Ravena se observaba en el espejo roto de la cubierta, había dejado su largo vestido para portar ropa de hombre, se miró en todos los ángulos posibles pensando que diría la sociedad si se enteraran que usaba ropa así, Probablemente fuera etiquetada por todos y mal vista hasta el punto de no conseguir matrimonio. Salió del pequeño cuarto hacia el barco, miro a los hombres quienes tomaban con fuerza las cuerdas logrando que las velas del barco se abrieran correctamente.

—Bienvenidas señoritas— hablo uno de los hombres, varios hombres les silbaron y el capitán soltó una risa.

—Niñas, sigan a Fredy, el las llevara a la cocina— señalo Erick a otro de los hombres— Ustedes dos, vengan conmigo.

Dominic miro a las dos jóvenes siguiendo al hombre al interior del barco.

—Nosotros somos un barco pesquero ingles, desde hace tiempo hemos pasado desde el Atlántico Norte hasta la india y de regreso a Inglaterra. Nuestro principal objetivo es el pez volador para poder comercializarlo. Ustedes...—alzo unas redes— Nos ayudaran a atraparlos y cuando lleguemos a Rusia les daremos su paga— les entrego las redes— Ahora, hora de cazarlos.

El barco Aventura comenzó a entrar a las aguas más azules de todo el mar, algunas ballenas cruzaban a su lado agitando su aleta trasera y volviendo a hundirse en el mar.

—¡Ahí están! — señalo uno de los hombres con el dedo índice. Lejos de ellos se veían los peces voladores que se alzaban al menos un metro del agua y regresaban a ella.

—¡Hora de bajar los barcos! ¡Bajen las velas!... Arthur, quédate en el timón...—se giro hacia los dos chicos— Ustedes síganme.

Los hombres comenzaron a subir a los barcos y caían al mar remando hacia donde estaban los peces, Johnny tomo la cuerda que le habían ordenado y subió en uno de los barcos con los hombres, el barco cayó al mar salvaje y las olas amenazaban con hundirlo. En el siguiente barco entro Dominic y uno de los hombres comenzó a remar.

Los peces voladores pasaban a su lado entrando y saliendo del mar.

—¡Saquen las mallas! — ordeno uno.

Las mallas cayeron al mar extendiéndose en el agua y atrapando a algunos peces.

Lilibeth se acercó al filo del gran barco mirando como arrojaban las mayas sobre el agua.

—¡Eso si es gran botín! — grito el hombre que había quedado en el barco, las dos chicas la miraron, el hombre se dio media vuelta festejando— Hoy comemos.

Los peces volaban al lado de los barcos buscando salvarse, pero las redes los atrapaban impidiendo que se marcharan, algunos peces lo lograron hundiéndose en el mar.