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•*4*•

Yuichiro miraba atentamente y con gran asombro todo a su alrededor, a pesar de no recordar su vida como humano, juraba nunca en su vida haber visto algo así. Les había tomado dos noches enteras llegar a Tokio, cuando el amanecer se acercaba buscaban alguna posada evitando las que tienen símbolo de glicinias.

A diferencia de algún otro pueblo de Japón, Tokio era iluminado por la luz artificial en la noche, estaba repleto de personas y era muy bullicioso. El pequeño demonio miraba con curiosidad y asombro todo a su alrededor mientras caminaba detrás de los dos demonios mayores, sin embargo su atención estaba puesta en la nueva ciudad. La gente a parte de vestir ropa tradicional como la mayoría de japoneses, vestía ropa occidental, trajes y vestidos muy lindos, algunas mujeres usaban faldas hakama pero lo combinaban con botas occidentales. Todos los establecimientos tenían grandes letreros con el nombre y servicio del lugar, estaban decorados con bonitas lámparas de papel, y con las luces provenientes de los faros y locales no parecía realmente ser de noche. Los edificios eran realmente altos y la arquitectura japonesa se mezclaba con la occidental.

Yuichiro no se dio cuenta en qué momento se había separado de Yushiro y Tamayo, estaba demasiado ocupado contemplando la ciudad que no sabía realmente hacia a dónde se dirigía. Se fijó en el suelo repleto de peldaños, finalmente había encontrado una calle que parecía solitaria, la gente cruzaba esta rápidamente, en el suelo había pequeños canales de metal, lo cual lo confundió al no entender su función. Se dio cuenta de la constante vibración que había en la superficie, escuchó un gran estruendo chillón y notó una luz que se acercaba a él, una cosa rectangular metálica se acercaba a gran velocidad hacia donde él estaba. Por instinto dio varios pasos retrocediendo, el tranvía pasó a gran velocidad frente a él sintiendo el aire en su cara. El azabache soltó un suspiro de alivio y miró el aparato extraño (para el) que se iba rápidamente, las llantas de enbonaban perfectamente con los canales metálicos del suelo, no tuvo que esperar mucho para darse cuenta que estaba justo en el camino de esos extraños vehículos motorizados.

Se acercó nuevamente a la gentuza y miró a su alrededor, estaba perdido. No veía en ninguna parte a los dos demonios que lo guiaban a su casa. — ¿Donde estoy...? — Farfulló mirando desesperadamente por todas partes.

Decidió no quedarse sin hacer nada y con más cautela y cuidado empezó a avanzar por el lugar. Había algunas parejas comiendo felizmente en restaurantes, familia paseando juntos, amigos que salían a pasar el rato, personas que se dirigían a sus trabajos, y más máquinas extrañas que recogían y bajaban gente, a diferencia del vehículo que casi lo arrolla, estos vehículos eran más pequeños y podían andar con más libertad por los lugares permitidos. Le costaba avanzar entre la gente, estaba muy aglomerada. Cerca de los locales había varios caminos solitarios y oscuros a diferencia de toda la ciudad en general. Dudando entro a esos angostos caminos, pensó que posiblemente así lograría encontrar más rápido a Tamayo y Yushiro.

En aquellas pequeñas calles los locales de los dueños desechaban la basura. Le daba algo de temor el recorrer ese camino, se sentía tan solo, y con lo oscuro que estaba no ayudaba, pero debí seguir avanzando, debía de buscar a los demonios con los que se alojaría durante un tiempo. En su mano izquierda cargaba con una pequeña maleta que le había preparado Amane, ella le había comprado algo de ropa, y dijo que venía un regalo especial ahí, pero en ningún momento vio que había en su equipaje. El piso estaba encharcado, posiblemente habían tirado agua ahí los dueños de los locales, entre más se adentraba en ese laberinto más miedo le daba.

