En menos dos horas comenzó el caos entre todos, discutiendo por cualquier cosa que sucediera entre ellos. Mark se encontraba al lado del hombre que sabía dirigir el barco señalándole los puntos donde creía que podían seguir, los días y las noches comenzaron a caer sobre ellos sin saber si el rumbo que llevaban era el correcto.

Ravenna se balanceaba de un lado a otro sobre la hamaca mientras escuchaba los truenos del cielo, solamente había pasado un día que no había llovido. Miro por la pequeña ventana hacia el exterior y frunció el ceño, pensó en su madre ¿Cómo estaría ella? ¿Se preguntaría en donde estaba? ¿Estaría enojada o preocupada? Se sentó sobre la hamaca y se levantó acercándose a la ventana, al asomarse solo pudo ver la gran masa de agua negra que se mezclaba con la azul del cielo.

—¿No puedes dormir? — pregunto Dominic mirándola desde donde estaba acotado, la joven se giró a verlo y negó con la cabeza.

—Nunca me ha gustado la lluvia— contesto y se abrazó a si misma sintiendo el frio recorrer su cuerpo.

Se alejó de la ventanilla y regreso a su hamaca acostándose en ella, se giró mirando al joven.

—Es tan curioso— hablo mirando al techo— Huir de la ley para estar mejor cuando estamos peor y perdidos,

Dominic la miro.

—Si lo es, al menos para ti. Yo siempre he huido de la ley así que estoy acostumbrado y siempre he estado perdido.

Ravenna se giró a verlo.

—Tal vez no estamos tan perdidos— frunció el ceño— Tal vez, aunque no lo veamos aun, estamos en el lugar correcto y con las personas correctas— lo miro de nuevo— Tal vez así debían pasar las cosas.

Dominic le sonrió y ambos regresaron la vista al techo, el barco se movió con fuerza haciendo que las hamacas se movieran de un lado a otro, sin embargo, ya comenzaban a acostumbrarse a ello.