Capítulo 7
Entierro el cuerpo del capitán Enok a las afueras de Nidaros. Le dí una santa sepultura como se merece.
Mi momento de concentración se ve interrumpida por el ruido de unos caballos galopando hacía mí, lo cual me indica que tendré que marcharme, lo más probable es que sean soldados de la guardia real de Nidaros.
Recorro algunos minutos por un extenso bosque, el dolor de perder a mi única figura paterna me destruye por dentro, pero además el miedo recorre por todo mi piel por el solo hecho de no poder controlar mi transformación.
Detengo mi marcha y me siento en la mitad del camino, pongo mis manos sobre mi cara y lloro desconsoladamente.
Unas bolas de fuego se crean desde mi manos que va creciente cada vez más. Es la misma sensación que tuve cuando destruí el orfanato.
Me levanto e intento mantener el control de mis poderes, pero mis sentimientos de pena y angustia van creciendo.
Las bolas de fuego salen disparadas de mis manos, encienden los árboles del bosque al instante.
Escapo del bosque antes de que quede calcinado, el fuego se extiende por todos lados.
A la distancia veo el bosque incendiandose, es increíble que tal escena fue provacada por mí. Ahora me queda un largo viaje antes de llegar a Adger, pensaré en como decirles a todos que asesiné a todo nuestro pelotón y que la muerte del capitán Enok fue culpa mía, me espera una larga condena...
Mi regreso a la ciudad fue mucho más larga de como estaba programada, me demoré cinco días en volver, tenía que ganar tiempo, pero aunque quiera o no, no podía evitar el momento de explicar lo sucedido al rey.
Estoy al frente del castillo, el guardia me recibe, no pregunta por mi pelotón, asume que fuí enviado como mensajero.
Camino por los pasillos del castillo hasta llegar a la oficina del rey.
Abro la puerta y él se encuentra en su silla con su consejo real.
- ¿(Y/N)?, no te esperaba aquí tan pronto, caballeros si me permiten quisiera hablar en privado con mi oficial ballestero - se dirige a sus hombres más cercanos.
Sus hombres se retiran de su oficina, yo soy el primero en hablar.
- Su majestad, tengo muy malas noticias para usted ... hemos fracasado con la invasión a Nidaros, nuestros hombres han caído en batalla ...
- ¿QUEE?, ¿CÓMO SUCEDIÓ?, ¡QUIERO HABLAR CON EL CAPITÁN ENOK!- grita el rey Ragnar con furia, nunca en su larga vida como rey sus ejércitos habían fracasado en una misión, esto fue como un ataque a su orgullo.
- Creo que no va a ser posible su majestad - digo estas palabras con un ligero tono de pena - el capitán Enok ha fallecido en combate. Cierro mis ojos para evitar llorar.
- Pues me alegra que esté muerto ese bueno para nada - dice el rey de manera despectiva - hizo lo correcto en morir en combate, lo habría desterrado de inmediato si hubiera llegado aquí contándome las malas noticias como tú ahora.
Mis ojos se abren al oír esto, no es posible que el rey Ragnar hubiera sido capaz de desterrar a su hombre más leal por el simple hecho de no conquistar una ciudad. Este hombre realmente era malvado.
- Honestamente (Y/N), si me permites comentarte que el capitán Enok nunca fue de mi agrado, era un bueno para nada, un hombre con falta de ambición, un imbécil, además siempre tuve la sospecha de que estaba conspirando contra mí, por eso durante tantos años lo enviaba a conquistar otros lugares, pero siempre volvía con vida. El lado bueno de esto es que ganaba en ambas situaciones: si moría me deshacía de él; y si volvía tenía un nuevo territorio a mi merced - ríe al decir esto.
No podía soportar que tratara así a una de las pocas personas buenas dentro de este asqueroso reino. Evité a toda costa lanzar una llamarada sobre él, cerré mi puño y lo golpeé en su rostro, el rey cayó de su asiento gracias al impacto del golpe.
El rey Ragnar se levanta y veo que está sangrando por la nariz. Se prepara para gritar.
- ¡GUARDIAS!.
De inmediato sus hombres llegan a nuestro lugar. Levanto las manos aceptando mi delito, pero con una gran sonrisa al limpiar el nombre del capitán Enok, si tan sólo hubiera visto como era ese hombre, de seguro hubiera hecho algo al respecto.
- Guardias, llevense al oficial (Y/N) de aquí, queda arrestado por agresión a la autoridad real.
Sin defensa alguna, los guardias aplicaron toda la brutalidad sobre mí antes de llevarme a la mazmorra. Me quitaron todas mis pertenencias antes de quedar tras las rejas.
Mi estadía en la mazmorra no fue la mejor, estuve casi dos semanas encerrado en ese lugar. Los guardias me alimentaban cuando ellos querían y era tratado peor que un delincuente. Mi única compañía en ese lugar eran muñecos de trapo sucios, ocupé esos muñecos con el propósito de practicar mis poderes como lo había hecho antes. A partir de ese día y sin saber como, les di vida a esos muñecos por corto tiempo, eso me ayudó a mantener la cordura dentro de ese lugar.