Varios minutos después de haber entrado en aquel sistema de calles ahí ya no escuchaba el bullicio de la gente y ya no veía la luz de lo que para él eran carnavales poniéndole más nervios, no había sido buena idea. En medio del camino encontró a una persona inconsciente tirada en el suelo con el torso recargado en la pared, tenía una botella de vidrio en su mano derecha y era envuelto por un fuerte y embriagante aroma que no le gustó al Tokito. Se apresuró a pasar por donde aquel hombre, no le daba buena espina. Dobló en la izquierda y varios metros más adelante a la derecha, escuchó cada vez más cerca las voces de las personas. Una sensación de esperanza lo envolvió y dobló otra vez en la izquierda encontrándose con dos personas, un hombre y una mujer, ambos parecían estarse besando, la mujer estaba contra la pared con la ropa algo desacomodada, ambos vestían con ropa occidental. El rostro del niño enrojeció de inmediato a pesar de no entender nada de lo que sucedía frente a él, después de todo solo tenía once años, nadie le había explicado nada de eso. Rápidamente y sin emitir ningún ruido corrió nuevamente adentrándose en aquella parte del barrio nuevamente.

Suspiró pesadamente después de varios minutos de caminar sin rumbo fijo, recargó su espalda contra la pared y sentarse en el suelo, puso su maleta a su costado derecho, alzó sus rodillas posando sus codos sobre estas y recargando su cara en las palmas de su mano. Se había sentado a la derecha de dos cajas grandes de madera apiladas. — Tal vez no debí moverme de mi lugar... — Se lamentó en voz baja arrugando el entrecejo con frustración. — Me preguntó cómo estará mi hermano — Se cuestionó mientras miraba al suelo. — De seguro ya estará con Amane-san y Oyakata-sama... yo quería abrazarlo — Murmuró adentrándose en sus pensamientos.

Su estómago gruñó repentinamente, tenía una semana aguantando el hambre. Cada que Amane o alguien le preguntaba si tenía hambre él negaba, Amane repetidas veces al día le ofrecía de su sangre pero él le decía que no era necesario, ya se sentía lo bastante culpable al ver las vendas en su brazo, clavícula y mejilla. Kanae había llegado a la conclusión de que él no necesitaba alimentarse, pero Kagaya y Amane no estaban muy seguros de aquello.

Se sentía muy cansado, había notado que su cuerpo se cansaba muy fácil y era muy débil, durante su camino Tamayo tuvo que pedirle tal vez cinco veces a Yushiro que lo cargara sobre su espalda porque él estaba muy cansado. Sentía la necesidad de dormir a pesar de que dicha acción no lo ayudará a recuperar energías, cada vez sus párpados se sentían aún más pesados y su cuerpo más relajado, dejó caer ambas manos cerca de su abdomen y recargó su cabeza en las pesadas cajas a su izquierda, tal vez si dormía podía ignorar aquella necesidad de comida que sentía. Pasos se empezaron a escuchar cerca de él, lo cual lo obligaron a mantenerse alerta. Alzó la mirada y se asomo por las cajas de su izquierda, se percató de un hombre, traía una yukata algo vieja y polvorienta, tenía una botella de cristal similar a la que tenía el hombre que encontró inconsciente tiempo atrás, caminaba torpemente y tambaleándose siendo incapaz de seguir una línea recta, su rostro tenía un sonrojo notable. El extraño hombre paró frente suyo y se le quedó viendo extraño, el niño intentó ignorarlo.

— Q-quítate mocoso *hip* ese es mi lugar — Su voz no tenía un tono uniforme y tenía exactamente el mismo aroma fuerte y embriagante que le causaba asco al demonio. El adulto tomó el brazo derecho al azabache y lo lanzó al suelo alejándolo de "su lugar" — ¿Que es *hip* eso? — Preguntó arrastrando las palabras señalando la maleta que traía el demonio.

Yuichiro puso la mirada en blanco, no sabía muy bien cómo reaccionar, tomó sus pertenencias y se levantó marchándose del lugar sin siquiera ver o responder al hombre.

— ¡HeEy! ¡Te *hip* esTOy habLANdoO mocoso! — Exclamó alzando la voz en diferentes puntos de su oración. Yuichiro camino de forma más apresurada y con nerviosismo, tenía miedo y no sabía qué hacer. — ¡Te EstOy haBLAndo! — El señor lo tomó del cuello de su yukata negra alzándolo. Yuichiro gruñó ligeramente empezando a removerse.

— ¡S-suéltame! — Su voz tembló debido al miedo, pero se podía percibir el enojo en esta, el niño pataleaba fuertemente, pero el hombre no hizo caso.

