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Parte 1: Capítulo 10

Un nuevo día, una nueva jornada.

Miro a través de la ventana el sol salir entre las nevadas montañas.

El invierno ha llegado por fín a Arendelle

Ha pasado muchos años desde que el hombre de capucha negra me envió de regreso a este lugar.

Muchas cosas han ocurrido desde aquel entonces:

Para empezar, mi cuerpo ha crecido, ahora puedo decir que soy más fuerte que antes.

Segundo, desde mi llegada a Arendelle, mis sospechas se hicieron realidad, los planes de la Reina Iduna de crear un orfanato se cumplieron. Muchos niños sin hogar encontraron un lugar acogedor donde pasar su niñez. En varias ocasiones tuve la oportunidad de acompañar a la Reina en sus visitas al lugar.

Tecero, he tenido una vida llena de privilegios. Jamás tuve que practicar junto a los soldados de Arendelle, Niels antes de retirarse me entrenaba personalmente en el campo de entrenamiento. Mis funciones siempre estuvieron relacionados a la custodia de Anna y en algunos casos a labores de vigilancia en las calles y al perímetro del castillo, siempre bajo la atenta mirada de Reidum.

Cuarto, algo que jamás he logrado comprender hasta el día de hoy, es el por qué el Reino de Agder desapareció completamente. De haber existido mi vida habría sido totalmente diferente a lo que es ahora.

Finalmente, pude conocer a Anna y a Elsa con profundidad durante éstos años. He compartido mucho con ellas que he llegado a entenderlas del todo, conozco sus fortalezas y sus debilidades.

Además, de pasar  la mayor parte del tiempo con Anna, he pasado dos noches por semana ayudando a Elsa a controlar sus poderes, coincidiendo mis tiempos de guardia nocturno como la de apoyo emocional  hacia la Princesa de cabellos rubios.

Todo comenzó en una noche mientras hacía mi ronda. Vi asomarse a Elsa por la puerta de su habitación, al principio charlamos de todo, al igual que Anna me preguntó de donde yo provenía, a lo que respondí que viví deambulando de lugar en lugar.

Ella también decidido contarme toda la verdad sobre la relación entre Anna y ella, que sus poderes le impedían verla por órdenes de sus padres.

La convencí de que sus poderes eran un regalo de la naturaleza y que no debía contenerse. Para demostrarlo le ofrecí mi ayuda para que tuviera la confianza necesaria para utilizarlos.

Pero en días como hoy, siento pena por Elsa. Afuera hay todo un mundo por explorar y lamentablemente debe quedarse en su habitación, con la moral muy baja y con el permanente recuerdo de estar encerrada precisamente por sus poderes.

Debo buscar la manera de subir su moral y así seguir con mi plan de reunir a Elsa y Anna a la brevedad posble. Sólo así podré irme de Arendelle con la tranquilidad de saber que todo estará bien.

No dejo de repetir eso en mi cabeza.

En fín, debo proseguir con mi vida.

Hoy es una día muy importante para el Reino, es el aniversario de Arendelle. Hay un ambiente de algarabía y festejo que se deja sentir por cada rincón del pueblo.

Por suerte, es mi día libre. Luego de varios años de insistencia de su parte, le prometí a Anna meses atrás que buscaría la forma de sacarla del castillo para que pudiera vivir por primera vez las fiestas nacionales desde que era niña.

Es el mejor momento para hacerlo, sus padres estarán en el puerto de Arendelle para la celebración y la seguridad del castillo será mínima como todos los años.

Es extraño, pero antes de llegar a esta época, no tuve muchas oportunidades de salir a solas con Anna, siempre estábamos junto a Kristoff y Elsa.

— En fín, debo marcharme. Anna me espera — Digo antes de vestirme y salir de la habitación.

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— Anna, ¿Ya estás lista? — Golpeo la puerta de su cuarto.

— En un momento — Se oye decir desde el otro lado.

