1. El inhundible
1912
La cafetería La Rosa de Inglaterra estaba abarrotada como todos los días que recordaba Lilibeth Death mientras bebía su taza de café, miro hacia el exterior de la calle a través de la ventana cuidándose que su madre no la encontrara, pues por tercera vez se había escapado de la modista quien se encargaba de confeccionar su vestido de novia.
—¡Extra, extra!— exclamo un hombre al lado suyo sobresaltándola, era un vendedor de periódicos, el hombre agitaba en su mano los periódicos en venta— ¡El Titanic se ha hundido!
Lilibeth se levantó de su lugar y tomo uno de los periódicos del hombre, miro en primera plana la fotografía del llamado por muchos "el barco de los sueños" hundiéndose. La joven se tocó con la palma de su mano su pecho ante la triste noticia del navío, alzo sus ojos azules recordando el naufragio del navío de su padre en esa misma zona. Guardo el periódico y camino entre las personas hacia la salida, al llegar al exterior miro los caballos jalados por las carrozas impidiéndole cruzar la calle, se paró de puntitas mirando la herrería del pueblo y sonrio al ver a quien buscaba, antes de poder avanzar una mano la tomo.
—¡Madre! — exclamo Lilibeth al mirarla— Solo quería algo de comer— señalo la cafetería.
Angelina miro a su hija y negó con la cabeza desaprobando la conducta de su hija y la arrastro de regreso a la tienda de vestidos de novia que anteriormente habia estado. La madre abrió la puerta haciendo que la campanilla sonara al entrar.
—¡Lamento mucho todo eso Diana! — se disculpó Angelina mirando a la modista— Aquí te traigo a Lilibeth.
Diana, una mujer de cabello pelirrojo miro a las recién negadas y negó con la cabeza.
—Como lo siento Angelina, pero debido a que no regresaste a tiempo le he tenido que ceder tu lugar a Madame Culpepper, su hija ya se encuentra probándose su vestido de novia.
Rain Culpeper, madre de la otra novia sonrio y hablo
—Como lo siento Angelina, no era mi intensión quitarte tu lugar, pero así es la vida querida, debes ser más rápida...— quito su vista de Angelina y exclamo con felicidad al mirar a su hija— ¡Ravena querida, te ves hermosa! Sin duda, tu boda con el Duque de Mónaco será la más importante de esta fecha.
Lilibeth se cruzó de brazos y negó con la cabeza sin dejar de mirar a Ravena. Ambas familias no tenían una buena relación, debido a que ambas eran dueñas de la competencia más grande en Inglaterra, el puro.
—Asi es madre— asintió con una sonrisa Ravena bajando del banco para situarse al lado de su madre y mirando fijamente a Lilibeth— Mi boda será la más importante de este año.
Angelina se colocó entre su hija y las dos mujeres para evitar que hiciera algo tonto, miro de reojo las miradas curiosas y luego sonrió.
—Deja que atiendas primero a las Culpepper, podemos esperar.
Ravena sonrió satisfecha ante las palabras de la mujer, la modista encargada de confeccionar los vestidos de novia soltó un sollozo y se dejó caer en la silla de madera.
—¿Sucede algo? — pregunto preocupada Angelina, la mujer extendió el periódico y señalando la horrible notica que marcaría ese año.
El Titanic se había hundido.
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