— Eres muy liviano — Murmuró eso y otras cosas sin sentido e inentendibles confundiendo al niño — Dame tus cosas *Hip*— Arrastró nuevamente las palabras señalando la maleta del suelo, Tokito solo negó con la cabeza. El mayor no hizo caso y lo lanzó al suelo y tomó la maleta del "indefenso" niño. En cuanto estuvo apunto de abrir el bolso recibió una fuerte patada en su espinilla tirándolo, Yuichiro tomó rápidamente su maleta e intentó huir, pero fue tomado del pie por el hombre. — ¡¿A donde crees que vas maldito mocoso?! — Preguntó claramente enfadado el hombre intentando retenerlo. El señor lo tomó del cuello mientras se levantaba lentamente y tambaleándose del suelo a causa de su estado de embriaguez. Al intentar estrangular a Yuichiro no tuvo mucho efecto, el no necesitaba realmente de oxígeno para subsistir. El demonio se empezaba a desesperar y enojar aún más, unas venas se marcaron en su frente y gruñó dejando ver sus colmillos, cerró fuertemente sus ojos y apretó sus puños intentando calmarse, en cambio el hombre fue aún más brusco y lo golpeó fuertemente en su estómago, sin duda no estaba en sus cinco sentidos y no tenía idea de lo que hacía. Aquel borracho pudo apresiar los ojos del niño después de que los volviera a abrir, estos seguían siendo color menta, pero su pupila era delgada y alargada como la de un gato, y su iris estaba repleta de "grietas", sin previo aviso recibió un puñetazo del niño en su rostro tirándolo por su fuerza inhumana y dejando libre a Yuichiro.

Sin si quiera fijar su mirada en el inconsciente hombre, Yuichiro tomó sus cosas y salió corriendo nuevamente sin rumbo, hasta que nuevamente vio la luz de los locales y faroles. Salió nuevamente a donde la gentuza, estaba en un lugar completamente distinto a donde inició. Se percató de que su hakama caqui ahora estaba manchado de la parte inferior de lodo, posiblemente por los charcos qué pasó. Se sentía abrumado por todas las personas que había a su alrededor, pero aún así siguió avanzando.

Camino por otros quince minutos más, sus pies ya le dolían muchos este punto. Irónico, ¿no? Los demonios se regeneran rápidamente, y gracias a esta habilidad son incapaces de sentir dolor o cansancio, ¿entonces por qué en él era diferente? ¿Que tiene el que los demás demonios no? Se preguntaba hasta que escuchó sus tripas nuevamente rugir. Oh... cierto... Él a estado negando su necesidad de alimentarse. Ignoró nuevamente su hambre, solo era cuestión de descansar lo suficiente y no lastimarse y listo, ya no tendría que preocuparse mucho por sus habilidades faltantes a la causa de hambre.

Pronto un delicioso aroma inundó su nariz, le era dulce como el almíbar y realmente placentero y se atrevería a decir que hasta adictivo. Lo primero que pensó fue que provenía de uno de los muchísimos locales de comida. No tenía dinero para comprarse algo, pero su hambre lo traicionaba y el delicioso aroma de aquel misterioso alimento lo llamaba, movido por el morbo se dirigió a donde su nariz le indicaba. Olfateaba repetitivamente mientras se abría paso entre la gente, pero se confundía cada vez que avanzaba, no veía ningún local o puesto de comida callejero en su camino, asumió que posiblemente lo que esté buscando sea a una persona con algo de comida en manos.

Paro en seco, abrió los ojos a más no poder y tapó tanto su boca como nariz dejando caer su maleta al ver su destino, frente a él estaba una pequeña niña, tal vez seis o cinco años, estaba sentada en el suelo llorando mientras que su madre la consolaba, la niña había caído y lastimado su rodilla anteriormente, aquel exquisito y espeso líquido rojo resbalaba por su pierna. Yuichiro negó repetidas veces con la cabeza al ver que casi "cede" a sus instintos, tomó nuevamente la maleta y salió corriendo ahí. Sentía la necesidad de volver y probar aquel delicioso líquido rojo, tenía una gran curiosidad y hambre por saber a qué sabía, pero él estaba consciente de que aquello estaba mal, no debía hacerlo. Corrió nuevamente sin rumbo tapando su boca y nariz con su mano izquierda y sosteniendo con la derecha su maleta, se abría paso entre las personas empujándolas. Nuevamente no se fijó a donde iba, cuando encontró un punto sin tanta gente escuchó un fuerte y ensordecedor ruido que se acercaba hacia él, volteo a la derecha encontrándose con aquel extraño vehículo motorizado que se dirigía velozmente hacia el. Quedó paralizado por unos momentos viendo la fuerte luz que emitía el automóvil, hasta que sintió como alguien lo jalaba del cuello de su yukata por detrás y lo apartaba del camino.

