreto de Elsa, ella nunca quiso ignorarte Anna, solo quería protegerte, por eso estuvo encerrada todo este tiempo. ¿Nunca te has preguntado por qué tienes ese mechón blanco en tu cabello?.

— Pues…sí, tuve el sueño de que un troll besaba mi frente cuando niña.

— Eso tiene sentido, Anna, cuando ustedes eran niñas, hubo un accidente, recibiste un ataque de Elsa con tus poderes. Un troll que vive más allá de éstas tierras te salvó, pero como consecuencia perdiste todos tus recuerdos que involucraban los poderes de Elsa.

— ¿Y tú cómo sabes de todo eso?.

— Tú padre, el Rey Agnarr me lo dijo antes de morir, él no sabía de mi relación con Elsa. El recuerdo de aquel día lo atormentaba y decidió confesarlo conmigo una noche de Navidad.

— Ahora todo tiene sentido, ahora sé por qué no podía ver a mi hermana. Siempre creí que ella me ignoraba a propósito.

— Nunca fue así, intenté ayudarla con sus poderes, quería que ambas se reencontraran lo más pronto posible.

Anna observa nuevamente las figuras de hielo.

— ¿Crees que haya una solución? — Pregunta preocupada.

— La hay, Elsa está aterrada con sus poderes. Debo dejar que sea libre con ellos, créeme, es la única forma de que todo vuelva a la normalidad.

— ¡Debo ir por ella! — Anna intenta correr hacía la salida.

— ¡No!, ¡Yo iré!, es muy peligroso — Tomo de su brazo para detenerla.

— ¡Debo ir por ella! — De manera increíble logra safarse de mí.

Corro detrás de ella hacía la salida, al igual que todos los presentes en el salón que nos miraron atónitos ante todo lo sucedido.

Anna se detiene en la entrada de la puerta del castillo y mira sorprendida como todo está cubierto de nieve. Desde la fuente de agua hasta el mar que puede distinguirse a lo lejos.

— ¿Esto, es producto de los poderes de Elsa?

— Sí Anna, te advertí que son muy poderosos. Te sugiero que te quedes aquí, debes estar al mando de Arendelle.

— ¡Princesa Anna!, ¡Princesa Anna!, ¿Se encuentra bien? — Se escucha decir a Reidum que viene corriendo desde las afueras del castillo.

— Estoy bien Reidum, gracias por preocuparte.

— Princesa Anna, ¿Qué significa esto?.

— No hay tiempo de explicar — Anna trata de procesar todo — (Y/N) irá en busca de Elsa, es una orden.

Reidum, con una mirada de disgusto acata su orden.

— Princesa, debe saber que todo el mar está convertido en hielo, además tenemos malas noticias: la Reina dio de muerte a dos de nuestros soldados cuando pretendían detenerla. No pudimos hacer nada, ella nos atacó a todos.

— ¡No es posible! — Me altero al escucharlo — ¡Ella no haría algo así!

— Fue así (Y/N), si pretendes buscarla, ten en mente que podrías morir. Debemos enviar tropas de apoyo.

— ¡Yo también iré contigo!, ¡Conozco todos los alrededores de Arendelle! — Escucho decir a Kristoff que ignoro cuanto tiempo estuvo escuchando nuestra conversación.

— ¡No!, iré solo, sé como tratar con Elsa, sé que puedo convencerla. Además, hay lobos en el bosque y yo estoy armado.

— Necesitarás de un caballo y de una ballesta — Me ofrece Reidum.

— Tienes razón, ¡En marcha!.

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Luego de varios minutos de preparativos, ya estoy con mi caballo y mi ballesta sujetada con su correa por sobre mi cuerpo y las flechas en mi espalda. Me dispongo a partir.

— Cuídate mucho (Y/N), confío en ti — Se despide Anna.

— Volveré, procura de mantener a todos seguros en sus casas.

— Lo haré, ¡Suerte!.

—Bien, ya es hora de partir — Hago que mi caballo galope por el camino de piedra que me llevará a las afueras de Arendelle.

Debo apresurarme, hace mucho frío y Elsa no debe estar muy lejos.

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Hace más frío de lo que yo creía, mi cuerpo está temblando y mi caballo apenas puede caminar entre esta densa nieve que cubre las praderas.

No he pedido avanzar demasiado, han pasado más de media hora y tan solo he llegado a las entradas del bosque.

