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Capítulo 2

Conversé con Kristoff alrededor de la fogata, él me contó casi toda su vida y de como lo adoptaron una familia de trolls. Me sorprendió que no fuera un simple recolector de hielo, es el novio de la princesa Anna de Arendelle, hermana menor de la reina Elsa.

Una sensación extraña recorrió por todo mi cuerpo cuando Kristoff nombró a la reina Elsa, he escuchado con admiración muchas historias sobre ella y de como llevó el invierno eterno a todo Arendelle. No me atreví a preguntarle si sus poderes eran reales, no tuve el valor para hacerlo.

- Respondeme una duda (Y/N), te vi observar el fuego cuando te acercaste, parecia como que te podías comunicar con él .

La pregunta me incomoda, no puedes decirle a un hombre que acabas de conocer que tienes la habilidad de controlar el fuego a tu merced. Preferí mentirle.

- ja ja no, corría mucho viento, sabía que el fuego se apagaría y luego se volvería a encender. Es un truco que aprendí en las milicias de Agder.

Kristoff se sorprendió cuando me oyó decir la palabra Agder. Es de conocimiento general que Agder tiene una de las mejores milicias de todo este sector, sus soldados son conocidos por ser crueles y despiadados.

- Entonces... ¿que haces por estos lados? - Me dirige de nuevo la palabra Kristoff claramente sorprendido por lo que acabo de confesar.

Hay un silencio incómodo. Miro fijamente hacía el fuego por unos minutos.

-Seré sincero contigo, soy un desertor, fui un soldado de alto rango alguna vez en Agder, no me sentía cómodo con la forma de gobernar de ese reino, por eso decidí huir.

Al mirar de nuevo a Kristoff me percato que está durmiendo, está recostado al lado de Sven y lo utiliza como almohada.

Al ver esa escena decidí dormir.

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Abro los ojos lentamente. Todavía no amanece. Me levanto y veo que el fuego se ha consumado. Kristoff y Sven están plácidamente durmiendo.

Recogo todas mis cosas y me marcho tal como lo prometí la noche anterior.

El sol está saliendo. Deben ser como las 6 de la mañana, llevo recorriendo el bosque como 2 horas. Ahora entiendo porque el reino de Agder nunca se atrevió a invadir Arendelle, este bosque es interminable, además, yo no invadiría este lugar teniendo a la reina Elsa como monarca.

No dejo de pensar en la reina Elsa, las historias sobre como pudo controlar la nieve y el hielo me parecen fascinantes. Me motiva saber que alguien pueda controlar sus poderes tan bien, lástima que yo no sé como hacerlo.

Detengo mi marcha y elevo mis manos a la altura de mi rostro. Observo mis guantes de color negro, esta es la única forma que puedo mantener oculto mis poderes.

Un recuerdo viene a mí.

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Nunca tuve una familia y si la tuve no tengo recuerdo de ella.

Vivía en un orfanato a las afueras de Agder con otros niños, hice muchos amigos en ese lugar, y las cuidadoras eran personas que siempre me brindaron cariño. Puedo decir que ellas siempre fueron mi familia y mi figura materna más cercana.

Pero un día, tenía 10 años en ese entonces, decidí fugarme del orfanato. No fue muy difícil para mí hacerlo ya que tenía una habitación propia. Salí por la ventana de mi habitación y me dirigí hacía el centro de la ciudad.

Quería conocer la ciudad, nunca tuve la oportunidad de estar allí, siempre viví en el orfanato. Las cuidadoras siempre nos decían que teniamos prohibido ir a la ciudad porque los soldados reclutabana a niños que deambulan por las calles, a mí eso no me importó en lo absoluto.

Tenía que recorrer las extensas praderas antes de llegar a Agder. Me detuve abruptamente cuando vi un lago, pero ese lago no era normal, el agua era de color morado oscuro. Me acerqué lentamente hacía la orilla de ese singular lago. Sentí en mi espalda una mano que me empujó y caí al lago. Me costó mantenerme a flote y cuando al fin pude mirar hacía arriba, vi a una mujer con una túnica y una capucha burdeo que cubría su rostro, sus pies no estaban en tierra, ella podía levitar.

Sentí miedo al ver a esa mujer, no lucía como una mujer normal. Se bajó la capucha y la pude observar mejor: su pelo era negro ondulado, su sonrisa era algo siniestra, pero sus ojos, sus ojos eran de color rojo intenso.

Ella me miraba y contemplaba mi intento por sobrevivir. Ella pronunció las siguientes palabras:

« Vördr, Señor del viento del Sudoeste, yo te convoco.