— ¡¿Qué crees que estabas haciendo?! ¡Lady Tamayo estaba muy preocupada por ti! ¡Me mandó a buscarte y tengo una hora y media buscándote! ¡¿Por qué te separaste, idiota?! — Escuchó alegar al demonio de cabello cenizo que aún lo tomaba de la parte de atrás de su yukata. — No se como ella aceptó cuidar a alguien como tú — Murmuró acariciando su sien para soltar la prenda del menor y tomar la mano izquierda del menor. — Ahora si no te me vas a perder, te alejaste mucho de la casa, eres un idiota muy descuidado. — Regañó caminando deprisa entre la gente

— ¿Y Tamayo-san? — Finalmente habló el menor de los dos, se sentía algo avergonzado por el error que había cometido con anterioridad al separarse de ellos dos, y no estaba de humor después de lo sucedido con la niña.

— Ella está en la casa, tenía algunas cosas que hacer. — Dijo para parar en la orilla de la acera y alzar su mano libre. Uno de esos vehículos negros a motor paró frente a ellos, el conductor los saludó pero ninguno de los dos devolvió el saludo y ambos entraron.

— ¿Qué es esto? — Preguntó curioso el niño aún manteniendo un tono neutro.

— Es un automóvil, inculto — Respondió de forma hostil

— ¿A dónde los llevó, jovencitos? — Interrogó el conductor algo incómodo por el comportamiento del peli-menta, después de todo este tenía la apariencia de un chico de quince o dieciséis años, por el cabello azabache con puntas mentas del menor de los niños asumió que eran hermanos o parientes.

— A las orillas del sur de Asakusa — Pidió el demonio y sin respingar el hombre arrancó el auto. — Así ya no nos demoraremos más en llegar con mi señora. — Comentó el demonio

(Nota: no se donde viva Tamayo, sólo tengo entendido que es como a las orillas de Asakusa)

El camino hacia las afueras de Asakusa fue silencioso, Yuichiro miraba por la ventana todo el lugar apreciando su belleza como un niño pequeño, después de todo eso es lo que era, un pequeño niño. Tokio realmente era lindo, pero aprendió su lección, no ir por las calles oscuras y solitarias alejadas de las grandes cantidades de personas y ruido.

— Van a ser ## Yenes — Dijo el hombre finalmente parando en un lugar, Yushiro pagó la cantidad demandada y tomó bruscamente de la mano a Yuichiro jalándolo fuera del vehículo.

— Camina rápido porque nos pueden seguir — Indicó de forma tosca tomando nuevamente la mano del menor para evitar perderlo empezando un paso algo acelerado por algunas calles solitarias iluminadas por la luz de los postes. Conforme mas se adentraban los postes de luz se escaseaban más hasta estar en completa oscuridad, solo eran los dos demonios en aquellas amplias y solitarias calles. Doblaron en un callejón y el de ojos lavanda los guió al fondo de este quedando frente a frente con la pared de madera.

— Esto es solo un callejón. ¿Qué hacemos aquí? — Preguntó con voz arisca Tokito siendo ignorado. El mayor solo miró a los lados de forma discreta, al verificar que estaban solos avanzó nuevamente. Yuichiro no era tonto, no iba a avanzar, no quería chocar con la pared frente suyo. Más sin embargo Yushiro atravesó la pared como si nada.

— No te quedes ahí y entra. — Escuchó la voz molesta al otro lado de la pared, este jaló de su mano obligándolo a pasar para por fin soltarlo. El pelimenta siguió avanzando por el patio, sin embargo él se quedó contemplando la vista, frente a él estaba una casa estilo occidental de madera de un piso más lo que parecía ser ático, estaba pintada de blanco con detalles verdes como los marcos de las ventanas, postes y el techo, el pórtico era alumbrado por un foco redondo, la puerta era doble y del color natural de la madera, tenía algo de vidrio con unos adornos metálicos. Su vista al igual que otros sentidos y habilidades había mejorado lo suficiente al convertirse en demonio como para notar en el techo del pórtico que había una pequeña hoja con un simbolo extraño en rojo sangre pegado ahí.

