Los Warren
A medida que el tiempo pasaba, la mansión maldita de Arkham comenzó a ser olvidada lentamente por los habitantes de la ciudad. Los rumores se desvanecieron y solo quedaron los ecos desvaídos de las historias de terror que una vez habían aterrorizado a la comunidad. Sin embargo, el legado de Efialtes el gato blanco no se desvaneció por completo.
Décadas después de los eventos que tuvieron lugar en la mansión, una familia decidió mudarse a la casa, ignorando su trágico pasado. Los Warren, una pareja y sus dos hijos, estaban encantados con la idea de tener una casa espaciosa a un precio razonable. No tenían idea de los horrores que les esperaban.
Los primeros días transcurrieron tranquilos. Los Warren exploraron la mansión y la renovaron poco a poco. Sin embargo, pronto comenzaron a notar sucesos extraños y perturbadores. Objetos se movían inexplicablemente de lugar, las sombras parecían cobrar vida y un inquietante ronroneo llenaba las noches.
El gato blanco, Efialtes, aún estaba presente en la mansión. Aunque su poder se encontraba debilitado, su influencia seguía siendo palpable. Se deslizaba sigilosamente por los pasillos y se acurrucaba en las sombras, observando con sus ojos ardientes a la familia que había osado perturbar su morada.
A medida que los días pasaban, la presencia de Efialtes se volvía más intensa y amenazante. La familia comenzó a experimentar pesadillas horribles y visiones perturbadoras. Los niños se volvieron pálidos y asustados, y los padres notaron cómo su amor y comprensión mutuos comenzaron a desvanecerse bajo la influencia insidiosa del gato blanco.
Los Warren, sin embargo, no eran personas comunes. Habían enfrentado adversidades en el pasado y sabían que solo unidos podrían enfrentar el mal que acechaba en su nuevo hogar. Decidieron investigar el pasado de la mansión y descubrieron los terribles secretos de Efialtes y su maldición.
En una noche llena de oscuridad y tormenta, los Warren se adentraron en el laberinto de túneles subterráneos que yacían bajo la mansión. Siguiendo las pistas dejadas por aquellos que los habían precedido, se encontraron con el lugar de descanso final del gato blanco. Una estatua oscura yace en el centro de una cripta olvidada, y parecía emanar una presencia innatural.
La familia decidió tomar medidas drásticas. Con herramientas y armas improvisadas, comenzaron a destruir la estatua. Cada golpe enviado temblores de energía a través de la mansión, pero los Warren no se detuvieron. Estaban dispuestos a sacrificar su hogar y todo lo que había dentro para liberarse de la influencia malévola de Efialtes.
Finalmente, con un último golpe, la estatua se hizo añicos y un destello de energía negra envolvió la cripta. La presencia de Efialtes se desvaneció lentamente, dejando tras de sí solo un eco distante de su antiguo poder. La maldición había sido rota y la familia Warren quedó liberada del mal que los acechaba.
Sin embargo, la mansión de Arkham nunca volvería a ser un hogar para nadie. El aire estaba cargado con la memoria de los horrores que allí se habían desatado. Las sombras se movían de manera inquietante, y cualquier alma valiente que osara entrar en sus puertas sería acechada por el recuerdo de Efialtes el gato blanco.
Los Warren, con el corazón lleno de tristeza, abandonaron la mansión y comenzaron una nueva vida lejos de los terrores que habían vivido. La historia de la casa maldita de Arkham se convirtió en una leyenda urbana, transmitida de boca en boca, recordando a todos que incluso los lugares más bellos pueden albergar secretos oscuros y terribles, esperando pacientemente a que los intrépidos los despierten.
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