Pasaron pocos minutos para que Anna saliera lentamente de su cuarto, vestida con una capa con una capucha verde oscuro en su cabeza.

— ¿Estás segura que quieres salir?, puede ser peligroso si alguien te reconoce.

— Estoy segura, hace años que no he salido del castillo, y hoy el Reino está felíz y quiero vivir esa experiencia también — Veo el brillo en sus ojos.

— Bien, será inútil convencerte de no ir. Solo espero que tus padres no nos vean, o si no estaré en serios problemas.

— ¿Qué?, ¿Acaso tienes miedo de que nos vean juntos? — Anna se burla de mí.

No puedo evitar sonrojarme, claramente se malinterpretó mi preocupación.

— ¡No, no, no!…no me refería a eso…ya sabes, no debes estar afuera y…

— ¡Vamos (Y/N)!, fue una pequeña broma, no hay necesidad de estar alterados — Libera su atractiva risa juvenil.

— Bien —suelto un bufido — ¿Lista?.

— ¡Lista! — Anna se asegura de mirar por el pasillo que no haya ningún guardia vigilando.

Caminamos sigilosamente por el pasillo. Anna se adelanta de mí, mientras yo me detengo brevemente en la puerta de la habitación de Elsa.

— Te traeré algo — Susurro.

— ¿Dijiste algo? — Pregunta Anna.

— No, nada. Debemos salir por las puertas traseras del castillo, mi caballo está allí.

— ¡Entendido! — Confirma confiada la joven princesa.

Por suerte, no nos fue difícil salir del castillo. La mayoría de los soldados se encuentran celebrando el aniversario del Reino, por lo que nos da la vía libre para subir.

Subo primero, para después subir a Anna también.

— Sostente, saldremos de aquí a toda prisa.

— ¡Lo haré! — Lleva sus manos a mi abdomen.

A decir verdad, estoy un tanto nervioso, hace bastante tiempo que una chica tocaba mi cuerpo.

Rápidamente, mi caballo corre en dirección al pueblo.

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— No puedo creer que los ciudadanos de Arendelle estén tan felíz

— Por favor Anna, baja la voz — Le comento entre la multitud que se encuentra en el muelle, a lo lejos los Reyes Agnarr e Iduna custodiados por algunos soldados, entregan un pequeño discurso a los aldeanos.

Está celebración es de las pocas en las cuales se deja ver parte de la familia real. Tal vez por ello la popularidad de ambos era tan recordada, hacían de ésta festividad un evento cercano y de carácter familiar.

— No puedo contenerme, es la primera vez que salgo del castillo, Arendelle es más hermoso de cerca.

— Ahora que recuerdo, debo visitar a alguien, ¿Crees que puedes estar sola unos minutos?, procura que no te reconozcan.

— Por favor (Y/N), ya no soy una niña, puedo cuidarme sola. Aunque aun así, disfruto mucho de tu compañía.

— Confió en tí, regreso en seguida.

Escapando de la multitud, llego a la calle principal de Arendelle.

Como es un día bastante especial, la mayoría de los ciudadanos se encuentran en el puerto, lo que me da la ventaja de caminar libremente.

Me detengo en la tienda de sastres, sonrío al verla. De inmediato, me dispongo a entrar.

Como era de esperar, la campana avisa de mi ingreso al lugar.

— ¡(Y/N)!, ¡Que alegría verte!.

— Lo mismo digo Dyre.

— ¿A qué debo tu visita?

— Solo venía para saber cómo estabas.

— Han sido meses difíciles, ya sabes, mi padre no quiere verme ni siquiera en pintura.

— Debió ser muy duro para tí.

— Hay veces en que debes correr riesgos si es que quieres alcanzar tus sueños amigos. Pero te agradezco, sin tí jamás hubiera podido enfrentarme a mi padre. Mi sueño siempre fue ser sastre, y ahora como aprendiz tengo la posibilidad de convertirme en uno.

