Parte 1: Capítulo 15
*3 años después: Día de la coronación de Elsa.*
El piso del calabozo está más frío que nunca.
No veo el sol, todo está oscuro.
He hecho de este espacio mi hogar y del alcohol mi mejor compañía.
Tengo una resaca de los mil demonios. Desde aquel día todo ha ido cuesta arriba, todo lo que planifiqué por años se fue al basurero.
No recuerdo lo que hice anoche, pero si estoy en este lugar significa que nada bueno tuvo que pasar.
Aún está en mi cabeza el día en que le rompí el corazón a Anna, desde ese día perdí todo contacto con ella y con Elsa:
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Después de aquella fatídica noche donde Anna declaró su amor por mí. Fui a mi habitación para recostarme y olvidarme de todo. Me arrepiento de no hablar con Elsa esa noche.
Al día siguiente, la puerta de mi habitación se abrió abruptamente, pero con gran sigilo mientras dormía.
Asustado, abrí los ojos para saber que ocurría. Me di cuenta que habían cuatro soldados custodiando al Capitán Reidum.
— Levántate — Me ordenó de manera hostil.
— ¿Qué ocurre? — Pregunté un tanto confundido.
— Son órdenes de la Princesa Anna, a partir de hoy día estarás bajo mi custodia. Así que debes irte al dormitorio común del ejército.
— Capitán, debe haber una confusión…
— No hay nada que explicarte (Y/N), órdenes son órdenes. Ya no serás el privilegiado que la mayoría de los soldados envidian, ahora vivirás el mundo real muchacho.
Con solo un chasquido, dos de sus hombres me levantaron de mi cama y me sacaron de la habitación sin ninguna resistencia de mi parte.
Era temprano, por lo que era imprudente gritar y pedir auxilio.
Sabía que Anna estaba despechada, ésta era su venganza y pensé en seguir su juego, pero en realidad era mucho peor de lo que imaginé.
Los hombres que me llevaban, se dirigieron a un costado del castillo, a las afueras de éste e hicieron que entrara a un lugar que parecía un establo, pero por dentro era muy amplio y con muchos camarotes donde los soldados se preparaban para recibir órdenes.
Jamás antes estuve en ese lugar.
— ¡Miren quién llego! — Escuché decir a uno de los hombres que estaba ordenando su camarote — Si no es más que el idiota de (Y/N), ¿Por qué no estás disfrutando de tu camita?, ¿Eh?.
Una multitud de hombres me miraban con desprecio, jamás creí que todos me odiarían.
No era precisamente el tipo de recibimiento que esperaba.
Por supuesto, no respondí a sus provocaciones.
Los hombres me llevaron como un delincuente a un camarote, al fondo del estrecho espacio que era este dormitorio común.
— Dormirás arriba — Me dijo uno de los soldados. Traeremos tus cosas de inmediato para que te vistas apropiadamente.
Mientras todos se vestían, yo tan solo podía mirarlos. Nadie me dirigía la palabra, todos parecían ignorarme a propósito.
Pasaron los minutos y ya todos se habían ido; en cambio, yo seguía ahí, no podía salir sin mi uniforme completo, prácticamente estaba en pijamas.
Luego de varios minutos, finalmente un soldado me entregó mi ropa y mis cosas.
— Gracias — Le dije con enojo por su demora. Claramente habían órdenes de que yo perdiera tiempo y estuviera en desventaja comparado con los demás soldados.
Cuando ya estaba listo, pude salir de allí y sumarme a los ejercicios.
El entrenamiento estaba a cargo del Capitán Reidum. Él dirigía todos los ejercicios precisamente en el campo de entrenamiento.
— ¡Todos!, creo que ya lo conocen — Reidum me presentó ante sus subordinados que estaban formados ante él — Su nombre es (Y/N) y a contar de este día será el nuevo cadete de las tropas de Arendelle.
Todos rieron disimuladamente. Esta fue la peor humillación que pude sentir. Jamás tuve un rango oficial dentro del ejército, tan solo era el "compañero de juegos" de Anna, tal vez recibía algunas instrucciones militares, pero siempre estuve bajo las órdenes de los Reyes Agnarr e Iduna.
Por lo tanto, ahora debía empezar desde cero.
Luego de mi breve presentación me formé al último de la fila y esperé las órdenes de Reidum para el entrenamiento.
Aquel día sentí que mi cuerpo se separaba de mi alma, el entrenamiento de Reidum fue excesivo. Su actitud hacía mi era la de un delincuente, me trató como una escoria, pude percibir un poco de rencor y odio por su parte. Era un lado que jamás había visto en él.
Terminé agotado aquella mañana, luego de mi entrenamiento en el campo, se me ordenó limpiar los desechos de los caballos. Luego me enteré que esa era una actividad recurrente entre los cadetes primerizos que ingresaban al ejército. Después de esa asquerosa actividad, lo único que deseaba era que el sol se pusiera en el horizonte para irme a dormir como un bebé.
