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Capítulo 6

A veces pienso en las ironías de la vida. Llegué a Arendelle escapando de una mazmorra y ahora me encuentro en otra, encadenado de pies y manos.

Cierro los ojos y trato de recordar...

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Pasaron días desde que volví de Sunhed y como ya es de costumbre nadie me habla, nadie ni siquiera es capaz de hacer contacto visual conmigo.

Estoy en la sala de entrenamiento junto con otros camaradas.

Uno de los soldados avisa al resto de los que están presentes que el capitán Enok viene en camino y que hemos conquistado Sunhed.

Todos salimos a recibirlo.

El capitán Enok llega celebrando nuestra victoria, todos se acercan para felicitarlo a él y a los otros soldados que lo acompañaban.

En cambio, yo me quedo mirando a la distancia.

El capitán me reconoce y se acerca hacía mí.

- Me alegro que estes bien (Y/N), han sido días difíciles pero finalmente lo logramos - me comenta con una gran sonrisa.

- Así es, han sido días difíciles, especialmente para mí, todo cambió ya nadie me habla, dígame por favor que ocurrió allá en Sunhed - le digo con un tono tembloroso y apunto de llorar.

La expresión del capitán cambia al escuchar mi petición.

- Escucha (Y/N), he tratado de buscar la forma de decirte esto pero preferiría que lo conversemos en otro lugar.

El capitán me lleva a la biblioteca del castillo.

- Quiero que sepas que antes de decirte esto, que la imagen que tengo sobre tí no cambiará. Para mí siempre serás la sangre de mi sangre, sin importar que no tenga parentesco contigo.

Me toma de los hombros mientas inhala y exhala profundamente.

- (Y/N) ... en Sunhed tuviste una especie de transformación, una metamorfosis para ser exacto.

- ¿De que me está hablando capitán? - pregunto.

- Lo que oíste, te convertiste en una especie de demonio, tenías alas, cuernos y tu cuerpo era mucho más grande, tu mirada sólo quería matar, sólo querías sangre y la obtuviste.

Tengo la mirada perdida, intento procesar lo que acabo de oír. Ahora todo tiene sentido.

- (Y/N) parece que tus poderes están cambiando, lo que me contaste cuando te conocí sobre la explosión del orfanato no es nada comparado con esto.

- Siempre creí que lo que ocurrió ese día fue producto de mi imaginación, nunca más volví a crear esas bolas de fuego.

- No te preocupes, yo te ayudaré confía en mí...

La puerta de la biblioteca se abre, ingresa al lugar el rey Ragnar. El rey viste con una camisa verde de terciopelo, encima una casaca amarilla, una capa roja que llega hasta el suelo, sus zapatos, su cuerpo adornado de joyas preciosas y su prominente corona.

- Me dijeron que estabais aquí capitán Enok. He venido a felicitarlo por vuestra labor.

El capitán se acerca al rey, se arrodilla y besa su anillo de la mano derecha, posteriormente se levanta.

- Es un honor saber que usted está contento por mi trabajo su majestad.

- Usted sabe que es uno de mis más leales hombres Enok, mereces una recompensa.

El rey nota mi presencia.

- Vaya, vaya, vaya pero si es (Y/N), los soldados han hablado bastante de tí en los pasillos ...

- Su majestad - Interrumpe el capitán - (Y/N) se acaba de enterar lo que sucedió en Sunhed, debe asimilar lo que pasó.

- ¡Nada de eso! - exclama el Rey - tenemos un gran potencial aquí. Capitán quiero que usted entrene a (Y/N), nos será de mucha utilidad para nuestro imperio.

El rey se acerca con una sonrisa maléfica.

- Felicidades (Y/N), a partir de este día te nombraré como mi nuevo oficial ballestero, es lo menos que puedo hacer por alguien tan especial como tú.

El rey Ragnar se retira de la biblioteca y nos deja solos.

- Bueno, parece que tuviste tu recompensa (Y/ N)... o debo decir oficial ballestero (Y/N).

Nos reímos al mismo tiempo de la situación.

Pasaron meses desde que me nombraron oficial ballestero de Adger.

Saco mi medalla de color rubí de mi cuello, esa medalla me hace sentir parte de este ejército, pero no solo eso, fue un regalo personal del capitán Enok a quien puedo considerar como mi padre.

Me encuentro en el bosque de Adger, en un campo de entrenamiento improvisado. Tengo a mi mando a un grupo de soldados nuevos que entrenan tiro al blanco con ballesta, durante las instrucciones todos me miran con miedo, en este último tiempo las historias de mi transformación se han esparcido por todo el imperio.