— No sabes cuanto me alegra oírte decir eso. Tal vez no estabas hecho para ser un soldado.

— Eso es cierto, ¿Cómo está todo afuera?, me encantaría salir de aquí, pero no puedo, ya sabes, estoy cuidando la tienda.

— La gente está muy alegre. Jamás los he visto así.

— El espíritu de Arendelle se basa en la felicidad. Mientras más escuches e interactúas con las personas, se sentirán más considerados. Es nuestra forma de gobernar un Reino y no a través de la guerra.

Estoy asombrado ante la reflexión de Dyre. Me cuesta creer que el Capitán Reidum haya decidido perder el contacto con su propio hijo.

Eso es algo que como padre jamás podría hacer.

— Bien, me voy. Debo volver al castillo.

— Buena suerte amigo, gracias por visitarme. Te confeccionaré un traje a medida cuando gustes.

— Lo tendré en mente. Nos vemos.

Salgo de la tienda y me dirijo a toda prisa hacía el muelle en busca de Anna.

Se siente bien, hacer algo por alguien de vez en cuando. Tuve muchos prejuicios contra Dyre la primera vez que lo conocí, pero al conocerlo, supe que era un títere de su padre, me alegra que sea felíz.

Cansado, llego al muelle donde toda la gente se encuentra celebrando, el alcohol está por todas partes y la gente parece estar más felíz que nunca.

Me hago paso entre todas las personas en busca de la Princesa. No puedo elevar mucho la voz, hay muchos soldados de Arendelle deambulando. Si supieran que estoy buscando a la hija de los Reyes Agnarr e Iduna, estaría en aprietos.

Tratando de disimular mi inquietud, miro fijamente a cada persona que veo en busca de la joven de cabello rojizo.

— Vamos Anna, ¿dónde estás? — susurro al no encontrarla.

La ansiedad se apodera de mi. Cada persona que veo me produce una mayor angustia al no ser ella.

Ya no tengo más opción, he dado vueltas en círculos. Creo que lo mejor será gritar.

— ¡ANN…! — Siento una mano proveniente detrás de mí que me impide gritar.

— ¡Boo! — Oigo la voz de Anna.

Volteo y para mi tranquilidad mis ojos reconocen a Anna con su rostro cubierto por su capucha.

— Por favor Anna, me asustaste.

— Te estuve siguiendo detrás de tí todo este tiempo, jamás creí que te atreverías a gritar de esa forma —  Deja ver su sonrisa. Me alegro tanto verla felíz y no en peligro.

Respiro profundamente antes de continuar:

— Si algo te llegara a pasar Anna, no me lo perdonaría jamás — Pienso en lo difícil que sería informarle a Elsa de que por mi culpa su hermana está en peligro. De seguro que me odiaría

— Te ves adorable cuando te preocupas, ¿Lo sabías (Y/N)?.

— ¿Eh?…¡Ya basta Anna!, ¡Esto es algo serio!.

— ¡Lo hiciste de nuevo!, te ves muy adorable así — Se abalanza sobre mí para abrazarme.

Desprevenido, tan solo puedo corresponder a su abrazo y no alejarla como quería.

— Siempre has sido bueno conmigo (Y/N), tengo mucha suerte de tenerte como amigo — Distingo sus palabras entre el ruido de la multitud.

— Yo también Anna, yo también — Susurro.

Ambos nos quedamos así por unos minutos. Hasta que Anna en un movimiento rápido. Se separa de mí. Observo como su cara está un tanto sonrojada.

Cuando me disponía a alejarla del muelle, Anna vuelve a hablar.

— ¿Crees que puedas acompañarme a otro lugar? — Propone la Princesa.

— Pensé que querías estar aquí, junto a Arendelle en este día tan especial.

— Sí, pero hay otro lugar que siempre quise visitar — Junta ambas palmas para suplicarme.

— No tengo más opción — Me resigno — ¿Dónde quieres ir?.























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