Llegué al dormitorio junto a los demás soldados después de ir a las duchas. Ellos todavía seguían dispuestos a ignorarme, pero no les presté atención y me dispuse a dormir en el camarote que se me había asigando. Pero lamentablemente mis problemas no acabaron allí, ya que no podía conciliar el sueño como quería. Mi compañero de camarote de la parte baja golpeaba los tabiques de mi cama con su pie de forma bastante violenta y eso me irritó demasiado.
— ¡¿Eres idiota o qué?! — Bajé enojado para encarar al hombre que no me dejaba dormir.
— ¡Aquí no estás en tu camita Princesa!, aquí estás en el infierno imbécil — Se levantó y me empujó hacía atrás para marcar su autoridad en mí.
Aún recuerdo su apariencia: era un joven de mi edad, cabello negro corto y cuerpo atlético.
Todos en el dormitorio hacían sonidos para provocar una pelea entre ambos.
Tontamente caí en esas provocaciones y le di un golpe certero al rostro de mi oponente. Sentí como la sangre hervía por todo mi cuerpo.
El seguía de pie, sus manos cubrían su cara, su nariz estaba sangrando, fue un golpe muy preciso.
— Las pagarás… — Podía escucharse su voz detrás de su mano que intentaba Contener la hemorragia.
Inesperadamente aquel tipo golpeó mi rostro con su otra mano y caí violentamente de espaldas al suelo.
No había tiempo para pensar, el duelo ya estaba en marcha. Así que me levanté lo más rápido que pude y le di una patada en su costilla.
De este modo una pelea bastante agresiva se vio aquella noche. Todos los soldados que estaban allí alentaban a su compañero que hacía frente a mis movimientos.
— ¡¿Qué significa este desorden?! — Se escuchó decir al Capitán Reidum de un segundo a otro.
De inmediato la pelea se detuvo, ambos estábamos golpeados y con manchas de sangre en nuestra ropa.
— Irás al calabozo (Y/N) — El Capitán se acercó hacía mí, culpándome de todo ese pleito que se había formado.
Nada pude hacer para defenderme, ni mis argumentos le hicieron entrar en razón, tan solo quería verme sufrir, estaba escrito en sus ojos.
Así, llegué custodiado por los soldados de Reidum al calabozo.
Pasaron las horas cuando finalmente recobré la razón. Esto no era algo temporal, era algo que podía ser permanente.
Allí lloré, lloré al no creer que esto era real. Lloré al recordar a Elsa. Mi plan oficialmente había fracasado. Elsa volvía a estar sola y la culpa de las muertes de los Reyes asomaban en mi consciencia.
— Si los hubiera convencido de no realizar ese viaje, seguramente seguirían con nosotros — Me repetí esa noche entre llantos hasta quedarme dormido.
Después de aquella jornada tan amarga las cosas empeoraron. Sufría cada vez más los abusos de Reidum y el sentimiento de esclavitud por parte de los otros soldados de Arendelle.
En tanto durante mis días libres las cosas no mejoraban, ya no eran como antes, ya no podía ver a Anna y por ende tampoco a Elsa, así que decidí ir a divertirme al pueblo para emborracharme hasta no poder más. Muchas veces fui llevado al calabozo por desórdenes públicos y por faltas a la moral.
Recibí una dura sanción por parte del Consejo por mis reiterados malos comportamientos. Se me sancionó con la inhabilitación de recibir condecoración, lo que se traducía en que era un cadete hasta que se dijera lo contrario.
Ya nada podía hacer.
Todo estaba perdido para mí.
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De imprevisto, oigo a lo lejos unos pasos llegar hasta mi celda.
La reja se abrió y pude ver al ahora General Reidum entrar sin compañía a mi hogar.
— Cada día te ves más patético (Y/N). Jamás pude explicarme por qué el Rey Agnarr te eligió a tí para servir a la princesa Anna — Su mirada es la de un hombre con resentimientos — Él siempre te consideró a tí para servirles, siempre te defendía en mis reuniones, nunca pude entender la admiración que sentía por tí, y ahora mírate, apestas a alcohol y te has convertido en un bueno para nada.
— ¿Viniste hasta acá solo para decirme eso? — Me pongo de pie con dificultad, los estragos del alcohol se pueden sentir.
— Ver tu cara me da asco, si no fuera por la promesa que les hice a los Reyes de no expulsarte del ejército ni de Arendelle estarías vagando como aquel niño miserable que encontré aquella vez.
— ¿Qué quieres de mí, Reidum?, ¿Cómo es posible que tu corazón sienta odio con alguien que jamás te hizo daño?.
— Te equivocas — Responde de manera tajante — Sé que fuiste tú, tú convenciste a Dyre, mi único hijo de dejar el ejército, él estaba destinado a tomar mi lugar y tú, un estúpido huérfano arruinó su carrera para siempre. Desde ese día ya no tengo hijo y juré que buscaría la forma en las que me las pagarías (Y/N).
— Si fueras un buen padre, entenderías que el destino de Dyre no era ser Capitán ni General, él tenía un sueño y lo logró, con o sin tu ayud…
— ¡CÁLLATE! — Golpeó mi rostro con fuerza. Con el impacto caí de espaldas al piso y cerré los ojos producto del dolor.
— !No tienes derecho de hablar sobre mi hijo¡, ¡Tú no sabes nada!.