El capitán Enok entra a nuestro campo de entrenamiento.

- Buen trabajo soldados, es todo por hoy, pueden retirarse - grito.

Todos se retiran, sólo estamos el capitán y yo.

- Haz hecho un buen trabajo (Y/N) entrenando a los nuevos.

- Gracias capitán, pero asumo que no está aquí sólo para halagarme - me río.

- Eres muy astuto, vine porque el rey nos ha encomendado a tí y a mí, junto a un pelotón invadir Nidaros.

Acampamos en un lugar cerca a la ciudad de Nidaros, han pasado tres días desde que partimos, mañana por la noche ya habremos llegado.

Los soldados duermen, en cambio me encuentro contemplando la fogata que se está apagando.

Chasqueo mis dedos y se crea una pequeña llama sobre mi dedo índice, lo arrojo a la fogata para que vuelva a prenderse.

- Es increíble que puedas hacer eso - me volteo y veo que el capitán Enok está detrás de mí.

- Así es, desde que me contó sobre lo que ocurrió en Sunhed he practicado mi habilidad con el fuego ... pero no sé como transformarme, en realidad no lo quiero, tengo pesadillas con eso todavía.

- No te preocupes, ¿Sabes?, he escuchado historias sobre una tal reina Elsa, creo que es de Arendelle.

- ¿ Que has escuchado sobre ella? - pregunto.

- Escuché que ella es una bruja, congeló la ciudad de Arendelle a su merced.

- ¿Me estás diciendo que hay alguien que puede controlar los elementos también? - pregunto con tono curioso y entusiasmado - ¿Sabes si ella también sufre transformaciones?.

- Dudo que ella tenga esa habilidad, pero te aseguro que si tiene el control sobre la nieve y el hielo, pero yo tendría cuidado si fuera tú dicen que su belleza es su principal arma ... una mujer muy bella para tí.

Nos reimos al unísono. Con el capitán siempre tuvimos un humor muy peculiar.

A partir de ese día mi admiración por Elsa fue creciendo cada día más, pregunté a cada uno de mis soldados si conocían a la reina de las nieves como era conocida popularmente, muchos de mis subordinados me contaban historias sobre ella, sólo había una cosa que anhelaba, y era conocerla en persona.

Es de noche, estamos a las afueras de Nidaros, listos para invadir.

Entramos violentamente a la ciudad, el factor sorpresa juega de nuestro lado. Los soldados locales tardaron en reaccionar.

La batalla es más difícil de lo que pensaba. Disparo uno por uno a los soldados, soy el encargado de proteger al capitán Enok mientras lo atacan.

Siento una flecha que me da en el hombro y caigo bruscamente al suelo, dejo caer mi ballesta.

El capitán nota la situación e intenta socorrerme y baja la guardia. Uno de los soldados rivales aprovecha el descuido y apuñala al capitán en su pecho.

Veo con horror esta situación, ese hombre está matando a sangre fría al único hombre a quien puedo considerar como mi padre.

Me corazón acelera, mi cabeza sólo piensa en matar, quiero matar a ese hombre y que sufra, mi ira aumenta ...

Pierdo la consciencia.

Tengo recuerdos muchos más claros de esa noche. Recuerdo haberme transformado como la última vez, ataqué a los soldados de Nidaros hasta matarlos, pero algo no andaba bien, necesitaba más sangre y maté a todo aquel que se cruzara en mi camino, maté a mis propios hombres, maté a mujeres, niños y ancianos.

Al volver a mi forma natural vomito al ver esta terrible escena: cuerpos esparcidos por todos lados, sangre derramada en mi ropa y en mis manos ... una verdadera cacería.

Camino unos cuantos pasos, distingo el cuerpo del capitán Enok, me acercó a él, todavía respira.

- Capitán, capitán - susurro y lo muevo despacio. Su cuerpo está manchado de sangre, el arma le dió en su pecho.

- (Y/N) ... (Y/N) - oigo que llama por mi nombre con tono muy bajo - no voy a vivir por mucho tiempo, sólo te ... quiero decir ... gracias por todo, haz sido la única familia que he tenido ...

- ¡No capitán!, usted sobrevivirá a esto - una lagrima cae por mi mejilla, la idea de no ver al capitán nunca más me destruye por dentro.

El capitán toma mi mano fuertemente.

- Escuchame, tienes que prometerme una cosa, tienes que aprender a controlar tus poderes, ve a Arendelle, conoce a la reina Elsa, algo me dice que ella te ayudará.

Al pronunciar esto la vida del capitán se desvanece, cierra sus ojos para no volver a abrirlos nunca más.

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