El patio era realmente grande y tenía varios arboles de sakura adornando y perfumando el lugar, y lo que del lado del callejón sin salida era una pared de madera ahora tenía el efecto de ser una pared de ladrillos naranjas.

— Apresúrate. Y no seas grosero con lady Tamayo, porque ahora si te golpeo fuertemente. — Amenazó acercándose quedando frente a frente con el niño. — A mi no me importa lo que te suceda. Solo acepte que te quedaras con nosotros porque ella lo quería así. — Dijo de forma hostil mientras que varias venas se marcaban en su rostro y enseñaba sus colmillos, pero Yuichiro no se iba a quedar de manos cruzadas. Con el poco tiempo de conocerlo sabía perfectamente que con cualquier cosa dicho demonio se molestaría, cabrearlo iba a ser muy fácil. Yuichiro solo sacó la lengua y acercó su dedo índice debajo de su ojo izquierdo jalando un poco el pliegue de piel burlandose del mayor, este solo le dio un zape en la cabeza con molestia. — Que insolente eres. No entiendo porque te aceptó con nosotros. — Refunfuñó abriendo la puerta de la casa y cerrándola en la cara del niño.

Yuichiro gruñó ante la acción del de cabello cenizo, pero solo se limitó a abrir la puerta para entrar. Al entrar se percató de dos pares de sandalias cerca de la puerta, así que igualmente retiró su calzado quedando en calcetas, estas al igual que la parte inferior de su pantalón se habían ensuciado de lodo, causándole una sensación de incomodidad por la humedad. Solo bastó unos pasos para encontrar a Lady Tamayo, estaba sentada en una pequeña sala de estar tomando una taza de té negro, Yuichiro estaba parado en la entrada de la sala, su expresión lucía más relajada.

— Tarde un rato en encontrarlo, casi es arrollado por un automóvil. — No tardó nada en darse cuenta que Yushiro le contaba a Tamayo sobre donde lo encontró. La fémina dejó su bebida en una mesita al centro de la sala y se dirigió al niño quien se encontraba a la izquierda detrás de Yushiro. Se inclinó un poco para quedar a su altura percatandose de lo sucio que se encontraba su ropa.

— ¿Te encuentras bien, Tokito-kun? — Preguntó la mujer sacudiendo un poco el polvo de su yukata negra, este solo asintió. — Tú ropa se ensució, deberías tomar un baño. ¿Necesitas que te ayude a bañarte? — Preguntó de forma dulce la mujer causando un sonrojo de vergüenza en el menor.

— ¡N-no! ¡No soy un niño pequeño! — Replicó el infante con molestia, la mujer solo acarició su cabello, hacía años que ella no convivía con niños, ¿tal vez desde que era humana? No sabía con exactitud realmente.

— Bien. — La mujer se enderezó. — ¿Yushiro, podrías apoyarme alistando la tina, por favor? — Pidió de forma amable la mujer.

— Si, Lady Tamayo. — El demonio sin respingar se desplazó por el pasillo entrando en otra habitación donde Yuichiro asumió que era el baño, dicha habitación estaba cerca de las escaleras.

— Te enseñaré tu habitación. — Solo asintió a lo que dijo la mujer. La de ojos violetas subió las escaleras mientras que Yuichiro la seguía. En el primer piso había varias habitaciones, unas tenían la puerta cerrada y otras abiertas. Tamayo lo llevó hasta el fondo del pasillo, la casa era muy grande, abrió la ultima puerta a la izquierda, había una pequeña y acogedora habitación, al igual que toda la casa el piso era color ocre con franjas negras las cuales tenían diseños dorados. Tenía un futón con sabanas celestes y almohadas blancas a mano derecha de la puerta, a mano izquierda estaba un mueble de madera con tres hileras de cajones, cada una con cuatro cajones, en la superficie de este había un jarrón con flores de diversos colores que perfumaban su habitación, igualmente a mano izquierda en la esquina al fondo había un pequeño armario, y una linda pintura de un paisaje en la pared del fondo al lado del armario, había una ventana cerrada y con una gruesa cortina verde por fuera que bloqueaba el paso total de la luz solar. La habitación estaba un poco vacía pero el jarrón de flores y el cuadro contrarrestaban la escasez de cosas.

— El agua ya está lista. — Yushiro anunció desde el umbral de la puerta llamando la atención de los dos demonios restantes.

