6. Camas movibles
El pez se freía en el aceite mientras los hombres festejaban una victoria. Los barriles estaban llenos de peces y en la mesa estaba un balde de agua para el consumo humano.
—¿Vas a querer otro niño? — pregunto uno de los hombres señalando el plato vacío de Dominic— Vamos niño, come otro— tomo el hombre otro pez que dejo sobre el plato del chico, Dominic le sonrió y comenzó a comer el segundo pescado
—¿Qué dicen ustedes niñas? — pregunto el capitán mirando a las dos jóvenes quienes removían el pez en el plato sin aun probarlo— Es lo único que hay de comer, así que les sugiero que lo hagan antes de que esos lo hagan— señalo con el tenedor plateado a dos hombres que se volvían a servir otro pez.
Ravena partió el pez con el cuchillo y tomo un pedazo, Lilibeth la miro esperando su reacción, pero la otra chica solo volvió a comer, su panza gruño demandándole comida así que Lilibeth tuvo que comer.
—James, Harry y Sam— hablo Erick señalando a tres de sus hombres— Les toca la primera guardia, luego los relevaran otros tres más. Los demás pueden ir a dormir...—miro a los adolescentes— les toca las camas de atrás.
Los cuatro miraron hacia atrás algo que colgaba en la pared del barco.
—Esto no es una cama— hablo Ravena sentándose en aquella tela movible, se fue de espalda y tomo con fuerza la tela para no caer.
—Es mejor que duerman—hablo otros de los tripulantes arrojándoles mantas viejas— Los despertare al alba.
El hombre se alejó de ellos regresando a la parte de arriba del barco. Johnny se sentó en lo que había escuchado que se llamaba hamaca, miro hacia la ventana redonda el mar negro golpear con sus olas el gran barco y se giró hacia los tres chicos que permanecían callados mirando el interior del barco.
—¿Cómo volveremos a Inglaterra? — pregunto Lilibeth mirando hacia el techo.
—Yo no voy a volver— negó Ravena moviendo la hamaca de un lado a otro— Regresaríamos a prisión por haber sido cómplices de una muerte.
Lilibeth se giró a verla y Ravena a ella.
—¿Por qué mejor no descansamos hoy y mañana pensamos mejor que haremos? — opino Dominic colocando un sombrero que se había encontrado sobre su rostro.
Las olas del mar se movían de un lado a otro, el barco Buenaventura se aproximaba a una gran tormenta.
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