— A este paso no llegaré a la Montaña del Norte, tal vez deba comprar algo en el Almacén del Errante Oaken. Desde que llegué a ésta época que no la he visitado.

Doy vueltas entremedio del bosque en busca de ese tal famoso almacén y spa donde se alojan decenas de comerciantes.

Cuando creí reconocer el lugar me doy cuenta que no hay nada. Solo hay nieve.

— Pero, el Almacén debe estar aquí. Siempre ha estado aquí.

Me siento bastante confundido, nada parece ser normal aquí.

Mi cabeza sigue dando vueltas sobre Hans. Él no apareció en toda la fiesta y de manera imprevista ¿Aparece de la nada?.

Ahora que recuerdo, Anna me comentó hace tiempo que el plan de Hans era acercarse a Elsa. Pero como Anna y Hans no se encontraron aquella mañana, Hans no se cruzó en su caminó y fue tras Elsa.

Pero aún así, algo no cuadra. ¿Por qué Elsa atacaría a sus propios soldados?, ella de seguro habría tratado de correr antes que luchar. Todo es  demasiado anormal, hay cosas que no puedo explicar.

Sigo mi marcha por el bosque de Arendelle a gran velocidad.

Al adentrarme a las profundidades del bosque las temperaturas bajan cada vez más. Puedo ver el vaho saliendo de mi boca, mis dedos se contraen del frío.

Inesperadamente, mi caballo se detiene en seco y mi cuerpo se inclina hacía adelante haciéndome caer hacia adelante, girando con todo el equipamiento que traigo conmigo.

Todo ocurre demasiado lento, puedo ver mi caída hacía una piedra que se asoma entre un tumulto de nieve. No tengo como safarme de esta, el impacto es inevitable.

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Oigo el sonido de la ventisca invernal.

Mis extremidades están heladas.

Perezosamente mis ojos.

Me duele la cabeza.

Trato de levantarme y recordar lo que pasó.

El panorama luce mucho más peligroso alrededor, una tormenta de nieve me impide ver más allá de mis manos.

Para el colmo perdí a mi caballo y mi equipamiento.

Intento mantener la estabilidad en mis piernas, el duro golpe recibido en mi cabeza me impide pensar con claridad.

De forma casual, veo mi ropa y noto una gran cantidad de sangre en mi pecho.

— ¿Sangre? — Rápidamente llevo mis manos a mi cabeza en busca de alguna hemorragia, al no percibir ninguna llevo mis manos a mi pecho, pero tampoco hay nada — ¿De dónde provendrá?

Ignorando todo, camino lentamente  con la mirada fija en el horizonte. Esta fuerte ventisca cubre con nieve mi cuerpo y mis ojos.

Luego de algunos minutos, la intensidad de la tormenta a bajado. Puedo ver con mayor claridad el horizonte y caminar más rápido hacía mi destino.

A lo lejos distingo un objeto familiar. Doy unos cuantos pasos y entre la nieve reconozco a mi ballesta junto al portaflechas. Las reviso y noto que ambos tienen gotas de sangre fresca por todos lados.

Nuevamente miro hacía el horizonte y veo un bulto cubierto de nieve  con tintes rojos a algunos pasos de mí.

Al caminar, veo que hay algunas gotas de sangre en el piso que indican un camimo hasta esa figura.

Todo se vuelve espeluznante.

Despejo la nieve de ese bulto, cuando horrorizado veo una cabeza decapitada que me revuelve el estómago.

— No…¡no puede ser!…El…sa…¡ELSAAAA!.

No sé cómo explicarlo, pero el cuerpo de quien fuera mi amada luce frío y con gotas de sangre cubriendo todo su atuendo de Reina. Tiene en su pecho una flecha y su cabeza brutalmente arrancada.

Para el colmo, parece que la flecha concuerda con la de mi ballesta.

Mi respiración se vuelve irregular, quiero vomitar. Sus ojos yacen abiertos y parecen mirarme al igual que en mis pesadillas.

— ¡NO!, ¡Yo no la maté! — Conecto todas las pistas — Es imposible, yo…yo estaba inconsciente…no pude…no pude.

Me echo a llorar. Mis mayores temores se hicieron realidad, la idea de perder a Elsa me arde por dentro.

— Esto…no puede estar pasando…no es real…¡No es real!.

Trato de vomitar, pero no puedo.

Como una especie de milagro, recuerdo donde me encuentro y de cómo llegué hasta aquí.