— Ve a ducharte antes de que el agua se enfríe. — Yuichiro asintió ante las palabras de Tamayo, los dos oji-morados salieron de la habitación dejándolo solo, se arrodilló cerca del futón y puso su maleta en el suelo. Al abrir esta se percató de una curiosa tela que se le hacía familiar. Era negra, tenía un diseño de niebla geométrica color verde menta, está doblada de forma curiosa, parecía hacer más bulto que lo demás, y tenía una nota de papel.

— Apúrate, el agua se enfriará. — Escuchó la voz brusca de Yushiro fuera de su habitación, sacó una yukata azul marino y ropa interior, dejó la extraña prenda recargada contra su almohada, tenía una nota pegada así que asumió que era el regalo que Amane había mencionado.

Cuando salió de bañarse Lady Tamayo le había ofrecido algo de sangre, ella explicó que la compraba a gente de bajos recursos con la excusa de que era para transplantes, a pesar de su hambre se negó.

— Tokito-san, te traje un cepillo para que desenredes tu cabello. ¿Necesitas ayuda con eso? — Cuestionó Tamayo con el objeto en manos desde la entrada en su habitación.

— No — Respondió de forma seca el infante. Se sentía algo inseguro ahí, después de todo tenía muy poco tiempo de haberlos conocido, pero realmente no había nada más que hacer.

— Está bien, toma. — La mujer entregó el cepillo de bambú en sus manos y se retiró cerrando la puerta para darle su privacidad.

Yuichiro tardó un rato en desenredar su largo cabello, cuando acabó lo dejó sobre el mueble de madera. Después se dedicó a guardar su ropa, colgó las yukatas y kimonos en algunos ganchos que había, y dobló la ropa interior y pantalones hakama. Sentía cuerpo muy pesado y rígido, asumió que a causa del cansancio y nulo consumo de alimento. Los demonios prácticamente vivían de noche y descansaba de día, debí esperar hasta la mañana para descansar un poco. Al dejar el cepillo se percató de un pequeño reloj despertador en el mueble al fondo, casi detrás del florero, el mueble era algo alto para el, se puso de puntillas y balanceó su cuerpo hacia adelante estirando su brazo jalando con cuidado el artilugio. 4:03 a.m., tan solo una o dos horas más para el amanecer. Aburrido y sin nada más que hacer se dirigió a su futón, no pensaba dormir, aún era temprano, además era anormal en los demonios dicha acción, Lady Tamayo ya había expresado su preocupación por su cansancio notorio y por su sueño, en las posadas donde se quedaron había dormido todo el día.

Miro el pequeño boloche de tela recargado en su almohada, con curiosidad lo tomo en sus manos y despegó delicadamente el pedazo de papel.

Remendé y lave la yukata que usabas de humano, y conseguí tela con un patrón idéntico al original para adicionarle mangas. El otro pequeño obsequio que hice para ti está envuelto con la yukata.

- Ubuyashiki Amane.

Después de leer la noté miro la prenda por un rato, después de varios segundos tomo esta y la sacudió en el aire dejando caer un extraño y ligero objeto el cual hizo un ruido sordo, casi nulo. Se inclino por el regalo y lo tomo suavemente entre sus manos poniéndolo frente a él. Era un pelo muñeco de trapo, su cabello negro y largo con terminaciones mentas, sus ojos del mismo color menta, su mirar era suave, tenía una yukata corta y sin mangas con el mismo patrón de nubes o niebla, salvo que el fondo era blanco. Detalles como el cabello, los ojos, el pequeño rubor en las mejillas y el patrón del kimono estaban pintados, todo hecho a mano.

A pesar de la similitud física con el, Yuichiro identificó rápidamente al individuo que imitaba el muñeco, era nada más y nada menso que su hermano menor, Muichiro. Se percató de una gota cristalina que caía directamente en el rostro del muñeco, está solo era la primera de muchas, más de estas humedecían la tela. Sus ojos le ardían ligeramente y su rostro estaba rápidamente empapado. Froto su antebrazo izquierdo contra su rostro secándolo, aunque fue en vano porque nuevamente las lágrimas lo mojaron. Abrazó fuertemente aquel peluche y lo estrujó contra su pecho, de cierta forma sentía como si su hermano estuviera con el, tal vez esa era la intención con la que Amane lo había hecho, aunque sería difícil saber. Extrañaba tanto a su hermano, a pesar de no tener sus recuerdos, sentía raro el estar alejado de él, como si la lejanía nunca hubiese existido entre los dos.