No quiero responder a sus palabras, no me importa, sé que gané. En el fondo tengo razón y eso Reidum lo sabe, por ello me odia.
— Pero, no he venido hasta aquí para pelear, he venido por que alguien quiere verte.
— ¿Quién? — Alarmado, abro los ojos.
— La próxima monarca de Arendelle, la Reina Elsa(…)
¿Qué?, ¿Reina Elsa?…espera, ¡Hoy es el día de su coronación!
— (…)Ella pidió tu presencia en la Biblioteca, no me preguntes por qué, pero sé que no la verás con esa ropa, no quiero que se lleve una mala impresión de nuestro ejército al mirar con sus propios ojos al peor soldado de nuestras filas. Levántate y ve a las duchas, allí tendrás tu ropa nueva, debes estar presentable, tienes una hora.
En eso, se va del calabozo y me deja completamente solo.
Mi cuerpo tiembla, las palabras de Reidum resuenan por mi cabeza, hace tres años que no veo a Elsa y hoy es el día de su coronación, de seguro debe estar asustada con todo esto. Si necesita de mi ayuda allí estaré para ella.
Trato de ponerme de pie y camino hacía las duchas.
Tal vez así, pueda despertar de esta terrible borrachera.
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— Vamos (Y/N), no debes tener miedo — Me digo para animarme.
Respiro profundamente para combatir ésta ansiedad que me impide actuar con normalidad.
Miro una vez más mi uniforme, no es tan diferente al de las tropas, pero ésta es nueva y trae consigo una pequeña daga en mi cinturón.
— Debes tocar la puerta, es fácil — Nuevamente hablo conmigo mismo.
Levanto mi mano y golpeo tres veces la puerta de la Biblioteca.
— ¿Quién es? — Oigo ruidos al mismo tiempo la voz de Elsa al otro lado.
Respiro una vez más y me dispongo a ingresar.
Tímidamente, entro a la Biblioteca y veo a Elsa lucir su vestido verde azulado, además de un corpiño verde más oscuro y mangas negras, junto a una capa de color magenta, y por supuesto, su cabello recogido.
Rápidamente mi atención se dirige a sus manos, donde intenta ocultar un candelero y un adorno circular, ambos objetos están levemente congelados.
Elevo un poco más la mirada para ver a Elsa contener el llanto, luce igual que un niño al romper algo valioso.
Su mirada luce impactada al verme.
— (Y/N)… — Intenta contener el llanto con más fuerza.
Rápidamente guarda los objetos de sus manos en su lugar y cubre sus manos con sus guantes antes de correr a abrazarme.
Extiendo mis brazos para recibirla.
— ¡(Y/N)! — Distingo su voz más emocionada. La fuerza que hacen sus brazos al abrazar me estremecen — De verdad eres tú, no puedo creerlo, yo…yo creí que te había perdido.
Libera un llanto de alegría y tristeza a la vez.
— Perdóname, nunca quise abandonarte Elsa. Pensé en tí cada segundo, me sentí culpable por no poder hablar contigo y explicarte toda la verdad, de verdad lo siento mucho.
Ignorando mis palabras Elsa continúa hablando:
— Gerda me comentó que mis padres estaban solos en alta mar, pero mientras pasaban los días no supe nada de tí, creí que tú también estabas en ese barco y que ella nunca me lo dijo. Mi corazón se rompió aquel día, fui incapaz de controlar mis poderes, tú eras mi contención y ya no estabas para mí.
Lleva su cabeza a mi hombro para liberar su llanto de una vez por todas.
Por mi parte, no me siento indiferente con su relato, algunas gotas caen por mis ojos también.
— Ya no estarás sola Elsa, hoy es tú día, todo mejorará, te lo prometo.
La abrazo con más fuerza.
— Por suerte encontré la lista de los soldados del ejército — Continúa su relato — Había una pequeña esperanza dentro de mí que creía que podías seguir con vida, y así fue.
Toma mis manos y se aleja de mí sin soltarlas.
— Permíteme decirte que luces muy bella Elsa — Sonrío ante su belleza natural.
— Gracias — Susurra con dulzura — (Y/N)… me gustaría pedirte algo.
— Todo lo que quieras, hoy es tu gran día.
— ¿Te gustaría ser mi guardia personal por ésta noche?, le pediré al General Reidum tú custodia…claro…si es que quieres.
Pensé en su propuesta por un minuto, con su oferta, mi plan volvía a estar en pie, pero debía jugar mis últimas cartas para que esto funcione.
— Claro qué sí Elsa, si eso te hace sentir felíz.
— Pero, todavía tengo estoy algo inquieta, ¿No tendrás problemas con Anna?.
— Ya no trabajo para ella — Tengo una fuerte presión en mi pecho.
— ¿Qué?, ¿Cuándo ocurrió?, ¿Cómo fue que pasó?.
— Es una historia bastante extensa.
— Si quieres puedes contármela de camino a la capilla, allí será mi ceremonia, quiero saberlo todo.
De manera coqueta ofrece su brazo para que pueda llevarla.
Obviamente acepto su invitación y ambos salimos del lugar.
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