— ¡Quiero regresar!, ¡Ya basta! — Grito hacía el cielo con la esperanza de que ese extraño hombre de capucha pueda oírme — ¡Ya no quiero estar más aquí!, ¡Te lo suplico quiero volver!.

Volver…volver…volver

Oigo el eco de mi voz resonar a través del extenso bosque.

— ¡¿Me oíste?!, ¡Dije que quiero volver!

Volver…volver…volver

Nuevamente mis palabras se quedan en el vacío.

Ver el frío cuerpo de la mujer que más amo y su mirada perdida me produce escalofríos.

No puedo regresar a Arendelle, ¿Cómo podría explicar esto?, francamente no me creerán, y sería ejecutado en el acto.

Creo que es por aquí — Oigo una voz a la distancia.

Parece ser del General Reidum.

Debe estar por aquí, ¡(Y/N)! — Distingo la voz de Anna que parece estar a unos cuantos metros de mí.

Miro hacía todos lados, pero no veo a nadie.

¡Oh no!, esto no está bien. ¿Qué hago? ¿Qué hago?.

— Vamos, sé que me escuchas, quiero mi vida, la quiero ya. Esto no es lo que esperaba, ¡Por favor sácame de aquí!.

Respiro de forma acelerada, mis ojos están vidriosos. Fui engañado, ese hombre jamás me habría regresado a mi época. ¡Cómo pude ser tan estúpido!, ¡Debí imaginarlo!.

Me arrodillo entre la densa nieve que cubre mis rodillas.

¡(Y/N)! — Oigo más cerca el grito de Anna. Ella no debería estar aquí, le pedí que cuidara de Arendelle.

Desesperado, con el corazón palpitando y el sudor cayendo por mi frente, miro a mi cintura y veo que mi daga todavía se encuentra allí.

— No tengo otra opción — Saco el arma de mi costado y la posiciono en mi pecho.

Cierro los ojos y siento como mi mano tiembla.

¡(Y/N)! — Nuevamente oigo la voz de la Princesa que se acerca.

— Lo siento…Iduna — Algunas lágrimas salen de mis ojos al recordar a mi única hija.

Es increíble que la haya recordado antes de empuñar la daga.

— ¡(Y/N) No! — Siento la voz de un hombre detrás de mí que interrumpe mi acto, haciendo que la daga caiga en la nieve.

Volteo enojado para ver quien ha osado a interrumpirme.

— Abuelo Pabbie…

— Llegué justo a tiempo — Comenta con su profunda voz.

— (Y/N), no lo hagas — Me pide el sabio Troll.

— ¿Espera?, ¿Cómo sabes mi nombre?, tú no deberías saberlo, ¡No me conoces! — Mis pensamientos se entrelazan con la de mi antigua vida.

— Muchacho, no estás en el pasado, esto es una ilusión y he venido a rescatarte.

— ¿De qué me estás hablando?, ¡Esto no puede ser una ilusión! — Miro el cuerpo de Elsa.

— Ese hombre, el hombre de capucha negra. ¿Te prometió viajar a tu infancia y rehacer tu vida?, ¿No es así?.

— ¿Cómo sabes eso? — Trato de procesar sus palabras.

— En este momento tu cuerpo está en Arendelle junto a Elsa y todos tus amigos. Entraste en un estado de somnolencia producto del hechizo que te lanzó ese hombre dentro de tu cabeza.

— ¡¿Cómo sé que no eres una ilusión?! — Me alejo un poco de él a la defensiva.

— Supuse que dirías eso (Y/N). ¿Escuchaste a Anna?, ¿Verdad?, ahora ya no oyes su voz.

Pongo atención a mi alrededor y confirmo sus dichos. Ya no oigo la voz de Anna, ni la de Reidum tampoco.

— Todo fue una ilusión — Pabbie habla nuevamente — (Y/N), yo te sacaré de aquí. Cierra los ojos y presta atención, recibirás una grata sorpresa.

Sigo sus órdenes y concentro todas mis energías.

Papá…papá.

Esa voz, esa dulce voz, le pertenece a Iduna, mi hija.

Lloro de emoción al escuchar esa dulce voz. No puedo creerlo realmente es ella.

Su dulce voz se asemeja a la de una Valquiria que decide salvarme de esta vida y llevarme al Valhalla con los Dioses.

— Ahora cierra los ojos, sentirás un cosquilleo en tu cabeza — Pabbie pone sus manos en mi frente.

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