Capítulo 8
Hay un silencio incómodo entre los tres. Nadie se atreve a pronunciar ni una sola palabra. Anna y Kristoff intentan no hacer contacto visual conmigo, miran las cadenas que amarran mis piernas y brazos.
Anna toma valor y rompe el hielo.
- ¿Porqué no luchaste contra los guardias (Y/N)?.
Miro fijamente a sus ojos.
- Anna, a veces tienes que hacer cosas que no estás de acuerdo, pero sabes que es lo correcto.
- ¡¿Acaso es correcto estar encerrado en una mazmorra por algo que no has hecho?! - me regaña Anna.
- No podía luchar contra ellos, sé lo que piensan de mí, ví la forma como me miraban.
- Yo no creo en esas cosas que dicen sobre tí, que eres un asesino, que has matado a gente inocente, que eres un demonio...
- Si lo soy ... - interrumpo - todo eso es real, por eso merezco estar en este lugar.
Kristoff intenta pronunciar algunas palabras, pero bruscamente lo interrumpo.
- Chicos, sé que intentan convencerme de que deje este lugar, soy un monstruo y nadie podrá hacerme creer lo contrario. Por favor se los pido váyanse de aquí.
Sin debatirme ni una sola palabra, los dos se retiran de mi celda. El guardia cierra con llave y se va. Miro a través de una pequeña ventana la luna salir entre las montañas. Una lágrima recorre por mi mejilla, a veces creo que hago un bien al estar alejado de los demás.
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Anna y Kristoff caminan por los pasillos del castillo intentando procesar lo que dijiste, ven a Gerda golpeando la puerta de la habitación de Elsa.
- ¿ Que sucede Gerda? - pregunta Kristoff intrigado.
- Estoy muy preocupada por Elsa, ella se ha encerrado en su habitación, Kai me dijo que hubo una discusión durante la reunión del consejo. Por favor hablen con ella, creo que ustedes pueden convencerla.
- Lo haremos Gerda, no dudes de ello - tranquiliza Anna a Gerda. Para Anna, Gerda es como su segunda madre, ella fue quien las cuidó junto a Kai luego del fallecimiento de los reyes hasta que Elsa cumpliera los 21.
Como si fuera coincidencia Olaf llega al momento que Gerda se retira para reanudar sus labores.
- Hola chicos, ¿Que están haciendo afuera de la habitación de Elsa? - consulta Olaf con entusiasmo.
- Olaf, Elsa está mal. El general Reidum encerró a (Y/N), vamos a reanimarla para que se sienta mejor - dice Anna.
- Creo que Elsa necesita uno de mis cálidos abrazos para que se sienta mejor - aporta Olaf inocentemente.
- Eso espero Olaf, eso espero - suelta Kristoff un bufido.
Anna toca la puerta. Elsa no responde.
- Elsa somos nosotros, abre por favor - suplica Anna.
Pasan los minutos y Anna insiste:
- Elsa te lo pido, abre la puerta, acabamos de hablar con (Y/N), creo que eso te ayudará.
Al instante, las puertas de la habitación se abren, una ráfaga de viento azota sus rostros. Esa manifestación sólo augura que Elsa está peor de lo que se creía.
Los tres entran a la habitación. Notan que las paredes y los muebles están cubiertos por una capa de hielo, el lugar está helado, cae escarcha por toda la habitación. Elsa se encuentra sentada en el piso, apoyada en la pared con sus rodillas a la altura de su pecho, y sus brazos encima de sus piernas donde puede ocultar su rostro de los demás.
- Elsa ¿Te encuentras bien?, venimos a ayudarte - se acerca tímidamente Anna a su hermana.
Elsa levanta su cabeza, notan que estuvo llorando por un buen rato.
- Anna, agradezco que quieras consolarme, pero no hay nada que pueda hacer al respecto, todo esto es culpa mía.
Anna se agacha para quedar a la misma altura que su hermana.
- No tienes que culparte por lo que pasó Elsa, tu no tuviste la culpa.
- Yo soy la culpable de que (Y/N) esté en la mazmorra , Reidum ocupó una orden real, eso me hace a mí responsable de todo - vuelve a llorar Elsa.
- ¿Pero podrás arreglar esto? - pregunta suavemente Kristoff.
- Eso es imposible, el tratado de defensa real no puede ser interferido por el rey, el general Reidum tiene libertad de acción para actuar como desee con los prisioneros. Soy una tonta, de seguro que (Y/N) me odia.
- Elsa, él no te odia. Cuando fui a buscarlo antes de que los soldados lo hicieran, (Y/N) se negó a luchar, me dijo que lo hacía por tí.
Elsa mira con incredulidad las palabras de su hermana.
- ¿Por mí?.
- Sí, sé que en el fondo sabe que no fue tu culpa, por eso no ofreció resistencia.
- ¿Te dijo algo más? - pregunta Elsa mientras seca sus lágrimas.
- Nos dijo a Kristoff y a mí que merecía estar en la mazmorra, confirmó todas las cosas que se dicen de él, se autodenominó como un monstruo.