Vördr, oh hermano de Humwawa, yo te convoco.

Oh sonriente ángel oscuro, yo te convoco.

Oh cornudo demonio de alas dobles, yo te convoco.

Vördr, hunde tus dientes en (Y/N).

Vördr, que tus aullidos destruyan su alma.

Oh Vördr que te aferras a tus víctimas hasta la muerte,

Aferrate a (Y/N),

porque esta es mi voluntad»

Al decir estas últimas palabras la mujer se desvaneció. Dejándome solo en este inmenso y extraño lago.

Nadé como pude para tocar tierra firme. Me recosté en el suelo. Mi cuerpo estaba exhausto por el esfuerzo de mantenerme a flote.

Mi cabeza no dejaba de hacer eco en esas palabras que me lanzó esa mujer, parecía una maldición, ¿cómo esa mujer sabía mi nombre?

Me levanté con la decisión de volver al orfanato, ya no tenía ganas de ir a Agder.

Llegué a la entrada del orfanato con el cuerpo temblando, no me sentía bien, me sentía mareado. Mis manos se movieron contra mi voluntad y apuntaron al orfanato, no podía correr, no podía moverme, no podía hacer nada.

Una sensación de calor recorrió por todo mi cuerpo concentrándose en mis manos. Una voz en mi cabeza me decía:

- «Mátalos».

No supe como reaccionar, no tenía control ni de mis pensamientos.

Desde mis manos se crearon unas bolas de fuego. Crecía más y más, yo sabía lo que iba a suceder, nada podía hacer.

Las bolas de fuego salieron expulsados de mis manos, hubo una explosión enorme, y al fín pude tener el control sobre mi cuerpo.

Corrí rápidamente, nadie sobrevivió, todo era cenizas y escombros. Lloré toda la noche, no pude dormir al recordar a todos mis seres queridos. Me sentí como la peor persona del mundo. Si tan solo no me hubiera fugado de mi habitación nada de esto hubiera sucedido.

Pasaron las horas y sentí unos caballos que se aproximaban. Pude distinguir que esos caballos correspondían a la milicia de Agder, supuse que preguntarían por lo ocurrido, no tenía las respuestas para eso.

- ¿Que pasó acá?- me dirige la palabra un soldado que se detuvo de frente a mí.

- No...no... nosé - le respondo tartamudeando.

- ¡¿ COMO QUE NO SABES?! - me grita el mismo soldado - ¿CREES QUE ESTO ES UN JUEGO?!.

- ¡BASTA! - grita desde el fondo un hombre, parece ser un militar de alto rango - llevalo al cuartel .

Mientras pronuncia estas palabras otro soldado me golpea con la empuñadora de la espada.

Pierdo la consciencia.

Despierto en una celda, no pasa mucho tiempo cuando siento unos pasos desde las escaleras, era el mismo militar de alto rango.

- Ahora dime que pasó en el orfanato - me dice ese hombre mirándome a los ojos - un campesino que estaba viajando nos avisó que hubo una gran explosión en ese lugar, llegó asustado porque vio una luz cuando se destruyó.

- No... me va a creer, pero... de mis manos se... se... crearon unas bolas de fuego, no sé como lo hice, fue algo que sucedió contra mi voluntad - respondo llorando.

- Él me mira y sonríe. Abre la celda y me extiende su mano - vendrás conmigo, creo que ya tienes un nuevo hogar.

Después de ese día todo cambió, el hombre que me interrogó en la celda era el capitán Enok. Él era un militar de mucha experiencia sirviendo al rey Ragnar de Agder y había conquistado varios lugares en su nombre. En mi primer día me designó como soldado ballestero, me entrenó junto a sus subordinados, lo cual me hicieron sentir bastante aceptados por ellos. Pude decir que ellos eran como mi familia.

Otro recuerdo viene a mi mente.

Años después me enviaron a mi primera expedición. Ya tenía suficiente entrenamiento en el ejército y nos asignaron como misión invadir el reino de Sunhed.

Al llegar al reino de Sunhed, sus soldados ya estaban preparados para una posible invasión, nos atacaron por sorpresa al intentar destruir el muro que separaba el exterior del reino.

Todo se veía complicado, nuestro ejército era superado por número por los soldados de Sunhed y las bajas aumentaban. No toleraba como esos sujetos mataran con una facilidad a nuestros hombres. Por primera vez, nuestro ejército estaba siendo derrotado.

Una ira aumentaba por todo mi ser, no podia tolerar la derrota, no iba a permitir que volviera a perder a mi nueva familia. Mi pulso se aceleró y mi cuerpo tembló de impotencia.