Aún con lágrimas entre los ojos soltó el peluche para ver su nueva prenda de vestir, la alzó frente a él, lucía algo corta, las mangas eran más largas que la yukata, y tenían un color más fuerte que el resto de la tela, marcando cual era la tela original y cuál la nueva, cálculo que le llegaba más arriba que la rodilla, posiblemente la utilizaría debajo de un pantalón hakama o como haori.

Dejo la yukata al pie del futón y volvió a abrazar al peluche, si llanto era silencioso, y ahora más calmado que antes. Inconscientemente se recostó en la superficie alcochonada, el suelo y cansancio le estaban ganando.


Muichiro ya tenía tal vez un día en ese nuevo lugar, todo lo que hacía todo el día era estar acostado en el futón, a veces entrenan unas niñas albinas y una pelinegra, eran idénticas, también entraba más seguido una mujer albina muy similar a las niñas, y un hombre con rostro extraño de vez en cuando, el hombre estuvo hablando con él un rato (aunque Tokito no emitiera ningún sonido) y se sentía mucho más relajado al escuchar su voz.

— Muichiro-san. — Escuchó una voz suave y aguda acompañada de unos toques en la puerta detrás suyo, la puerta shoji estaba abierta todo el tiempo para poder estarlo viendo, así que no había realmente necesidad de tocar la puerta a su punto de vista. Como era de esperarse el niño mantuvo la mirada perdida h no respondió, la mujer con pena suspiró y entró. Se dirigió al futón donde descansaba el niño y se arrodilló cerca de su cabeza del lado izquierdo. — Muichiro-san, te he traído un pequeño detalle. — Nuevamente no hubo  señal de respuesta. — Espero que te guste. — Agregó poniendo un suave objeto a su costado y levantándose nuevamente rumbo a la entrada de la habitación, sin embargo no salió de esta y se quedó mirando.

El azabache desvió la mirada a su izquierda percatándose del objeto que había dejado la mujer cuyo nombre no recordaba. Miro un pequeño muñeco de peluche, cabello negro y puntas menta como el suyo, ojo menta como los suyos, y una yukata negra con patrón de nubes color menta. La mirada del muñeco era dura y parecía estar molesto. El no era tonto, ese era él, estaba casi seguro de que era el, sin embargo, dicho peluche le causaba una sensación de tristeza profunda, no entendía porque, solo era un muñeco de él, ¿por que le causaba tristeza verse en un muñeco? Bueno, él no sentía como si el muñeco fuera el, sentía como si fuera alguien más, pero estaba claro que era él, ¿quien más podría ser?

Una pequeña pero corta imagen llegó a su mente de golpe provocando que abra los ojos con sorpresa. Parecía ser el, pero tenía una yukata corta como la del peluche con la diferencia de que estaba llena de sangre, sus ojos eran totalmente blancos con "grietas", tenía varias venas en el rostro y enseñaba grandes y filosos colmillos además de garras color menta. No podía ser el, se sentía como en tercera persona, además de que había una mano sobre la de ¿él? ¿Su doble? ¿Un demonio? Por la perspectiva del "recuerdo" o "visión" asumía que era su mano.

Sin saber por que sus ojos pronto estaban derramando lágrimas abrazando el peluche manteniendo aún una expresión neutra en su rostro. Rápidamente Amane volvió a un lado del niño, este le dirigió la mirada fija a ella, Amane con delicadeza tocó su rostro retirando suavemente las lágrimas que lo empapaban, luego acarició su cabello con gentileza de forma reconfortante como una forma de apoyo quizás, tal y como una madre lo haría.

4975 palabras

12/08/23

Me desaparecí con actualizaciones pero aquí toy

Me inspire en esto, aunque el peluche de Mui es de Mui de 14 años creo pero weno

ESTE IMAGEN ME DOLIÓ ALV 😭

Si tienen ideas para la técnica de sangre aquí por favor :3

Dudas 👉

Sugerencias 👉

Teorías 👉

Aclaro que Mui solo recordó después del trauma de ser atacado por el demonio y creer haber perdido a su hermano y ya había desarrollado su primer transformó (que olvide su nombre y Justo ahora estoy muy cansada para investigar pero creo que es algo de estrés disociativo)

Byeee :D

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