- ¡No!, no es un monstruo, ¡yo sé que no lo es! - Elsa retira el collar de su cuello y lo muestra - ¡un monstruo no me regalaría esto!, un monstruo no participaría en un concurso de bebidas sólo para comprarme esto. Él no es monstruo, sé que todas las historias que se dicen son falsas - Elsa vuelve a formar lágrimas en sus ojos.
Kristoff tiene un nudo en la garganta con la última declaración de Elsa.
- Elsa ... no creo que deba decirte esto pero debes saberlo... el día que (Y/N) me salvó de esos bandidos, vi como miraba el fuego que tenía para pasar la noche, lo estuvo observando por unos segundos, de inmediato cargó su ballesta y les disparó, al instante el fuego había vuelto a la normalidad.
Anna aporta con otro comentario.
- Yo también tengo algo que decir. Cuando caí al agua helada sentí con el último de mis energías a (Y/N) abrazarme y liberar una gran cantidad de calor.
- Yo también vi algo parecido - dice Olaf.
- ¿Que viste Olaf? - todos se preguntan.
- Vi a (Y/N) esta mañana en el campo de entrenamiento que está afuera del castillo, se sacó sus guantes y les dio vida a unos muñecos. Casi lo matan, pero decidí distraerlos entre los arbustos hasta que (Y/N) pudo recuperarse y así atacarlos.
Elsa no puede creer que todo lo que dicen acerca de tí sea cierto.
- Tal vez (Y/N) tenga poderes, pero eso no demuestra que pueda transformarse en una especie de demonio - dice Elsa con una voz temblorosa.
Olaf se acerca a Elsa y le da un abrazo para aliviarla. Elsa por su parte responde al abrazo.
- ¿No deseas visitarlo? - pregunta Anna.
- No Anna, no creo que tenga el valor para mirarlo a los ojos, esperaré hasta mañana para hacerlo, ahora solo quiero estar sola.
Los tres se retiran de la habitación, no era lo que esperaban, pero ciertamente lograron consolar a Elsa con la ilusión de que mañana sea un día mucho mejor.
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- ¿Que vamos a hacer con nuestro invitado Dyre? - pregunta el general Reidum a su hijo.
Ambos están de pie en la oficina personal del general, separados físicamente por un escritorio.
- Pues no lo sé padre, no es cualquier persona, es un ex oficial de Adger - Responde el capitán Dyre.
El capitán Dyre, es la segunda persona más joven en tener un cargo de importancia junto a la reina Elsa, el capitán es un hombre de 25 años, cabello negro y ondulado, físicamente delgado pero con una gran fuerza.
- Esta persona se nos está volviendo un problema, no tenemos la certeza de que las leyendas sean ciertas y de lo que es capaz de hacer. Además a partir de la reacción que tuvo la reina Elsa durante la reunión, puedo inferir que ella está interesada en él, algo que no tú no has podido hacer Dyre.
- Lo sé padre, no ha sido fácil para mí acercarme a la reina.
- No puede ser que mi muchacho, que ha sido prácticamente criado en este lugar no pueda entablar una sola conversación con la reina, mientras que un forastero llega y en unos días casi la enamora - dice Reidum con un tono bastante molesto.
Dyre no tiene palabras para rebatir lo dicho por su padre.
- Necesito un trago - Reidum alcanza una botella de vino y se sirve una copa, mientras que su hijo reflexiona sobre la situación.
Después de unos minutos de silencio Dyre tiene una idea.
- ¡Lo tengo!, es arriesgado pero servirá. Ningún soldado de Adger ha desertado y ha vivido para contarlo y si está aquí significa que está escapando de algo - deduce Dyre.
- ¿Que propones finalmente?.
- Propongo que entreguemos a nuestro invitado a Adger, que ellos vengan y se lo lleven.
- Me parece una excelente idea, escribiré una carta informando que tenemos a ese sujeto aquí. Durante estos días nadie podrá acercarse a él hasta que los de Adger hayan llegado, ¿Entendido?.
Reidum ata la carta a la pierna de su halcón mensajero que está en una jaula en su oficina, el ave es sacado de su jaula y es llevado a la ventana, el halcón vuela en dirección a Adger.
- Bien, esperaremos algunos días hasta que llegue esa ave con nuestra respuesta - dice Reidum satisfecho.
Los dos toman asiento y beben un vaso de vino mientras conversan. Pasan 30 minutos cuando el ave vuela de regreso, trae consigo un papel en su pierna.
- Pero... ¡que diablos! - exclama Reidum - el ave tenía que volver en 4 días.
Dyre retira la nota de la pata del halcón. Lee el papel detenidamente.
- Padre, tienes que leer esto.
Reidum se acerca a su hijo.
«Agradezco la información sobre su prisionero, estaremos allí mañana a primera hora.»
- Algo muy extraño está ocurriendo aquí Dyre, pero con tal de no ver nunca más a ese imbécil, esperaremos a mañana.
Nota del autor:
Me gustaría agradecer a cada uno de ustedes por leer mi fanfic, tengo grandes tramas en mente para darle vida a esta historia.
Segundo, pedir disculpas por que en el primer capítulo señalé que tenía la intención de hacer el lector unisex, pero prácticamente quedó como un lector masculino.
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