Parte 1: Capítulo 12
— Vamos Elsa, respira con tranquilidad, sé que puedes hacerlo — Susurro para hacer el mínimo ruido dentro de su habitación.
Elsa, vestida con un largo vestido morado oscuro y con su cabellera tomada realiza movimientos circulares con sus manos, en éstos puedo ver como está controlando un suave rayo de hielo. Sin embargo parece estar un poco incómoda.
Sus ojos no dejan de mirarme, puedo ver el miedo que me transmiten.
Luego de muchos años y en contra de las reglas de sus padres, pude convencerla de utilizar sus poderes libremente, claro, manteniendo un cierto control sobre ellos. Es un proceso lento que requiere dedicación y disciplina.
— Yo…creo que no podré — Sus palabras me refuerzan el miedo a lo desconocido. Sus manos tiemblan.
— No debes rendirte Elsa, no debes tener miedo, un poco más, tú puedes.
Ella cierra sus ojos, y en un gesto rápido detiene el movimiento de sus manos. Pero inexplicablemente el rayo de hielo es lanzado a la pared y se destruye en mil pedazos, dejando una estela de copos de nieve a su alrededor.
— Lo siento — Elsa mira sorprendida — Creo que no deberíamos hacer esto, es muy peligroso.
— No Elsa, debes tener confianza en ti misma, solo así podrás controlarlos.
— Pero siento que a este ritmo no lograré nada — Juega con sus manos entre sí.
— No decaigas Elsa, vas progresando — Trato de subir su moral.
— ¿Lo dices en serio?.
— Sería incapaz de mentirte Elsa. Ya diste el primer paso, trabajaremos más duro para que puedas controlar tus poderes y reencontrarte con Anna.
— Es lo que más anhelo.
Se acerca serena a su mesita de noche donde tiene sus guantes de satín. Luego de ponérselos, abre una pequeña caja donde guarda la roca en forma de corazón que le regalé de mi último viaje con Anna al bosque.
— No pensé que te gustaría tanto esa roca — Sonrío.
— Me hace recordar el mundo exterior — Toca la roca con sus finas y elegantes manos cubiertas por los guantes.
— Ansío llevarte a recorrer el bosque de Arendelle, es un lugar muy bello.
— Sería hermoso, quisiera correr y jugar como lo hacía cuando niña.
— Lo haremos Elsa, y te prometo que será el mejor día de tu vida.
Elsa no puede evitar sonreir. Mi corazón late al verla felíz. Su perfecto rostro de piel blanca y de ojos azules me atraen al igual que el primer día en que la conocí.
— ¿(Y/N)?.
—¿Sí?.
— ¿Qué más ocurrió entre tú y Anna en ese lugar? — Me pregunta con curiosidad mientras se recuesta en su cama. En tanto, yo me siento al borde de éste.
Me causa sienta extrañeza que decida dormir con los guantes puestos.
— Nada más, ya te he contado toda la historia. Por suerte nadie notó nuestra ausencia y los guardias no estaban por los pasillos de regreso.
— ¿Pudiste recuperar tu caballo?.
— Regresó al establo por su cuenta — Suelto una carcajada.
— ¿Qué hay de ese tal Kristoff?, ¿Es guapo?.
— Creo que es tipo de hombre que le gustaría a Anna. Sentí una enorme conexión entre ellos.
— Me alegra saber que Anna haya encontrado a alguien — Libera un bostezo.
— Y tú también lo harás algún día Elsa, la persona quien decida estar contigo será muy afortunado al tenerte y de seguro te valorará por tus sentimientos.
— ¿Y qué hay de tí?, ¿Ya has encontrado a esa persona especial? — Realiza una contrapregunta que me deja totalmente expuesto.
— Yo…este…no…no he encontrado a nadie aún — Desvío la mirada de Elsa.
Claramente le mentí, me encantaría gritar mi amor por ella. Elsa siempre será la primera para mí y jamás podría fijarme en otra mujer que no fuera ella.
— ¿Lo dices en serio?, ¿Nadie?. Eres muy apuesto, de seguro debes tener muchas admiradoras.
— De verdad Elsa. No estoy interesada en nadie, solo pienso en servir a Arendelle.
— Ya cambiarás de opinión, y la chica que decida estar contigo será muy felíz a tu lado. De seguro tendrán hijos y serán una gran familia — Sus ojos muestran una especie de compasión ante mí.
No puedo evitar sentir algo de angustia al escucharla. Sus palabras me hicieron sentir melancólico.
— Creo que ya es hora de irme, amanecerá en unas pocas horas — Cambió radicalmente el tema.
— Me gustaría que no te fueras — Me mira un tanto apenada — Desearía poder quedarme contigo hasta el amanecer, sin preocuparme de nada ni de nadie.
¿Eso fue una proposición?. ¡No!, no es posible. De seguro escuché mal.
Pero aún así, no puedo evitar recordar aquellos íntimos momentos que viví junto a Elsa como matrimonio.
Seré fuerte y lucharé contra estos sentimientos. No puedo estar con Elsa, el peligro que le depara a Arendelle si sigo aquí es demasiado grande. Cada día estoy convencido de que tomé la la decisión correcta: Seguir con mi plan de ayudar a Elsa a controlar sus poderes para que pueda vivir con tranquilidad junto a Anna.
— Es hora de irme.
— Está bien, tu ganas, no insistiré — Trata de conciliar el sueño.
— Lo siento. Que tengas buenas noches — Me acerco a Elsa para besar su frente.
— ¿Qué fue eso? — Se sonroja la Princesa después de sentir mis labios.
— ¡Lo siento mucho Elsa!, realmente no sé en que estaba pensando.
¡¿Cómo pude ser tan idiota y actuar así?!.