Cada cierto tiempo me visitaba el hermano del rey Ragnar, Hrolf, el consejero personal del monarca, considerado algunos como el verdadero gobernante de Adger ya que él tenía la última palabra con respecto a las consultas que le hacía su hermano. Un día Hrolf me visitó y dijo lo siguiente:
- (...) tienes que remediar tu error (Y/N), el rey ha pedido la pena de muerte para tí, hemos intentado por todos los medios calmarlo.
- Antes muerto que pedirle perdón a ese imbécil.
- No seas tan impulsivo, ¿No ves que tu vida está en riesgo?.
- No lo está, sé que él me teme, no ha habido hombre en la faz de la Tierra que pueda mirarme a los ojos sin el miedo que produzco, sé quien soy Hrolf, soy el demonio.
Segundos después de pronunciar estas palabras oigo pasos en las escaleras, casualmente era el rey que bajaba junto con sus guardias personales.
- Buenas tardes Hrolf, veo que intentas convencer a (Y/N) de evitar su condena.
- Sabes bien Ragnar que eres incapaz de matarme, ni tu mismo crees que eso sea posible - intento mostrar algo de seguridad en mí mismo, en el fondo sé que puedo morir, si tan solo supiera como transformarme saldría de aquí de inmediato.
- ¿Que te ha pasado (Y/N)?, antes eras un buen oficial, veo que te falta amor por tu reino.
- No intentes chantajearme con amor a mi patria y todas esas cosas, sé que me temes, fuiste incapaz de desterrarme como lo habrías hecho con el capitán Enok, sabes que soy el único hombre que puede vencerte. Estoy harto de la forma como tratas a tu pueblo, los tienes en la miseria, no tienen ni siquiera ropa digna que vestir, tan sólo estás preocupado de extender tu nombre por todos lados, es una pena que el capitán Enok hubiera servido a un rey tan maligno como tú.
- Veo que todavía no te hemos maltratado lo suficiente, me encantaría matarte con mis propias manos, pero soy un hombre que cree en las segundas oportunidades y si cumples un trabajo para un hombre que es aliado de nuestro reino, te dejaré vivir en paz.
- ¿Que clase de trabajo quieres que haga para ese hombre? - pregunto.
- Este hombre quiere cobrar venganza y me ha pedido exclusivamente que tú te encargues de ello, no tienes ni idea de que tan grande es tu leyenda (Y/N), él ha pedido que asesines a la reina Elsa de Arendelle.
Sentí que mi corazón dejó de latir cuando mencionó a la reina Elsa, sería incapaz de asesinarla, hubiera podido matar a quien sea, pero no tendría el valor de matar a la reina de las nieves.
- No lo haré - digo firmemente.
- Ya veo, perdiste tu oportunidad. Tu condena está programada para mañana a primera hora, tendrás el privilegio de elegir como morir: en la orca o por fusilamiento. Te dejaré a solas con Hrolf, él será la única persona a quien veas antes de morir.
El rey se marcha con todos sus guardias, en cambio yo me siento en el piso con los brazos alrededor de mis piernas.
Luego de un largo silencio, Hrolf toma la palabra.
- Creo que tengo una forma de que puedas salir de esto, dame unos minutos.
Hrolf sale de la habitación por 30 minutos aproximadamente, cuando regresa trae consigo mi ballesta y todo mi equipo.
- Escuchame (Y/N), por primera vez veo en tí la fuerza de querer realizar cambios por el bien de Adger, tal vez no debería decirte esto, pero junto con el capitán Enok formamos parte de la resistencia, un grupo que lucha clandestinamente contra el reino de mi hermano, somos un grupo pequeño que cada día va sumando adeptos. No debes volver a este lugar hasta que hayamos restablecido el orden, no puedes luchar con nosotros, todos saben lo que ocurrió en Nidaros y eso perjudicaría nuestra misión.
- ¿Pero que quieres que haga?, ¿Adónde iré?.
- Rehace tu vida, sé feliz, no debes dejar que tus poderes caigan en manos equivocadas, dirígete a Arendelle que es un reino pacífico, sé que el capitán Enok hubiera querido lo mismo para tí.
Me levanto de mi lugar, Hrolf abre mi celda con una llave.
- Ten las llaves del castillo y tus cosas, cuando salga de aquí quiero dejes pasar una hora antes de marcharte, buena suerte.
Nos damos un apretón de manos antes de que salga de la habitación.
Esperé una hora antes de huir del lugar, no fue tan difícil salir de allí, conocía el castillo como la palma de mi mano y lo mejor fue que ningún guardia me descubrió.
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Abro los ojos y oigo unos pasos dirigirse hacía mi celda de Arendelle. Veo que son Anna y Kristoff que vienen acompañados con un guardia con la misión de abrir mi celda para que ellos puedan entrar.
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