Me desmayo.

Despierto y veo a todos mis amigos de la milicia rodeándome, se ven asustados. El capitán Enok me mira triunfante, pero su mirada es diferente, como si hubiera visto algo fuera de lo normal.

Me levanto y observo a mi alrededor, sigo en las afueras de la ciudad , los soldados rivales están muertos, oigo a lo lejos explosiones y gritos, me dicen que algunos de nuestros hombres están realizando la gran hazaña: conquistar Sunhed.

Intento correr para unirme a la batalla, hasta que el capitán Enok me detiene.

-(Y/N) No podrás unirte a esta lucha, yo no iría en tu estado.

Miro abajo y veo que mi atuendo está lleno de sangre. La sangre no parece ser mía. Reacciono impactado, mis recuerdos se vuelven confusos.

- Volverás a Agder junto a algunos soldados, ayudarás a trasladar a nuestros camaradas heridos y muertos.

- Pero ...

- Es una orden (Y/N), tu ya has hecho suficiente - expresa el capitán Enok.

No protesto, lo que dice el capitán Enok se cumple sin cuestionar.

Al regresar a Agder camino solo, los soldados me miran de reojo y desconfiados. Ellos deciden apartarme de todo y no me dirigen la palabra. Nosé lo que hice, pero ¿tan malo fue como para que no me hablaran?. Analizo mi cuerpo, mis vestimentas tienen sangre, pero yo no tengo ninguna herida, ¿Cómo es eso posible?, cada vez me da miedo. Trato de recordar, pero mi mente está bloqueada.

De regreso nadie me dijo lo que pasó en Sunhed, nadie quería hablarme, es como si fuera un bicho raro o algo por el estilo, todos me evitaban, como si tuvieran miedo de mí.

Tuve pesadillas en ese entonces, soñaba con lo mismo todas las noches. Estaba en Sunhed, veía como todos nuestros hombres morían. No era yo, lucía diferente: distinguí unas alas enormes en mi espalda, mis brazos y mis piernas eran más largas que de costumbre, las uñas sobresalían de mis manos y sentía unos cuernos sobre mi cabeza.

Volaba sobre el campo de batalla y me lanzaba sobre los soldados rivales. Uno por uno los eliminaba con mis uñas largas y afiladas. Parecía un baño de sangre que disfrutaba.
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Mi concentración se ve interrumpida cuando oigo el gruñido de unos lobos que me rodean en un círculo.

Estaba tan distraído que bajé mi guardia. Ahora tendré que actuar con mucho cuidado.

La manada está compuesta de ocho lobos. Es imposible correr. No puedo usar mi ballesta, no tendré el tiempo como para reaccionar antes de que los lobos me ataquen. Tendré que usar mis poderes.

Lentamente retiro mi guante derecho con mi mano izquierda.

Repentinamente veo volar un pico de acero dirigirse al macho Alfa. Le da al lomo, el lobo chilla de dolor y la manada se retira junto al Alfa de la escena.

Rápidamente llega el trineo de Kristoff guiado por Sven.

- Creo que estamos a mano - se ríe Kristoff.

- ¿Porqué viniste a ayudarme? - me dirijo a él.

- No puedo dejar que mi salvador se marche sin tener su merecida recompensa. Vamos sube a mi trineo.

Me subo en el asiento de acompañante del trineo.

- Gracias Kristoff, no tienes que hacer esto, en serio. Sólo llevame a Arendelle yo me las arreglaré.

- ¿Estás loco?, no puedo dejarte a tu suerte (Y/N). Tu me salvaste, serás la prueba de que el consejo estaba equivocado. Esta es la tercera vez que me meto en problemas por no tener a alguien que me custodie. El consejo nunca me ha querido asignar un soldado. Ellos nunca aceptaron que fuera el novio de Anna, siempre me dijieron que ella merecía a alguien mejor que yo, como un príncipe o un comerciante - Kristoff pronuncia esta última frase con un toque de tristeza.

- Hombre, no te conozco, pero sé que eres un buen partido para ella, porque veo el esfuerzo de un hombre que quiere superarse a si mismo cada día.

Kristoff cambia su aura de tristeza por una sonrisa motivante. Nunca pensé que tendría el don de consolar a las personas, jamás se me había presentado esta situación antes.

- ¡Afírmate (Y/N) iremos a toda velocidad! - exclama Kristoff con una voz de ser un hombre seguro de sí mismo.

Me relajo un poco en el trineo antes de llegar a Arendelle.






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