— Hace tiempo que no recibía tales muestras de afecto, gracias — Cubre su frente con sus finos dedos.
Claramente no es la reacción que esperaba, pero aún así, debo ser cuidadoso.
— Me iré antes de hacer algo incómodo.
Camino rápidamente sin mirar atrás hacía la puerta de la habitación y salgo de allí de forma apresurada.
Mi corazón late como si hubiera corrido una hectárea.
Cierro los ojos para procesar lo ocurrido.
— ¿Realmente podré alejarme de Arendelle?. De algún modo seguiré vinculado emocionalmente al Reino.
Mi pecho se contrae al pensar en que habría sido de mí si no hubiera llegado a este lugar. Seguramente habría decidido volver y mirar por última vez a Elsa y Anna.
Bobamente, algunas lágrimas salen por mis ojos.
Lloro con melancolía, ahora he tenido una segunda vida en Arendelle. Además de ser tratado de forma amable por todos, he realizado cosas que nunca imaginé: Convertirme en el único amigo de Anna y ser la compañía de Elsa en su encierro.
Esos son recuerdos que siempre atesoraré.
Sé que algún día, Elsa crecerá y encontrará a alguien que realmente la aprecie por lo que es y no por sus poderes. Pero aún así me duele de tan solo pensar en la idea de que Elsa esté con otra persona y que no sea felíz.
Si tan solo pudiera saberlo, realmente mi corazón estaría en paz.
Seco mis lágrimas, para volver a mi puesto de trabajo.
Camino a las afueras de la habitación de Anna, hasta que sorpresivamente las puertas de la habitación se abren, dejándome ver a Anna con el cabello desordenado y vestida con su pijama de color verde.
— (Y/N), ¿Estás bien? — Su voz suena preocupada.
No puedo pensar en ninguna excusa que justifique mis ojos hinchados , claramente mi rostro denota que estuve llorando. Aún así es algo que no puedo explicar.
— No es nada, no debes preocuparte Anna — Le digo con una voz un poco desanimada.
— Ven, quiero ayudarte, si me lo permites — Anna toma asiento en el piso del pasillo, dejando la puerta de su habitación abierta.
Sin responder, me siento a su lado.
Inesperadamente, Anna suavemente hace llevar mi cabeza en su regazo.
Cierro los ojos al disfrutar de esto.
Con sus dedos acaricia suavemente mi cabello.
— ¿Recuerdas la vez que nos conocimos (Y/N)? — Susurra.
— Lo recuerdo, fue al día siguiente que el Capitán Reidum me trajo al castillo — Respondo calmado.
— Sí, jugamos mucho ese día. Aún recuerdo cuando dije que te cuidaría.
— ¿Recuerdas eso?, increíble, ya lo había olvidado — Con cada movimiento de sus dedos me siento cada vez más relajado.
— Desde ese entonces fuiste tú quien siempre cuidó de mí, has sido mi contención todos éstos años y jamás pude retribuirte de algún modo. Siempre soñé con que éste momento llegara.
Ahora sus dedos acarician mi mejilla, siento unos ligeros escalofríos en mi cuerpo.
— No me debes nada Anna, eres mi amiga, los amigos hacen cosas sin esperar nada a cambio.
— Pero aún así me sentí culpable por no saber la forma en que podría compensar todo lo que has hecho por mí. Gracias a tu compañía pude divertirme de nuevo y además tuve la oportunidad de salir del castillo luego de muchos años
— No es nada… — Bostezo debido a sus caricias que me relajan.
— Siempre puedes contar conmigo (Y/N), es la primera vez que te he visto llorar a estas horas de la noche. Me gustaría conocer el motivo de tus lágrimas.
— ¿Cómo sabes que no he llorado por las noches? — Asustado, interrumpo este emotivo momento y elevo mi cabeza para mirarla a los ojos. Tengo el temor de que me haya visto ingresar a la habitación de Elsa en algún momento.
— Yo…este… — Sus ojos se abren y sus mejillas pecosas se tornan rojas — Desde que era niña…abro ligeramente mi puerta en medio de la noche…para observarte.
— ¿Por qué haces eso? — Me sentí vigilado y paranoico.
Respira profundamente para continuar:
— Cuando tengo pesadillas, abro ligeramente mi puerta para verte pasar por afuera de mi habitación. Así me siento segura y vuelvo a dormir.
— ¿Has hecho esto desde que llegué a Arendelle?
— Sí — Sonríe avergonzada.
— ¿Solamente esperas a que yo pasé enfrente de tú habitación para volver a dormir?.
— Así es, es lo único que me hace olvidar mis pesadillas y volver a la cama.
Ahora me siento mucho más tranquilo. No sabría cómo explicar si me viera saliendo de la habitación de su hermana.
— Me conmueves Anna, en serio, es algo muy enternecedor — Mis músculos se relajan al saber que jamás me ha visto ingresar a la habitación de Elsa. Este es el mejor momento para decírmelo, de algún modo podría unir todas las piezas de un rompecabezas.
— ¡Basta! — Se muestra avergonzada — ¡Era mi gran secreto!.
— Pierde cuidado, no le diré a nadie — Me burlo de ella.
— Eres de lo peor — La mirada fulminante deja ver un adorable enojo — Volveré a dormir, buenas noches.
Un tanto avergonzada y enojada Anna se pone de pie.
— Buenas noches, estaré aquí por si vuelves a tener pesadillas — Muestro una sonrisa burlesca.
— ¡Callate! — Cierra avergonzada la puerta.
— Realmente aprecio tu apoyo Anna. De algún modo m hiciste olvidar todas mis penas. Necesitaba que alguien se preocupara por mí.
Me pongo de pie y vuelvo a mi rutina.
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