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Capítulo 20

Empujé las enormes puertas de madera con ayuda de Siyeon y Dami. Y una vez adentro logramos ver, entre escombros y columnas caídas, una alfombra que pretendía ser roja. Comenzamos a seguirla, esquivando las construcciones derrumbadas, hasta visualizar una chica. Su vestido era blanco como el de una princesa y su pelo marrón-grisáceo, su piel se veías lisa, clara. Tenía su típica mirada sin emociones mientras estaba sentada en el solitario trono de oro.

Ella era la chica del espejo, aunque le faltara la sonrisa cínica. 

Por un momento deseé correr hasta ella y exigirle que me devolviera al señor Jo, que se disculpara por todo lo que lo había hecho sufrir. Pero cuando nuestros ojos se conectaron un frío mortifero recorrió mi espalda, recordándome que ella no era la culpable, sino aquel maldito demonio al cual quería destrosar en miles de pedacitos. Respiré profundo mientras me acercaba a los escalones que separaban el trono del suello. Yoohyeon comenzó a bajarlos lentamente, arrastrando su vestido por el suelo.

No nos sacabamos la mirada de encima, parecíamos retarnos mutuamente para ver quién daba el primer ataque; para ver quíen tenía el valor de romper la frágil calma que nos rodeaba.

Una sonrisa aparecio en el lado izquiedo de su rostro.

—Miren quién volvió... La cobarde —su sonrisa desapareció enseguida y nos paramos cara a cara. Noté que ella era poco y nada más alta que yo, que aún con el ceño fruncido su fracciones se veían suaves; pero la linea de su mandivula se marcaba perfectamente hasta su barbilla. Su nariz con la punta redondeada daba ternura, pero sus ojos me odiaban más que cualquier otra persona en el mundo. Y no sabía diferenciar si era ella, El o ambos los que me miraban así pero era la primer emoción que me transmitían esos ojos. No me podía quejar.—. ¿No dirás nada? 

—No tengo nada para decirte.—eso era verdad, solo tenía que tocar su cabeza mientras tocaba el libro. Tan pronto como acerqué mi mano sostuvo mi muñeca con fuerza, frunciendo otra vez el ceño, enojada.

—Vete Minji, no te necesitamos aquí.—mentía.

—Lo sé, yo solo quiero al señor Jo otra vez. Puedo irme si lo dejas tranquilo.

—Y parece que ahora eres egoísta, Siyeon parece querer matarte ¿Solo viniste por eso o hay algo más? 

—Bueno, podría haber algo más —Dong y Gahyeon entraron y comenzaron a rodearnos, creo que todas esperabamos que Bora apareciera al mismo tiempo que ellas. No lo hizo. —. Podemos hacerlo simple, o difícil.

—Adivina. No hay ninguna forma simple, Minji. Solo que una es más rápida y la otra nos hará gastar tiempo y energía. ¿Cuál quieres?

Me retó directamente, sin rodeos. Un estruendo nos aletó a todas. El ruido de una enorme puerta de madera caerse al suelo retumbó contra todas las superficies rigidas del lugar. La fuerte corriente de aire lleno todo de polvo. Pero aún así se podía distinguir la pequeña y delgada silueta de Bora.

—Lo siento ¿llego tarde?—rió tomando su posición, dando implícitamente la orden a todas de comenzar a moverse, dejando caer la sal.—Recordé que Minji había estado muy ocupada antes de que todo esto pasara —un cuarderno calló cerca de nuestros pies. Estaba abierto y mostraba el pésimo dibujo de una araña junto a muchas palabras que claramente yo había escrito. La mirada de mi enemiga se llenó de pánico al soltarme —. ¿Por qué desapareciste, Yoohyeon? ¿Qué hiciste? 

—Y-yo... Lo rompí sin querer... P-perdón...—Su voz sonó frágil. Como un vidrio a punto de romperse. Estaba sosteniendo su mano derecha contra su pecho y su mirada parecía esperar una tragedia. No era la misma que hacía un momento.

—¿Qué rompiste? —sentía que ella podría explicar mejor lo que había sucedido. Además se veía igual de dócil que un cachorrito. Era el momento perfecto para que llegara a su cabeza y me apuré en tomar el cuaderno con las cadenas plateadas abiertas.

Mi pulso estaba acelerado. Debía calmarme.

—E-el frazco... Y la araña- —tan pronto como cerré los ojos ella se calló. No solo era ella. Todo a mi al rededor pareció sumirse en completo silencio mientras unas repentinas nauseas se creaban en mi interior. La tensión en el aire se instaló en mi cabeza, como si mi cerebro ya no entrara y quisiera estallar. Hacía zumbar mis oídos. 

Abrí los ojos. Era de día, había pasto, un pequeño espejo y un pequeño insecto, no, arácnido. Seguro era la araña que había dibujado. Todo se volvió negro y la presión volvió a sofocarme por unos segundos hasta que volví a ver. Una pequeña mesa, la misma araña dentro de un frazco transparente. Bajé la vista y parecía estar escribiendo. Quise volver a mirar al arácnido pero no pude, seguía escribiendo. "Sigue sin moverse. Espero señales de vida"

Eran recuerdos. Lo entendí cuando todo volvió a ser negro y se escuchó la voz de Yoohyeon antes de que todo volviera a escenificarse. Una puerta blanca a medio abrir, la chica del espejo sonriendo con entusiasmo era casi irreconocible. "Te estamos esperando" Su voz retumbaba, se escuchaba con eco. Pero había algo en mi que me decía que esa sonrisa era sospechosa, como si planeara algo. Algo malo pero... ¿inocente? Como una simple travesura. 

Con la siguiente escena comenzaron a escucharse gritos, de muchas voces a muchas distancias diferentes. Todas sufrían. 

Estaba corriendo en el bosque oscuro mientras tiraban de mi mano. No sabía quién lo hacía por que mis ojos quedaron abiertos únicamente para ver como finas ramas se tragaban a Bora alejandola de mí. Una horrible sensación llenó mi pecho. Tristeza, enojo, impotencia. Todo se había vuelto borroso, como si tuviera los ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué seguía corriendo en lugar de ir a buscarla? ¿Por qué no estaba enfrentandome al mal que yo había llamado? ¿Por qué no iba a ayudar a mi mejor amiga? 

¿"Que yo había llamado"? 

De nuevo había luz ¡Veía partes del Piri! Como si lo estuviera tocando. Estaba frente al pequeño espejo, arrodillada en el pasto y miraba a todos lados. ¿Me estaba ocultando? Probablemente. Pero tenía cerca el cuaderno, el frazco y un lapiz. Seguro lo que estaba haciendo era con intención; porque parecía estar preparada para que sucediera algo.

Luego del zumbido en mis oidos pude escuchar mi voz hablando, luego la risa de Bora.

"¿Qué estas haciendo ahora?" dijo ella. "
Averiguando como pasar al otro lado" respondí.
Ella rió y se calló."No podemos hacer eso" 
Se escuchó un suspiro y una risa mía. "No estaría tan segura."  Sonaba jovial.

Luego todo volvió a ser negro y aunque tratara de volver a recordar algo no podía, mi memoria no cooperaba. Suspiré cuando la espesa energía del libro me rodeó por completo, llenando el vacío con una sensación negativa. Pero sonreí por la enorme nube de humo que se formó imitando una capa. Los retorcido cuernos, su huesuda y simiestra figura se plantó a unos centímetros mío para estar frente a frente. 

—Tú querias respuestas y me llamaste a tu mundo... Pero ahora tienes las respuestas y no pareces conforme con las consecuencias.—decía aquello como si fuera algo malo, en realidad preferia eso a no saber nada.

—¿Dónde está el señor Jo?—y saber sobre él era muy importante para mi.

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30/6/20

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